Panorama político de España 2015-2022 (comp.) Justo Fernández López España - Historia e instituciones |
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Reflexiones y opiniones políticas 2021-2022
«Ningún Gobierno que no encabece el PP puede ser legítimo.» [Alberto Núñez Feijóo, elegido nuevo presidente del PP el 2 de abril de 2022]
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La política actual fomentada por la prensa ideológica y las redes sociales, se puede resumir en dos palabras: Simpleza ideológica.
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«Bien harían los aleccionadores en dejar de considerar bobos a millones de personas y los gobernantes en invocar a una parte de la población en nombre de toda. Seguro el pueblo, y la democracia, se lo agradecerán enormemente.» [Javier Lafuente]
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«La democracia totalitaria: El disenso forma parte de la naturaleza del sistema. Para que no acabe en una confrontación civil es necesario que los líderes políticos respeten tanto la letra como el espíritu de la Constitución.» [Juan Luis Cebrián]
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«Cada vez que ha quebrado la monarquía en España ha sido peor, con luchas y guerras civiles.» [Carmen Iglesias, directora de la Real Academia de la Historia]
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«Hace medio siglo, la utopía realizada era la Unión Soviética, luego la China de Mao, algunos enterados preferían la Yugoslavia de Tito, otros Rumania (Ceausescu recibía visitas devotas, seamos piadosos y no recordemos sus nombres). Cuba ha sido modelo de la vida libre y envidiable casi hasta ayer por la tarde.» [Fernando Savater]
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«Patriotismo es la gente que trabaja, la gente que paga impuestos, la gente que cumple con su deber solamente por ser su deber, la gente solidaria, la gente que te echa una mano, y la gente que se siente orgullosa del país donde está y hace lo que tenga que hacer por cumplir con su deber. Lo demás es todo flato, puro flato. Nada más que flato.» [Manuel Vicent, en infoLibre – 30 de mayo de 2021]
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«En la pandemia se ha demostrado que lo público, en este caso la sanidad, es imprescindible. España, por ejemplo, ha dado una respuesta muy positiva. Evidentemente, alejando un poco el foco, el capitalismo está hecho para crear riqueza y el socialismo, para repartirla. El conjunto de los dos es la socialdemocracia y esa forma de repartir la riqueza que crea el capitalismo y que, en teoría, reparte el socialismo, es a través de lo público: la enseñanza pública, la sanidad pública, etc. En la pandemia, está claro, se ha puesto a prueba la necesidad de lo público. Sin lo público no somos nada.» [Manuel Vicent, en infoLibre – 30 de mayo de 2021]
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«El deber del hombre de Estado es efectuar por medios pacíficos y constitucionales todo lo que haría una revolución.» [Alfonso López Pumarejo, presidente de la República de Colombia (1934-1938)]
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«Hace ya muchos años que no se vota para construir una sociedad mejor sino para aplastar a los adversarios”. [Sandro Veronesi]
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«El modelo actual de democracia liberal es inoperante y absurdo, y su proceso de elección de líderes es ineficaz.» [Carmen Domingo]
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El problema de la izquierda es que está dividida en varios partidos que reclaman ser “partidos progresistas de izquierdas” de verdad y, tras un fracaso electoral, vuelve la idea de fundar un nuevo partido: “este sí va a salir bien, de verdad”.
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«Cambiamos futuro maravilloso por presente soportable.» [Fernando Savater]
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No aspiramos a un futuro maravilloso, nos conformamos con un presente llevadero.
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Pensamiento mágico: poner muchos nombres a las cosas no hace que las cosas mejoren.
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Para una parte de la clase política lo que importa siempre importa menos que lo que interesa.
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Hay quien prefiere las malas noticias y los malos datos, que todo se derrumbe para que les pidan que lo reconstruyan.
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«Soy un demócrata, respeto la decisión de la mayoría. Pero estamos siendo gobernados por muchas minorías.» [Antonio Banderas]
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«Si algo tenemos vivido y experimentado en este país es que hasta la opción más insospechada es posible en política siempre quien la lidera sea capaz de hacer creer lo supuestamente increíble.» [Jesús Maraña, en infolibre.de – 04.04.2022]
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«La izquierda, cuando está en la oposición, demuestra un sentido de Estado que jamás demuestra la derecha.» [Juan José Millás, en infolibre.es – 20/06/2021]
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«Desde hace más o menos dos siglos, vivimos atrapados en el marco mental del nacionalismo. Esta idea nacida en Europa fue al principio emancipadora, porque permitió el tránsito político desde la legitimidad divina, que se hallaba en manos del rey, a la legitimidad humana: el fundamento del poder pasó de residir en la voluntad de Dios, como en el Antiguo Régimen, a residir en la de la nación, constituida por ciudadanos. Por esa vía el nacionalismo se convirtió, en gran parte del siglo XIX, en un impulso de progreso; además, en ocasiones –basta pensar en Italia o Alemania– no fue una fuerza segregadora, sino unificadora. Pero el nacionalismo se basa en el supuesto de que toda nación tiene derechos.» [Javier Cercas]
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«Como nadie sabe valorar lo que tiene, lo hacen sin asumir del todo los riesgos, pero convencidos de que pase lo que pase, nada será grave. Esa curiosa tendencia de los niños por romper el juguete se ha consolidado en una sociedad algo infantilizada, que ha encontrado en las redes sociales una motivación comercial para poder ser tan ególatras y caprichosos como se alcance. Con referentes como Zuckerberg, Musk o Bezos no puede esperarse nada bueno. Lo templado tiene mala fama entre los buscadores de experiencias adrenalínicas. El otro día le escuché decir a una veterana lideresa política madrileña que moderación no era necesariamente una virtud. Por esa regla de tres, también honestidad ha dejado de ser un tinte positivo para convertirse en un rasgo de ingenuidad. Pues vale.
En los conservadores, la corrupción pertinaz y vocacional, unida a la escisión de un ala radical con la que ahora pactan sin otro remedio, como ranitas que transportan al escorpión. En los socialistas, una latente mediocridad que ofrece un flanco para que nazcan apuestas personalistas que devoren la idea de partido sólido.» [David Trueba, en El País – 10.04.2022]
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¿Se considera un pensador pragmático?
«Sí, deberíamos hacer lo que podemos, no buscar lo que no podemos. No tienen sentido los gestos románticos, que no solo van a fracasar, sino que van a llevar a los peores resultados. Debemos afrontar el mundo tal y como es y actuar para mejorarlo. Yo tenía amigos en los años sesenta que decidieron que querían una revolución, así que iban a una fábrica, por ejemplo, de General Electric, y empezaban a repartir ejemplares del Libro Rojo de Mao a las puertas, para organizar a la gente para hacer esa revolución. Puede imaginarse lo que pasó, ese no es el modo en el que se logra un cambio. Lo que hicieron fue fortalecer el apoyo a la reacción y el apoyo a la guerra. Tienes que afrontar el mundo como es, no como te gustaría. Tienes que intentar construir el mundo que te gustaría, pero enfrentándote a él tal y como es.» [Noam Chomsky – Entrevista: El País, 15 ENE 2022]
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«Antes podías censurar la impunidad de los jerarcas y correveidiles de la dictadura, sin que eso supusiera que negabas los evidentes logros de la Transición ni pusieras en tela de juicio al valor de lo entonces logrado, que fue mucho; y hoy deberías poder reconocer el papel de Juan Carlos I en ese proceso y denunciar sus delitos económicos, sin que una cosa invada la otra. Lo digo a modo de muestra, pero habría muchas otras a las que recurrir y todas ofrecen una misma lectura: aquí no importa la razón, sino tenerla, y todo lo que se pueda utilizar como arma contra el rival, se le tira a la cabeza. Y por supuesto, al enemigo ni agua.» [Benjamín Prado, en infolibre.es – 6 de diciembre de 2021]
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«Es por eso necesario que los políticos abandonen los balcones de la lírica y se sirvan de argumentos para enfrentarse a los de sus adversarios. Abundar en el camino de las metáforas es elegir el choque irracional de las emociones primarias cuando lo que urge es hacer política de forma responsable.» [Editorial de El País – 17.06.2021]
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«La población tiene que tener el valor necesario para que le digan: "Oiga, ¿usted está a favor o en contra del indulto?" y que responda: "Es que no lo sé". Yo he dicho por qué estaría a favor, pero me dan ganas de decir, como cuestión de orden metódico: "No lo sé". Es una cuestión de alta política. Es una cuestión de orden técnico. Ellos deben saber si es buena esta medida en estos momentos para pacificar. No me pueden a mí convertir en un hincha del indulto o contra el indulto. A los políticos los hemos votado para cuatro años. Tienen que adoptar a veces posturas, que no se correspondan milimétricamente con lo que en ese instante concreto la sociedad piensa. Si realmente la sociedad sigue pensando eso dentro de cuatro años, cuando los volvamos a votar, ya lo pagarán en las urnas.» [Juan José Millás, en infolibre.es – 20/06/2021]
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«También, dicen: "Quizá sea una medida equivocada pero como parece que no hay otra, ¿por qué no probarla? Probemos". En el peor de los casos, lo único que puede pasar es que no funcione. Bueno, pues si no funciona, ya sabemos que eso no funciona. Pero no va a pasar nada grave.» [Juan José Millás, en infolibre.es – 20/06/2021]
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El independentismo y los indultos
«Quien no quiera ver esto, es un ciego. Hubo muchas declaraciones inmediatamente después de aquellos sucesos desgraciados durante el procés en el sentido de que se habían pasado. Tú, antes de meterte con el Estado, tienes que pensártelo porque el Estado es muy fuerte. Puedes tener un momento de euforia y plantarte encima de un coche de la policía con un megáfono y arengar a las masas, pero el Estado está debajo. El Estado es ese coche en el que te has subido y te va a llevar a la cárcel. El Estado funciona y se ha demostrado. Nosotros, afortunadamente, no somos un Estado fallido. Pueden seguir con su retórica independentista. Pueden ser independentistas. Ahora saben que hay que ser independentista también dentro de un orden. El simple anuncio del indulto ya empieza a producir situaciones que son pacificadoras. Con esto empezamos a normalizar la situación. ¿Que es un error el indulto? ¿Que vuelven a las andadas? Bueno, pues ya actuará la justicia y esta vez, seguro que no habrá otro indulto.» [Juan José Millás, en infolibre.es – 20/06/2021]
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Sortu (brazo político de ETA) sabe que debe respetar el funcionamiento del Estado de Derecho. Su actitud oficial y las presiones internas revelan que le va a costar dar el paso fundamental que tiene pendiente, una vez logrado el final del terrorismo: reconocer que ETA no debió utilizarlo para lograr objetivos políticos en una democracia.
En democracia se puede defender cualquier idea, pero sin emplear la violencia para imponerla a toda la sociedad.
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El orden mundial que se está configurando ahora está presidido por la inquietante convergencia autoritaria e iliberal entre los populismos nacionalistas surgidos de la extrema derecha con las ideologías sucesoras del comunismo ruso y chino.
Rusia y China han heredado lo peor de los dos sistemas anteriores: la depredación del capitalismo salvaje y la verticalidad de un poder autocrático. Estados Unidos y Europa, en cambio, han conservado en sus imperfectos sistemas políticos los impulsos liberales de la sociedad de mercado y de la democracia parlamentaria y las aspiraciones a la igualdad y a la solidaridad del reformismo socialdemócrata. Gracias a la globalidad compartida hasta ahora, sufren de unas asimetrías respecto a los autoritarios que, paulatinamente, han convertido las interdependencias en dependencias estratégicamente peligrosas, fácilmente objeto de chantaje. [Lluís Bassets, en El País – 17 MAR 2022]
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«Basta observar los análisis autocomplacientes durante la noche electoral, desde los cuarteles generales de Madrid, para comprobar qué poco entiende la coalición de Gobierno de su declive, y la pujanza descomunal del Partido Popular. Es una tendencia que podría repetirse en elecciones autonómicas y generales, a menos de un año vista en 2023.
Primero, porque no existe hoy ningún proyecto de izquierda alternativa capaz de sustentar al PSOE para mantenerse en La Moncloa. Asimismo, la marca Podemos está hundida, y la salida de Pablo Iglesias de la política hace un año fue la consecuencia, no la causa de ese hundimiento. No existe hoy un Podemos fuerte más allá de los sillones ministeriales. Tampoco impera lógica alguna en territorios clave como Andalucía, donde el partido morado ni llegó a tiempo de registrarse para los comicios. La división frente a Teresa Rodríguez resulta incomprensible, algo solo explicado por las cuitas partidistas.
En consecuencia, el “proceso de escucha” que Díaz proclama a los cuatro vientos debe abandonar el ego, el personalismo, o la necesidad de vender presuntos liderazgos distintos. Para escuchar, que escuche a las urnas andaluzas.
La política española se fundamenta sobre la base de partidos fuertes. Por eso, el PP ha empezado a arrinconar a Vox con unos barones que beben del descalabro de Ciudadanos, e incluso, podrían estar recibiendo ya trasvase de votos desde perfiles de la izquierda moderada.
En segundo lugar, el propio PSOE empieza a acusar un desgaste de la figura de Pedro Sánchez. Varios de sus barones son aún nuevos, sin proyecto propio, y encima, noqueados por el presidencialismo del líder de Ferraz. Es el resultado de que Sánchez laminara el comité federal en 2018, restando visibilidad y poder a los líderes territoriales que le habían echado en 2016. Eso explica también por qué los socialistas tampoco pueden afrontar ninguna reflexión honesta, que no parta de la voluntad graciosa del propio Sánchez.
Tercero, al progresismo se le ha acabado aquello de “que viene la ultraderecha”. Ni el mantra moviliza, ni es mérito suyo haber frenado a Vox en las urnas.
Los populares quedaron primeros en zonas humildes, antes bastiones por antonomasia de la izquierda. Toca realismo, y no relatos impostados que quedan bien en boca de voceros, pero no se creen ni los propios votantes progresistas, y acabarán teniendo consecuencia en las urnas.» [Estefanía Molina, en El País – 20 JUN 2022]
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«Putin va a dividirnos. Parte de la izquierda europea tiene todavía la percepción de que Rusia es el contrapunto a EEUU. La izquierda todavía tiene ese reflejo, en Podemos se ve, como si tuviéramos que recordar qué pasó con el sueño igualitario y el paraíso terrenal que iba a ser la revolución bolchevique.
P. ¿Hay una izquierda en España que aún perdona a Rusia?
R. Sí, y que la desconoce. Y además se unen sectores de izquierda a favor de Rusia y sectores de ultraderecha que respetan el autoritarismo. Les gusta Putin porque es una persona antieuropea, que parece que los tiene bien puestos, con masculinidad. Quienes hablan de esto fundamentalmente son hombres con un concepto de la autoridad al estilo de Putin y si tienes dudas te dicen que EE UU es la verdadera agresora.» [Julián Casanova, en El País - 02 FEB 2022]
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«La irrupción de los indignados y de Podemos en la política española no ha contribuido finalmente a ampliar el espacio de la izquierda, sino más bien a tensionar sus fronteras por el centro y, con ello, a alienar a miles de votantes moderados respecto al PSOE.
Pero si este ciclo electoral va a marcar la defunción de la nueva política emergida en 2015, lo va a hacer con consecuencias distintas para izquierda y derecha, como muestran también las elecciones andaluzas. Podemos (más que sus confluencias) puede estar generando un nuevo abstencionista de izquierdas, decepcionado por las promesas incumplidas y por ello también reticente al voto útil al PSOE que se ejercía en el pasado. Y esa desmovilización es la verdadera palanca de la alternancia gubernamental en España.
Ahí se vislumbra el verdadero cambio de ciclo al que parece verse abocada la política española en las próximas elecciones según el patrón andaluz: una recuperación de la concentración del voto en los viejos partidos, en detrimento de los nuevos, aunque con ello quizá se estreche aún más el margen de alianzas para aquellos.
Será ese un escenario en el que se formule, con toda crudeza, el interrogante que las elecciones andaluzas tampoco acaban de resolver: ¿debería el segundo partido apoyar al primero para evitar la influencia de aquellas fuerzas que el segundo partido considera ilegítimas? ¿O aceptar la legitimidad de esas alianzas?
Los gobernantes acostumbrados a desenvolverse en entornos de mayorías absolutas difícilmente sepan despejar esa ecuación. Quizá sea el momento de clarificar la lista de vetos y exclusiones. O quizá debemos acabar aceptando que los márgenes ideológicos del sistema de partidos español simplemente se han ampliado. Aunque esa expansión también obligue a ciudadanos y representantes políticos a ajustar mejor su rango de prioridades y su nivel de responsabilidad ante sus decisiones.» [Juan Rodríguez Teruel, profesor de Ciencia Política de la Universidad de Valencia y fundador de Agenda Pública, en El País – 21.06.2022]
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«Cuanto más detallado es el conocimiento, más perturbadora se vuelve la evidencia de que los asuntos públicos están gobernados por el azar, la ignorancia, la irracionalidad, el capricho, y de que quienes ocupan el poder actúan muchas veces a ciegas, como moviéndose en habitaciones oscuras en las que no llegan a verse los unos a los otros.
Que la mente humana tenga la facultad de crear bombas que pueden destruir la vida en el planeta Tierra es la prueba de su sofisticación, y también de su imbecilidad aterradora. Sesenta años después de aquellos días de octubre hay más armas nucleares que nunca, muchas de ellas en manos de lunáticos, de iluminados, de fríos genocidas, todas ellas sujetas a la falibilidad inevitable de los empeños y los cálculos humanos, a las averías, a los descuidos, a los accidentes. El papel que nos queda a la inmensa mayoría de nosotros es el de rehenes o de víctimas. Quizás la incapacidad de imaginar verdaderamente un peligro contra el que no podemos hacer nada es una muestra de cordura, o de definitivo fatalismo.» [Antonio Muñoz Molina El País – 07 ENE 2023]
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«La polarización que vivimos se debe en gran medida a la necesidad que tiene la derecha de atacar a la izquierda para cuestionar sus políticas y su gobierno, pero también para presentarla como incapaz y con una carga de perversidad o maldad para manipular la realidad con el objeto de beneficiarse de ella y adoctrinar a la gente.
Lo hemos visto cuando hablan de “Gobierno ilegítimo”, de “Gobierno Frankenstein”, de “destrucción de la patria con separatistas y herederos de ETA”, cuando lanzan sus mensajes sobre la “ideología de género” y el “adoctrinamiento” con referencia a las políticas de igualdad... Y lo vimos cuando hicieron responsable de la crisis mundial de 2010 al gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.
Hay quien cree que la convivencia en una sociedad plural y diversa es la guerra y grita con fuerza lo de “¡más derecha!”, pero convivir es un ejercicio de paz y respeto que siempre se ha impuesto frente a los intolerantes y violentos, aunque no se haya podido evitar el daño que generan. Ahora que lo sabemos sí podemos evitarlo.» [Miguel Lorente Acosta – infolibre.es – 21 de febrero de 2022]
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«La principal debilidad de la democracia española, según los diversos estudios que la cuantifican, está en la corrupción. España es un país agredido por las prácticas corruptas. Tras cada pequeño periodo de tranquilidad surge un nuevo caso en el horizonte, de modo que “nunca parece que vaya a limpiarse la mugre de nuestros establos más sucios”, como escribe el magistrado Joaquim Bosch en su excelente libro La patria en la cartera. Pasado y presente de la corrupción en España (Ariel). En él muestra tal saturación ciudadana de casos de corrupción que en muchas ocasiones los informes policiales, las sentencias sobre el tema por muy escandalosas que sean o las noticias de los medios de comunicación parecen narrativas de costumbres. La corrupción no es un problema aislado de cuatro manzanas podridas, sino que su penetración ha sido muy amplia en la escena política. Lo que comenzó como una patología puntual, como las andanzas de una serie de “pillos”, ha resultado ser un rasgo casi sistémico de nuestro sistema político. Ello conduce, cada vez con mayor frecuencia, a la banalización de las cuestiones de venalidad política.» [Joaquín Estefanía – El País – 20.02.2022]
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«P. ¿Qué ha hecho mal la generación de la Transición?
R. Hizo un elogio tan grande de lo maravillosa que fue que luego ya no quisieron cambiar el discurso, y se pensó que la democracia no tenía vicios porque venía de la inmaculada Transición. Igual que el origen del franquismo era muy malo, el origen de la democracia era muy bueno, con lo cual: cuando la democracia ha tenido vicios de verdad, la generación joven ha culpado a la Transición. Y los vicios de la democracia, que son nuestros, los han convertido en vicios de la Transición.» [Julián Casanova, en El País - 02 FEB 2022]
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«Este país necesita desde luego una ley que ampare y desarrolle la Memoria Histórica, la democrática y la no democrática. Y ha de empezar por el reconocimiento de nuestro sistema político como consecuencia de la reconciliación nacional entre vencedores y vencidos de la Guerra Civil, política liderada en su día por el Partido Comunista de España.
Es inadmisible que la derecha siga sin querer condenar formalmente el franquismo o que no haya un acto de desagravio común a las víctimas de ambos lados de la contienda y a las de la brutal represión posterior al final de la guerra.
La Transición no fue de ninguna manera perfecta pero, en la línea marcada por Raymond Aron, hubo que optar por lo preferible frente a lo detestable. Esta misma elección sigue siendo pertinente en los tiempos que corren y convendría que nadie se ufane de estar del lado correcto de la historia, mucho menos cuando de una contienda fratricida hablamos.
El pronunciamiento militar contra el Gobierno del Frente Popular que precedió a la Guerra Civil no fue el primer intento violento de usurpar el poder. El PSOE desató en 1934 una revolución contra el Gobierno legítimo de la República, ocasión que aprovechó el Gobierno catalán de Esquerra Republicana para intentar su propio golpe de Estado.
El consenso historiográfico sobre nuestra memoria compartida y los olvidos necesarios para una convivencia en paz están suficientemente establecidos en la Constitución y honran la petición de Manuel Azaña: paz, piedad, perdón. Cualquier enmienda tendente a vulnerar la vigencia de esos principios es fruto de una mirada impúdica, dedicada a recrearse ante el espejo antes que a gobernar la realidad. La irreprimible lascivia del poder.» [Juan Luis Cebrián – El País – 22 NOV 2021]
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«Da que pensar la fatalidad de este país. Los proyectos centristas, ilustrados y moderados, que tratan de aunar la imprescindible libertad de la vida personal y del juego productivo con las garantías de redistribución social, nunca sobreviven mucho en la liza electoral. Si insisten en la esencial unidad política de España, peor todavía. Cometen errores, como los demás, pero sobre todo les hacen el vacío los ciudadanos.
En cambio, los bodrios comunistoides se suceden unos a otros y por evidentemente mala que sea la experiencia de ayer nunca falta la esperanza alucinada –“Yes, we can!”– para mañana.
El lunes pasado nos manifestamos en Sol en apoyo de los cubanos que resisten frente a la dictadura castrista, tan apreciada entre nosotros antes y ahora (por ejemplo, en Euskadi).
Mi amigo Freddy y yo enarbolamos la vieja pancarta de anteriores ocasiones: “Cuba tiene tanto derecho como España a la democracia”. La próxima vez –que la habrá, ay– debemos sacar otra: “Cambiamos futuro maravilloso por presente soportable”.» [Fernando Savater – El País – 20 NOV 2021]
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«Por desgracia, en España muchos partidos políticos y muchos de sus dirigentes nos demuestran con sus actuaciones absurdas, acciones irracionales, decisiones y argumentaciones falaces que su ideario es el analfabetismo político. Demuestran continuamente ignorancia y falta de cultura y sobre todo son profanos a la disciplina política. Así, muestran una falta de respeto a la democracia y a los valores que conlleva esta.
Pero el problema es que, por desgracia, también hay una parte de la ciudadanía que también adolece cada día más de ese analfabetismo político, pues a ese político le interesa que el ciudadano sea ignorante, tenga poca cultura y sobre todo sea profano en cuestiones políticas para así manejarlo para sus intereses. Por ello son capaces de desviar temas para no profundizar en los verdaderos problemas, y ante todo para que se disipen sus prevaricaciones y sus corrupciones y manejos con cierta actitud “mafiosa” para conseguir sus objetivos que, siguiendo su analfabetismo político, no son otros que acabar con la legitimidad de un gobierno y el respeto a la voluntad de un pueblo, como marca la Constitución y la democracia.
Sobran los gritos, las falacias, las actitudes mafiosas. Y ante todo falta el diálogo y la convivencia. Y para ello, lo que la democracia necesita es que la ciudadanía demuestre con su voto y acciones que no es ni manipulable ni quiere que en nuestra democracia el analfabetismo político se haga con el poder.
Creemos en la libertad y a pesar de ellos una gran parte de la ciudadanía no somos analfabetos políticos y pese a ellos y su analfabetismo no somos ignorantes. Tenemos una cultura y cada vez sabemos mejor qué es lo que queremos de los políticos: honradez, diálogo y que utilicen en sus acciones y argumentaciones para generar convivencia e igualdad. Esto no es una utopía, es la realidad que necesita nuestra democracia.» [Ximo Estal Lizondo – infoLibre – 07/08/2021]
memorias de Rajoy
El expresidente Rajoy aborda en Una España mejor sus relaciones con su predecesor en el PP y con el líder del PSOE y critica el cesarismo de los nuevos. 21 de diciembre de 2015. El PP gana las elecciones, pero pierde la mayoría. Aparece Aznar.
«Al día siguiente de las elecciones, cuando en la dirección del partido estábamos ocupados en lo prioritario, que era intentar la formación de Gobierno, el expresidente José M.ª Aznar se presentó ante el Comité Ejecutivo del partido, algo que había hecho en escasísimas ocasiones, para solicitar un Congreso abierto del PP. En los meses posteriores insistieron en la misma idea algunos grupos muy ideologizados, muy críticos hacia mi persona, aunque de implantación escasa, cuando no inexistente, en el Partido Popular. Esas propuestas nunca encontraron eco en la organización. Afortunadamente, mientras estuve al frente del Partido Popular gocé de un apoyo y una lealtad admirables por parte de la mayoría de mis compañeros en el partido y de los ministros de mi Gabinete. A cuatro de ellos se les planteó la posibilidad de sustituirme como jefe del Ejecutivo. A mi juicio, hay que tener tanta osadía como ignorancia para ir ofreciendo alegremente la Presidencia del Gobierno de España por los restaurantes de Madrid. Por mucho poder que se tenga o muy bien situado que se esté, tal comportamiento no resulta admisible en una democracia consolidada. Tres de las personas tentadas me lo vinieron a contar inmediatamente. El cuarto, supongo que, porque no le dio la menor importancia, no consideró necesario hacerlo. Y no lo hizo.
Inicié una ronda de contactos con los distintos líderes políticos y a todos ellos les presenté la propuesta de coalición, con toda claridad. El problema fue que la conversación con el líder del Partido Socialista, Pedro Sánchez, duró poco porque no estaba dispuesto a nada. Me dijo que él en ningún caso iba a apoyar o propiciar ningún tipo de acuerdo con el Partido Popular. Su rechazo fue inmediato. No hubo opción a nada. Ni siquiera me explicó los porqués de su posición. Todavía hoy me llama la atención aquella actitud, aquella insólita y rotunda negativa, ya no a pactar, sino sencillamente a escuchar mi propuesta. Yo he tenido enormes discrepancias con otros dirigentes políticos a lo largo de mi vida, pero nunca rechacé el diálogo con ellos. El diálogo es una pieza indispensable de la política; diría más: es un gesto de civilización. (…) Tal vez por eso se ejercita tan poco en estos tiempos de fragmentación cuando, en teoría, debería ser más necesario que nunca.
Con el paso del tiempo hemos llegado a descubrir algunos comportamientos no tan virtuosos en los nuevos partidos y en la nueva política. Me refiero, por ejemplo, al cesarismo, esa forma de dirigir los partidos como si fueran sectas con absoluto desprecio al diálogo y en el que a los discrepantes solo se les deja el camino del exilio o el menosprecio. También rechazo esa obsesión por la táctica, el relato y la imagen como únicos elementos de la actividad política convertida en pura teatralidad, sin reflejo alguno en la gobernanza del país. Hablo de la intransigencia, de esa necesidad imperiosa de marcar un territorio electoral que hace casi imposible los acuerdos; del deterioro institucional que se observa en las sesiones parlamentarias (…) He oído hablar mucho de regeneración a los líderes de la nueva política y he recibido muchas críticas por no conducirme como ellos. Pero en apenas un par de años esos nuevos partidos han perdido el lustre de las cosas recién estrenadas y han demostrado ser en muchas cosas peores que aquellos a quienes venían a enseñar el camino de la virtud.» [En El País –30 NOV 2019]
Díaz Ayuso contra Pablo Casado – Lucha interna en el PP
Pablo Casado Blanco, tras ocupar algunos cargos orgánicos en el Partido Popular (PP), alcanzó la Presidencia del mismo en julio de 2018, cargo que ocupó hasta abril de 2022.
«Casado y Díaz Ayuso eran dos siameses ideológicos convencidos de que continuarían la senda de Aznar. Su pelea descarnada por el poder ha hecho posible que alguien cercano a Rajoy, Núñez Feijóo, se haga con el control del PP.
El descrédito de Rajoy dentro de la derecha –más por su respuesta calificada de débil al desafío independentista en Catalunya que por la corrupción– concedió a los cachorros del aznarismo una segunda oportunidad y parecía que la iban a aprovechar hasta el final. La gran paradoja de la crisis que ha puesto fin a la presidencia de Pablo Casado es que los herederos del expresidente son los que han acabado devorándose entre ellos. Y han hecho posible que el marianismo disfrute de una secuela imprevista en la persona de Alberto Núñez Feijóo.
La tensión interna entre los guardianes de las esencias españolas comenzó a manifestarse cuando Casado se vio forzado a destituir a Cayetana Álvarez de Toledo por su arrogancia hacia los compañeros de grupo parlamentario. Después estalló cuando Isabel Díaz Ayuso quiso convertirse en presidenta del PP madrileño y encontró todo tipo de obstáculos interpuestos por Casado y García Egea. Al final, Casado rompió sus últimos puentes con el mismo Aznar en las semanas previas al derrumbamiento.
La victoria de Casado en las primarias supuso la resurrección del aznarismo. Los perdedores del congreso del PP en Valencia en 2008, que fracasaron en sus conspiraciones para que Esperanza Aguirre sustituyera a Rajoy, habían tardado una década en dar la vuelta a la situación.
Casado adoptó con facilidad la dureza del aznarismo 2.0. Su menú político se mantuvo hasta el final y se caracterizaba por una hostilidad máxima a los partidos nacionalistas –los mismos con los que había pactado Aznar en su primer mandato–, y una crítica radical al PSOE al que prácticamente se expulsaba del grupo de partidos que defiende la Constitución.
Díaz Ayuso mantenía un mensaje similar, que incluía macabros augurios sobre una España convertida en una nueva Venezuela si el Gobierno continuaba en el poder. Ambos pregonaban las virtudes de la conquista de América y de la antigüedad mítica de la nación española. La diferencia más clara entre ellos fue que Ayuso sí rentabilizó su oposición a casi todas las medidas del Gobierno de Pedro Sánchez contra la pandemia, mientras Casado llegó a ocupar todas las posiciones posibles en relación al estado de alarma: voto afirmativo, abstención y voto negativo.
Cuanto más crecía la figura de Díaz Ayuso, más menguaba la de Casado, que no quería dejar de controlar el PP madrileño y Ayuso pensaba que su victoria en las urnas en mayo le daba el derecho a hacerse con el mismo poder que tuvo Esperanza Aguirre. En esa lucha descarnada, Casado retó a Ayuso por el contrato concedido a su hermano Tomás y ella reaccionó con una declaración de guerra contra la persona que se lo había dado todo. Los principios quedaron en un segundo plano ante la necesidad de mantener el poder alcanzado: era matar o morir. Y a Casado le tocó morir.» [Iñigo Sáenz de Ugarte – eldiario.es – 23/02/2022]
acontecimientos políticos 2022
El año 2022 ha estado marcado por la crisis interna en el PP, las consecuencias de la invasión de Rusia a Ucrania, Congreso de los Diputados de la Ley de Garantía Integral de Libertad Sexual, más conocida como la ley del 'solo sí es sí', la reforma del Código Penal para transformar el delito de sedición y rebajar las penas por malversación, y el cambio de mayorías para la renovación del Poder Judicial.
El 2 de abril de 2022, Alberto Núñez Feijóo es elegido nuevo presidente del PP en el Congreso Extraordinario celebrado en Sevilla.
El 22 de mayo de 2022, Isabel Díaz Ayuso es elegida presidenta del PP de Madrid.
El 19 de junio de 2022, el PP gana por mayoría absoluta las elecciones al Parlamento de Andalucía.
Entre los días 28 y 30 de junio se celebra en Madrid la XXX Cumbre de la OTAN donde se aborda todo lo referente a la invasión rusa de Ucrania y la posible adhesión de Suecia y Finlandia a la Alianza Atlántica.
El 25 de agosto el Congreso de los Diputados aprueba la Ley de Garantía Integral de Libertad Sexual, más conocida como la ley del 'solo sí es sí', y convalida el decreto-ley del Gobierno sobre medidas de ahorro energético.
El 2 de septiembre el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, anuncia la supresión del impuesto del patrimonio en su región, siguiendo el ejemplo de la Comunidad de Madrid.
El 27 de septiembre el presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, anuncia una rebaja de impuestos a las rentas inferiores a 60.000 euros.
El 28 de septiembre el presidente de la Generalitat de Cataluña, Pere Aragonès, destituye al vicepresidente Jordi Puigneró, tras la amenaza de Junts de someter a una moción de confianza al gobierno de Cataluña en el Parlament.
El 5 de octubre el Senado aprueba definitivamente la nueva Ley de Memoria Democrática.
El 7 de octubre, tras una consulta a su militancia, Junts per Catalunya decide abandonar el gobierno de Cataluña, en coalición con ERC.
El 11 de noviembre los grupos parlamentarios del PSOE y Unidas Podemos presentan conjuntamente en el Congreso de los Diputados una proposición de ley para eliminar el delito de sedición y sustituirlo por el delito de desórdenes públicos agravados.
El 24 de noviembre el Congreso de los Diputados aprueba los terceros Presupuestos Generales del Estado del Gobierno de Pedro Sánchez, correspondientes a 2023; la Proposición de Ley para la derogación del delito de sedición supera su primera votación en el Congreso, en votación pública por llamamiento, con mayoría de 187 diputados.
El 9 de diciembre el partido VOX anuncia que comenzará las conversaciones para presentar una moción de censura al gobierno de Pedro Sánchez; el mismo día se celebra en Alicante la IX Cumbre Mediterránea UE MED9, con España como anfitriona.
Panorama político 2022
La actividad en la Cortes en el 2022 supera a la de 2021. Se han registrado 377 cuestiones en la sesión de control, se han presentado 92 proposiciones de ley y se han presentado y aprobado 74 iniciativas legislativas por parte del Gobierno. Nadia Calviño, vicepresidenta primera del Gobierno de España desde julio de 2021 y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital desde junio de 2018, fue la más preguntada; UP y Cs, los grupos con más propuestas; y la inflación, el tema estrella.
Debates y sesiones broncas, leyes aprobadas por la mínima e incluso votaciones pendientes de la decisión del Tribunal Constitucional. La confrontación política y la polarización han marcado un 2022 en el que el Congreso de los Diputados ha vivido una intensa actividad parlamentaria.
El 2022 ha sido un año prolífico en leyes: el Gobierno debía cumplir las promesas que quedaron en suspenso por la pandemia del covid-19 para poder empezar el año 2023 con los deberes hechos antes de comenzar la precampaña electoral para las elecciones autonómicas y municipales de mayo de 2023.
Las consecuencias económicas de la guerra de Ucrania han marcado el año 2022. A pesar de las discrepancias internas en el seno del Gobierno de coalición PASOE y UP, y de las duras broncas políticas con la oposición en la Cámara baja. Los debates que han mantenido los representantes parlamentarios no están muy alejados de las preocupaciones de la ciudadanía. Los otros temas de debate han sido el bloqueo de la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), el envío de armas a Ucrania y el cambio en la posición del Gobierno sobre el Sáhara Occidental. También se han abordado asuntos relacionados con las alianzas parlamentarias del Gobierno de coalición con los partidos independentistas y la regeneración democrática de las instituciones.
El partido político que más veces se dirigió a la ministra de Economía fue Vox, sobre todo por boca de su portavoz parlamentario, Iván Espinosa de los Monteros. El diputado del partido ultra fue, por otra parte, el que más preguntas registró durante las sesiones de control, un total de 22 de las 68 preguntas de su partido. La situación económica de España como consecuencia de la guerra en Ucrania, la subida de la inflación y los datos del déficit han sido los principales temas abordados por Vox con esta herramienta parlamentaria.
El PP, partido de la oposición, censuró durante todo el año al presidente del Gobierno las medidas económicas del Ejecutivo, al que ha acusado de empobrecer a los ciudadanos. La rebaja de impuestos, la medida estrella del PP desde la llegada de Alberto Núñez Feijóo a la presidencia del partido en abril de 2022, ha sido el argumento más recurrente del Partido Popular en las sesiones de control. Las bajadas de impuestos, la inmigración ilegal, la ocupación ilegal de viviendas o las reformas de elección del CGPJ fueron los principales asuntos que PP, Vox y Ciudadanos pusieron sobre la mesa.
Mientras que PSOE y Unidas Podemos incidieron en las ayudas sociales, fórmulas para gravar a las grandes fortunas y la reforma para desatascar el nombramiento de los magistrados del Tribunal Constitucional.
El Gobierno de coalición tuvo que superar un año más de tensiones y discrepancias internas, aunque pudo presentar y probar 74 iniciativas legislativas, de las que 39 fueron leyes ordinarias, 15 orgánicas y 20 reales decretos, así como refrendar la reforma laboral y la ley trans. Destaca la ley de los Presupuestos Generales del Estado, los terceros del Gobierno. También otros textos como los de Memoria Democrática o la Ley de Garantía de la Libertad Sexual, que ha provocado la rebaja en las penas de más de 130 presos y la puesta en libertad de otra veintena tras su aplicación. La actividad legislativa del Consejo de Ministros en 2022 fue la más prolífica de los últimos cinco años.
Radiografía de España 2015-2022
¿En qué se parece 2022 a 2015? El 24 de febrero de 2015, se celebró el debate del estado de la nación. Los protagonistas fueron tres: Mariano Rajoy, Pedro Sánchez y la crisis económica, que algunos expertos optimistas daban ya por casi superada.
Mariano Rajoy da cuenta del balance de su gestión como presidente del Gobierno y Pedro Sánchez y Alberto Garzón intervienen por primera vez en esta sesión. Mariano Rajoy reprocha a Pedro Sánchez haber leído su respuesta y no haber aportado propuestas. "No ha dado la talla para ser presidente del Gobierno". Rajoy resume la intervención de Pedro Sánchez: "Patético". En el debate, Pedro Sánchez ataca la corrupción: "Usted se relaciona con los españoles a través de un plasma y con un delincuente por SMS, sí, señor Rajoy".
En el debate del 24 de febrero de 1915 entre Rajoy y Sánchez el ambiente era de fin de ciclo político. El domingo 20 de diciembre de 2015 se celebraron elecciones generales en España. Fueron las duodécimas desde la transición a la democracia y las primeras con Felipe VI como rey. Hasta la fecha, estas han sido las únicas elecciones democráticas de la historia de España que se han celebrado en la fecha prevista, y no de forma anticipada.
A estas elecciones generales se presentaron dos partidos nuevos dos líderes, jóvenes y emergentes: Podemos (con Pablo Iglesias, de 37 años) y Ciudadanos (con Albert Rivera, de 36), dispuestos a acabar con el bipartidismo que existía en España desde la desaparición de CDS en 1993 y, en cierto modo, a inaugurar la nueva era política post-Transición. Las elecciones de diciembre de 2015 confirmaron el fin de ciclo: el PP obtuvo 123 escaños, el PSOE, 90. Podemos 68 y Ciudadanos 40.
Del 2015 al 2022, España ha sufrido varios vuelcos políticos: una crisis independentista, una revolución feminista, una pandemia y un desplome económico. Mariano Rajoy fue desalojado de la presidencia en 2018 y Pedro Sánchez, apartado de su propio partido en 2016, regresa de la nada meses después.
En 2022, los protagonistas del debate son: Pedro Sánchez, ahora presidente; Alberto Núñez Feijóo, heredero de aquel PP de Rajoy más moderado, y otra crisis económica. Después de siete años frenéticos, las elecciones andaluzas de 2022 han confirmado una tendencia que en 2015 parecía impensable: el bipartidismo ha vuelto, si bien metamorfoseado.
Entre 2015 a 2022, se fue consumiendo buena parte de la generación de aquellos líderes jóvenes y emergentes llamados a modernizar la política: Pablo Iglesias se convirtió en el líder de la oposición de izquierdas, fue diputado y llegó a ser vicepresidente del Gobierno; a partir de 2022, con su partido cotizando a la baja, es columnista de prensa, tertuliano en la radio y presentador de un podcast. Rivera se convirtió en figura clave para decidir gobiernos y llegó a pensar llegar la presidencia del Gobierno. Pero tras abandonar la firma de abogados en la que trabajaba, ha desaparecido prácticamente de la escena pública. Queda como tercera fuerza surgida en estos años el partido ultraderechista Vox, liderado por Santiago Abascal, de 47 años, que aún está por ver si consigue afianzarse o también está llamado a convertirse en una fuerza residual, pues actualmente parece estancado.
Lo que no ha variado desde el cambio de ciclo en 2015 es la falta de amplios consensos o acuerdos de Estado. En esto no ha cambiado nada.
Quince días tras el debate del 8 de marzo de 2015, cerca de 9.000 personas se manifestaron en defensa del feminismo en Madrid para conmemorar el Día Internacional de la Mujer. En 2019, la cifra llegó a 370.000. La pandemia redujo la asistencia los años posteriores, pero las multitudinarias convocatorias consecutivas demostraron que el feminismo, entre 2015 y 2022, se ha convertido en una fuerza política y social clave, transversal, intergeneracional y cotidiana. El movimiento Me too, surgido en 2017 en Estados Unidos, fue también un impulso a esta marea feminista en España, pero la declarada lucha contra la violencia machista fue también fruto del impacto que causó la sentencia de La Manada en noviembre de 2017.
El caso de La Manada es el nombre por el que se conocen los sucesos relacionados con un caso de violación acaecidos en Pamplona (Navarra, España), en la madrugada del 7 de julio de 2016, durante las fiestas de San Fermín. Un grupo de cinco hombres violó a una joven de dieciocho años en un portal en el centro de la capital navarra. La víctima denunció a los agresores por violación. El caso, que se consideró en dos tribunales de Navarra como un abuso sexual, movilizó a gran parte de la población española que se manifestó en desacuerdo con dichas sentencias. El caso fue finalmente revisado y sentenciado por el Tribunal Supremo, que lo consideró una violación.
Aunque las generaciones del 15-M sabían que iban a vivir peor que sus padres, la pandemia de COVID-19, conocida también como pandemia de coronavirus, creó un ambiente de inseguridad (y de incredulidad) ante la posibilidad de que un virus pueda acabar con todos. El miedo provocado por esta pandemia significó un caldo de cultivo para la extrema derecha; revivió el síntoma de la “conspiranoia” que impide evolucionar a una sociedad presa del miedo. Al final del trayecto 2015-2022, cunde la sensación de que prácticamente, tras siete años convulsos, hemos vuelto a mismo sitio.
«Han sido unos años locos de mucho experimento consecuencia de las crisis: además de Trump y el Brexit, está la austeridad como inspiración económica, el procés, Ciudadanos, Podemos, pero todos esos experimentos han quedado en nada, todo ha salido entre regular y mal» [Ramón Ferriz, escritor y periodista].
¿Fin de partida?
«El éxito imprevisto del Gobierno de coalición afronta ahora un momento de máximo riesgo: la dispersión electoral, con las formaciones que apoyan al Ejecutivo chocando por espacios con mucho voto colindante
Basta repasar las votaciones parlamentarias para confirmar la consistencia de una mayoría formada por grupos con proyectos, ideas, sensibilidades, sentidos de pertinencia y referentes culturales extraordinariamente variados que abarcan el amplio espectro que va del centro hasta las diversas decantaciones de la izquierda y llega hasta el límite de lo posible.
Con desencuentros, desconfianzas y precariedades, pero lo cierto es que PSOE, Unidas Podemos (y sus diversas fracciones), Más País, Esquerra Republicana, el PNV, Bildu, BNG y Teruel Existe cubren un espectro tan amplio y complejo que casi nadie hubiese apostado por su continuidad. Y, sin embargo, entre el sí y la abstención no solo han garantizado la legislatura, sino que se han consolidado como mayoría.
Y ello permite decir que el fin del modelo bipartidista, en el que PSOE y PP reinaban a su antojo, se ha resuelto razonablemente sin que un Parlamento mucho más plural haya conducido a los desastres que algunos anunciaban.
Parte de la estabilidad de la mayoría gubernamental se debe al adversario: una derecha radicalizada a la que nadie quiere acercarse. El PP aún no ha superado la frustración por su fracaso: la primera moción de censura ganadora del régimen del 78. Y, en la oposición, bajo la presión de Vox, se ha dejado llevar por las corrientes del autoritarismo posdemocrático que circulan por Europa. Y la peculiar mayoría de desconfiados (la desconfianza razonable es un valor democrático) que le sucedió, superando obstáculos y trabando pactos de digestión compleja, no solo ha servido para cerrar el paso a la derecha, sino que ha operado sensibles transformaciones en el marco legal en materia de derechos individuales y de igualdad.
Este éxito imprevisto, que parece confirmar el sentido de la oportunidad como la principal cualidad política del presidente Pedro Sánchez, se enfrenta ahora a un momento de máximo riesgo: la dispersión electoral, en que los intereses de los diferentes grupos de la mayoría chocan inevitablemente por unos espacios con mucho voto colindante. Y en esta situación se pone a prueba la solidez de cada uno de los proyectos, porque de ella depende en buena parte el desenlace: la posibilidad de que esta mayoría vuelva a ser viable.
Y aquí, naturalmente, las miradas se desplazan hacia Unidas Podemos, donde la eterna psicopatología de las pequeñas diferencias que ha lastrado siempre a la extrema izquierda, de grupúsculo en grupúsculo hasta la derrota final, empieza a dar señales de regreso a la pelea.
Con Yolanda Díaz en primer plano y Pablo Iglesias moviendo el tablero desde los márgenes, no será fácil que el proceso preelectoral no acabe en fractura. Si este sector va a las elecciones dividido, será difícil que, con el sistema de reparto de escaños, pueda conseguir los asientos necesarios para que la suma alcance a la hora de renovar el poder.
Y se sabe que en estos sectores los conflictos –sobre todo cuando son de liderazgo– tienden a resultar irreconciliables. Siempre hay ingenuos actores que se consuelan con la fábula de los fracasados: cuanto peor, mejor.
En política, el peligro está cerca: es en el espacio de cercanías donde se forjan las derrotas. Y es en el propio PSOE donde habitan los irredentos que darían por buena una victoria del PP para soltar lastre y volver al paraíso bipartidista. Melancólicos del pasado que no quieren reconocer el peligro real: el autoritarismo posdemocrático.» [Josep Ramoneda, filósofo y periodista – 06 ENE 2023]
¿Quién puede gobernar España?
«El PP, también con Alberto Núñez Feijóo, considera que ninguna otra formación tiene la legitimidad para dirigir el país, lo que pone en riesgo el futuro del sistema de 1978.
Unas recientes declaraciones del jefe de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, han dejado al descubierto, más que tantas otras antes y después de su llegada a la dirección del Partido Popular, las claves ideológicas de una fuerza política decisiva en el sistema democrático español.
El Partido Popular no renueva el Consejo General del Poder Judicial, dijo Núñez Feijóo, para “proteger a la justicia” del Gobierno de Pedro Sánchez. Poco o nada cabe esperar de las tertulias y artículos de opinión, salvo acusaciones cruzadas acerca de quién es el responsable del progresivo deterioro institucional que se observa desde 1993.
Y, sin embargo, lo más revelador de las declaraciones del líder de la oposición no es que sostenga que las instituciones han alcanzado un punto de deterioro irreversible por la supuesta agresión del Gobierno, algo que está en su derecho de pensar, sino que la vía escogida para defenderlas sea incumplir las normas vigentes que las regulan.
No se trata de una excusa más de las muchas que ha invocado el Partido Popular para asegurarse, mediante el bloqueo de la renovación del Consejo, aquello de lo que acusa al Gobierno: mantener bajo influencia ese órgano en su actual composición, más favorable a sus intereses que la que saldría de la entrada de nuevos magistrados de acuerdo con la mayoría parlamentaria.
Al no dar cumplimiento al mandato constitucional de renovar el Consejo, y al asegurar que lo hace para proteger a la justicia, Núñez Feijóo parece querer justificar una suerte de medida de excepción declarada por sí y ante sí. De otro modo, ¿cómo interpretar el anuncio de que ha asumido poderes como el de ignorar una norma con la excusa de proteger el sistema del que emana? ¿Y qué pensar, además, cuando la primera agresión a la justicia como institución, la agresión que da pie a las reales o supuestas por las que denuncia al Gobierno, es la que, por omisión deliberada, están cometiendo él y su partido?
Las declaraciones de Núñez Feijóo sobre el Consejo General del Poder Judicial fueron precedidas de otras, hace apenas unas semanas. Núñez Feijóo acusó al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de haber roto el pacto constitucional suscrito en su día por el Partido Socialista y el Partido Popular. Una vez más, tertulias y artículos de opinión activaron su atronadora maquinaria discutiendo acerca de si, en efecto, el presidente Sánchez lo había roto o no. Nada como un líder político que señale la Luna para que el periodismo de opinión, este periodismo de opinión, mire el dedo.
Porque lo cierto es que la Luna hacia la que señalaba Núñez Feijóo era cuando menos un espejismo anacrónico, ya que el Partido Socialista y el Partido Popular nunca suscribieron ningún pacto constitucional porque, sencillamente, el Partido Popular no existía en el momento en el que el pacto constitucional fue suscrito. En aquel momento, la fuerza política que se transformaría en el Partido Popular era Alianza Popular. A diferencia del Partido Socialista, la UCD o el Partido Comunista, Alianza Popular no alcanzó un acuerdo interno acerca de la posición que debía mantener ante el referéndum para aprobar la Constitución de 1978, y de ahí que hubiera de conceder libertad de voto a sus simpatizantes.
El sector encabezado por Manuel Fraga, él mismo constituyente, defendió el sí. Pero otro sector defendió la abstención y otro, incluso, el no. La paradoja con la que viene lidiando el Partido Popular desde que se convirtió en alternativa de Gobierno por la implosión de la UCD y el desgaste del Partido Socialista tras 14 años en el poder es que los sectores que lo condujeron a la victoria de 1996 fueron los mismos que, desde Alianza Popular, propugnaron el no y la abstención en el referéndum constitucional.
Por descontado, la Transición fue la ocasión para que los líderes políticos del momento revisaran las posiciones que habían mantenido mientras duró la dictadura, sin hacerse reproches acerca del pasado. Un ministro secretario general del Movimiento como Adolfo Suárez evolucionó, así, hacia posiciones en las que pudo encontrarse con un Partido Socialista que renunció al marxismo, liderado por Felipe González, y un Partido Comunista que, bajo la dirección de Santiago Carrillo, aceptó la bandera y la monarquía.
Lo que diferencia la confluencia de estos líderes en la búsqueda de una salida democrática para España de la actitud que adoptaron los sectores de Alianza Popular que propugnaron el no o la abstención en el referéndum constitucional y que, reconvertidos en militantes del Partido Popular, alcanzarían el poder en 1996, es que éstos, a diferencia de los protagonistas de la Transición, no abandonaron sus posiciones anteriores, sino que las convirtieron en su programa, reformulándolas. Basta leer el artículo “Unidad y grandeza”, publicado por José María Aznar en 1979, para entender que lo que el autor defendía entonces, la necesidad de limitar el pluralismo político en nombre de la nación española, siguió defendiéndolo después solo que cambiando el término nación por el de Constitución.
En concreto, la política que defiende el Partido Popular, la política inspirada por los dirigentes que, al identificar la nación española, su idea de la nación española, con la Constitución de 1978, pasaron de presentarse como lo que eran, dirigentes recelosos del pluralismo, a hacerlo como “patriotas de la Constitución”, como constitucionalistas.
A partir de esta síntesis reductora, que tergiversaba el sentido integrador de la Constitución, ningún Gobierno que no encabece el Partido Popular puede ser legítimo, como se ha encargado de recordar Núñez Feijóo al Partido Socialista, tomado el testigo de Pablo Casado, que a su vez lo tomó de Mariano Rajoy al igual que este de José María Aznar.
La pregunta más relevante que cabe dirigir al presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, no es si renovará o no el Consejo General del Poder Judicial, porque no lo hará. La pregunta más relevante, la pregunta de cuya respuesta depende, esta vez sí, el futuro del sistema de 1978, es si, aparte de él mismo y el programa de su partido, considera que algún otro partido y algún otro programa que obtengan una mayoría es digno –o legítimo– de gobernar España.» [José María Ridao – El País – 15 DIC 2022]
renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ)
«Los jueces y magistrados carecen por completo de legitimidad para una operación de naturaleza política como es la transmisión de legitimidad a un órgano de gobierno como es el CGPJ.
El CGPJ es uno de los cuatro órganos constitucionales que la Constitución define. La categoría órganos constitucionales es un numerus clausus. Son los que son y nada más que los que son. Son los siguientes:
Un órgano complejo integrado por dos órganos simples: Las Cortes Generales integradas por el Congreso de los Diputados y el Senado. El Gobierno y el Consejo General del Poder Judicial.
El Congreso de los Diputados y el Senado tienen cada uno de ellos entidad de órgano constitucional, aunque ambos formen parte de un órgano constitucional único: las Cortes Generales. De ahí que sean cuatro y no tres los órganos constitucionales.
Es interpretación de la Constitución por la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional, en cuyo Título IV, “De los conflictos constitucionales”. La regulación de estos conflictos se desarrolla en el Capítulo III del mencionado Título IV: “De los conflictos entre órganos constitucionales del Estado”, en el que solo figuran los mencionados en el artículo 59.
En esa proyección, las Cortes Generales ocupan el lugar más destacado. Es el único órgano constitucional que tiene legitimación democrática directa, que conecta de manera inmediata con el artículo 1.2 de la Constitución.
Las Cortes Generales es el único órgano constitucional que puede transmitir legitimación democrática. El Gobierno y el CGPJ reciben legitimación democrática, pero no pueden transmitirla.
La recepción de la legitimación democrática a través de las Cortes Generales es la condición sine qua non para que el Gobierno y el CGPJ puedan tener la condición de órganos constitucionales.
En ambos casos se trata de una operación de “naturaleza política”. Se trata de las dos operaciones de naturaleza política a través de las cuales el monopolio del poder en que el Estado consiste se expresa de manera tripartita. Es decir, se trata de las dos operaciones constitutivas de la “división de poderes”. El poder del Estado es uno solo, pero únicamente puede operar de manera tripartita.
La pretensión de que los jueces y magistrados que integran el poder judicial puedan designar a los miembros del CGPJ es inaceptable por anticonstitucional. Quiebra nada menos que el sistema de división de poderes previsto en la Constitución.
Los jueces y magistrados que integran el poder judicial tienen legitimidad democrática en el ejercicio de la función jurisdiccional, es decir, en una operación de naturaleza exclusivamente jurídica. Una legitimidad de esta naturaleza no puede ser transmitida. En consecuencia, los jueces y magistrados carecen por completo de legitimidad para una operación de naturaleza política como es la transmisión de legitimidad a un órgano de gobierno, como es el CGPJ.
La legitimidad de los jueces y magistrados es de naturaleza completamente distinta a la legitimidad de los miembros del CGPJ. La de los primeros es de naturaleza exclusivamente jurídica. La de los segundos de naturaleza exclusivamente política. No se puede transitar de una a otra. Es algo constitutivamente imposible.» [Javier Pérez Royo – El diario.es – 5 de enero de 2023]
El Gobierno de Pedro Sánchez
Pedro Sánchez Pérez-Castejón (Madrid, 29 de febrero de 1972) es el actual presidente del Gobierno de España. Es secretario general del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) desde 2017, cargo que ya había desempeñado entre 2014 y 2016.
Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por el Real Centro Universitario María Cristina de El Escorial y doctor en Economía y Empresa por la Universidad Camilo José Cela, su carrera política la comenzó como concejal en el Ayuntamiento de Madrid, entre 2004 y 2009.
Diputado en el Congreso en la IX y X legislaturas, en 2014 sucedió a Alfredo Pérez Rubalcaba al frente de la secretaría general del PSOE, y en 2015 y 2016 fue el candidato propuesto por su partido a la Presidencia del Gobierno.
Tras las elecciones generales de junio de 2016, en medio de una crisis del partido inducida por la tesitura de postular un gobierno alternativo a Mariano Rajoy o abstenerse ante la investidura de este último, Sánchez, contrario a la segunda opción, se vio forzado a dimitir como secretario general del PSOE; más tarde también renunciaría a su acta de diputado.
En junio de 2017 retornó a la secretaría general del partido tras imponerse en primarias a Susana Díaz y a Patxi López.
Tras el éxito de la moción de censura contra Mariano Rajoy de 2018, Sánchez fue investido presidente del Gobierno en junio de ese año. Volvió a ser investido presidente del Gobierno en enero de 2020, tras un acuerdo para la formación de un gobierno de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos. El 25 de noviembre de 2022 fue elegido Presidente de la Internacional Socialista.
Las elecciones generales del 20 de diciembre de 2015 fueron consideradas históricas por la pérdida de apoyo a los dos partidos mayoritarios —Partido Popular (PP) y Partido Socialista Obrero Español (PSOE)—, y la irrupción de dos nuevos partidos políticos en el Congreso de los Diputados —Podemos y Ciudadanos (Cs)—, que dejaron un reparto de escaños que imposibilitó la investidura de un presidente y obligó a los partidos políticos a establecer pactos.
El 22 de enero de 2016, el mismo día en el que el rey propondría un candidato, Pablo Iglesias (Podemos) propuso al rey (incluso antes que al PSOE), un gobierno de izquierdas en coalición en el que la presidencia recaería en Pedro Sánchez (PSOE), y la vicepresidencia en Pablo Iglesias. Ambos socios de gobierno se repartirían equitativamente los ministerios, entregándole uno a Izquierda Unida, propuesta que el mismo Sánchez denegó. Tras esto, el rey propuso como presidente del Gobierno a Mariano Rajoy (PP), quien declinó someterse a la investidura por falta de apoyos parlamentarios.
Los casos de corrupción en los que se veía inmerso el PP dificultaron las negociaciones con Ciudadanos y finalmente Sánchez afirmó que aceptaría una propuesta de investidura, pero con la condición de que Rajoy antes debería ser rechazado por la Cámara Baja en una sesión de investidura. Aun así, en la segunda ronda de contactos, el rey propuso a Sánchez.
Sánchez se sometió a la investidura los días 1, 2 y 4 de marzo de 2016 pero no logró la confianza de la Cámara Baja en ninguna de las dos votaciones celebradas.
Una última ronda de contactos los días 25 y 26 de abril de 2016 llevó al rey a no proponer a ningún candidato para la presidencia del Gobierno.
Debido a la inexistencia de un candidato que contara con los apoyos necesarios hasta la fecha, el 3 de mayo de 2016 el rey ejecutó el mandato constitucional y convocó nuevas elecciones.
El domingo 26 de junio de 2016 se celebraron elecciones generales. Fueron las decimoterceras desde la transición a la democracia y las segundas con Felipe VI como rey.
El partido político más votado fue el Partido Popular (PP), presidido y liderado por el presidente en funciones Mariano Rajoy, que obturo una mayoría simple de 137 escaños. El segundo partido más votado fue el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) de Pedro Sánchez, que obtuvo 85 diputados. Unidos Podemos, coalición electoral liderada por Pablo Iglesias y Alberto Garzón y formada por Podemos, Izquierda Unida, Equo y otros ocho partidos menores de izquierda, obtuvo 45 diputados. En Comú Podem-Guanyem el Canvi, Compromís-Podemos-EUPV: A la valenciana y En Marea todas ellas vinculadas a Podemos y otras formaciones de izquierda, dieron un total de 71 diputados. Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía (Cs), con Albert Rivera al frente, obtuvo 32 diputados.
Tras cuatro meses de negociaciones, Mariano Rajoy fue investido presidente del Gobierno en segunda votación el 29 de octubre de 2016 gracias al voto favorable de Partido Popular, Ciudadanos, Coalición Canaria, Foro Asturias y Unión del Pueblo Navarro y la abstención de la mayoría de los diputados del Partido Socialista Obrero Español.
Primer Gobierno (2018-2020)
Sin embargo, en junio de 2018 al Gobierno del presidente Rajoy le fue retirada la confianza del Congreso de los Diputados mediante una moción de censura que le sacó del gobierno y que conllevó la investidura de Pedro Sánchez como séptimo presidente del Gobierno de España.
La de 2018 fue la cuarta moción de censura desde la transición española a la democracia, y la segunda presentada contra Rajoy tras la presentada por Unidos Podemos el año anterior. Sin embargo, destaca especialmente entre otras por ser la primera de toda la democracia española en prosperar. Por consiguiente, fue también la primera vez que un presidente de un Gobierno de España abandonaba el cargo contra su voluntad sin mediar una petición del rey, un golpe de Estado o una convocatoria electoral.
Adelanto de elecciones
Tras el rechazo recibido en el Congreso de los Diputados a los Presupuestos Generales del Estado de 2019 que tuvo lugar el 13 de febrero de dicho año, Sánchez compareció ante los medios dos días después para anunciar la disolución de las Cortes y convocatoria de elecciones generales para el día 28 de abril de 2019. El PSOE se convirtió en las elecciones del 28 de abril en la fuerza más votada en 15 de las 17 comunidades autónomas, y consiguió una mayoría simple en el Congreso y una mayoría absoluta en el Senado.
Investidura fallida y repetición de elecciones
Tras mantener conversaciones con los representantes de los diversos grupos con representación parlamentaria en el nuevo Congreso fruto de las elecciones de abril, Felipe VI propuso formalmente a Sánchez como candidato a la presidencia del Gobierno el 6 de junio de 2019, aceptando este último el encargo de formar gobierno «con honor y responsabilidad».
Al no disfrutar el Grupo Parlamentario Socialista de una mayoría absoluta para investir a Sánchez sin apoyos, se llevaron a cabo negociaciones a tal efecto con el resto de fuerzas parlamentarias. Tras no alcanzarse un acuerdo de investidura con Unidas Podemos –el «socio preferente» según Sánchez– ni producirse tampoco la abstención de los grupos parlamentarios Popular y/o de Ciudadanos, la investidura fue rechazada por el Congreso de los Diputados en la segunda y definitiva votación el 25 de julio, con 124 votos a favor (123 del PSOE y 1 del PRC), 67 abstenciones (42 de Unidas Podemos, 14 de ERC, 6 de PNV, 4 de EH Bildu y 1 de Compromís) y 155 en contra.
El día 30 de septiembre de 2019 se activó lo dispuesto en el artículo 99.5 de la Constitución y el rey disolvió las Cortes para convocar de nuevo elecciones generales, no habiendo logrado ningún otro candidato los apoyos necesarios para ser investido en los dos meses posteriores a la investidura fallida.
Las nuevas elecciones generales se celebraron el día 10 de noviembre. El PSOE las ganó nuevamente con el 28% de los votos y 120 escaños (tres menos que en la anterior legislatura), siendo la fuerza más votada en 10 comunidades autónomas. En la cámara alta también fue la fuerza más votada con 92 senadores.
Segundo gobierno (2020-)
Tan solo dos días después de los comicios, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias comparecieron conjuntamente anunciando un acuerdo entre el PSOE y Unidas Podemos para formar un gobierno de coalición liderado por el candidato socialista. Tras la ronda de consultas con las formaciones políticas, el rey volvió a proponer a Pedro Sánchez como candidato a la presidencia del gobierno.
Tras aceptar el encargo del rey, Sánchez se sometió al debate de investidura, en el que logró ser investido presidente por mayoría simple en segunda ronda. El candidato cosechó 167 votos a favor (PSOE, Unidas Podemos, PNV, Más País-Compromís, Nueva Canarias, BNG y Teruel Existe), 18 abstenciones (ERC y EH Bildu) y 165 votos en contra (PP, Vox, Ciudadanos, Junts per Catalunya, CUP, UPN, Coalición Canaria, Foro Asturias y PRC).
Un día después, el 8 de enero de 2020, tuvo lugar el acto de toma de posesión del cargo. El 12 de enero, Sánchez presentó la composición definitiva de su gabinete, formado por 22 ministros –17 de ellos a propuesta del PSOE y 5 de Unidas Podemos. Carmen Calvo volvió a ostentar el cargo de vicepresidenta primera del gobierno. Junto a ella se crearon otras tres vicepresidencias, ocupadas por Pablo Iglesias (segunda), Nadia Calviño (tercera) y Teresa Ribera (cuarta).
Tras la publicación de sus nombramientos en el BOE, los ministros prometieron su cargo en el Palacio de La Zarzuela, constituyendo el primer gobierno de coalición de la historia democrática moderna española. Se trata del segundo gabinete más grande de la democracia, tras el tercer gobierno de Adolfo Suárez, y el segundo de la democracia en ser totalmente paritario, tras el segundo gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.
Podemos
Podemos es un partido político que se sitúa entre la izquierda y la extrema izquierda del espectro político. Fue fundado el 17 de enero de 2014, siendo desde su origen hasta mayo de 2021 su secretario general Pablo Iglesias Turrión. En junio de 2021, Ione Belarra asumió la secretaría general.
Cuatro meses después de su formación, Podemos participó en las elecciones europeas de 2014, logrando cinco escaños (de 54) con el 7,98 % de los votos, lo que lo convirtió en el cuarto partido más votado de España.
En los primeros veinte días de la inscripción, reunió más de 100 000 miembros, convirtiéndose en el tercer partido en número de afiliados y en octubre alcanzaba el segundo lugar, con más de 200 000. En 2014 llegó a aparecer como el primer partido del país en intención directa de voto.
En las elecciones generales celebradas el 20 de diciembre de 2015, las listas presentadas por Podemos para el Congreso de los Diputados, en solitario o en coalición con otras formaciones políticas, obtuvieron el 20,68 % de los votos y 69 diputados en el conjunto del Estado.
Desde 2020 es uno de los partidos que forman parte del gobierno de España tras alcanzar un acuerdo con el PSOE.
El origen de Podemos se encuentra en el manifiesto Mover ficha: convertir la indignación en cambio político, presentado el fin de semana del 12-13 de enero de 2014, que firmaban una treintena de intelectuales, personalidades de la cultura, el periodismo y el activismo social y político. En este manifiesto se expresaba la necesidad de crear una candidatura que concurriese a las elecciones europeas de mayo de ese año, con el objetivo de oponerse, desde posturas de izquierda, a las políticas de la Unión Europea para la crisis económica. Aunque no era uno de los firmantes del manifiesto, el 14 de enero se anunció que el profesor de Ciencia Política de la UCM y analista político televisivo Pablo Iglesias encabezaría el movimiento.
El movimiento Podemos se presentó oficialmente el 17 de enero de 2014 en el Teatro del Barrio, en el barrio de Lavapiés de Madrid. Su objetivo fundamental era oponerse a los recortes sociales que estaban siendo llevados a cabo como consecuencia de la crisis económica que atravesaba el país. La nueva agrupación formalizó su inscripción en el Registro de Partidos Políticos del Ministerio del Interior de España el 11 de marzo de 2014.
Entre los puntos programáticos resaltados por Iglesias se encontraban la derogación del artículo 135 de la Constitución (que había sido reformado en septiembre de 2011 por iniciativa del presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero y con el apoyo de PSOE y PP); aplicación plena del artículo 128 de la Constitución («Toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general»), ya que según Iglesias no se estaba cumpliendo; mantener el carácter público de la educación y la sanidad; creación de un parque de vivienda pública y aplicación retroactiva de la dación en pago; y oposición a una reforma restrictiva de la ley del aborto. También reclamaban la derogación de las leyes de extranjería, la salida de España de la OTAN y se pronunciaban a favor de que Cataluña decida sobre su independencia.
Unidos podemos
El partido realizó una consulta a sus bases el 10 y 11 de mayo de 2016 para definir una posible alianza con Izquierda Unida de cara a las elecciones generales del 26 de junio. La coalición adoptó el nombre de Unidos Podemos.
Después de las Elecciones generales de España de abril de 2019 Unidas Podemos trabajó para formar un gobierno de coalición de izquierdas. Durante las negociaciones defendió un reparto proporcional del gobierno según los votos obtenidos por cada partido. Para facilitar la investidura, tuvo diversos gestos, como su renuncia a los "ministerios de Estado" en favor de las "carteras sociales" y en último término, la renuncia del secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, a entrar en el gobierno. A pesar de ello, no se alcanzó un acuerdo y se convocaron nuevas elecciones para noviembre de ese mismo año.
Tras las Elecciones generales de España de noviembre de 2019 Unidas Podemos y PSOE volvieron a tomar negociaciones ante la creciente subida de partidos como VOX y la imposibilidad del partido socialista a alcanzar la mayoría absoluta dentro del congreso.
Tras una serie de negociaciones, Unidas Podemos y PSOE pactan un acuerdo para formar gobierno, en el cual se crearían nuevos ministerios que serían ocupados, junto con los ministerios de la anterior candidatura, tanto por miembros de Unidas Podemos como del PSOE, además de que Pablo Iglesia ocuparía la vicepresidencia segunda del gobierno y la promesa del PSOE a ocupar parte de la agenda política de Unidas Podemos.
Aprovechando las elecciones autonómicas anticipadas de la Comunidad de Madrid de 2021, Pablo Iglesias se presentó como candidato a la Asamblea de Madrid buscando una coalición de izquierdas junto con Más Madrid y PSOE, aunque la coalición no se llegó a dar. La salida de Pablo Iglesias del gobierno central no supuso su salida directa de la actividad política.
Aun consiguiendo tres escaños más en comparación con las elecciones pasadas, Pablo Iglesia no vio los resultados cómo satisfactorios, sobre todo por la gran cantidad de escaños ganados por parte del PP y el empate técnico entre Más Madrid y PSOE, por lo que días más tarde anuncia que abandona la política.
Tras la salida de Pablo Iglesias del gobierno, el puesto de la vicepresidencia que éste ocupaba se le fue dado a Yolanda Díaz, ministra de Trabajo.
Unidas podemos
Unidas Podemos (conocido por las siglas UP y, oficialmente, Podemos-IU), previamente conocido como Unidos Podemos, es una coalición electoral de partidos políticos situados en la izquierda del espectro político formada en 2016. Desde enero de 2020, participa en el Gobierno de España a través de una Vicepresidencia y cuatro Ministerios. Desde su creación, el líder del espacio político fue Pablo Iglesias Turrión, líder también de Podemos, hasta su dimisión el 4 de mayo de 2021, cuando el liderazgo del espacio fue asumido por Yolanda Díaz, exmilitante de Izquierda Unida y militante del Partido Comunista de España.
Inicialmente, fue creado bajo el nombre Unidos Podemos el 13 de mayo de 2016 con el objetivo de presentarse a las elecciones generales del mismo año y agrupó a Podemos, Izquierda Unida, Unidad Popular, Equo, Construyendo la Izquierda-Alternativa Socialista y otras formaciones.
Se presentó en todas las circunscripciones al Congreso de los Diputados y al Senado, excepto en las catalanas (donde se presentó la coalición En Comú Podem), valencianas (donde se presentó la coalición Compromís-Podemos-EUPV: A la Valenciana) y gallegas (donde se presentó la coalición En Marea) a ambas Cámaras y en Ibiza-Formentera al Senado (donde se presentó la coalición Podemos-EU-Más).
En los procesos electorales autonómicos de Galicia, País Vasco, Cataluña y Andalucía celebrados entre 2016 y 2018 se formaron coaliciones similares en los distintos territorios, sumándose en algunos de ellos otras fuerzas de carácter regionalista o localista.
Desde 2019, el espacio político se consolida bajo la nueva marca, Unidas Podemos, si bien en algunas comunidades autónomas la coalición electoral no sale adelante o mantiene nomenclaturas diferenciadas (como Cataluña, donde estos partidos concurren en la coalición En Comú Podem, o Galicia, donde se presentan bajo Galicia En Común).
La modificación de género gramatical respecto a la coalición Unidos Podemos se ha atribuido a «un reconocimiento a la lucha del movimiento feminista». Equo abandonó la alianza en septiembre de ese mismo año. Podemos e Izquierda Unida volvieron a presentarse con el nombre de Unidas Podemos en las siguientes elecciones generales. En junio de 2021, el nuevo partido ecologista Alianza Verde cubrió el hueco dejado por Equo tras escindirse de éste.
Rasgos ideológicos del partido Podemos
Santos Juliá, catedrático de Historia Social y del Pensamiento Político en la UNED, afirmó que las ideas transmitidas por los líderes de Podemos podían concretarse en «la lucha por la hegemonía, de Gramsci; la razón y la mística del populismo, de Laclau; algo de Lenin y mucho de Carl Schmitt».
Antonio Gramsci (1891-1937) fue un filósofo, teórico marxista, político, sociólogo y periodista italiano. Escribió sobre teoría política, sociología, antropología y lingüística. Fue uno de los fundadores del Partido Comunista de Italia, creado en 1921, y después secretario y una de sus figuras de primer plano. Fue encarcelado en Turi bajo el régimen fascista de Benito Mussolini en 1926. Es considerado como uno de los más destacados teóricos del marxismo por sus aportes teóricos en conceptos como hegemonía cultural, bloque hegemónico y posmodernismo en relación con la sociedad de consumo.
Ernesto Laclau (1935-2014) fue un filósofo, teórico político y escritor postmarxista argentino. Era profesor-investigador en la Universidad de Essex. Entre sus libros más mencionados se encuentran Hegemonía y estrategia socialista, coescrito con Chantal Mouffe, y La razón populista. Laclau y Mouffe insertan su teoría en un campo, como ellos mismos definen, postmarxista, el cual busca la deconstrucción del marxismo, cuestionando sus categorías modernas y reactivando el pensamiento político a través de articulaciones teóricas con el psicoanálisis lacaniano y la filosofía contemporánea (sobre todo los aportes de Derrida, Foucault, Wittgenstein, entre otros). Laclau y Mouffe rechazaron el determinismo económico marxista y la noción de que la lucha de clases es el antagonismo crucial en la sociedad. A cambio, llamaron por la democracia radical y el pluralismo agonístico en el que todos los antagonismos puedan ser expresados. En su opinión, «una sociedad sin antagonismos es imposible», por lo que declararon que «la sociedad plena no existe», es quimérico pensar en el cierre de «lo social». El antagonismo, como lucha política en el marxismo, es atravesada por el psicoanálisis lacaniano, por lo que es análoga a una falta constitutiva en la sociedad que impide su cierre o plenitud. Lo político es definido como la lucha por la hegemonía a través de la conquista de lo que Laclau llama «significantes flotantes» o «vacíos», los cuales, estando sobredeterminados discursiva y libidinalmente, articulan a las diversas demandas sociales y por tanto a los sujetos a determinadas posiciones. La democracia radical y plural es planteada como lógica política, la cual por sí misma no implica un proyecto específico sino un campo de acción para la posibilidad de un proyecto revolucionario.
Vladímir Ilich Uliánov, alias Lenin (1870-1924), fue un político, revolucionario, teórico político, filósofo y líder comunista ruso. Líder del sector bolchevique del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR), se convirtió en el principal dirigente de la Revolución de Octubre de 1917. En 1917, fue nombrado presidente del Consejo de Comisarios del Pueblo (Sovnarkom), convirtiéndose en el primer y máximo dirigente de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en 1922. Políticamente marxista, sus contribuciones al pensamiento marxista reciben el nombre de leninismo, o más conocido como marxismo-leninismo, ideología socialista que se expandiría por la mayor parte del «bloque comunista» y en el «segundo mundo» durante la Guerra Fría.En la praxis económica de la Rusia bolchevique, había una diferencia definitoria de economía política entre el socialismo y el comunismo. Lenin explicó su similitud conceptual con las descripciones de Marx de la etapa inferior y la etapa superior del desarrollo económico, a saber, que inmediatamente después de una revolución proletaria en la sociedad socialista de la etapa inferior, la economía práctica debe basarse en el trabajo individual aportado por los hombres y mujeres177 y que el trabajo remunerado sería la base de la sociedad comunista de la etapa superior que ha realizado el precepto social del lema "De cada uno según su capacidad, a cada uno según sus necesidades".
Carl Schmitt (1888-1985) fue un jurista alemán, teórico político y miembro destacado del Partido Nacionalsocialista. Schmitt escribió extensamente sobre el ejercicio efectivo del poder político. En tanto que intelectual conservador, Schmitt destacó como crítico del parlamentarismo, el liberalismo y el cosmopolitismo, y su obra ha ejercido una gran influencia en la teoría política, la teoría jurídica, la filosofía continental y la teología política, pero su valor y su importancia son controvertidos, principalmente debido a su apoyo intelectual y a su participación activa en el nazismo. La obra de Schmitt ha atraído la atención de numerosos filósofos y teóricos políticos, tales como Hannah Arendt, Walter Benjamin, Jacques Derrida, Jürgen Habermas, Chantal Mouffe, y Slavoj Žižek, entre otros. Según la Stanford Encyclopedia of Philosophy, "Schmitt fue un agudo observador y analista de las debilidades del constitucionalismo liberal y del cosmopolitismo liberal, pero no cabe duda de que su cura preferida resultó ser infinitamente peor que la enfermedad".
El igualitarismo o la defensa de la igualdad de oportunidades y del reparto de la riqueza como forma de atajar las graves desigualdades sociales derivadas del capitalismo y de la crisis económica, así como la socialdemocracia, la democracia participativa o el republicanismo, han sido otros rasgos de la ideología del partido Podemos destacados por los analistas políticos. También la firme determinación de atender a demandas «compartidas ampliamente por la ciudadanía como la restitución del decoro ético y social del Estado a través de un paquete de reformas legislativas, constitucionales, que reprima los desmanes y omisiones de partidos e instituciones y fuerce un cambio en el funcionamiento ordinario del poder político», contrastando con «demandas maximalistas (de muy fantasioso cumplimiento)», en expresión del ensayista y escritor Jordi Gracia García publicada en el diario El País. Por razones semejantes, el igualitarismo defendido por el partido, ha sido calificado como utópico por Salvador Aragonés, quien encontraba sus raíces «en Marx y Lenin y un populismo imitando a la Venezuela de Chaves [sic] y al peronismo argentino», para concluir que podría terminar en una «dictadura cerrada» al primar la igualdad sobre la libertad.
Para Antonio Elorza, catedrático de Ciencias políticas de la Universidad Complutense de Madrid, Podemos daría «prioridad a necesidades bien reales (desahucios, pensiones, corrupción)», pero prescindiendo de una estimación de sus costes y con «mentalidad chavista» disuelta en el extenso programa del partido, por lo que «es justa la calificación de populismo».
En el mismo sentido, se expresa José Ramón Montero, catedrático de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid, quien opina sobre Podemos que «combinan en mayores o menores dosis recetas extraordinariamente simplificadas de neopopulismo, antieuropeísmo, antipartidismo y antisistema, así como un izquierdismo maximalista aplicado sin muchos matices a todas las causas, todos los líderes, todos los países».
El director del Departamento de Sociología y Ciencia Política de la Universidad de La Coruña, Santiago Míguez, los profesores de Economía José Ignacio Conde-Ruiz y Juan Rubio-Ramírez, o Mauricio Rojas, profesor adjunto de Historia Económica en la Universidad de Lund, mencionan como componentes populistas del partido el fuerte liderazgo, con rasgos mesiánicos y contrario al establishment, y un programa atractivo para «la gran masa de descontentos», que de ejecutarse podría comportar más inconvenientes que beneficios.
En sentido contrario, José Luis Villacañas, catedrático de Filosofía en la Complutense, señaló en un artículo publicado en El Confidencial que Podemos no parece una mera formación populista «porque ha dado señales claras de querer ser también una organización de oferta, y no un grupo que sólo parasita y recoge las demandas populares» y añade que su apuesta teórica no se identifica con un líder, sino con la formación de un colectivo.
La aceptación por parte de Podemos del sistema representativo y de participación, a diferencia de los populismos de izquierdas, construidos en torno a la personalidad de un líder carismático so pretexto de combatir a las oligarquías, junto con su renuncia a representar a la totalidad de la sociedad, para dirigir su discurso a un determinado sector del espectro social, alejarían al partido de los populismos latinoamericanos y del modelo venezolano, según Norbert Bilbeny, catedrático de Ética en la Universidad de Barcelona, y Àngel Casals, profesor de Historia Moderna en la misma universidad.
Juan Carlos Cuevas, profesor de la Complutense, e Ignacio Sánchez-Cuenca, director del Instituto Carlos III-Juan March y profesor de Ciencia Política de la Universidad Carlos III, entre otros analistas, rechazan la utilización del término populismo en relación con Podemos, por entender que se trata de «un recurso manido y perezoso ante cualquier propuesta que amenace el statu quo», como ocurriría con las novedosas respuestas de Podemos a las demandas ciudadanas.
Desde el propio partido, Ariel Jerez, profesor de Ciencia Política en la Universidad Complutense, lamentó que el término «populismo» tenga una carga negativa que atribuyó a la acción de los grandes medios de comunicación, y opinó que Podemos «tiene un componente populista autoasumido, incluso dentro de un debate», y que tal debate es un avance. En la misma línea, el jefe de campaña de Podemos, Íñigo Errejón, manifestó que «existen condiciones para que un discurso populista de izquierdas, que no se ubique en el reparto simbólico de posiciones del régimen, sino que busque crear otra dicotomía, articule una voluntad política nueva con posibilidad de ser mayoritaria».
La izquierda y la crisis de valores
«La izquierda está con una crisis de valores increíble. La derecha, por su parte, es distinta. Cuando se siente en peligro, al toque de corneta, se une enseguida, pero la izquierda no. La izquierda es discursiva, es crítica y es como un sueño de igualdad, de libertad y de fraternidad. Cuando un solo concejal de izquierdas se corrompe, en realidad se corrompe todo el sueño. Y el virus de la crítica, que es casi sustancial a la izquierda, también es autodestructivo. Además, en la actualidad, casi no se sabe lo que es la izquierda y la derecha. Por eso hay una crisis de valores. Hoy, la derecha europea es prácticamente socialdemócrata. La revolución de los valores es una descarga casi irracional a la que nos estamos enfrentando. Y si, encima, la izquierda tiene el virus de la crítica en su propio seno, está ya todo claro.» [Manuel Vicent, en infoLibre – 30 de mayo de 2021]
La oposición al gobierno de coalición de Sánchez
«La oposición ha actuado mal porque parte del hecho de que el Gobierno es ilegal o ilegítimo y de que, con la moción de censura, robaron el poder en una jugada de póquer. Encima, en la política española ya no hay adversarios, sino enemigos, y el odio es la cápsula fundamental, el veneno fundamental que rige la vida pública. Valerse de una pandemia para derrocar al gobierno… Con eso está todo dicho. Es una deslealtad porque, en el fondo, creo que la derecha clásica española se cree la dueña del cortijo [finca rústica con vivienda y dependencias adecuadas, típica de amplias zonas de la España meridional] y considera a la izquierda como una especie de aparcero. Les permiten cuidar la finca, ser honestos y esas cosas, pero, a la mínima, tienen que irse. Por otra parte, la izquierda tampoco acaba de quitarse de encima el complejo de okupa. Es como si no estuviera segura de que los votos le otorgan tanto derecho como a la derecha para gobernar.» [Manuel Vicent, en infoLibre – 30 de mayo de 2021]
«La oposición de palabras gruesas y “patada p´alante” ha contribuido a crear un clima de crispación donde las voces más intransigentes han ido adquiriendo cada vez mayor peso. Llamar al presidente del Gobierno felón, traidor, okupa, o directamente tratar a este Gobierno de “ilegítimo” no es inocuo. La agresividad y la beligerancia van calando en las propias filas y, cuando te quieres dar cuenta, presiones internas y externas al partido te llevan a dar marcha atrás en una cuestión estratégica, aun a costa de echar por tierra la percepción de hombre de Estado que podría llevarte a la Moncloa.
España lleva demasiado tiempo sin una derecha liberal, moderada y moderna, similar a sus análogos europeos. En cada uno de los últimos debates políticos habidos en España –por cuestiones tan variopintas como la memoria democrática, los derechos de las mujeres o la progresividad fiscal–, los conservadores han mostrado un argumentario reaccionario y desregulador muy alejado de los principios liberales que enarbolan los conservadores europeos que buscan distinguirse de la ultraderecha. Falta de estrategia o despiste ideológico al que me refería la semana pasada.» [de Infolibre]
La caída de Ciudadanos
Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía (Cs; anteriormente, C's), o simplemente Ciudadanos, es un partido político liberal fundado en 2006 en Barcelona, con germen en la plataforma cívica Ciutadans de Catalunya, creada el 7 de junio de 2005 en Barcelona por un grupo de quince intelectuales, profesores universitarios y profesionales de diversos campos. Se comprometían a impulsar la constitución de una nueva fuerza política de ámbito catalán. Se declararon opuestos a lo que consideraban como la imposición del nacionalismo catalán desde diversos ámbitos del poder en Cataluña, lo que calificaron como «nacionalismo obligatorio».
Cs es actualmente un partido de ámbito nacional, con representación en el Parlamento Europeo, el Senado y el Congreso de los Diputados, parlamentos autonómicos y ayuntamientos. Forma parte de la oposición al gobierno de Pedro Sánchez.
Oriol Bartomeus, profesor de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Barcelona, consideraba que, si solo se analizan las propuestas del partido, «Ciudadanos es un partido próximo a la derecha por lo que respecta a la economía (liberalismo, cercanía con el mundo empresarial), pero cercano a la izquierda en los valores (aborto, matrimonios del mismo sexo)».
La socióloga Helena Béjar clasificaba a Ciudadanos en sus primeros años, 2007, dentro del «neoespañolismo», una ideología que, distanciada del españolismo tradicional, trataría de defender la unidad de España desde posiciones próximas a un «lenguaje republicano», en una postura que Molina Aparicio describía como «confusa».
Más adelante otros autores han destacado por el contrario rasgos como el «no nacionalismo», la «oposición» al nacionalismo o la defensa del Estado de las autonomías, además del laicismo. El economista liberal libertario Juan Ramón Rallo ha descrito al partido como parte del «consenso socialdemócrata». Asimismo, en un principio algunos medios como El Mundo o Reuters recogieron la propia definición de Ciudadanos –actualmente eliminada de los estatutos del partido– como socialdemócrata. Federico Finchelstein identifica a Ciudadanos con un «populismo neoliberal y light».
El partido es calificado como europeísta, ya que es un fuerte defensor de la unidad política y económica de la Unión Europea. A nivel europeo, Ciudadanos es miembro de la Alianza de los Liberales y Demócratas por Europa y del grupo en el Parlamento Europeo; Renovar Europa.
«Nadie se puede sentar entre dos sillas. Ciudadanos nació de una especie de grupo de amigos un poco cachondos. Su germen de nacimiento era contestatario, alegre y confiado, pero fue creciendo. Pudo haber sido el germen de esa derecha que todo el mundo deseamos: una derecha inteligente, pactista, que pueda estar dando un brazo a la izquierda y otro a la derecha, que sirva de bisagra. En pocas palabras, lo que es una derecha normal y corriente en los demás países. Aquí, sin embargo, se desarrolló mal. La desaparición de Ciudadanos es el pecado de haberse presentado desnudo –como hizo Rivera en sus comienzos–, pero tapándose lo único que la gente quiere ver: que seas un buen gobernante.» [Manuel Vicent, en infoLibre – 30 de mayo de 2021]
«En un momento en el que PSOE ya había sufrido un fuerte debilitamiento y en el que, por mucho que se recuperara, no iba a llegar a ser nunca el que fue en las décadas anteriores y en el que el PP, minado por la corrupción, solamente podía ir hacia abajo, Ciudadanos parecía configurarse como una pieza clave en el terreno de juego del inmediato futuro. Casi cualquier posible opción de Gobierno tendía naturalmente hacia él. Llevaba camino de convertirse en el partido indispensable para la formación de Gobierno, aunque todavía no para ocupar la presidencia del mismo.
Con la reacción de Albert Rivera al éxito de la moción de censura contra Mariano Rajoy en 2018, dicha posibilidad se difuminó. Y con ella se difuminó también la posibilidad de que la nueva etapa del Sistema Político de la Segunda Restauración con Felipe VI se diferenciara radicalmente de lo que había sido la primera con su padre como Rey.
El cordón sanitario que Albert Rivera decidió establecer en torno al PSOE acompañado de un rabioso antinacionalismo catalán y vasco y de una reafirmación brutal del nacionalismo español, ha conducido a sustituir el bipartidismo de partidos de la primera época de la Segunda Restauración, por un bipartidismo de bloques, en el que los márgenes de maniobra para hacer política casi desaparecen. Ha alterado el sistema de partidos, pero para hacerlo menos flexible. La polarización política es muy superior a la de los pasados decenios.
Albert Rivera y Ciudadanos han podido ser casi todo y van a acabar siendo prácticamente nada. En positivo su trayectoria no pasará de ser una nota a pie de página en el tránsito del reinado de Juan Carlos I al de Felipe VI. Pero en negativo puede tener efectos mucho más profundos.» [Javier Pérez Royo – El Diario - 23/12/2019]
Vox por dentro
«La derecha ultra ha consolidado su espacio en España. El voto a Vox es todavía minoritario pero fiel, muy convencido y no se reconoce a sí mismo ubicado en la extrema derecha.
La ultraderecha sociológica no se percibe como tal –solo el 11,9% de los votantes de Vox se sitúa ahí– y no cree que las propuestas del partido de Santiago Abascal vulneren principios del Estado de derecho consagrado en la Constitución. La adhesión a Vox entre sus votantes está blindada contra toda duda y se identifican sobre todo como patriotas (43%) o nacionalistas españoles (casi un 30%). El rechazo a la inmigración, incluida la expulsión de ilegales, es el motor de adhesión más claro (55,6%), junto a la propuesta de ilegalizar a los partidos separatistas (43,7%), promover una recentralización del Estado (25%) y derogar la ley de violencia de género (25%), por encima del 17,1% partidario de suprimir la ley del aborto y la eutanasia. La inmensa mayoría identifica como elementos propios de la formación la valentía, la ruptura con el lenguaje políticamente correcto, su óptima preparación técnica y, sobre todo, la defensa de la “gente corriente”: nacionalpopulismo en estado puro.
El espacio ideológico que comparte el votante de Vox con el del PP discurre por franjas amplias que podrían propiciar un trasvase de voto. De hecho, cerca del 50% del electorado del PP se sentiría satisfecho o tranquilo con ministros de Vox en el Gobierno de España, y por encima del 30% del electorado del PP simpatiza con la posición de Vox en inmigración, ilegalización de partidos separatistas y recentralización del Estado.
El contraste más radical está en la distancia de esas posiciones con la población general, que no duda en situar a Vox en la extrema derecha o muy cerca de ella (lo cree más del 70%), y un 30% los identifica como fascistas. Otro dato relevante es que el 42% de los españoles (y el 70% de los votantes del PP) creen que Vox debe ser tratado “como un partido más”. Un 21% es partidario de impedir que forme Gobierno, es decir, que se le aplique el cordón sanitario o cordón democrático que excluye a los ultras de los gobiernos en países como Alemania, pero llega hasta el 47% sumando a quienes lo quieren ilegalizar o lo descartan de cualquier acuerdo.
La disparidad es flagrante entre la consideración que merece Vox a la mayoría de la población y el modo en que su votante lo percibe, incluso cómo lo percibe una parte de los votantes del PP, y esa puede resultar la mejor noticia cuando la expectativa de voto no rebasa el 13%. Vox ya está en las instituciones gracias al voto de los ciudadanos. Lo que habrá que decidir en Castilla y León es si una minoría que defiende la derogación de las leyes de apoyo a las víctimas de la violencia de género y ha exhibido posiciones claramente xenófobas debe intervenir en el Gobierno de una autonomía.» [Editorial de El País – 22 FEB 2022]
15-M: esperanzas frustradas
«Diez años después, persiste la precariedad juvenil y la desconfianza en los partidos. El décimo aniversario del 15-M debe servir a la sociedad española como sonoro recordatorio de que los problemas sociales que el emblemático movimiento colocó en la agenda política siguen vigentes. Algunos de ellos, desgraciadamente, incluso han empeorado. El fracaso de España al ofrecer un horizonte razonable de expectativas materiales y emocionales a la juventud es un hecho endémico difícil de explicar —imposible de comprender para quienes lo sufren—. Aunque es necesario alejarse de posiciones fatalistas o condescendientes, lo cierto es que, tras diez años de cambios políticos profundos en el sistema, que acabaron con el bipartidismo y renovaron generacionalmente a toda la cúpula del poder político —incluida la Monarquía—, el país aún no se ha tomado en serio este desafío.
A pesar de que los reclamos de los indignados se articularon especialmente en torno a demandas de profundización democrática, su expresión generacional visibilizó la precariedad de una juventud muy marcada por la gran recesión de 2008. En el apartado del sistema de partidos, sí se han producido cambios, aunque lamentablemente con un balance de conjunto insatisfactorio. El estallido del movimiento propició una transformación del marco político y la canalización de un descontento social, en su día encauzado institucionalmente sobre todo por Podemos y su líder Pablo Iglesias. Podemos promovió una nueva reflexión sobre la democracia y el deterioro de sus instituciones, y abrió la ventana de oportunidad para la entrada de otro partido en la escena nacional como Ciudadanos, más vinculado a las élites. La formación de Albert Rivera adoptó la bandera de la regeneración política, transparencia, y democracia interna de los partidos. Pero tanto él como Iglesias dirigieron sus formaciones con mano de hierro; aunque consiguieron exportar a las fuerzas políticas tradicionales mecanismos como elecciones primarias o dispositivos similares para la selección de sus élites, es dudoso que esos instrumentos hayan sido útiles en lo que se proponían, esto es, incrementar la calidad democrática de los mismos.
Ambos partidos han sido útiles para dar repercusión a malestares justificados, como la denuncia de procesos endogámicos de selección de élites, el tapón generacional que impedía el acceso a nuevos liderazgos, la parálisis de un sistema político ante el aumento de la desigualdad y de la extendida corrupción. Pero, desafortunadamente, se han logrado avances solo parciales en estas áreas.
A la vez, el sistema hoy está más polarizado, en parte por el cruce de caminos entre democracia y populismo que Podemos activó de forma irresponsable, y la incomprensible negativa de Rivera a ejercer como partido de centro. No solo: diez años después de la aparición de esa demanda de regeneración y nueva representación, el 90% de los españoles dice desconfiar de los partidos políticos, según el Eurobarómetro. Una señal muy grave.
El 15-M supuso un punto de inflexión en la vida política de este país. Pero el cambio que impulsó ha fallado, en gran medida, en la tarea de atender reivindicaciones legítimas. Hará bien el sistema en reconsiderar esos fallos, esa desconfianza hacia la política, ese abandono de las generaciones jóvenes. Por sentido de justicia hacia los más desfavorecidos y por el bien y la estabilidad del sistema.» [El País – 15 MAY 2021]
la centrifugación de la política
«Nuestro sistema padece graves problemas en su función de integrar el pluralismo político, piedra de toque para diferenciar el autoritarismo de la democracia, y dentro de esta, entre la representación mayoritaria y la proporcional. Aquí no solo se penaliza y lamina al centro moderado, sino que a derecha e izquierda se lucha por alcanzar la hegemonía tratando de purgar a todos los rivales.
Donde el pluralismo genera más tensiones es sin duda en la periferia del sistema, dada la competición eliminatoria entre los soberanistas (JxCat contra ERC, Bildu contra PNV) y entre los grupos situados a la izquierda del PSOE. ¿Cómo entender semejante centrifugación?
Se trata del mayor rasgo diferencial de nuestra cultura política, una especie de continuidad histórica explicable por la teoría de la dependencia de la senda (path dependency), aplicada por Pierson al campo de la política. Desde la revolución industrial, tenemos el hábito adquirido de primar la confrontación sobre la cooperación; especialmente entre la izquierda asalariada, pues la derecha propietaria está más cohesionada por el cemento de sus intereses comunes. Así se demostró durante los años 30, cuando la división del bando republicano le hizo perder la Guerra Civil contra la unidad de los golpistas. Y desde entonces las izquierdas continúan porfiando en excluirse mutuamente, tratando de desbordar a sus rivales con mayores muestras de radicalismo que ellos. Es el síndrome de Izquierda Unida, esa confluencia de siglas en torno al PC incapaz de entenderse mucho tiempo porque su cemento cohesivo es la fobia contra su enemigo común: el PSOE.
Durante un tiempo pareció que los nuevos movimientos sociales, sobre todo tras el 15-M, serían capaces de trascender y sublimar ese destructivo habitus izquierdista. Pero no fue así, pues el actor político llamado a hacerlo, con el nombre de Podemos, fracasó en el intento, recayendo en los peores vicios de tan pueril izquierdismo (Lenin dixit). De ahí que su líder, al ver el abismo electoral que se abría bajo sus pies, optara por retirarse, pasándole el testigo a la camarada Yolanda. Y de nuevo la izquierda radical vuelve a subir la piedra a lo alto de la montaña como Sísifo, esperando refundar por enésima vez otra nueva confluencia o frente amplio izquierdista.
Pero aquí hay algo que no cuadra. Nos quieren vender el relato de que Iglesias, que hasta ahora se había demostrado inflexible purgando a todos sus rivales, se habría regenerado como Pablo camino de Damasco, convirtiéndose en un líder emérito, altruista y desinteresado, que abdica de su poder y le cede gentilmente su puesto a la delfina designada por él sin concurso de las bases. Pero ¿acaso no suena esta historia a Néstor o a Putin delegando su poder en Cristina o en Medvédev? ¿Aceptará Yolanda representar el papel de una nueva Evita?» [Enrique Gil Calvo – El País – 19 OCT 2021]
Sánchez o España
«Como ha sucedido en otros momentos de nuestra historia, el nacionalismo español se alimenta de sus enemigos internos. Así, se ha resucitado la idea de la anti-España, en un primer momento formada por los independentistas catalanes, la izquierda abertzale y la izquierda de Podemos. Una vez constituido el Gobierno de coalición entre PSOE y Unidas Podemos, que sobrevive gracias al apoyo parlamentario de diversos grupos nacionalistas, la idea de anti-España ha ido creciendo hasta acabar por engullir al propio Partido Socialista. A pesar de que el PSOE fue leal con el PP durante la crisis catalana y no cuestionó en ningún momento la estrategia represivo-judicial del Gobierno de Mariano Rajoy (todavía en mayo de 2018 Sánchez decía en una entrevista televisada que lo sucedido en Cataluña era un delito de rebelión), ahora la derecha está promoviendo la tesis de que Sánchez es el líder supremo de la anti-España. Según puede leerse a diario en los columnistas más recalentados de la derecha, Sánchez tiene la voluntad de desguazar España y permanecer indefinidamente en el poder. Para lograr sus fines, está intentando dar un golpe de Estado, igual que hicieron los independentistas en 2017.
A los lectores que no siguen los medios de la derecha puede que todo esto les sorprenda, pero les aseguro que no exagero. Estas cosas se escriben a diario en la prensa española. Y el problema es que ya no se dice solo en los márgenes del Partido Popular. El discurso paranoide y excluyente de la anti-España ha calado en el principal partido de la oposición. Isabel Díaz Ayuso recurrió a la fórmula “Sánchez o España” el pasado 30 de noviembre y su fiel escudero, Alberto Núñez Feijóo, elevó la fórmula a consigna de partido el 19 de diciembre, anunciando que el conflicto político se reduce en estos momentos a “este Gobierno o España”. Lo que se está diciendo es, sencillamente, que el actual Gobierno de la nación pone en peligro la supervivencia misma del Estado. Ni Pablo Casado se atrevió a llegar tan lejos.» [Ignacio Sánchez-Cuenca, El País – 10 ENE 2023]
el proyecto político de La vicepresidenta Yolanda Díaz
Yolanda Díaz Pérez (Fene, La Coruña, 6 de mayo de 1971) es una abogada laboralista y política española, ministra de Trabajo y Economía Social desde enero de 2020 y vicepresidenta segunda del Gobierno de España desde julio de 2021. Entre marzo de 2021 y julio de 2021 también ejerció como vicepresidenta tercera del Gobierno de España.
Militante del Partido Comunista de España y miembro de Unidas Podemos, fue también afiliada y líder de Esquerda Unida –se desvinculó de la formación en 2019–, de cuyas listas formó parte en diversas convocatorias electorales en Galicia. A partir de 2012, se presentó en coalición con otras formaciones políticas. El partido recibía el nombre de En Marea.
Es la fundadora e imagen principal de la plataforma Sumar, que se presentará a las próximas elecciones generales de España, que se celebrarán no más tarde del 10 de diciembre de 2023. Sumar es una plataforma política española de tendencia progresista. La plataforma se registró provisionalmente como asociación el 28 de marzo de 2022 y se dio a conocer públicamente el 18 de mayo.
Como resultado de la salida de Pablo Iglesias de la política activa en mayo de 2021, la ministra de Trabajo y Economía Social, y, desde julio de 2021, vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, pasó a ser ampliamente considerada como la presunta sucesora de Iglesias como candidata a Presidenta del Gobierno en las próximas elecciones generales. Díaz expresó su voluntad de dar forma a una nueva plataforma electoral que trascienda los partidos políticos, así como la marca Unidas Podemos, con el objetivo de conseguir el apoyo de fuerzas ideológicamente cerradas como En Comú Podem Compromís y Más Madrid/Más País al tiempo que da un papel preponderante de la sociedad civil.
La alianza entrante de izquierda liderada por Díaz también fue bien recibida por el presidente del Gobierno Pedro Sánchez, quien consideró importante que el "espacio progresista" esté en "mejor forma" para que su gobierno pueda mantener y expandir su mayoría en las próximas elecciones. Si bien el término "Frente Amplio" se ha utilizado con frecuencia en los medios para referirse a la plataforma de Díaz, se ha comentado que la propia Díaz ha rechazado el uso de este nombre por sus conexiones con marcas similares utilizadas por alianzas populistas de izquierda en América Latina. La propia Díaz ha asegurado que, si bien se siente cómoda con el concepto de "Sumar", puede que no sea el nombre definitivo de su plataforma, dependiendo de los procesos administrativos y burocráticos.
«Para que el proyecto constituyente anunciado por Yolanda Díaz avance deberán desandarse falsos atajos y abandonar el espejismo del partido sin organización. Esta quimera ha tenido un alto precio en forma de estructuras políticas muy jerarquizadas y, en consecuencia, altamente sensibles a las crisis cupulares.
La izquierda que representa Yolanda lleva años intentando superar la crisis del “partido” por excelencia. Las sucesivas explosiones de lo existente han generado una constelación de estrellas que tienden a reencontrarse utilizando la técnica de las matrioskas. Mientras, la nueva política ha teorizado los partidos movimiento que, sin organización, acaban siendo plataformas presidencialistas, tan efímeras como sus liderazgos. En el partido matrioska la muñeca exterior, que se legitima electoralmente ante la ciudadanía, contiene en su interior otra muñeca parecida que, a la vez, encierra otra más pequeña aún que se arroga la función de marcar el paso a todas las demás. En el partido movimiento, algunos se reservan la función de núcleo irradiador o nave nodriza: se invoca mucho a Gramsci y Laclau pero la inspiración llega de Lenin.
Ninguna de estas fórmulas es sostenible. No facilitan la tarea de intelectual colectivo y la construcción de los imprescindibles consensos internos. Al contrario, promueven identidades cerradas y egos colectivos que dificultan el debate y así aumentan el riesgo democrático, común a toda la política, de que al final las decisiones importantes se tomen en la cocina de un apartamento, en el despacho de un spin doctor o en un grupo de Telegram. Incluso los liderazgos socialmente potentes requieren de organizaciones sólidas.
No es menor el reto de definir la estructura territorial. Un proyecto que defiende la plurinacionalidad de España y una gobernanza federal debería adoptar formas organizativas coherentes con esta forma de entender el país. Eso tampoco será fácil. Los intentos de reconstrucción de este espacio político han evolucionado de diferente manera en cada territorio, como si se tratara de especies endémicas en islas aisladas. La solución no parece estar ni en la centralización ni en un pacto de autarquías consentidas. Quizás la respuesta esté en una organización en red, capaz de recuperar la cooperación y la lealtad propias del mejor federalismo.
Ojalá que la apertura hacia la sociedad, anunciada por Yolanda Díaz, promueva un proceso constituyente sobre bases nuevas porque el éxito de este proyecto interesa a su espacio político, al conjunto de las izquierdas y a la propia democracia.» [Joan Coscubiela, sindicalista y político – El País – 29 OCT 2021]
Pedro Sánchez pasará a la historia
«Una de las cosas por las que pasaré a la historia, ha declarado Pedro Sánchez, es por haber exhumado al dictador. La afirmación puede resultar excesivamente modesta: hay otros motivos por los que pasará a la historia.
Por ejemplo, es el primer presidente del Gobierno de nuestra democracia en un Ejecutivo de coalición, y al mismo tiempo en una cosa indefinida, porque el Gobierno a veces lo forman dos grupos y a veces tres, y en ocasiones es un órgano colegiado, pero en otras no.
Ha tenido que lidiar con una pandemia y un volcán. Bajo su gobierno hubo dos estados de alarma inconstitucionales y más de un millón de multas que fueron anuladas. El presidente también habla inglés. Esta extraordinaria habilidad fue útil para interceptar a un presidente estadounidense en un pasillo y para celebrar una cumbre de la OTAN que salió muy bien.
Pasó del no es no al sí es sí. Es el presidente que ha firmado más reales decretos leyes: 132 en algo más de cuatro años, según Maldita.es; Felipe González firmó 129 en 13 años y medio. Es el primer presidente del Gobierno que puso a una pareja en el Consejo de Ministros.
Dirige el primer Gobierno que ha hecho a dos exministros de Justicia fiscal general del Estado y magistrado del Tribunal Constitucional, respectivamente. Pasará a la historia por el cambio en la posición española con respecto al Sáhara occidental, del que los españoles nos enteramos por un comunicado del Gabinete real de Marruecos.
Pasará a la historia por haber desinflamado el secesionismo, según algunos, o por lo que, en palabras de Juan José López Burniol, es una amnistía camuflada: indulto y eliminación del delito de sedición.» [Daniel Gascón – El País – 01 DIC 2022]
Contra Felipe González
«El dirigente socialista ha sido el político más importante de la España moderna, porque ninguno de sus colegas transformó de raíz el país como él lo hizo. Es un viejo truco que los escritores conocemos bien: consiste en proclamar que el mejor libro de Cervantes es el Persiles y no el Quijote. En definitiva: se trata de relegar o denigrar lo bueno y de enaltecer lo mediocre o lo malo, no sólo para hacerse el interesante y dar el pego entre los incautos, sino sobre todo para intentar que, gracias a la exaltación general de la mediocridad, la nuestra pase inadvertida, o al menos no contraste de manera demasiado cruel con la excelencia ajena.
Esta bajeza, que tantos beneficios reporta a quien la practica, es habitual también en política, y durante la última década algunos protagonistas de la Transición han sido sus víctimas predilectas. El resultado lo ha descrito muy bien Miguel Aguilar: la gente de nuestra generación se siente mucho más orgullosa de sus abuelos, responsables de una guerra que costó más de 600.000 muertos y provocó una dictadura de cuarenta años, que de sus padres, artífices de una Transición que dejó poco más de 700 muertos y engendró una democracia de cuarenta años. Es una estupidez colosal, de la que no podemos culpar a nadie salvo a nosotros mismos, por permitir que una panda de políticos e intelectuales de tercera categoría engañara al personal con una versión fraudulenta de la historia, según la cual la Transición fue un trampantojo cuyo resultado no fue una democracia de verdad sino una prolongación del franquismo por otros medios: el llamado Régimen del 78. Una estupidez, un delirio, una trola como una casa.
No resulta fácil hacerse cargo ahora mismo de la inmensa ilusión concitada por Felipe González en octubre de 1982: para intentarlo, quizá lo más sencillo sea recordar que se granjeó una confianza tan ingente que, hasta donde alcanzo, es el único político español de primer rango a quien los ciudadanos conocíamos por su nombre de pila, y a quien sólo sus enemigos acérrimos llamaban por su apellido.
Lo cierto es que aquellas remotas elecciones eran las primeras en que, tras más de cuarenta años de guerra y dictadura, España elegía un Gobierno de izquierdas (y encima por mayoría aplastante), y que aquel andaluz jovencísimo, apuesto, encantador, inteligente, cosmopolita, persuasivo y aconsejado por maestros expertos –Willy Brandt, Bruno Kreisky, Olof Palme, sobre todo Olof Palme– parecía no sólo capaz de espantar de una vez por todas la maldición histórica que, según una funesta leyenda cainita, pesaba sobre este país de todos los demonios, devolviéndolo a Europa, sino que además prometía una civilizada Suecia del sur, con sol, Mediterráneo y tapas.
Quince años después de la salida de González del poder, veinte desde el fin de la Transición, nadie salvo nosotros podía considerarse responsable del desaguisado, pero optamos por culpar a papá y mamá y, como Adolfo Suárez y Santiago Carrillo estaban muertos, arremetimos contra Felipe, que allí seguía, tocando las narices. Años atrás, aquel hombre había sido demonizado por la derecha, pero ahora también lo fue por la izquierda, sobre todo por la nueva izquierda, que, como antes había hecho la derecha, lo reducía a sus responsabilidades (reales o supuestas: reales y supuestas) en el GAL y en la corrupción de los años postreros de su mandato, como quien reduce Cervantes a las flatulencias pastoriles de La Galatea o García Márquez a las blanduras de Del amor y otros demonios.
Un tal González, el último libro de Sergio del Molino, intenta honestamente entender al personaje en toda su complejidad. Hacia el final de su recorrido, Del Molino, que no oculta los deméritos políticos de su protagonista, hace un recuento de sus méritos: la creación de un sistema de salud pública para todos por vez primera en España; la universalización de la enseñanza en cualquiera de sus ámbitos; la nivelación de las infraestructuras de transporte con las del resto de Europa, que convirtió en emblema del cambio político la transformación de las carreteras bacheadas en autovías; la a menudo dolorosa modernización de la economía, que pasó de un sistema cerrado y obsoleto a uno abierto y competitivo; la descentralización del poder y el desarrollo de esa suerte de Estado federal que nosotros llamamos autonómico; el retorno a Europa que, desde hacía más de dos siglos, venían reclamando los mejores españoles… En fin: no es una Suecia del sur, pero hay que acumular una ignorancia apoteósica del pasado para no reconocer que la España moderna nunca había estado tan cerca de serlo.
Todo esto no significa por supuesto que Felipe González no cometiera errores, algunos de ellos graves, durante su mandato y después de su mandato. Los primeros son bien conocidos; en cuanto a los segundos, menciono tres, también muy notorios: la mejorable administración de sus palabras (y sus silencios); la dificultad para aceptar sin protestas ni mala cara que sus herederos se equivoquen como se equivocó él; el nerviosismo que a veces deja entrever por el lugar que le reserva la historia.
Este último yerro, que Felipe negará, es el más evidente y el más grave (y el responsable sus ocasionales respingos de irritación o de soberbia). Porque, como sabe muy bien el expresidente, que es aficionado a la historia, ésta no se equivoca nunca.
Adolfo Suárez fue el político más contundente y resolutivo del siglo XX español, pero su obra esencial –cambiar en menos de un año una dictadura de casi medio siglo por una democracia o por los fundamentos de una democracia, sin la guerra abierta o la revolución sanguinaria que tantos auguraban– parece con la perspectiva del tiempo más propia de la prestidigitación que de la política; Felipe González ha sido, en cambio, el político español más importante de la España moderna, porque ninguno de sus colegas transformó de raíz el país como él lo hizo. En todo caso, lo seguro es que ha contribuido infinitamente más a mejorar la vida de sus conciudadanos que cuantos, desde todos los confines del espectro ideológico, continúan abominando a diario de él. Esto no es una opinión: es un hecho.» [Javier Cercas – El País – 28 OCT 2022]
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