Hispanoteca - Lengua y Cultura hispanas

 

Legislaturas de José María Aznar

(comp.) Justo Fernández López

España - Historia e instituciones

www.hispanoteca.eu

horizontal rule

LEGISLATURAS DE JOSÉ MARÍA AZNAR

PRIMERA LEGISLATURA DE AZNAR Y EL PP (1996-200)

Aznar López, José María procede de una familia de origen navarro, estudió Derecho en la Complutense de Madrid, entró a formar parte del funcionariado del Ministerio de Hacienda en 1976. Destinado en Logroño en 1978, empezó a darse a conocer con la publicación de artículos en la prensa local, en los que se mostraba crítico con la nueva organización territorial del Estado establecida en el título VIII de la Constitución Española. El 17 de enero de 1979, se afilió a Alianza Popular (AP). El 22 de junio de 1985 alcanzó la presidencia de AP en Castilla y León. AP pasa a llamarse Partido Popular (PP). En 1989 es confirmado como candidato a la Presidencia del Gobierno. Desde ese momento, y aunque Fraga era el presidente nominal de la formación, José María Aznar asumió el ejercicio de liderar al Partido Popular.

El 29 de octubre de 1989, se celebraron las cuartas elecciones generales. El ex-presidente de Castilla y León, José María Aznar, logró superar el techo electoral de Fraga, 25,8% de los votos, e incluso derrotó a Felipe González en la capital. Estos resultados le despejaron el camino hacia la sucesión de Fraga en la dirección del Partido Popular, ratificada en el X Congreso celebrado en Sevilla, entre el 31 de marzo y el 1 de abril de 1990. Aznar se convirtió en nuevo jefe de la oposición al PSOE y portavoz parlamentario del PP.

El X Congreso Nacional del PP de 1990 consagró el liderazgo de Aznar quien, en este momento, tomó posesión de la presidencia nacional del partido. En su discurso de proclamación, ofreció un "proyecto de libertad" y propuso avanzar hacia un centro-derecha pragmático de corte europeo.

Los escándalos que salpicaban al Gobierno de Felipe González, tales como la organización de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL), el despilfarro del dinero público o los escándalos detectados en la cúpula del Banco de España y la Guardia Civil; unidos al aumento del paro, anunciaban la pérdida de confianza de buena parte del electorado socialista.

Las elecciones legislativas de 1993 enfrentaron a González y Aznar. Volvieron a ganar los sociales, aunque el Partido Popular logró el 34,8% de los votos y obligó al PSOE a gobernar con mayoría simple.

Además de la crisis económica que se había iniciado en la segunda mitad de 1992, Felipe González tuvo que hacer frente a la aparición de nuevos escándalos, que se tradujeron en un duro enfrentamiento con la oposición, tanto del Partido Popular como de Izquierda Unida, por lo que el cuarto mandato socialista sería conocido como la «legislatura de la crispación».

Entre los nuevos escándalos, el más espectacular y el de mayor impacto popular y mediático fue el «caso Luis Roldán», primer director no militar de la Guardia Civil de toda su historia, detenido acusado de haber amasado una fortuna gracias al cobro de comisiones ilegales y a la apropiación de los fondos reservados del Ministerio del Interior, y que en abril de 1994, cuatro meses después de su detención, se dio a la fuga. Estos escándalos abrieron de nuevo una crisis de confianza en el gobierno socialista.

En este contexto se celebraron las elecciones al Parlamento Europeo de junio de 1994, en las que el Partido Popular por primera vez sobrepasó al PSOE en número de votos, lo que le llevó a exigir la celebración de elecciones generales, pero González se negó porque seguía teniendo el apoyo de CiU. José María Aznar a partir de entonces en cada intervención parlamentaria utilizará la «machacona invectiva» de «Váyase, señor González» jaleada por los diputados del grupo parlamentario popular.

Un mes después de las eleccines europeas, las declaraciones de dos policiías, Amedo y Domínguez, condujeron a la detención de varios altos cargos de la administración socialista por su presunta participación en el secuestro y asesinato frustrado del ciudadano francés Segundo Marey, confundido con un miembro de ETA por un comando de los GAL.

En marzo de 1995 se destapó otro gran escándalo relacionado con la «guerra sucia» contra ETA. En esa fecha el juez Javier Gómez de Liaño ordenó detener al general de la Guardia Civil Enrique Rodríguez Galindo por su presunta implicación en el secuestro y posterior asesinato de José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala, presuntos miembros de ETA capturados en Francia por los GAL en 1983 y cuyos cadáveres, enterrados en cal viva, fueron encontrados en Bussot (Alicante) dos años después.

Poco después estallaba un tercer escándalo relacionado con los GAL y que fue conocido como el de los papeles del CESID, sustracción por parte del segundo jefe del servicio secreto, el coronel Juan Alberto Perote, de documentos que al parecer implicaban a más políticos socialistas en el «caso de los GAL» y con los que se quería chantajear al gobierno socialsta, una prueba más de la estrategia de acoso al Gobierno socialista de Felipe González. Parte de los documentos eran transcripciones de las escuchas telefónicas ilegales, por lo que tuvieron que dimitir el ministro de Defensa y su sucesor en el cargo.

El 19 de abril de 1995, un mes antes de los comicios autonómicos, Aznar sufrió un atentado terrorista con coche bomba cuando viajaba con su vehículo. El blindaje del automóvil le salvó la vida. El atentado se atribuyó al comando Madrid de la banda terrorista ETA.

En mayo de 1995 se celebraron las elecciones municipales y autonómicas, en un clima marcado por el atentado de ETA contra el líder de la oposición, José María Aznar. Volvió a ganar el Partido Popular que aventajó en casi cinco puntos al PSOE. Casi todas las capitales de provincia y las ciudades de más habitantes pasaron a estar gobernadas por el PP.

En enero de 1996, el XII Congreso del PP proclamó de nuevo a Aznar candidato a la Presidencia del Gobierno.

Ante el cúmulo de escándalos el líder de CiU y presidente de la Generalitat de Cataluña, Jordi Pujol, retiró el apoyo parlamentario al gobierno, que quedó en minoría en las Cortes. El presidente del gobierno Felipe González no tuvo más remedio que convocar elecciones generales para el día 3 de marzo de 1996.

El 3 de marzo de 1996, se celebran elecciones generales, en las que la victoria fue para el PP, pero no por el amplio margen que se esperaba pues sólo superó al PSOE en 300.000 votos —9,7 millones frente a 9,4 millones— y se quedó lejos de la mayoría absoluta —consiguió 156 diputados, 15 más que el PSOE—. De todas formas el PP logró su objetivo de desalojar a los socialistas del poder, después de intentarlo con denuedo durante más de una década. El estrecho margen de votos no permitía gobernar en solitario y el Partido Popular (PP) estuvo en un tris de no poder formar Gobierno.

El diario El País y su accionista mayoritario, Jesús de Polanco, trató a toda costa, y lo propuso editorialmente en su periódico, que uno de los suyos, Alberto Ruiz Gallardón, se hiciera cargo del Gobierno. Al final, tras larga espera y duras humillaciones, Pujol se dejó pactar por Rodrigo Rato.

Así, para asegurar la gobernabilidad del Estado, Aznar tuvo que pactar acuerdos bilaterales con los partidos nacionalistas de centro-derecha: Convergencia y Unión (CiU), el Partido Nacionalista Vasco (PNV) y Coalición Canaria (CC). El Pacto del Majestic con CiU incluía el apoyo catalán en el Congreso de los Diputados a cambio del apoyo del Partido Popular de Cataluña en el Parlament autonómico, el traspaso de competencias, el final del servicio militar obligatorio y un aumento de la transferencia del porcentaje del IVA y el IRPF a las Comunidades Autónomas, que pasó del 15 al 30 % del total recaudado. Además Aznar tenía que prescindir del presidente del PP de Cataluña, Alejo Vidal-Quadras.

El expresidente de la Generalitat, Jordi Pujol, ha afirmado que fue Pedro J, director del diario de derechas El Mundo, quién instó a José María Aznar a pactar con Convergència i Unió (CiU). "Y entonces se acaba el 'Pujol, enano, habla castellano' y viene aquello de 'Pujol, guaperas, habla lo que quieras'”. La noche del triunfo electoral del PP, Aznar saludó a los seguidores con dos palabras “hemos ganado”. En la campaña electoral se habían oído ataques al presidente de la Generalitat de Cataluña y jefe de los nacionalistas catalanes reprochándole hablar solo catalán en sus apariciones. Ahora, tras el triunfo electoral, los seguidores del PP gritaron:  “Pujol, enano, habla castellano”. Cuando se supo que el PP no había conseguido la mayoría absoluta y tenía que hacer pactos con los nacionalistas periféricos, Aznar declaraba que “hablaba catalán en la intimidad”. Y ahora el cambio de actitud del PP frente a Pujol fue radical: “Pujol, guaperas, habla lo que quieras”.

El pacto con los nacionalistas vascos y catalanes dificultaría enormemente al Gobierno a la hora de llevar a la práctica el programa propuesto durante la campaña electoral: el cumplimiento de los acuerdos de Maastricht y la convergencia con Europa.

El 4 de mayo de 1996 y en la segunda sesión del debate de investidura, Aznar fue investido presidente en el Congreso de los Diputados con los 181 votos de populares, convergentes, peneuvistas y canarios. En la toma de posesión, anunció un nuevo estilo de Gobierno basado en el "diálogo abierto" con todos los actores sociales y en un programa que definió como "centrado y centrista, reformista y reformador". Redujo el número de ministros a catorce, al frente de los cuales colocó a diez hombres y cuatro mujeres. Por primera vez creó un ministerio dedicado exclusivamente a Medio Ambiente.

El 14 de abril de 1997, se aprueba la Ley de medidas liberalizadoras en materia de suelo y de Colegios Profesionales. Objetivo: abaratar el suelo para garantizar el acceso a la vivienda, incrementar la oferta de suelo disponible para urbanizar. Se elimina la distinción entre suelo urbanizable programado y no programado, ahora todo él es urbanizable.

El 20 de junio de 1997, durante la sesión inaugural del XXXIVº Congreso del PSOE, Felipe González anunció su decisión de no continuar desempeñando el cargo de secretario general del partido. Le sustituyó el ex ministro Joaquín Almunia. Tres meses más tarde renunció a la presidencia del grupo parlamentario socialista, que pasó también a Almunia, con lo que González dejó de ser oficialmente el principal miembro de la oposición al gobierno de Aznar.

El 2 de mayo de 1998, Bruselas aprobó la definitiva lista de los once países que integrarían el grupo de vanguardia de la recién creada moneda única europea (el euro), España entre ellos. Con la intención de cumplir los objetivos previstos por la Unión Europea (UE) para la Unión Económica y Monetaria, Aznar había aprobado una serie de medidas urgentes para la reactivación de la economía y el fomento del empleo, que lograron un decidido avance tras la firma de nuevos acuerdos entre los agentes sociales (sindicatos y empresarios) en 1997 con la mediación del ejecutivo.

El 13 de abril de 1998, fue aprobada la Ley de Régimen del suelo y valoraciones, que venía a llenar el vacío legal dejado por la sentencia 61/1997 derogatoria y estuvo vigente hasta el 1 de julio de 2007. Se define lo que es suelo urbano, suelo no urbanizable, suelo urbanizable. Se pretendía que, al poner en el mercado una gran cantidad de suelo que puede desarrollarse, el precio de este bajará. Esta Ley de Liberación del Suelo fue punto de partida de la llamada “burbuja inmobiliaria” – referencia a la existencia de una burbuja especulativa en el mercado de bienes inmuebles. La burbuja tuvo su comienzo en 1997 y duró hasta principios de 2008. Sus consecuencias han sido la profundización de la crisis inmobiliaria española, la nacionalización de numerosas cajas de ahorros quebradas, ayudas públicas para fusiones de otras muchas entidades bancarias y el aumento de desahucios en España en aplicación de la ley hipotecaria española.

A finales de enero de 1999, en el XIII Congreso del PP en Madrid, Aznar volvió a ser elegido presidente del partido  y definió la nueva política del PP como “de centro”.

El 2 de octubre de 1999, tras el anuncio de por parte de ETA de una tregua indefinida y total, Aznar declaró que su gobierno abriría el proceso de paz si la organización terrorista demostraba que el cese del uso de las armas era definitivo. El 3 de noviembre se iniciaron los contactos, pero el 27 de noviembre ETA puso fin a la tregua, al considerar que no se estaba profundizando en el “proceso de construcción nacional” vasco.

En 2000, Pacto de Estado por las Libertades y contra el Terrorismo, firmado por el PSOE, el PP y el, sirvió de marco para posteriores actuaciones como la Ley de Partidos Políticos. En virtud de esta, el Gobierno y la Fiscalía General del Estado presentaron sendas demandas para lograr la ilegalización de Batasuna (‘heredera’ de EH) por su vinculación con ETA, lo que el Tribunal Supremo falló en marzo de 2003.

La banda terrorista ETA reanuda una serie de atentados.

SEGUNDA LEGISLATURA DE AZNAR Y EL PP (2000-2004)

El 12 de marzo de 2000, el PP de José María Aznar obtuvo la mayoría absoluta en las elecciones legislativas, con una participación del 69,98%; logró el 44,54% de los votos para el Congreso de los Diputados y 183 escaños (y 127 senadores). El PSOE perdió 16 actas de diputados respecto a los comicios anteriores y se quedó con un 34,08% de votos y 125 escaños (y 61 senadores). Convergència i Unió (CiU) se convirtió en la tercera formación política en número de escaños (15 diputados y 8 senadores) e Izquierda Unida (IU) tan sólo obtuvo el 5,46% y 8 actas de diputado (y ningún senador).

En la nueva legislatura creó un nuevo ministerio, el de Ciencia y Tecnología. El presidente del Gobierno confirmó en el cargo al ministro de Economía, Rodrigo Rato, a su vez Vicepresidente Segundo, y creó el Ministerio de Hacienda, donde situó a Cristóbal Montoro. Por su parte, Mariano Rajoy pasó a ocupa la Vicepresidencia Primera y el Ministerio de la Presidencia, convirtiéndose con ello en el número dos del gobierno. La mayoría absoluta conseguida en estas elecciones generales propició una línea política desligada de pactos con otras formaciones políticas, lo que desencadenó algunos momentos de crispación a partir de 2002. Aznar ya no necesitaba la ayuda de ningún otro partido para llevar a cabo su programa político sin traba alguna.

Las mayores dificultades del segundo mandato de José María Aznar estuvieron relacionadas con asuntos como la inmigración ilegal, que pretendió atajar y resolver con diversas reformas de la Ley de Extranjería (2000); la huelga general de junio de 2002; la catástrofe ecológica del Prestige; la aplicación de la Ley Orgánica de Calidad de la Enseñanza (LOCE, de 2002), que pretendía reformar y mejorar la educación en España; el fuerte incremento del precio de la vivienda; y la agudización de las tensiones con los nacionalismos catalán y vasco.

Diciembre de 2000, el Gobierno de Aznar firma el Pacto de Estado por las Libertades y contra el Terrorismo, junto con el PSOE, pacto que sirvió de marco para posteriores actuaciones como la Ley de Partidos Políticos.

En 2001 fue abolido el servicio militar obligatorio para los varones, o una prestación social sustitutoria para los objetores de conciencia. El Gobierno de Aznar llevó a cabo la profesionalización de las Fuerzas Armadas.

El 1 de enero de 2002 entra en circulación el euro en España. Culminaba así uno de los pilares básicos del proceso de integración económica europea.

Comienza el proceso de negociaciones con el Reino Unido acerca de Gibraltar, y el progresivo deterioro de las relaciones diplomáticas con Marruecos como consecuencia de la denominada crisis de Perejil (el islote deshabitado, situado a pocos metros de sus costas, fue ocupado el 11 de julio de 2002 por efectivos militares marroquíes, que fueron desalojados por tropas españolas que permanecieron durante unos días en el islote.

En enero de 2002, durante el XIV Congreso del PP celebrado en Madrid, Aznar dio a conocer su intención de no presentarse a la reelección y permitir la sucesión tras ocho años en el Gobierno. Fue designado presidente nacional del partido. Comenzó la carrera por la sucesión en el seno del partido. Tres nombres sonaban con fuerza para sustituir a Aznar: Jaime Mayor Oreja, Mariano Rajoy y Rodrigo Rato.

Iniciativas legislativas de la segunda legislatura de Aznar: Plan Hidrológico Nacional, Ley Orgánica de Calidad de la Educación, Ley de Sanidad, reforma del Código Penal. Muchas fueron criticadas por el principal partido de la oposición, el PSOE.

Noviembre de 2002: Desastre del Prestige. El petrolero monocasco, con 77.000 toneladas de fuel en sus bodegas, se rompió en dos, sumergiéndose frente a las costas gallegas y provocando una catástrofe ecológica sin precedentes en las costas españolas.

Finales de 2002 e inicios de 2003, Aznar se alinea con el gobierno estadounidense de George W. Bush para invadir Irak y derribar al régimen de Saddam Husayn, y manda tropas españolas a Irak.

El 3 de septiembre de 2003, Aznar designó “a dedo” a Mariano Rajoy candidato a las elecciones generales de marzo de 2004 por el Comité Ejecutivo Nacional.

 

El 16 de marzo de 2003: Cumbre de las Azores, donde el primer ministro de Gran Bretaña, Tony Blair, el jefe del gobierno Español, José María Aznar y el primer ministro de Portugal, José Manuel Durão Barroso, quien ejercía además de anfitrión, dieron su apoyo al presidente americano George W. Bush para la invasión de Irak que se inició tres días más tarde, el 20 de marzo.

En las elecciones al Parlamento de Cataluña celebradas el 16 de noviembre de 2003, ganó CiU en número de escaños aun siendo el PSC la lista más votada. El 14 de diciembre de 2003, Joan Saura por ICV-EUiA, Pasqual Maragall por el Partit dels Socialistes de Catalunya y Josep-Lluís Carod-Rovira por ERC ratificaron el acuerdo mediante la firma del Pacto del Tinell.

El 14 de diciembre del 2003: se firma el Pacto del Tinell en el Salón del Tinell de Barcelona, acuerdo para formar un Gobierno catalanista y de izquierdas en la Generalidad de Cataluña. Fue suscrito por el Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC), Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) e Iniciativa per Catalunya Verds - Esquerra Alternativa (ICV-EUiA) firman un pacto con la intención de acceder al Gobierno de Cataluña.

Además de garantizar un Gobierno tripartito, el acuerdo se articula en cuatro grandes puntos: "Más y mejor autogobierno. Más calidad democrática. Un nuevo impulso económico para Cataluña. Cataluña, una nación socialmente avanzada". Una nueva política territorial y ambiental". El primer punto prometía la elaboración de un nuevo Estatuto de Cataluña. En un anexo, se incluía una cláusula que excluía la posibilidad de cualquier pacto de Gobierno o establecer acuerdos de legislatura con el PP, tanto en la Generalidad como en las instituciones de ámbito estatal.

El jueves 11 de marzo de 2004, tres días antes de la fecha señalada para la celebración de las elecciones generales, estallan en Madrid diez bombas en cuatro trenes de cercanías causando la muerte a 191 personas e hiriendo a más de 1.500. Era el mayor atentado terrorista de la historia española y europea. Inicialmente se pensó que había sido obra de ETA, sospecha que confirmó el ministro del Interior Angel Acebes pocas horas después. Sin embargo, la investigación de la policía pronto se inclinó por la pista del terrorismo islamista vinculado a Al-Qaeda, aunque el gobierno mantuvo que la principal hipótesis seguía siendo ETA.

Aznar llamó personalmente a los directores de los principales periódicos nacionales para transmitirles su absoluto convencimiento de que ETA era la autora de la matanza. La Ministra de Exteriores, Ana de Palacio, presiona a los cónsules y diplomáticos españoles para que difundieran en el extranjero la tesis de la autoría de ETA.

Durante los días siguientes al atentado, se desató una fuerte polémica sobre su autoría, inicialmente atribuida a ETA por el gobierno de José María Aznar. Este extremo sería descartado poco después, al confirmarse que los autores materiales de la masacre estaban vinculados al terrorismo islamista. Algunos medios de la derecha continuaron manteniendo la tesis de la autoría de ETA, conocida en la prensa como la “conspiranoia” (conspiración + paranoia) y sus defensores como los “conspiranoicos”.

Parece que Aznar no manipuló deliberadamente la información oficial sobre los atentados terroristas de Madrid. La primera información policial que aquel día llegó al Gobierno apuntaba a ETA. Cuando comenzaron a llegar datos que apuntaban en dirección contraria a la hipótesis de ETA, la bola de nieve ya no podía detenerse sin transmitir la sensación de que el Gobierno había mentido y que rectificaba a marchas forzadas, impelido por el miedo de perder las elecciones. Era muy difícil modular el mensaje.

Ante la confusión sobre la autoría del atentado, unos 11 millones de personas salieron a la calle exigiendo «queremos saber la verdad». Miles de manifestantes se concentraron ante las sedes del PP acusando al gobierno de «ocultar la verdad» y exigiendo «saber la verdad antes de votar», además de proferir gritos de «No a la guerra». A las 8 de la tarde compareció el ministro Acebes para informar de la detención de cinco marroquíes. Cuatro horas más tarde volvió a comparecer para comunicar que se había hallado un vídeo en el que un árabe reivindicaba el atentado en nombre de Al-Qaeda.

El domingo 14 de marzo de 2004, tres días después de los asesinatos, se celebraron según lo previsto elecciones generales, con una altísima participación, superior al 75%; la victoria fue para el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), lo que permitió a su líder, José Luis Rodríguez Zapatero, convertirse en presidente del gobierno, sustituyendo en el cargo a Aznar. Los socialistas habían alcanzado 164 diputados −les habían faltado 12 para la mayoría absoluta−, mientras que el candidato del PP, Mariano Rajoy, se quedó en 148 escaños. Así, Rajoy no pudo suceder a Aznar en la presidencia del gobierno, que pasó a ser desempeñada por el candidato y líder socialista, José Luis Rodríguez Zapatero.

El 16 de abril de 2004, se produjo la tercera alternancia desde la recuperación de la democracia en España: José Luis Rodríguez Zapatero quedaba investido como nuevo presidente del gobierno. En el Congreso recibió el apoyo del PSOE, de Esquerra Republicana de Catalunya, Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya, Coalición Canaria, Bloque Nacionalista Galego y Chunta Aragonesista. CiU, PNV, EA y Nafarroa Bai se abstuvieron. El PP votó en contra.

En octubre de 2004, se el PP celebra su XV congreso y el líder de la oposición, Mariano Rajoy, intentó un cierto aggiornamento al centro. Alberto Ruíz-Gallardón, que se perfilaba como moderado («Algo habremos hecho mal»), dio uno de los discursos inaugurales, replicado por el ala dura. Lo que permitió a Rajoy ubicarse en una posición intermedia y articular las dos almas del partido. Aznar utilizó su furibundo discurso de clausura para efectuar un férreo llamamiento al cierre de filas. Ángel Acebes fue elegido secretario general y Eduardo Zaplana siguió al frente del grupo parlamentario. La continuidad quedaba sellada.

Verano de 2005, el dirigente catalán Josep Piqué ataca a Acebes y Zaplana por estar “sus nombres asociados al pasado” aznarista. Pero pronto tuvo que retractarse tras ser desautorizado por Rajoy. El PP había acatado la victoria socialista, sin aceptarla políticamente.

Aznar se despedía del Gobierno en un momento político profundamente marcado por el atentado terrorista que, el 11 de marzo de 2004, se cobró la vida de 191 personas en Madrid.

Alejado de las tareas de Gobierno, José María Aznar asumió la tarea de presidir la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES).

El 21 de abril de 2005 ingresó en el Consejo de Estado.

En algunos medios periodísticos se ha escrito que la relación personal de Aznar con el rey Juan Carlos I no era tan buena como con la que el rey tuvo con Felipe González, cosa que Aznar desmintió, ya como expresidente, en una entrevista, afirmando: Mis relaciones con el Rey son correctas; no dijo cordiales. El rey, jefe supremo de las Fuerzas Armadas, nunca manifestó estar de acuerdo con la participación de España en la invasión de Iraq. El rey no ofreció un título nobiliario al expresidente Aznar en agradecimiento por los servicios prestados a la nación. Todos los expresidentes de la democracia recibieron títulos nobiliarios, excepto González, que rechazó el título de Duque de Dos Hermanas.

OFENSIVA CONTRA LOS MEDIOS NO GRATOS AL GOBIERNO

El estrecho margen de votos conseguidos en las elecciones elecciones generales del 3 de marzo de 1996 no permitía gobernar en solitario por no disponer de una mayoría absoluta. Ante este resultado, un editorial del diario El País, entonces el periódico más progresista, cuyo accionista mayoritario era Jesús de Polanco, propuso que Alberto Ruiz Gallardón, que tenía fama de moderado dentro del PP, se hiciera cargo del Gobierno. 

Cuando Aznar logró formar Gobierno con el apoyo de los nacionalistas periféricos, comenzó una política de acoso y derribo contra el grupo privado de comunicación, mal visto por el Gobierno: PRISA (Promotora de Informaciones, Sociedad Anónima), grupo liderado por Jesús Polanco y que incluía el diario El País, la cadena de radio SER, la televisión Canal +, las editoriales Alfaguara y Santillana y la plataforma digital Canal Satélite. El grupo PRISA estaba considerado como ideológicamente afín al partido socialista PSOE y responsable de las últimas derrotas electorales del PP.

Existían dos proyectos de plataformas digitales: PRISA, de Polanco, y otro liderado por Telefónica. Telefónica iba a ser privatizada y Aznar había colocado al frente de la empresa a César Alierta, compañero de pupitre e íntimo amigo suyo. El Gobierno, por decreto, impone un determinado decodificador de señales cuando PRISA ya se había decidido por otro tipo de decodificador. La Comisión Europea echó abajo algunas de esas decisiones, abriendo paso así al normal uso de un descodificador de emisiones digitales que inicialmente no estaba bien visto por el gobierno de turno en España.

Tras el rechazo del decreto por parte de la Comisión Europea, Aznar emprende la lucha contra PRISA ahora por vía judicial. El director del semanario extremista Época, Jaime Campmany, presentó en la Audiencia Nacional una denuncia contra los responsables de Canal Plus por supuestas irregularidades en la gestión de esta empresa. El juez Javier Gómez de Liaño admitió la denuncia y procesó a Polanco, a Juan Luis Cebrián, consejero delegado y a otros directivos de Sogecable.

Los fiscales Eduardo Fungairiño e Ignacio Gordillo apoyaron todas las actuaciones del juez Gómez de Liaño. Durante la instrucción trascendió que "un secretario de Estado" había encargado el informe sobre las cuentas de Sogecable utilizado para presentar las querellas contra los directivos de esta empresa televisiva.

A la protesta internacional se sumaron el premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, el filósofo Norberto Bobbio, los escritores Norman Mailer, Susan Sontag, Umberto Eco, Carlos Fuentes y varios centenares más de intelectuales, directores de periódicos y profesionales de Europa y América.

Un contundente veredicto de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional echa por tierra las acusaciones contra PRISA. En noviembre de 1997 la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional descartó contundentemente todas las acusaciones formuladas contra los directivos de Sogecable: ni había existido estafa alguna, ni apropiación indebida de ningún tipo, y declaró que la instrucción llevada a cabo por el juez Gómez de Liaño se había vuelto "un tanto errática" y con peligrosa proximidad a "una causa general" contra Canal Plus. El juez fue acusado, juzgado y condenado por prevaricación y luego expulsado de la carrera judicial. En 2000 recibió un indulto del gobierno de Aznar para volver a la carrera judicial, con la condición de no incorporarse a la Audiencia Nacional durante 25 años.

Mientras tanto, el Gobierno de Aznar ya había posibilitado la creación de una empresa de televisión digital que agrupaba a RTVE, varias cadenas autonómicas de comunidades dominadas por el PP y la mexicana Televisa, con participaciones minoritarias del diario El Mundo, la cadena Cope, el semanario Época y otros medios. Este fue el germen de Vía Digital, plataforma competidora de Sogecable, que los años siguientes se fue desangrando económicamente y terminó fusionándose con la plataforma rival.

El Tribunal Supremo cerró en 2003 la guerra iniciada por José María Aznar, obligando al Estado a pagar una indemnización a la empresa perjudicada: la plataforma de televisión digital promovida por Sogecable.

POLÍTICA ECONÓMICA

Aznar se fijó como tareas básicas de su gestión económica el recorte del déficit de las cuentas del Estado, liquidar deudas, asfixiar la inflación y estimular la actividad generadora de empleo: España tenía entonces una la tasa de paro del 22,9%. Para lograr este objetivo, Aznar aplicó una política económica neoliberal: la desregulación normativa, la reducción del peso del Estado en la economía, la eliminación de altos cargos de la administración, la privatización general de las empresas públicas y el hincapié en la liberalización monetaria empezando por una bajada de los tipos de interés.

Hay que añadir que el Gobierno de Aznar siguió básicamente la política de contención del gasto ya puesta en marcha por el último ministro socialista, Pedro Solbes. A lo que hay que añadir la buena coyuntura económica internacional y los altos ingresos fruto de las numerosas privatizaciones. La concertación social con los sindicatos también favoreció.

Abril de 1997, el Gobierno firma un acuerdo con la CEOE, UGT y CC OO, para impulsar el “diálogo social”: moderación salarial, flexibilización del mercado de trabajo para reducir las indemnizaciones por despido y incentivar así las contrataciones indefinidas.

La finalidad de estas medidas era cumplir con los requisitos impuestos por la Unión Europea —inflación, déficit público, deuda pública, tipos de interés— para poder adoptar la nueva moneda común, el euro. Y en este campo el éxito fue completo porque la economía española experimentó un fuerte crecimiento, se redujo el paro y la inflación bajó a mínimos históricos, por lo que en mayo de 1998 España pudo formar parte del grupo de once países de la Unión Europea que adoptaron el euro.

El equipo económico de Aznar pronto logró resultados positivos: crecimiento estable y saneamiento financiero, lo que permitió al país afrontar con confianza el cumplimiento los criterios de convergencia requeridos para participar en la tercera fase de la Unión Económica y Monetaria en enero de 1999: déficit de las administraciones públicas inferior o igual al 3% del PIB; deuda pública acumulada inferior o igual al 60% del PIB, inflación promedio no superior en 1,5 puntos a la media de los tres estados miembros con la tasa más baja; tipos de interés nominal a largo plazo no superiores en 2 puntos a la media de los tres estados con los precios más reducidos; y, mantenimiento de la peseta en la banda de fluctuación fijada por los mecanismos de cambio del Sistema Monetario Europeo (SME), al menos durante dos ejercicios anuales.

«A principios de los años noventa, abandonar el estribillo de "paro, corrupción y despilfarro" en favor de la letanía de "España va bien" bastó para que el Partido Popular apuntara en su haber una recuperación a la que se subió en marcha.» [El País – 06.11.2011]

Cuando Aznar llegó, el camino a Maastricht estaba marcado por Solbes y recibio ya una economía en recuperación. Para cumplir con las condiciones impuestas por Maastricht, el Gobierno vendió prácticamente las joyas de la corona: Gas Natural, Telefónica, Repsol, Endesa, Argentaria, Tabacalera, Aldeasa, Aceralia, Indra, Red Eléctrica Española, Iberia, etc., Aznar aprovechó la venta para poner al frente de las empresas privatizadas a sus amigos más cercanos. Las subastas de licencia de telefónica Movil, Sfera, Tsm aportaron también ingresos a las arcas estatales.

Otra gran fuente de ingresos fueron los fondos de cohesión europeos que había negociado González, lo que le había valido el calificativo de “pedigüeño” por parte de Aznar cuando estaba en la oposición. Con los fondos estructurales conseguidos por Felipe González de Europa, España hizo carreteras, autovías, vías ferroviarias, etc.

Pero el  verdadero “milagro económico” lo llevará a cabo el vicepresidente del Gobierno, Rodrigo Rato, con el boom de la construcción, financiada con préstamos extranjeros y sin regulación. Se construyeron más casas que el resto de Europa junta, casas que ahora están sin vender o con hipotecas impagables.

Al llegar al gobierno, Aznar se negó a pactar con la Italia gobernada por el democristiano Romano Prodi un retraso en el cumplimiento de las condiciones para acceder a la Unión Económica Monetaria. Prodi quería parar el reloj para dar tiempo a España e Italia para acceder a la moneda única, el euro.  Pero Aznar se negó a aceptar el trato e impuso un severo plan de ajuste que no sólo permitió a España pasar el “corte” y entrar en el euro, sino situar a España en la primera fila y ganar un enorme prestigio internacional. Alemania no esperaba que España fuera capaz de cumplir los criterios para acceder al euro. El éxito de España llevó a los países mediterráneos a ser admitidos al club de moneda única, cuando en 1994 el líder parlamentario de la CDU alemana, Wolfgang Schäuble, había propuesto una Europa “de dos velocidades”.

El Gobierno de Aznar intentó vender la integración de España en la Unión Económica Monetaria (euro) como un éxito propio (“hemos hecho los deberes”) cuando fue debido a una decisión política de la Unión Europea que autorizó la entrada a todos los países, excepto Grecia.

Los logros del Gobierno durante la VII Legislatura fueron exhibir un presupuesto equilibrado, certificar un respetable crecimiento económico y situar la tasa de desempleo en un 11%.

Al finalizar 1997, España había cumplido los criterios de convergencia fijados en el tratado de Maastricht para acceder a la Unión Monetaria el 1 de enero de 1999, con una inflación en el entorno del 2 %, un déficit público por debajo de los límites de Maastricht y unos tipos de interés inferiores al 5 %. El reverso de la medalla de estos éxitos económicos era el alto nivel de paro que afectaba a una de cada cinco personas en edad de trabajar. No obstante, entre enero y septiembre de ese mismo año se crearon 317.200 puestos de trabajos netos y la tasa de desempleo se redujo hasta el 20,55 %.

«Las cosas le iban razonablemente bien al PP de Aznar en el Gobierno. Pero en febrero de 2003 y marzo tuvieron lugar las manifestaciones contra la guerra de Iraq y contra la intención de Aznar de aliarse con América para derribar el régimen de Iraq. Aznar veía que su partido se iba consolidando como la nueva «mayoría natural» de un país sociológicamente escorado hacia el centro izquierda. No es ningún secreto estadístico que España tiene el corazón ligeramente a la izquierda.

Al PP la gestión económica le iba de perlas. De los catorce años de gobierno de Felipe González había heredado una economía dinámica y abierta al exterior, repuesta de la reconversión industrial y oxigenada por las generosas ayudas de la Unión Europea: un billón de pesetas anuales, es decir, el 1 % del PIB. Esta era la herencia que dejaba González, el «pedigüeño», mote con el que Aznar descalificó las negociaciones del González con sus socios europeos sobre la cuantía de los fondos de cohesión.

La privatización de las grandes empresas públicas había dejado las arcas del Estado a rebosar. La economía estaba saneada, había dinero en caja y el petróleo estaba a 25 dólares el barril. China todavía no se perfilaba como potencia económica. Los españoles consumían como jamás lo habían hecho. España iba bien, aunque a unos les iba mejor que a otros.» [Fragmento de La España de los pingüinos, de Enric Juliana. Editorial Destino, 2006. Publicado en ELPAIS.es  - 25-01-2006]

"España va bien", este fue el frecuente latiguillo de Aznar en los dos primeros años de su primera legislatura, en oposición a las críticas del líder de la oposición Felipe González Márquez. En 1995, meses antes de ser presidente del Gobierno, decía: "Veo a España cansada y débil. Uno de nuestros grandes pecados es el debilitamiento de la identidad nacional". Al poco tiempo de estar en el Gobierno y obrado el milagro de la burbuja del ladrillo, exclamó: "España va bien."

LEY DEL SUELO 1997-2001

El 14 de abril de 1997, se aprueba la Ley de medidas liberalizadoras en materia de suelo y de Colegios Profesionales. Objetivo: abaratar el suelo para garantizar el acceso a la vivienda, incrementar la oferta de suelo disponible para urbanizar. Se elimina la distinción entre suelo urbanizable programado y no programado, ahora todo él es urbanizable.

El 13 de abril de 1998, fue aprobada la Ley de Régimen del suelo y valoraciones, que venía a llenar el vacío legal dejado por la sentencia 61/1997 derogatoria y estuvo vigente hasta el 1 de julio de 2007. Se define lo que es suelo urbano, suelo no urbanizable, suelo urbanizable. Se pretendía que, al poner en el mercado una gran cantidad de suelo que puede desarrollarse, el precio de este bajará.

El 23 de Junio de 2000, se aprueba, con carácter urgente, la ley de Medidas Urgentes de Liberalización de sector Inmobiliario y Transportes, publicada en B.O.E nº 151 del Sábado 24 de Junio de 2000.  Esta ley da pie a las recalificaciones, pactos ilícitos entre constructores y políticos, comisiones fraudulentas, especulaciones con la vivienda y el suelo, desproporcionada subida de los precios de la vivienda, hipotecas basura que sustentaban el precario mercado inmobiliario que se había creado artificialmente. El aparente auge de la economía y el descenso del paro eran datos engañosos. La mano de obra en la construcción no era segura a medio plazo. Se empezó a inflar la enorme "burbuja inmobiliaria" que ha supuesto la ruina de la economía española.

En 2001, la Sentencia 164/2001 del Tribunal Constitucional deroga parte de la Ley del Suelo del 98, por invadir parte de las competencias de las Comunidades Autónomas y de los Ayuntamientos. Se interpretaron los artículos relativos a la clasificación de suelo como urbanizable de tal forma que permitía un amplio margen de actuación en este ámbito a los entes territoriales, lo que en la práctica anuló muchos de los efectos liberalizadores que se atribuían a la ley.

Esta Ley de Liberación del Suelo fue punto de partida de la llamada “burbuja inmobiliaria” – referencia a la existencia de una burbuja especulativa en el mercado de bienes inmuebles. La burbuja tuvo su comienzo en 1997 y duró hasta principios de 2008. Sus consecuencias han sido la profundización de la crisis inmobiliaria española, la nacionalización de numerosas cajas de ahorros quebradas, ayudas públicas para fusiones de otras muchas entidades bancarias y el aumento de desahucios en España en aplicación de la ley hipotecaria española.

Ya con Felipe González el 1994 y 1995 se había reducido el paro considerablemente. Al entrar en la Comunidad Europea, España recibió dinero a chorro, dinero que fue invertido en la construcción, en vez de en la tecnología y I+D+i.

«El problema contrastado que arrastra nuestra economía no es otro que la demolición controlada de la economía productiva que empezó con la Ley del Suelo de 1998, en plena era Aznar; ley que entre otras cosas dejaba las puertas abiertas a la urbanización de todo lo que no estuviera protegido de manera especial. O sea, que menos los parques regionales o nacionales, todo es aprovechable. Esto hizo que nuestra economía se apalancara en posiciones fáciles, simplemente abastecer al ladrillo, dejando en la cuneta a la industria tradicional manufacturera, que tan buenos resultados nos dio en las décadas de los años sesenta, setenta y ochenta y al I+D básico.

Es cierto que mientras funcionó, las arcas del Estado se llenaban y parte del tejido productivo ganaba dinero, pero el ladrillo es la economía que menos dinero retorna a la industria para la renovación tecnológica, formación, I+D, etcétera y la que más circulante inmoviliza.

Todavía recuerdo el "España va bien" de José María Aznar y ahora vemos que, efectivamente iba bien, pero para los que se forraban con su política. Concluyo, el paro actual [2009] no es el problema, es la consecuencia.» [Francisco Javier España Moscoso: “El paro, una consecuencia”, en El País - 30/08/2009]

POLÍTICA ANTITERRORISTA – NACIONALISMOS PERIFÉRICOS

El Gobierno tuvo que hacer frente a la violencia de ETA y de los miembros de Jarrai (las juventudes de la Koordinadora Abertzale Sozialista, en la que también se integra ETA), así como al esclarecimiento de los atentados perpetrados por los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL) llevados a cabo contra militantes etarras entre 1983 y 1987.

La eficacia policial en su lucha contra el terrorismo de ETA y el creciente rechazo de la ciudadanía hacia la violencia de los terroristas, llevaron a que la organización terrorista decretara, en septiembre de 1998, un alto el fuego indefinido, ratificado en varios comunicados emitidos en los últimos meses de 1998 y los primeros de 1999.

El 28 de noviembre de 1999, ETA puso fin a dicho alto el fuego, demostrando así que su intención no había sido otra que profundizar en lo que los terroristas denominaban “proceso de construcción nacional” vasco.

En enero de 2000, la banda terrorista reanudó la comisión de atentados.

El 12 de diciembre de 2000: Aznar y el secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero firmaron el Acuerdo por las Libertades y contra el Terrorismo o Pacto Antiterrorista. Este pacto sirvió de marco para posteriores actuaciones como la Ley de Partidos Políticos.

La política antiterrorista del gobierno del PP reafirmó el nacionalismo español. Para el PP España no era una «una nación de naciones» y menos aún un «Estado plurinacional» sino una «nación única», aunque pluricultural, «diversa culturalmente». Se promovió la uniformización del Estado de las Autonomías a la que se opusieron los partidos nacionalistas periféricos: Cataluña (CiU), el País Vasco (PNV) y Galicia (BNG), que firmaron en julio de 1998 la Declaración de Barcelona en la que acordaron una política conjunta para el reconocimiento de sus respectivas identidades y «realidades nacionales».

El fracaso del «frente constitucionalista» en las elecciones vascas de mayo de 2001, llevó al gobierno del PP a plantear la ilegalización de Herri Batasuna, para lo que pactó con el PSOE y CiU una nueva Ley de Partidos Políticos, aprobada con los votos a favor de PP, PSOE, CIU, CC y el Partido Andalucista. El objetivo de la ley es garantizar el funcionamiento del sistema democrático: "impidiendo que un partido político pueda, de forma reiterada y grave, atentar contra ese régimen democrático de libertades, justificar el racismo y la xenofobia o apoyar políticamente la violencia y las actividades de las bandas terroristas".

Tras el atentado de ETA en Santa Pola (Alicante) en agosto de 2002, que Batasuna no condenó, se inició el proceso de ilegalización de este partido. A principios de 2003 el Tribunal Supremo declaró ilegal a Batasuna al considerarla el «brazo político» de ETA. Tanto la nueva Ley de Partidos como el proceso de ilegalización de Batasuna fueron muy contestados por los partidos nacionalistas vascos. Como alternativa, el lehendakari Juan José Ibarretxe propuso un «plan de pacificación» (Plan Ibarretxe): celebración de un referéndum que regulara «la libre asociación de Euskadi al Estado plurinacional Español». El Plan Ibarretxe acentuó aún más el enfrentamiento entre «nacionalistas» y «constitucionalistas» y entre los gobiernos de Madrid y de Vitoria.

En noviembre de 2003 tuvieron lugar las elecciones catalanas cuyo resultado llevó a una coalición entre el PSC-PSOE, Esquerra Republicana de Cataluña (ERC), e Iniciativa per Catalunya (partido asociado con Izquierda Unida). Se formó así el primer gobierno de izquierdas en Cataluña desde 1936, presidido por el socialista Pasqual Maragall. CiU, que había monopolizado el poder durante 23 años, pasó a la oposición. El pacte del Tinell del PSC-PSOE, IC y ERC (el tripartit excluía cualquier acuerdo con el PP) fue criticado duramente por el gobierno de Aznar porque suponía la entrada en el gobierno catalán de un partido independentista como ERC, que se venía a sumar al soberanismo vasco del Plan Ibarretxe.

A finales de enero de 2004 un escándalo hizo tambalearse al gobierno catalán del tripartit. ABC hacía público que el líder de ERC, Josep Lluís Carod Rovira, se había entrevistado en Perpiñán con la cúpula dirigente de ETA para negociar una tregua exclusiva para Cataluña. Carod tuvo que abandonar el cargo de conceller en cap. Pocos días después ETA declaraba una tregua «sólo para Cataluña con efectos del 1 de enero de 2004».

POLÍTICA EXTERIOR

«En el 2000, habiendo logrado la mayoría absoluta, manifestó: "Es el momento de hablar de España sin complejos." Dicho y hecho. El apóstol de la 'España una, grande y libre' decidió poner una pica en Flandes, o sea, en Washington. Basta leer la definición de Pujol, que lo conoció a fondo cuando ambos pactaron en 1996: "Aznar es un castellano del siglo XVI. Tenía grandes ambiciones sobre el papel de España en el mundo. Quizá demasiadas. No es proeuropeo. Solo hay para él una superpotencia: Estados Unidos".» [Ángel Sánchez de la Fuente: “Las tentaciones mesiánicas de José María Aznar 'Primo de Rivera'”, en el Periódico, 29 de mayo del 2013]

El PP apostó por un mayor alineamiento con los Estados Unidos. En 2003 se abrió el debate sobre el proyecto de Constitución Europea y el gobierno español se opuso al no aceptar el reparto de votos que se proponía para la adopción de decisiones en los Consejos Europeos.

Desmarcándose de la política exterior europeísta que España había priorizado hasta entonces, Aznar apostó por una línea de corte atlantista que representó un claro acercamiento al presidente estadounidense George W. Bush, especialmente a raíz de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York.

«Aznar tenía un plan. Un plan que no era nada descabellado. Consciente de las contradicciones del proyecto europeo y bien informado de las debilidades estructurales del eje francoalemán, vio en la guerra de Iraq la posibilidad de colocar a España en un plano privilegiado de las relaciones internacionales, forjando una estrecha alianza con Estados Unidos. España seguiría siendo una potencia de tipo medio, pero se convertiría en la primera de las potencias medias e incluso podía ver colmada la aspiración de ingresar en el G-8. El precio a pagar, lógicamente, era el incondicional apoyo a la estrategia de Bush en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, puesto que España no estaba en condiciones de ir a Iraq en primera línea de combate al igual que los británicos, aunque esta hipótesis llego a ser sopesada por alguno de sus colaboradores.» [Enric Juliana, o. c.]

La decisión de Aznar de alinearse con la postura estadounidense en favor de una intervención armada en Irak, pese a tener al resto de las formaciones políticas españolas y a buena parte de la ciudadanía en contra, fue uno de los asuntos más controvertidos de los últimos meses de su gestión.

«El PP se consolidó en el poder a caballo de una irrepetible coyuntura económica. La corriente principal avanzaba a favor de su partido y sólo podía ser interrumpida por dos acontecimientos trágicos: la guerra y el terrorismo.  No es ningún secreto que Rajoy nunca fue un entusiasta de la adhesión española a la invasión de Iraq. Como tampoco lo fue Rodrigo Rato, el único miembro del Gobierno que se atrevió a discrepar sobre este asunto en una reunión del Consejo de Ministros. Pero también es sabido que el PP cerró filas y celebró como un gran triunfo político el voto unánime de sus diputados en favor de la intervención militar cuando, en marzo de 2003, la oposición logró forzar una votación secreta en el Congreso de los Diputados con el vano propósito de abrir algún tipo de fisura en el monolito gubernamental.

Los sondeos indicaban en aquel momento que más del 80% de la población española estaba en contra de la política del Gobierno en este asunto. Hacía años que no se producía un divorcio tan acusado entre la mayoría gubernamental y la opinión de la calle. La decidida oposición del Papa Juan Pablo II a la guerra no podía ser un mensaje ignorado por el centro derecha español. Sin embargo, el PP cerró filas firme como una roca, conforme a esa vieja tradición hispánica que obliga a seguir al jefe por encima de todas las cosas. Quedaba claro que España ha sido, es y seguirá siendo durante bastante tiempo un país caudillista.» [Enric Juliana, o. c.]

La foto de las Azores: Se ha dicho muchas veces que a Aznar se le subió el triunfo a la cabeza. «Se entusiasmó demasiado cuando vio que el viento soplaba muy a su favor» (Jordi Pujol). Aznar estaba radicalmente seguro de sí mismo y absolutamente convencido de poder garantizar a su partido una larga permanencia en el poder. La famosa foto de las Azores es muy elocuente al respecto. Aznar sonríe, es la culminación de la carrera de un hombre que se había sentido profundamente menospreciado por sus adversarios.

BALANCE CRÍTICO DE LAS LEGISLATURAS DE JOSÉ MARÍA AZNAR

«Sus modos y maneras, tan autoritarias como cuasi chulescas, atemorizaban, y de eso puedo dar fe, hasta a muchos de sus propios fieles que no ocultaban en privado sus críticas ante el particular carácter de su líder carismático.

Un afamado empresario, que, sin ser compañero de pupitre, conoce muy bien al singular personaje, le tildaba de “comandantín”, una especie de “franquito” que se recreaba en la suerte de su poder, disponía de una corte de aduladores-palmeros y dirigió este país desde sus mismísimas convicciones hasta el punto de meternos de hoz y coz en una guerra de ocupación ilegal. Su desapego de la realidad social y el cúmulo de mentiras en los días finales de su mandato, tejieron la red letal que expulsó al Partido Popular del poder.

Tuvo Aznar López una aceptable primera legislatura. La llegada de la mayoría absoluta con su reelección en las urnas fue el punto de descarrilamiento y la llegada del don de la ebriedad. Emborrachado hasta arriba de poder, de pelotas múltiples y de un corifeo mediático uniforme, previo pago de su importe, se llegó a creer líder del mundo mundial y en esas se fumaba un puro con los pies sobre la mesa de su amigo George, o se fotografiaba con éste y Tony Blair en el siniestro daguerrotipo de las Azores.

Aznar López, que prometió la regeneración democrática, fue víctima de su propia prepotencia, de su sobradez que dirían los jóvenes. Armado de un aparato mediático comandado por algunos profesionales tan poco preparados como adictos a las consignas del jefe, persiguió cualquier atisbo de librepensamiento en la radiotelevisión pública y en los múltiples medios que iban cayendo de su lado comprados con el dinero de empresas entonces públicas como Telefónica. TVE-1, TVE-2, Antena 3, buena parte de la FORTA, RNE, Onda Cero, Cope, el formidable y ruinoso dispendio de Vía Digital. El emporio fue creciendo con personajes adictos, algunos de ellos francamente siniestros, que alardeaban en voz alta y clara de las bondades del nuevo salvador. A los no afectos la amenaza de la cárcel, y si no se lo digan a Jesús de Polanco y a Juan Luis Cebrián, cuya amenaza de ingresar en prisión fue algo mucho más serio e indignante que una anécdota, con la inestimable ayuda de un magistrado prevaricador hoy, afortunadamente, fuera de la carrera judicial, a pesar del vergonzante indulto decretado por su mentor.

Como los ciudadanos son sabios y la democracia implacable, con todo ese formidable aparato mediático perdió las elecciones y pasó a dar conferencias en Georgetown y a ¿escribir? libros infumables. Hoy ya es sólo un recuerdo y cuanto más se empeñe en mangonear en su partido, más le aleja de las posibilidades de recuperar el poder a corto y medio plazo. No lo digo yo, que conste, lo dicen –siempre bisbiseando- muchos de los actuales dirigentes del PP, por eso, estaría bien que perdieran el miedo, dieran la cara y proclamaran en alto lo que afirman en privado. ¡Lo qué es el miedo!» [Antonio San José: “Dos años sin Aznar López” – elplural.com - 20/04/2006]

«Sea cual sea el lugar que los historiadores reserven a José María Aznar como gobernante no cabe duda alguna de su histriónico desempeño como expresidente. Ya como jefe de la oposición, y desde luego en el ejercicio del poder, Aznar fue el político que más dividió y enfrentó a los españoles. Lo siguió haciendo tras abandonar La Moncloa, escupiendo frases y adoptando modales que si no fueran patéticos resultarían ridículos. Su extemporánea aparición en un canal de televisión para criticar al actual Ejecutivo, cuestionar la capacidad política del presidente Rajoy y situarse a sí mismo como epítome de un inveterado caudillismo que este país no necesita, fue todo un desafío al sentido común. La teatral declaración que sugiere su eventual regreso a la política activa —“cumpliré con mi responsabilidad, mi conciencia, mi partido y mi país”— hubiera merecido rubricarse con alguna apelación a Dios y a la historia, en la estela del integrismo ideológico que le caracteriza. Aunque ya dijo Montaigne que, por muy alto que sea el trono, nadie puede sentarse más alto que su culo.

Aznar fue capaz de dejar el poder cuando la economía crecía, se creaba empleo y se cumplían los criterios para integrarse en la moneda única europea. Pero una parte considerable de aquel auge se debió a una burbuja inmobiliaria cuyo estallido seguimos pagando desde hace cinco años en desempleo y destrucción de riqueza. Aquella euforia no fue consecuencia de una política que transformara el modelo productivo de nuestro país, sino el objetivo de un Gobierno decidido a recoger a corto plazo los beneficios políticos de la falsa sensación de riqueza que la burbuja que él mismo hinchaba produjo.

En política exterior su viraje atlantista sin matices, debilitando nuestras sólidas alianzas con Europa y América Latina, le permitió poner los pies sobre la mesa de George W. Bush, que le llamaba cariñosamente Ansar. A cambio, eso sí, de embarcar a nuestro país en la siniestra aventura bélica de Irak. Para justificar sus actos no le importó propagar la mentira de las armas de destrucción masiva, lo mismo que falseó más tarde la autoría de la matanza del 11-M, la peor tragedia provocada por el terrorismo en España, sin otro objetivo que buscar un rédito electoral, imposible de sustanciar una vez que se demostró su desprecio por la verdad.

Currículo tan oscuro no le impide pronunciarse como si fuera el propietario de una derecha cuyas peores características creíamos desaparecidas. Sus apelaciones a la clase media y a la necesidad de bajar impuestos no podrán ocultar los verdaderos motivos de su irritada preocupación: la evidencia de que su mandato coincidió con la instalación de la mayor red de corrupción política de nuestro pasado reciente, articulada en torno a dirigentes del PP. Hablamos de la trama Gürtel, cuyo capo se hizo cargo de una sustancial parte de los gastos de la boda de su hija en 2002, según se acaba de conocer. Ha argumentado que se trataba del regalo de un amigo. Cada cual elige los suyos, pero este se trata de un episodio cuando menos indecente.

Al parecer Aznar no se siente defendido por los actuales líderes del PP y, como ya es habitual en él, en vez de pedir perdón por sus errores amenaza a quienes los desvelan. Así lo demuestran sus ataques a la empresa editora de este periódico, que ha publicado informaciones que le sitúan en el origen del sistema irregular de caja que durante años operaron los extesoreros del partido Álvaro Lapuerta y Luis Bárcenas.

Aznar tiene una idea profundamente extraviada de lo que supone la dignidad requerida a quien ejerció la jefatura del Gobierno. Retirado, según él, de la política, atacó con saña a Zapatero fuera y dentro de España, y ahora arrecia contra los suyos y especialmente contra Rajoy, en momentos en que su partido, del que aún es presidente de honor, y el Gobierno que sustenta más hubieran precisado de su solidaridad o, cuando menos, de su silencio. Todo un récord de deslealtades que obliga a medir bien las amenazas de una oferta tan tóxica como la que representa.» [Editorial de El País - 26 de mayo de 2013]

«Aznar, el presidente que con su ley del suelo del 98 puso las bases de una burbuja inmobiliaria que nos ha llevado a la ruina, revindica ahora sin pudor un hipotético milagro económico que nos dejó sin futuro y con miles de empleos, sí, pero de baja cualificación y tan ficticios que desaparecieron al primer golpe de crisis. El presidente que con su dogmatismo y arrogancia nos metió a la fuerza en una guerra ilegal e introdujo división y crispación en la sociedad española sugiere ahora que él es la figura que necesita este país para salir del atolladero. El presidente que gestionó con sectarismo y mentiras el peor atentado de la historia de España vuelve a presentarse como garante de la regeneración moral». [Pepa Bueno: “Aznar: ego, deslealtad y desmemoria”, en Cadena Ser, 22-05-2013]

«Aznar fue en mi opinión -sobre todo durante su primera legislatura- el mejor jefe de gobierno de la democracia porque generó prosperidad, proporcionó estabilidad y reforzó la cohesión de los españoles. Al final cometió un error garrafal durante la crisis de Irak al no someter sus valores atlantistas al empirismo exigible en toda situación límite. Pero su gran equivocación de fondo fue no aplicar su programa regeneracionista en aspectos clave como la independencia judicial, la financiación de los partidos o su democracia interna. [...]

El sabrá hasta qué punto le honra mantener la presidencia de honor de un partido que, en buena medida por su culpa, sirve de guarida a conductas tan poco honorables.» [Pedro J. Ramírez: “De lagartos vil morada”, en El Mundo, 25/10/2014]

horizontal rule

Impressum | Datenschutzerklärung und Cookies

Copyright © 1999-2018 Hispanoteca - Alle Rechte vorbehalten