Alma de Garibay

© Justo Fernández López www.hispanoteca.eu

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¿Qué significa como el alma de Garibay? En algún diccionario bilingüe lo he encontrado como sinónimo de alma de cántaro, traducido como “Einfaltspinsel“.

Según María Moliner, ser alma de cántaro: “ser persona despreciable, insensible, incapaz de entusiasmo, generosidad o cualquier sentimiento o interés noble“. Mientras que para el DRAE alma de cántaro: “Persona sumamente ingenua, pasmada o insensible“.

Los diccionarios bilingües suelen registrar alma de Garibay junto con alma de cántaro y traducen ambas expresiones por ’Einfalstpinsel’. Como se puede ver en las citas más abajo, ser alma de Garibay es pecar de tonto. Es no ser tan bueno como para merecer el cielo, ni tan malo como para ir al infierno: el alma de Garibay, que ni es de Dios ni del diablo. Recuerda el pasaje del Apocalipsis:

«Conozco tu obras y no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! pero eres sólo tibio; ni caliente ni frío. Por eso voy a vomitarte de mi boca”. (Ap 3, 15-16)»

«Ich kenne deine Werke, daß du weder kalt noch warm bist. Ach, daß du kalt oder warm wärest! Weil du aber lau bist und weder warm noch kalt, werde ich dich ausspeien aus meinem Munde. (Ap 3, 15-16)»

el alma de Garibay, que ni es de Dios ni del diablo! /
estar alguien como el alma de Garibay

fr. coloq. No hacer ni deshacer ni tomar partido en algo. [DRAE]

quedar uno como el alma de Garibay / estar como el alma de Garibay

unentschlossen sein

nirgendwo willkommen sein

überall ungeliebt sein

überall unerwünscht sein

nie Farbe bekennen

es más tonto que donde los hacen

er ist dümmer als es die Polizei erlaubt

es más tonto que Picio / es más tonto que Abundio

er ist dümmer als die Polizei erlaubt

peca de tonto

es ist zu dumm

er ist dümmer als die Polizei erlaubt

EL ALMA DE GARIBAY

Por Carlos Reyes

Esteban Garibay y Zamalloa fue un eminente historiador vascongado, a quien Felipe II, rey de España, llamó a Valladolid para que ocupara los cargos de bibliotecario de cámara y cronista del reino. Falleció en 1599, habiéndose distinguido con muchos méritos en esa labor historiográfica. Después de su muerte, el caserón en que había vivido permaneció cerrado durante muchos años, al cabo de los cuales una familia forastera quiso alojarse allí. La familia optó por no hacerlo, porque corría el rumor de que por las noches el caserón se poblaba de misteriosos ruidos, producidos por el alma errabunda del último residente, el ilustre Garibay, quien —decía la gente— no hallaba reposo ni en el cielo ni en el infierno. Debido a esto, nadie se atrevió a ocupar aquel inmueble. Con el tiempo la leyenda tomó la forma de refrán alusivo a todo el que, indeciso o intranquilo, ni hace ni deshace, ni toma partido por nada: «Como el alma de Garibay, que no la quiso ni Dios ni el diablo» (Luis Junceda, Del dicho al hecho - Barcelona: Ediciones Obelisco, 1991 - p. 58).

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«Nunca saben ustedes de qué lado están, oscilando entre Porfirio Díaz y Plutarco Elías Calles, entre azul y buenas noches, entre el diablo y el mar azul. En Francia se usaba la frase demon du midi (demonio del mediodía, demonio meridiano) para hacer referencia al rey Felipe II de España: demonio que todo lo trastorna produciendo malestar y acidia. La expresión between good and evil se utilizó característicamente para señalar la rivalidad entre Francia e Inglaterra allá por los siglos XVII y XVIII. Ahora bien, luego de lo anterior y especulando, la expresión "entre el diablo y el mar azul" podría provenir de una frase del inglés quizá semejante a la siguiente construcción: between blues and blue, que aquí logramos mediante un juego semántico: Blue, entre otras cosas significa por sustitución, el mar, y por asociación, cualquiera de los miembros del ejército confederado de los Estados Unidos durante la guerra de secesión. En cambio blues, como blue, significa un estado de depresión y melancolía, pero también resulta de la forma corta (apócope) de blue devils, expresión informal para designar los sentimientos suscitados en dicho estado anímico. Y no sólo eso, blues es el nombre de un estilo de jazz desarrollado por los esclavos negros del sur de Estados Unidos. Entonces, es posible que tal frase, between blues and blue, acuñada aquí a partir de una especulación idiomática, haga referencia sobre todo y más bien a una situación (ideológica) indeterminada entre el liberalismo y el esclavismo (por no decir conservadurismo). De existir alguna relación entre nuestras especulaciones y la frase originalmente utilizada por Usigli, esto daría mayor sentido, creemos, a la frase de Gilda citada más arriba, en la obra de Usigli que aquí se analiza, cuando alude a Carlos como "el Lincoln de la familia" [USIGLI, 1966: 103(II, 3)]. En castellano existen otras frases semejantes, una de ellas la utiliza el mismo Usigli: "entre azul y buenas noches"; pero quizá la más antigua es aquella que versa: "está como el alma de Garibay", modismo que quiere significar la falta de estabilidad, de lugar fijo o adecuado a la condición social, moral o física de una persona. También suele aplicarse tal locución a los individuos vacilantes, boquiabiertos, irresolutos o totalmente abúlicos. Esta frase, repetida desde el siglo XVI, se refiere a la figura de un supuesto noble vascongado que fue objeto de los amores de una mujer fea, vieja, maldiciente, chismosa, avara, contrahecha y vengativa, a la que correspondió con excesiva benignidad. Una vez muerto Garibay, añade la leyenda (que rescata, entre otros autores, Miguel Ángel de Quevedo), en el cielo no le admitieron por pecador y en el infierno tampoco le dieron entrada por tonto y majadero.»

[José Antonio de la Vega Torres: „Dos Obras, Dos Autores: una Época“. En: Razón y palabra]

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«Como el Alma de Garibay es una peculiar expresión que ha tenido impacto en distintas obras literarias, para referirse a lo que se encuentra “entre cielo y tierra”, “en el limbo”, “sin definición”, “vagando sin rumbo”, etc...

El peruano Ricardo Palma, en su Tradiciones peruanas, Quinta serie, utiliza en dos ocasiones esta frase:

En la primera habla de un jesuita, el padre Urbano:

“Pero al llegar a Europa diose el padre Urbano tales trazas, que a poco consiguió real licencia para regresar a América, pues su majestad lo consideraba como extraño a la Compañía de Jesús.

Ésta gestionó en Roma, y sostuvo que si el padre Urbano había estado a las maduras, debía también estar a las duras: que siendo profeso de tercer voto, no podía desligarse sin incurrir en apostasía, y que debía regresar a seguir la misma suerte de sus hermanos en Cristo. Parece que estas razones hicieron fuerza en el ánimo del Padre Santo y aun en el del monarca español; porque al cabo de un año de estar Rodríguez en la patria, recibió el virrey orden para volverlo a enviar a España.

El pobre padre se encontraba como el alma de Garibay o como San Jinojo, entre este mundo y el otro, entro el cielo y el infierno. Era y no era jesuita. Y para colmo de desdicha se veía amenazado de vivir yendo y viniendo como el cerrojo; y su paternidad, viejo ya y achacoso, no estaba para esos trotes. No le quedaba más camino de salvación que morirse, y eso fue precisamente lo que hizo.

Tal es la historia del único jesuita que regresó al Perú después de la expulsión de su orden en el siglo pasado.”

En la segunda, utiliza la frase para representarse a sí mismo:

“No se dirá que en los días de mi asendereada vida de narrador dejé colgado un personaje entre cielo y tierra, como diz que se hallan San Hinojo y el alma de Garibay.”»

[„Como alma de Garibay“, en: Página de la familia Garibay]

como el alma de Garibay en textos y contextos

 

«Y la razón que daba para llamarse Andana era de las que no tenían réplica. “Ya ves, hija -le decía-: estoy como el alma de Garibay, entre el ser y el no ser, esperando a cada instante la cesantía, pues sé que O’Donnell me tiene una tirria espantosa...”» [Benito Pérez Galdós, en su novela O’Donnell]

«Los cuidadores, no obstante, han escogido el único camino recusable: reproducir (hablo a grandes rasgos) el contenido y la distribución de las primeras ediciones, pero dar la lectura de las posteriores para los poemas mantenidos en ellas, insertando en nota las variantes de las primeras y con voltario proceder en cuanto a usos tipográficos y otros detalles. El resultado, en consecuencia, es un texto esencialmente falso, irreal. Quien lea aquí, pongamos, Versos del domingo se encontrará con un libro que jamás ha existido, porque no es el publicado en 1954 ni el que el autor nos ofrecía en 1990, sino un tertium quid, una construcción artificial, que no tiene acomodo ni en el cielo ni en la tierra, como el alma de Garibay

«¿No lo conoces? Es el Alma de Garibay, que nunca fue lo bastante loco ni lo bastante cuerdo, ni lo bastante bueno ni lo bastante malo. En cosa de justicias y gobiernos tampoco se atrevió a estar entero con ninguno de los dos bandos. Y ahora… no lo quieren ni en el cielo ni en el infierno. ¡Largo de aquí, media alma! (lo echa a latigazos…)»

«De aquí se remitió con fecha de tantos -decían en uno. -Aquí no ha llegado nada -decían en otro. -¡Voto va! -dije yo a monsieur Sans-délai, ¿sabéis que nuestro expediente se ha quedado en el aire como el alma de Garibay, y que debe de estar ahora posado como una paloma sobre algún tejado de esta activa población? Hubo que hacer otro. ¡Vuelta a los empeños! ¡Vuelta a la prisa! ¡Qué delirio!»

«-¿Quién eres, o qué eres, o qué quieres -le dije-, que no te veo y te siento? -Yo soy -dijo- el alma de Garibay, que ando buscando quien me quiera, y todos huyen de mí; y tenéis la culpa vosotros los vivos, que habéis introducido decir que el alma de Garibay no la quiso Dios ni el diablo, y en esto decís una mentira y una herejía. La herejía es decir que no la quiso Dios, que Dios todas las almas quiere y por todas murió; ellas son las que no quieren a Dios: así que Dios quiso el alma de Garibay como las demás. La mentira consiste en decir que no la quiso el diablo: ¿hay alma que no la quiera el diablo? No por cierto, que pues él no hace asco de las de los pasteleros, roperos, sastres, ni sombrereros, no la hará de mí.» (Francisco de Quevedo Villegas: Sueño de la muerte)

«Desde Galicia, Fraga recordó sus tiempos de cazador de huelgas y de huelguistas. Y como en la canción de Pi de la Serra, la policía estuvo al servei dels ciutadans, asumiendo un insólito protagonismo en la distribución de la prensa: sólo le falta la dirección enérgica de un Pedro Jota como ministro del Interior para recuperar la función de antaño. La coacción de los piquetes es perseguida, la de los patronos amparada: un juego demasiado desigual, que devuelve a la huelga todo su contenido de instrumento de la democracia para mantener lo que queda de ciudadanía social. Y en el Congreso, cómo no, normalidad, con Defensor del Pueblo incluido. El PSOE, como el alma de Garibay, entre la comprensión y el distanciamiento, acude en rebaño al pleno, refrendando esa situación de normalidad que le será sin duda pertinentemente aplicada por los electores tras no aportar al conflicto ni un atisbo de análisis ni de determinación.»

«En su piso de Rosales, pusieron a Eulalia, de plantón, en el portal como centinela. Su misión consistía en tirar de un cordel si se presentaba la policía. La neo-militante, al cabo de media hora, estando ya un poco harta de su tarea, vio llegar a una compañera que se iba a bañar a El Lago. Se fue con ella. Los cuatro Garcías, tres cuartos de hora después fueron recibidos, pero no con cortesía, por el Comisario Yagüe en la Dirección General de Seguridad. (Sin embargo éste se desquitó besando la mano de la mamá de Antonio que vino a verle para implorarle misericordia por su hijo.) Como tenían muchas cosas que decirse el anfitrión les retuvo un par de semanas antes de enviarles a las Salesas, camino de Carabanchel.

Los cuatro Garcías comprobaron que el arrojo y la bravura de que hubieran hecho gala en la provincia de Granada no lograban enarbolárlos, sangrando, frente a sus alguaciles. Comenzaron por estar con el alma de Garibay, y terminaron charlando por los codos. Tanto es así, que incluso Christophe de Kerguelen fue descrito con pelos y señales. De rebote el informe llegó a la policía francesa, que desde entonces tuvo entre ceja y ceja a todo el Comité de Amary. ¿A quién puede extrañar que éste terminara formando parte de los sospechosos del secuestro de Isvoschikov? Pero Amary nunca supo que estaba, hacía años, en las listas negras de la Direction Centrale de Renseignements Généraux, de la Direction de la Surveillance du Territoire y del S.D.E.C.E del Ministerio del Ejército. Para él, la aventura de los Garcías era propia de una cuadriga de tarados y de paranoicos. Hablaba como experto. Pero, como no hay mal que por bien no venga, lo que sí le apareció de forma luminosa es que no se puede improvisar la lucha armada. Conseguir el dinero para la causa sería su primer acto revolucionario.» [Fernando Arrabal: La torre herida por el rayo, 1982]

«De seguro que vendrían a muchos de mis lectores pujamientos de confirmarse por el más valiente zurcidor de mentiras que ha nacido de madre, si no echase mano de este título para dar a mi relación un carácter histórico apoyándome en el testimonio de algunos cronistas de Indias. Pero no es en Lima donde ha de desenlazarse esta conseja; y el curioso que anhele conocerla hasta el fin, tiene que trasladarse conmigo, en alas del pensamiento, a la villa imperial de Potosí. No se dirá que en los días de mi asendereada vida de narrador dejé colgado un personaje entre cielo y tierra, como diz que se hallan San Hinojo y el  alma de Garibay.» [Ricardo Palma: Tradiciones peruanas, 1872-1883]

«Pero fray Martín era de suyo milagrero y sin darse cuenta, sin propósito e intención de desobedecer al mandato, seguía menudeando milagritos de poca entidad. Sucedió que un día resbalóse de altísimo andamio un albañil que se ocupaba en la reparación de un claustro, y en su cuita, gritó:

-¡Sálveme, fray Martín!

-Espere, hermanito, que voy por la superior licencia.

Y el albañil se mantuvo en el aire, patidifuso y pluscuamperfecto, como el  alma de Garibay, esperando el regreso del lego dominico.

-¡A buenas horas, mangas verdes! -dijo el Prelado- ¿Qué permiso te voy a dar si ya has hecho el milagro? En fin, anda y remátalo. Pase por esta vez, pero que no se repita.

Este milagro hizo en Lima más ruido que una banda de tambores, y fué más sonado que las narices.» [ídem]

«El desdeñado artista vagó algún tiempo como el alma de Garibay entre el cielo y la tierra de su cariño, apostándose en la floresta y tras los troncos de los árboles para ver desde lejos a su ideal. Algunas noches la rondaba con inútil romanticismo, y hasta quedábase en vigilia fascinado por la esperanza. En aquellas horas noctámbulas el alma ardorosa del músico sintió la dulce consonancia y el hondo y poético misterio de la noche primaveral y aprendió la lengua divina de los hermanos ruiseñores; pero ¡ay!, no logró nada práctico. Puertas y ventanas seguían, con luz de sol y luz de luna, inaccesibles a su empeño. Entonces, rendido al quebranto, presa de lúgubres ideas, buscó en la paz de un monasterio asilo a los embates de su dolor.»

«Al fin, sin poderme aprovechar de las liciones de mis primeros amos, por jugar con gente de libera nos, Domine, me vine a hallar como Juan Paulín en la playa, y tan aborrecido de todos, por la gran pérdida que había hecho, que andaba como el alma de Garibay, que ni la quiso Dios ni el diablo. Pero por no dar un buen día a las corrientes de Flegetonte, ni venganza a mis competidores, valiéndome de unas resultas que me habían quedado, tomé la posta para ir a la villa de Passau, junto del Danubio, corte del Archiduque Leopoldo. Pero apenas había corrido media legua cuando, pasando por un ameno jardín que está cercano al camino real, me conocieron unos señores y unas damas que estaban en él holgándose, y hiciéronme apear a tiempo que se cubrían las mesas de un opulento banquete; y yo, por ser rogado y por aliviar mi melancolía, cerré los ojos y embestí con platos diversos y con vinos diferentes; pero entrando de vitoria salí de rendimiento, porque tantos a uno era fuerza que diesen comigo al través; y para acomodarme mejor de ropa blanca, el postillón que llevaba por guía quedó de tal forma que no lo pudiera guiar a él un ejército entero» [Anónimo: La vida y hechos de Estebanillo González, 1646]

«Largo trecho se habían apartado cuando a lo lejos vieron un bulto todo blanco, con una luz, que a ratos andaba hacia ellos y a ratos se paraba, y que grande cantidad de perros alrededor le ladraban con repetidos aullidos, y Juanillo muy arrimado a Onofre le dijo:

-¡Hola!, parece que aquel bulto cuando quiere se alarga y se acorta.

-Así es verdad -dijo Onofre-, pero no temas, que puede ser cosa que después nos haga convertir el temor en risa.

-También puede ser -replicó Juanillo- el alma de Garibay, que según Quevedo dice, siempre anda cargado de perros, o puede ser la de la lavandera de Toledo o el alma de Pedro Grullo, que como andamos entre verdades manifiestas, nos vendrá a hacer compañía.» [Francisco Santos: Día y noche de Madrid, 1663]

«A Madrid no dije ni pío. Yo estaba dispuesta a todo menos a cantar la gallina.. En esto surgió el doctor Alegre. Se hizo el encontradizo. Me abrazó. Me sermoneó. Me trajo aquí... Te escribo a hurtadillas, al correr de la estilográfica, en estos pliegos del Sanatorio, con la complicidad de mi enfermera. Aquí está prohibido leer, escribir, charlar, pasear y comunicarse con el mundo. Imagina el tedio mortal de esta vidita después del "plan cañón" en que viví disparada. Me ahogo de tristeza. Me parece que estoy en el vacío como aquellos pajarucos que en la clase de Física, ¿te acuerdas?, metíamos en la campana neumática. Ten compasión de mí...

Tumbada en la chaise longue horas y horas, mira que te mira el lago y al Mont Blanc, pierdo la noción de mi ser. Me parece que estoy ya de cuerpo presente o como el alma de Garibay, suspensa entre el cielo y la tierra, flotando en el aire azul entre las nieves y las aguas. Hace un sol de oro, pero yo tengo un frío horrible, como si en vez de sangre corriera hielo por mis venas. Me siento como un sorbete en la copa azul de este horizonte cristalino...

Sí, ya sé que cuando leas todo esto vas a ponerme tú  también de oro y azul, como tantas veces, con esa refinada crueldad con que pagaste siempre mis ternuras. Pero no. Yo espero que esta vez seas más indulgente y generosa, ya que te sientes feliz y a mí me sabes desgraciada. No todo en mí es literatura como tú también te empeñas en creer...

Cuando acabe mi cura de reposo vendrá por mí Luis Felipe. Ha prometido llevarme con él este verano para hacer juntos un crucero por el mar del Norte. Ya habrás adivinado en esto del Sanatorio la mano providente y amorosa de mi padrino.»

«La duquesa esperaba ver inquietarse a fray Facundo; por el contrario, el obispo respondió con calma:  -Es verdad; siervo, esclavo, en tanto no se me ordene algo contra mi conciencia. -Quieres que tu sobrino salga diputado. Eso no va contra tu conciencia. Pues no saldrá. Y agárrate bien la mitra, que corre peligro de caérsete, o, si te parece mejor, te enviaremos a que la escondas en la República de Andorra, o en una diócesis in partibus, en donde estarás como Quevedo, o como el alma de Garibay. La duquesa llevaba la de perder, habiendo perdido ya la serenidad. -No concibo que la señora duquesa sea capaz de tomar esa venganza mezquina, máxime cuando al negarme ahora a complacerla, estoy, evitando que la señora duquesa se haga responsable de una acción indigna.» [Pérez de Ayala, Ramón: Belarmino y Apolonio, 1921]

«Aquel verso (que quien los divide enturbia) que está entre los cuernos del paréntesis con más susto que si se viera en los cuernos de un toro, anda vago y sobre su palabra en esta copla, como ablativo absoluto que
 ni rige ni es regido, y llamándose a libertad de gramática, que es dueño muy riguroso de las voces y tiene grillos de tiempos y cárceles de concordancias: que quien, que quien, adivínenme de quién es este que quien, que quiere ser relativo y conocer amo y no sabe por dónde, ni halla agujero adónde meterse, porque teme ahogarse en los ríos y no quiere meterse con el sumiller debajo de cortina rubia, ni andar a pleitos con el enturbia. Al fin él es alma de Garibay que ni la quiere Dios ni el diablo; porque los ríos no son los que enturbian, sino los enturbiados; el rigor no hace más que correr la cortina y dividir y no se quiere meter en enturbiar ni en revolver caldos; y quien lo enturbia sólo es el poeta; porque si el pobre sumiller rigor es el que se divide y también enturbia por sus pecados, y del dividir se había de argüir el enturbiar, dividiendo el cabello en dos ríos y poniendo orilla con orilla sus crenchas, no sé yo cómo las había de enturbiar, porque eso ya se lo tiene hecho de antemano. El olaje de sangre y dividir cabello precisamente como lo hacen los peines, no es enturbiarlo; si no es que son de plomo, alcahuetes de canas, doy traslado a los peines; y venga otra, que es tarde y hay muchos a quienes despachar.» [Domínguez Camargo, Hernando: Lucifer en romance de romance en tinieblas paje de hacha de una noche culta, y se hace prólogo lucie ..., Colombia, 1652]

«El romance parece el metro más adecuado a la conversación llana y sin énfasis. Antes de 1580 el romance había fluctuado, como el alma de Garibay, entre el cielo del poema legendario y la tierra prosaica del relato noticioso, se había remontado de las secas crónicas en vuelo imaginativo y más tarde recaería en la miseria del libro de cordel chabacano. Hay un episodio de su vida no recogido hasta hoy -que yo sepa- que muestra su cercanía a la prosa. En 1547, igual en España que en Portugal, corrió un grave riesgo: el de ser despojado de la asonancia. Alonso de Fuentes, el futuro editor y comentador de los Quarenta cantos de diversas y peregrinas historias (Sevilla 1550), publica su Summa de philosophia natural (Sevilla 1547), diálogo entre dos caballeros: Ethrusco que habla en verso suelto italiano, Vandalio que habla en "verso suelto castellano", es decir, en octosílabos no asonantados.» [Asensio, Eugenio: Itinerario del entremés. Desde Lope de Rueda a Quiñones de Benavente. Madrid: Gredos, 1971]