Cuatro oraciones |
© Justo Fernández López – www.hispanoteca.eu |
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En el texto “era analfabeto y solo conocía las cuatro oraciones, aprendidas de memoria en su infancia”, ¿a qué cuatro oraciones se refiere?
En la Iglesia católica las cuatro oraciones son el padrenuestro, la avemaría, el credo y la salve.
El padrenuestro = oración que empieza con estas palabras.
La avemaría = oración compuesta de las palabras con que el arcángel San Gabriel saludó a la Virgen María, de las que dijo Santa Isabel y de otras que añadió la Iglesia católica.
El credo = oración en la que se contienen los principales artículos de la fe enseñada por los apóstoles.
La salve = oración con que se saluda y ruega a la Virgen María.
El padrenuestro
Padre nuestro,
que estás en los cielos,
santificado sea tu Nombre;
venga tu Reino;
hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo.
Nuestro pan cotidiano dánosle hoy;
y perdónanos nuestras deudas,
así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores;
no nos dejes caer en tentación,
mas líbranos del mal.
La avemaría
Dios te salve, María, llena eres de gracia,
el Señor es contigo,
bendita tú eres entre todas las mujeres
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.
El credo
Creo en Dios Padre, Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra.
Y en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre, Todopoderoso.
Desde allí vendrá a juzgar a vivos y a muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida perdurable.
Amén.
La salve
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra.
Dios te salve.
A Tí clamamos los desterrados hijos de Eva,
a Tí suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora Abogada Nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Amén