Caso elativo |
© Justo Fernández López – www.hispanoteca.eu |
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Descubrí que hay incidentes de casos (como en el alemán es costumbre) en el español, aunque estos son muy raros.
Buscándolos encontraba la expresión de ”caso elativo”, refiriéndose a alguna dirección de un punto fijo.
Entonces, mis preguntas son:
a. ¿Es este “caso elativo” el mismo que el ablativo en el latín? y
b. ¿Podría Vd. darme algunos ejemplos del español (aparte del uso de las conjunciones “para” o “a”)?
El nombre latino casus es traducción del griego ptósis [πτϖσις] que significa ‘caída’, porque las cosas eran consideradas o desviación del nominativo, el caso directo, recto, por excelencia, del nombre (griego onomastiké [ὀνομαστική], latín nominativus). Los demás casos eran llamados oblicuos.
El CASO es la forma que adopta un nombre para desempeñar una determinada función en la frase mediante flexión.
«¿Qué determinó la pérdida de las desinencias casuales en el sustantivo? Los neogramáticos del siglo XIX dieron como causa las modificaciones fonéticas sufridas por el latín hablado en la época posclásica que contribuían a borrar los límites entre determinados casos. Así sonaban igual el nominativo y el vocativo que el acusativo y el ablativo; o el acusativo que el dativo y ablativo. Pero hay que suponer la influencia de factores funcionales. [...] En suma, en latín vulgar pronto se confundieron algunos casos como el nominativo, vocativo, acusativo, dativo y ablativo.
El genitivo cesó de tener vida y uso en el habla desde principios del siglo III. Solo quedó en la lengua especializada. El dativo quedó en Dacia; hasta el siglo XIII en Francia; en Rumanía se mantiene con su oficio propio y el de genitivo de la primera y en los adjetivos femeninos; en el resto desapareció del uso hacia fines del Imperio, a excepción de los pronombres. El ablativo desapareció prácticamente a fines de la época del latín vulgar. La declinación quedó reducida al nominativo y acusativo per esta oposición duró muy poco.» [Urrutia Cárdenas, H. / Álvarez Álvarez, M.: Esquema de morfosintaxis histórica del español. Bilbao: Publicaciones de la Universidad de Deusto, ²1988, pp. 15-17]
Las lenguas románicas occidentales perdieron la declinación casual, sustituyéndola por relaciones preposicionales. El español perdió el sistema desinencial de los casos y lo sustituyó por el procedimiento analítico de las preposiciones. Con todo, algunos gramáticos siguen hablando de casos en tales lenguas (declinación preposicional).
Los morfemas de contenido gramatical que dan lugar al conjunto de variantes de una palabra se denominan MORFEMAS FLEXIVOS. El conjunto de estas variantes constituye la FLEXIÓN de la palabra o el PARADIGMA FLEXIVO que le corresponde. Las alternancias basadas en la flexión pueden afectar el GÉNERO (profesor / profesora), el NÚMERO (mesa / mesas; canto ~ cantamos), la PERSONA (mí ~ ti; canto ~ cantas), el TIEMPO (canto ~ cantaré), el ASPECTO (canté ~ cantaba), el MODO (canto ~ cante) y el CASO –en español solo en los pronombres personales: yo ~ mí ~ me).
Se entiende por CASO RECTO el caso nominativo, el vocativo y, para algunos gramáticos, el acusativo. Son CASOS OBLICUOS cada uno de los de la declinación, excepto el nominativo, el vocativo y, para algunos gramáticos, también el acusativo.
«La flexión de CASO expresa diversas relaciones sintácticas en un gran número de lenguas, pero en español ha quedado reducida al paradigma de los pronombres personales. Así, la preposición de en la puerta de la casa manifiesta en español la información que expresaría el GENITIVO en latín, de forma que la secuencia la casa no experimenta ningún cambio morfológico. No es necesario acudir, por consiguiente, al caso en estos contextos y en otros análogos (aunque en algunas teorías actuales se usa en sentido más amplio la noción de ‘caso’ para que también abarque estos usos). El pronombre personal ti aparece, en cambio, en CASO OBLÍCUO, que en español está restringido a los contextos preposicionales: detrás de ti, acordarse de ti, para ti, sin ti. El pronombre yo aparece en caso RECTO o NOMINATIVO. Los pronombres me o te no distinguen el DATIVO (Te lo presto, Me lo prometiste) del acusativo (Te alcancé, Me vio). Los pronombres de ACUSATIVO desempeñan la función de complemento directo (Leí el libro > Lo leí), pero también sustituyen a los atributos en la forma correspondiente al neutro.» [RAE: NGLE – § 1.8l]
El DRAE define el caso gramatical: «Marca flexiva que, en muchas lenguas, sirve para expresar diferentes relaciones sintácticas. Tradicionalmente, función expresada mediante esas marcas». No se puede definir el caso, como hizo algún autor en el pasado, como “la modificación que recibe el nombre”, ya que en español el nombre no recibe modificación casual, son los pronombres personales los únicos que tienen en español verdaderos casos. En castellano se discutió la existencia de los casos gramaticales. Hoy se admite por comodidad la nomenclatura tradicional, ya establecida por los gramáticos griegos y seguida por los latinos que solo añadieron el ablativo como caso propio. Tanto en griego como en latín hay vestigio de otros casos: el locativo y el instrumental.
Hay lenguas no indoeuropeas que poseen multitud de casos; Wundt señala, en ciertos idiomas caucásicos, 47 casos simples y 87 compuestos. El sánscrito tiene los seis casos latinos, más el locativo y el instrumental. El ruso tiene los cinco del griego, además del instrumental y el preposicional. El húngaro tiene veintiún casos, cuya abundancia se explica por la carencia absoluta de preposiciones. Como en todas las lenguas uralo-altaicas, la declinación consiste en la adición de sufijos a la palabra. El indoeuropeo distinguía ocho casos: nominativo, acusativo, genitivo, locativo, dativo, instrumental, ablativo y vocativo. El germánico primitivo redujo el número de casos. El alemán moderno tiene los mismos cuatro casos heredados del alto alemán antiguo y medio. El inglés antiguo conocía los cuatro casos primeros del indogermánico. El inglés moderno marca los casos con preposiciones, como los idiomas romances, y solo conserva caso propiamente dicho el genitivo con apóstrofo y s: father’s book. El holandés tiene los cuatro casos del alemán, pero puede declinarlos como este, al modo germánico, o con preposiciones, al modo romance. El griego moderno tiene los casos del clásico menos el dativo, que se perdió y se reemplaza con el genitivo o el acusativo, este con preposición o sin ella.
En las lenguas ugro-finesas se emplean sufijos para la formación de los casos. Se dividen los sufijos en dos grupos: en el primero se comprenden el locativo (con funciones llamadas esiva, inesiva, superesiva, temporal, etc.), el ablativo, el lativo y el acusativo; en el segundo, el genitivo, el lativo, el comitativo-instrumental, el locativo. Hay otros grupos de sufijos secundarios que constan de dos primarios o de una primario y de uno formativo.
Es en las lenguas finesas en las que existe un sufijo llamado elativo que encierra la idea de fuera de. En finés, el elativo se suele formar añadiendo «sta/stä»: (fuera) de la casa = «talosta» (talo: casa).
En español, elativo (del latín elatio, ‘elevación’) se emplea para el adjetivo o adverbio en grado superlativo (intensifica expresivamente el significado en grado alto: tontorrón, extraordinario, muchísimo, feísimo).
El término elativo también puede referirse a la forma de un sustantivo que expresa el conjunto dentro del cual otro sustantivo posee en mayor grado que los demás la cualidad expresada por un adjetivo superlativo, por ejemplo «la persona más extraña del mundo».
En lingüística, elativo se emplea para el caso de algunas lenguas flexivas que expresa el movimiento del interior al exterior.
«Elativo
Se da este nombre, alguna vez, al superlativo absoluto.
Caso del vasco y de otras lenguas, llamado también discendente, que expresa la separación.»
[Lázaro Carreter, Fernando: Diccionario de términos filológicos. Madrid: Gredos, 1968, p. 155]