1-Arte del Paleolítico al Neolítico (comp.) Justo Fernández López Historia del arte en España |
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arte rupestre de la Edad de piedra
El arte del paleolítico
El Paleolítico es el período de la piedra tallada. Las nieves llegan hasta el centro de Europa y el mamut y el reno pacen a orillas del Mediterráneo. El hombre vive de la caza y de la pesca y desconoce la arquitectura. El hombre del cuaternario habita en cavernas naturales.
La pintura rupestre
La pintura rupestre es lo más natural del arte del Cuaternario. Es estilo es naturalista. Algunos etnólogos llaman “magia simpatética” a la forma naturalista de pintar en el Cuaternario. Según esta concepción, toda imagen tiene perennemente una relación con el ser que representa. La imagen es un doble de lo representado, libre de intelectualismos o estilizaciones esquemáticas que encontraremos en el neolítico. La pintura rupestre ofrece la impresión visual de una forma directa y puta. En ella descubrimos estudios del movimiento que nos recuerdan las instantáneas fotográficas modernas. La finalidad de este arte era solamente, según estos autores, procurarse una mejor caza, un alimento seguro. El arte rupestre perseguiría un efecto mágico y no estético.
Según la teoría de la “magia simpatética”, sobre toda imagen o doble representado, ejercía el hombre del paleolítico sus sortilegios mágicos, que deberían repercutir sobre el ser allí representado. El ojo del hombre primitivo busca la semejanza natural que un saliente en la roca o una piedra natural tiene con determinados animales para ejercer una influencia en su vida, y así poder cazarlo mejor. Las pinturas en las cuevas naturales, sobre las rocas, nos ofrecen animales, escenas de caza. La representación de un animal con una flecha atravesada representaría la “muerte en efigie”. Haciendo un doble modelo, se efectuaría una causación y se conjura en la realidad el deseo.
Otros autores creen que el hombre del Paleolítico era muy ritualista y que las cuevas del Paleolítico eran como santuarios donde el hombre practicaba ritos para conjurar la regeneración de la vida, la vuelta en primavera de los animales de caza, después de desaparecer en invierno. Las cuevas eran como “úteros” naturales de regeneración de la vida. Las pinturas se encuentran en las cavernas en lugares de difícil acceso y con apenas iluminación natural.
Lugares del arte rupestre del paleolítico
Los lugares donde se crea este arte no son lugares para habitar, no son habitáculos decorados con fines estéticos, como la vivienda más tarde. Las cuevas y cavernas con estas pinturas eran recónditos escondrijos, donde el artista primitivo (o el chamán) realizaba sus ritos mágicos para asegurar la vuelta de los animales de caza desaparecidos en el invierno.
Cuevas con arte rupestre en EspaÑA
España posee 34 de las 100 cuevas paleolíticas que hay en Europa. El siguiente país más rico en arte rupestre es Francia. Las cuevas paleolíticas están todas distribuidas por la cornisa cantábrica (Asturias y Santander).
Cueva del Castillo (Puente Viesgo, Santander)
Entre las pinturas representando a la fauna que coexistió con los sucesivos grupos humanos que poblaron la cueva y distintos símbolos de significado desconocido destacan el conjunto de manos en negativo, más de cincuenta. Según el análisis realizado el arqueólogo Dean R. Snow la mayoría de las manos pertenecen a mujeres lo cual cuestiona la suposición tradicional de que los artistas de las cavernas eran varones.
Algunas de estas pinturas podrían ser las más antiguas conocidas, con una antigüedad superior a los 40.000 años.
Presenta un extraordinario dibujo de un macho cabrío, además de signos indescifrables.
Cueva de Candamu o Caverna de la Peña de Candamu
Está situada en el concejo asturiano de Candamu en el pueblo de San Román. Desde julio de 2008 está incluida en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
Solo superada por sus creaciones por la cueva de Altamira. Pinta a los animales con varias patas y varias cabezas para dar la sensación de movimiento. Se ve un grupo de ciervos bramando y heridos de muerte.
Cueva de Altamira (Santillana del Mar, Santander)
Es una de las mejores cuevas del mundo en arte paleolítico, con su “gran salón” de pinturas de animales. Altamira fue descubierta en 1879. Las pinturas están a treinta metros den la entrada en una sala de dieciocho metros de larga por ocho de ancha. Los animales están pintados en tamaño natural y en colores.
El artista aprovecha las protuberancias de la roca para pintar los animales. Vemos un bisonte en negro y rojo, en actitud de marchar lenta y reposadamente. Otra figura admirables es la hembra en celo, llamando al macho, estirando el cuello. En otra figura vemos al macho, que echado en tierra, vuelve su testa llena de vida.
Otros animales son el jabalí corriendo. Es admirable el análisis anatómico de los fajos de los músculos de los animales. La originalidad y la fuerza expresiva de estas figuras es cautivadora.
En total encontramos en esta cueva, única en el mundo, más de 150 pinturas rupestres. Altamira fue la cumbre del arte paleolítico y también su final.
Cueva del Pindal (en las proximidades de la localidad de Pimiango, concejo de Ribadedeva, Asturias)
En esta cueva, una de las más importantes de España, se han conservado pinturas rupestres de dos épocas. Pero sus artistas no supieron dar a sus figuras la gracia y la vida de las de las cuevas de Altamira y San Román de Candamo. Los animales son más toscos y menos perfectos técnicamente.
El contenido artístico se encuentra en la zona de oscuridad, repartido en 5 zonas, dos al sur y 3 al norte (el panel principal, el panel del pez y el panel del mamut). Existen 29 representaciones de animales, 9 pintados, 15 grabados y 5 pintados y grabados. Las especies representadas son bisontes (14 en la zona central), caballos (8, en la entrada, zona central y fondo), cérvidos (4 en la zona central y fondo), un pez en la zona central y dos mamuts (uno en la zona central y otro en el fondo). Existen además varios signos, la mayoría pintados y situados en la zona central de la cueva; hay signos lineales, puntuaciones, angulares, circulares, claviformes, escutiformes y laciformes.
El arte mesolítico
El estilo de esta época es ya más esquemático y posterior al del Paleolítico. Las obras más importantes están en la región levantina. Las pinturas ya no están en lugares oscuros y en las profundidades de las cuevas, adecuados para los ritos mágicos, sino a plena luz del día.
En el Paleolítico, la figura del hombre apenas se representaba y, en todo caso, mediante seres antropomorfos con el rostro medio oculto (¿chamanes, hechiceros?).
El mejor ejemplo de la pintura del Mesolítico es Cogul (en Lérida). El hombre está representado por un cero partido por una raya. Los hombres de más categoría llevan varios pares de brazos. Las piernas de los hombres son a veces muy gordas, en señal de fuerza, otras veces son exageradamente delgadas, en señal de ligereza.
El arte mesolítico tiene también una función mágica, pero agrega ahora escenas de danzas, mitos y hechos con el fin de rememorarlos o perpetuarlos en la memoria.
El neolítico español
En el Neolítico (hasta el 2000 a.C.) se efectúa el primer cambio de estilo artístico de la historia. El retroceso de los hielos hacia el norte planteó graves problemas al cazador, que tuvo que emigrar detrás de las especies de animales. La vida se hace más dura al desaparecer la caza. El centro de Europa se cubrió de bosques, praderas y estepas. El bisonte se va hacia el norte.
Junto con la agricultura y la caza, el hombre se dedica a la ganadería, a la cría de animales domésticos y al pastoreo. En el Paleolítico el hombre estaba lleno de temor a la muerte y de miedo al hambre. Con sus prácticas mágicas intentaba conjurar o “ayudar” a la “vuelta” de los animales tras el invierno.
En el Neolítico, el hombre se vuelve sedentario y agricultor, tiene la conciencia de que depende del tiempo favorable para las cosechas, de la lluvia, del sol, que está sometido a los ciclos naturales, y que es víctima, a veces, de las plagas. Surge así la idea de los espíritus benéficos y maléficos. El mundo se desdobla: el mundo real es el mundo natural, pero hay un mundo paralelo, invisible y numinoso. Es el estado cultural del animismo, de la adoración de los muertos y de los espíritus. Con la fe y el culto, surge la necesidad de los ídolos o figuras protectoras, amuletos sagrados, etc.
El animismo es dualista y se inclina por la abstracción simbólica. Mientras que la magia del Paleolítico era sensualista y más cercana a lo concreto y práctico. Si el Paleolítico reproduce las cosas de este mundo, el Neolítico contrapone a la realidad empírica un trasmundo idealizado y estilizado. Así comienza el proceso de estilización, racionalización e intelectualización de la historia del arte.
Las imágenes y las formas concretas quedan sustituidas por signos y símbolos. La obra de arte es una representación conceptual. El artista no es imitados, sino un antagonista de lo natural. Surge el primer tipo de artista mago, como primer representante de la división del trabajo. A este sigue el médico-brujo, cuya dotes carismáticas le permitirán sustraerse al trabajo físico. Algunos han visto en este arte estilizado del Neolítico la huella del carácter femenino, de aquellas mujeres de los agricultores sedentarios: Estilo lleno de disciplina, domesticación, amor al orden y supersticiosa previsión.
La cultura de las cuevas en el Neolítico
Esta cultura se caracteriza por su cerámica abundantísima. También por le elaboración del huevo. Los núcleos principales están en Andalucía.
Cueva de Los Murciélagos (Albuñol, Granada)
En esta cueva encontramos cerámica, tejidos, etc. La pieza más curiosa hallada en esta cueva es una diadema de oro.
Cueva de La Mujer (Granada)
Cerámica y utillaje de piedra y hueso.
Cueva de La Pileta (Málaga)
Famosa por sus pinturas rupestres de signos fantásticos: cangrejos con piernas, un hombre que lleva sus ojos debajo del brazo, una cabeza humana con cuernos, un hombre murciélago.
El pintor Joan Miró (1893-1983) se inspiró en estas pinturas neolíticas.
cultura de almería
La cultura almeriense se formó en la costa mediterránea de la península ibérica por influencias orientales hacia el 3000 a. C. Después de una primera emigración oriental antes del 4000 a. C. que dio lugar a la cultura de las cuevas, una segunda ola, de origen posiblemente sirio, originó la cultura almeriense.
Su llegada no fue en gran número, pero se prolongó durante siglos y así influyó decisivamente en la cultura y la lengua e introdujeron un nuevo elemento étnico mezclado con la población local. Los emigrantes no siempre se establecían para siempre en la zona mediterránea sino que a menudo volvían a sus lugares de origen. La fusión se produjo por el gran espacio de tiempo y el gran número de personas que participaron en estos contactos y los matrimonios mixtos que tuvieron lugar durante el mismo período. También la estabilidad social (no hubo ni guerras ni conflictos graves en todo el periodo) contribuyó a su arraigo y desarrollo.
Los emigrantes aportaron ídolos-placas de tipo Egeo, o tumbas colectivas derivadas de las Tholos características del Neolítico chipriota (hacia el 3700 a 2300 a. C.). Las colonias constituidas eran auténticos núcleos de irradiación cultural hacia el interior, y dieron origen a las culturas megalíticas.
La cultura megalítica
La cultura megalítica es la novedad del Neolítico.
Los monumentos megalíticos: el menhir (del francés menhir, y este del bretón menhir, derivado de men, ‘piedra’ e hir, ‘larga’) que consiste en una piedra larga hincada verticalmente en el suelo; los cromlechs (del francés cromlech, y este de origen bretón), monumento megalítico consistente en una serie de piedras o menhires que cercan un corto espacio de terreno llano y de forma elíptica o circular; el dolmen (del francés dolmen, de origen incierto), monumento megalítico en forma de mesa, compuesto de una o más lajas colocadas de plano sobre dos o más piedras verticales). El domen más famoso de España está en la Cueva de Menga (Antequera)
Retirada la nieva hacia el norte y vuelto el hombre sedentario, comienza el culto a los muertos. La arquitectura y la ornamentación funerarias tienden a perpetuar la existencia y el recuerdo de los muertos. La arquitectura funeraria está construida para la eternidad.
Cultura del vaso campaniforme
Vaso campaniforme es la denominación de una cultura arqueológica prehistórica asociada al Calcolítico y al período inicial de la Edad del Bronce en Europa Occidental. Su cronología e interpretación son controvertidas, habiendo generado al respecto abundante literatura. Gracias a la revisión sistemática de los datos proporcionados por el radiocarbono en vasos campaniformes de toda Europa, se ha podido establecer que los más antiguos serían los encontrados en el área del bajo Tajo (Portugal), con una cronología que iría del 2900 al 2500 a. C. Según otros autores, su aparición se situaría, en cambio, sobre el 2400 a. C., desapareciendo hacia el 1800 a. C.
Su nombre es la consecuencia de las especiales características de estas vasijas (en arqueología denominadas vasos) con forma de campana invertida y profusamente decoradas que se han encontrado, generalmente en contextos funerarios, en buena parte de Europa: por casi toda la península ibérica, en islas del Mediterráneo occidental, en la Francia mediterránea y atlántica, Gran Bretaña e Irlanda, los Países Bajos y parte de Europa Central.
Su presencia está relacionada con la difusión de la metalurgia del cobre por Europa occidental, hasta el punto de haberse convertido en fósil director de esta expansión.
En la península ibérica el fenómeno campaniforme define la fase final del Calcolítico local y los siglos iniciales de la Edad del Bronce. Menos algunas excepciones notables, la mayor parte de los enterramientos campaniformes se encuentran en las regiones costeras o cerca de estas. En cuanto a los asentamientos y monumentos en el contexto ibérico, esta cerámica se encuentra generalmente en asociación con materiales calcolíticos locales y aparece muchas veces de forma "intrusiva", ya que son del III milenio y suelen encontrarse en monumentos funerarios cuyos orígenes se pueden remontar al IV o V milenios a. C. El campaniforme ha sido tan determinante para establecer las cronologías del sur y suroeste peninsulares que su ausencia o presencia son el fundamento de la división en dos fases de los grupos de Los Millares y Vila Nova.
El vaso campaniforme se distingue no solo por su forma de campana, sino también por su decoración, rica en motivos. La cerámica de la cultura de Almería y de la megalítica no tiene decoración, es de superficie lisa.
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