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Altamira y las pinturas rupestres (comp.) Justo Fernández López España - Historia e instituciones
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Las pinturas rupestres de la cueva de ALTAMIRA
Rupestre (del latín rupes, ‘roca’) se dice especialmente de las pinturas y dibujos prehistóricos existentes en algunas rocas y cavernas.
En la cueva de Altamira, en Santillana del Mar (Cantabria), se conservan las muestras de pintura rupestre más importantes de la Prehistoria: pinturas que pertenecen al Paleolítico Superior (Solutrense) y al último estadio cultural del Paleolítico Superior (Magdaleniense III, una de las últimas culturas del Paleolítico Superior; su nombre fue tomado de La Madeleine, cueva francesa de la Dordoña).
Altamira fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1985.
La cueva de Altamira es un hito cultural de la Historia de la Humanidad. El hallazgo de las pinturas de la cueva de Altamira en 1879 por D. Marcelino Sanz Sautuola significó el descubrimiento del arte rupestre paleolítico, y de su manifestación más espectacular.
La cueva de Altamira estuvo habitada por grupos de cazadores – recolectores entre hace 36.000 y 13.000 años, durante el Paleolítico superior. La cueva fue elegida por sus buenas condiciones de habitabilidad y su estratégica ubicación en un área con abundantes recursos naturales, próxima a la llanura litoral y a la costa, y cerca de ríos con abundante pesca.
Hacia el interior de la caverna, los espacios para el rito y el mito son diferenciados con pinturas y grabados. Una intencionada selección de animales, signos y figuras casi humanas representan una forma de entender el mundo.
Iconografía de la cueva de Altamira
La cueva de Altamira conserva la manifestación más espectacular del primer arte. Los bisontes rojos y negros forman un conjunto de imágenes de gran calidad técnica y plástica. La cueva reúne todas las figuras habituales del arte paleolítico, que están representadas utilizando una variedad de recursos expresivos: bisontes, caballos, ciervos, cabras, manos y signos, pintados o grabados, con todos los detalles o con pocos trazos.
Las personas del Paleolítico decoraron muchos de sus objetos cotidianos, como arpones o azagayas, y también dibujaron y grabaron imágenes sobre fragmentos de materiales del entorno. Utilizaron marfil, hueso, astas de ciervos y de renos, dientes, minerales, piedras de diferentes tipos y, quizá, otros materiales que no se han conservado. Aprovecharon las posibilidades de expresión artística que ofrecían la forma y las dimensiones de los diferentes soportes. Grabaron, y, en algunos casos pintaron, representaciones de animales, figuras humanas y signos, en una temática que difiere poco de la del arte rupestre. Los colores más usados fueron el negro, el rojo, el amarillo, el pardo y algún tono violáceo. Lo que da más valor al arte rupestre de la cueva de Altamira es el carácter excepcional de su policromía
Las representaciones rupestres de Altamira podrían ser imágenes de significado religioso, ritos de fertilidad, ceremonias para propiciar la caza o puede interpretarse como la batalla entre dos clanes representados por la cierva y el bisonte.
En las figuras policromadas predominan las reproducciones de bisontes en diversas actitudes. Merecen destacarse además dos jabalíes, una gran cierva de 2,12 m de longitud, varias manos y ocho antropomorfos grabados.
El animal más representado es el bisonte, aunque sus habitantes eran expertos cazadores de ciervos. Hay 16 ejemplares de diversos tamaños, posturas y técnicas pictóricas. El Bisonte encogido es una de las pinturas más expresivas y admiradas de todo el conjunto. Está pintado sobre un abultamiento de la bóveda, lo que destaca el espíritu de observación naturalista de su realizador y la enorme capacidad expresiva de la composición.
¿Quién hizo las pinturas rupestres?
En 2012 se publicó un estudio datando varias pinturas en algunas cuevas del norte, incluido uno de los signos claviformes de la Gran sala, que retrasaba los primeros trabajos al Auriñaciense, en el caso de Altamira a 35.600, justo al comienzo del poblamiento del norte de la península por lo humanos modernos, lo que hace poner en duda el posible origen sapiens de los dibujos e introduciendo la posibilidad de una autoría neandertal.
«¿Quién hizo las pinturas rupestres? ¿Y cuándo? A la segunda pregunta hay ahora una respuesta clara: algunas tienen más de 40.000 años. Esto las hace unos 5.000 años más antiguas de lo que sugerían las dataciones anteriores y, además, abre una inquietante incógnita sobre sus autores.
Siempre se ha considerado que fue nuestra especie, la humanidad moderna, la autora de esas obras de arte primitivas, entre otras cosas porque cuando fueron pintadas muchas de ellas ya habían desaparecido los neandertales (hace casi 30.000 años). Pero no hay razón para negar a estos últimos la capacidad de pintar, para afirmar que carecían de la cultura simbólica necesaria para hacerlo. Ahora resulta que algunas de las pinturas son más antiguas de lo que se creía y claramente contemporáneas de los neandertales, por lo que cabe especular que pueden ser obra suya. Es solo una idea, advierten los expertos, porque no se conocen pinturas rupestres de aquella especie. Y hace 40.000 años ya estaba el hombre moderno en Europa. De cualquier modo, esas obras de arte primitivo de Cantabria y de Asturias son las más antiguas del mundo de edad bien determinada.
“Las pruebas de la presencia de humanos modernos en el norte de España se remontan a 41.500 años y antes de ellos estaban allí los neandertales”, explica Alistair Pike, líder del equipo autor de un trabajo que se presenta en la revista Science. “Nuestros resultados indican que, o los humanos modernos llegaron a Europa con la pintura ya incorporada a su actividad cultural o esta se desarrolló inmediatamente después de su llegada, o tal vez se trata de arte neandertal”.
La creación artística es un hito de la evolución de las capacidades cognitivas y el comportamiento simbólico, y puede ser asociado al desarrollo del lenguaje, recalcan los investigadores. [...]
Si resultase que los artistas prehistóricos eran la otra especie “sería un descubrimiento fantástico”, añade Pike. “Significaría que los contornos de mano en las paredes de esas cuevas son de neandertal, pero necesitamos datar más muestras para ver si esto es así”, añade. La prueba definitiva sería identificar pinturas rupestres anteriores a la llegada a Europa de la humanidad moderna, es decir, anteriores a 42.000 años, como mínimo.
“No sería sorprendente que los neandertales resultaran ser los primeros artistas de las cavernas. Puede parecer chocante, pero en el contexto de lo que hemos aprendido de ellos en la última década no debería sorprender demasiado”, dice Joao Zilhao, investigador de la Universidad de Barcelona y uno de los miembros del equipo de Pike. Reconoce que no se puede afirmar por ahora que está demostrada esa autoría. Pero si fuera así, añade, significaría que “el lenguaje y las capacidades cognitivas avanzadas estaban presentes en el linaje humano hace mucho tiempo: al menos desde el ancestro común de neandertales y humanos modernos, hace medio millón de años”.
Juan Luis Arsuaga, codirector de las excavaciones de Atapuerca, destaca dos aspectos en este “magnífico trabajo”. “Lo primero que resulta muy interesante es la datación exacta del arte paleolítico, que permite comprobar el esquema clásico de evolución estilística: ahora está claro que las siluetas de manos y los símbolos son más antiguos, y luego evolucionaría hacia un estilo más descriptivo, más figurativo”. En cuanto a si pudieron ser los neandertales los autores de las obras rupestres más antiguas, Arsuaga afirma que no hay nada probado con este trabajo de Pike y sus colegas, “que nos deja con la miel en los labios. Las elaboradas figuras de ciervos y bisontes, no creo, pero las siluetas de manos y los símbolos, ¿por qué no?”. [...]
“Nada impide, que sepamos, que los neandertales pudieran tener arte, aunque aún no lo hemos encontrado”, dice Ignacio Martínez, paleoantropólogo de Atapuerca. “Aquellos individuos tenían todo lo necesario para poder ser artistas: un cerebro grande, seguramente capacidad de hablar, una tecnología compleja... y tenemos pruebas de que practicaban el adorno personal”.» [Alicia Rivera: “La mano del neandertal asoma tras las pinturas más antiguas”, en El País – 14.06.2012]
“Altamira tiene numerosas pinturas, incluidas manos humanas y animales. La cronología de este arte se ha debatido desde su descubrimiento [en 1868]”, escriben Alistair Pike y sus colegas en Nature. Ellos recuerdan que los expertos coincidían ya en distinguir varias fases superpuestas en las 10 principales zonas decoradas de la cueva, pero no coincidían acerca de cuánto tiempo habría durado la repetida presencia y utilización —al menos artística— de los humanos en Altamira.
También en El Castillo se empezaron a fondo los grafiteros prehistóricos. En esa cueva hay más de un centenar de imágenes en múltiples cámaras. Los científicos ahora han datado un disco rojizo hecho con salpicaduras en el llamado Panel de las Manos y tiene más de 40.800 años. Las siluetas de las manos —hechas con la misma técnica de soplar un pigmento alrededor de un objeto pegado a la pared—, tienen 37.300 años.
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