Pronunciación de nombres científicos |
© Justo Fernández López – www.hispanoteca.eu |
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Aunque sé bien la regla, el sonido resultante de ciertas palabras me hace dudar de la pronunciación que creo correcta. Se trata de dos nombres de aves (mi afición): “Adelomyias”, cuyo acento tónico debería estar en “my”, por cuanto no puede estar en “i”, y, por la misma razón, del nombre “Pyrrhomyias”. Resulta tan ardua la pronunciación acentuando en “my” que casi prefiero pronunciar mal y acentuar en “lo” y “rrho” respectivamente.
¿Sabe usted si existe alguna indicación al respecto que señale que en esos casos los habitantes del Latio hubieran pronunciado como yo prefiero hacerlo?
Las reglas de acentuación latina: no hay palabras agudas, la última sílaba nunca se acentúa. Las palabras de dos sílabas son llanas. Las palabras de tres sílabas pueden ser llanas si la penúltima sílaba es larga (si termina en vocal larga, diptongo o consonante) o esdrújulas si la penúltima sílaba es breve.
No sé si los habitantes del Latio hubieran pronunciado como usted propone. Pero el problema no creo que esté tanto en el acento, como en la pronunciación de la ípsilon griega seguida de vocal i que se transcribe en latín por yi. La y en español corresponde a la letra ye, fonema /y/: yo, yugo, yeso, mientras que el grafema griego υ suena /ü/, es decir, se pronuncia como una /i/ pero con los labios redondeados. Como el español carece de esta ü (u francesa) y del grupo del tipo yi, habría que adaptar la pronunciación al español, como se suele hacer en las adaptaciones de extranjerismos.
Una vez completado el proceso de acomodación a los patrones propios del español, las voces extranjeras se consideran extranjerismos o préstamos adaptados, en oposición a los extranjerismos crudos o no adaptados, que son aquellos que se utilizan con la grafía y la pronunciación (más o menos exacta o aproximada) que tienen en su lengua de origen, y no se ajustan, por ello, al sistema fonológico ni ortográfico del español. La RAE procura orientar los procesos de adaptación de extranjerismos para que se produzcan dentro de los moldes propios del español (como muestra su Diccionario panhispánico de dudas) y para que se eviten los extranjerismos superfluos (por existir voces españolas de igual sentido), aunque reconoce aquellos que se han asentado en el uso internacional con su grafía y pronunciación originarias.
«La mayor parte de las veces, la adaptación de los extranjerismos se realiza modificando la grafía originaria para adecuarla, según nuestras reglas ortográficas, a la pronunciación de esas voces en español, que suele aproximarse a la que tienen en la lengua de origen. En la grafía adaptada se prescinde normalmente de los grafemas del original que no tienen reflejo en la dicción española y se aplican las reglas de acentuación gráfica propias de nuestro idioma. [...]
A veces la adaptación solo requiere la aplicación de la tilde, como en ambigú (del fr. ambigu). Y, en otras ocasiones, el extranjerismo no plantea ningún problema de inadecuación entre grafía y pronunciación de acuerdo con la ortografía del español, y se incorpora a nuestra lengua con la misma grafía que tiene en el idioma de origen. [...]
En otros casos, se mantiene la grafía originaria sin cambios o con leves modificaciones, y es la pronunciación de los hispanohablantes la que se acomoda a dicha grafía, aunque al hacerlo se aparte de la pronunciación original de la voz extranjera. [...]
En ciertas ocasiones puede resultar menos violento modificar la pronunciación de un extranjerismo que su grafía, a la hora de recomendar su posible adaptación. [...]
En cualquier caso, debe siempre respetarse la norma general de escribir los extranjerismos crudos con la marca gráfica que indica su condición de tales: cursiva o, en segundo término, las comillas». [RAE: Ortografía de la lengua española. Madrid: Espasa Libros, 2010, § 2.1.3]
En cuanto a los nombres científicos, la nomenclatura zoológica requiere que a los nombres científicos, independientemente de su origen lingüístico, se les asigne un nombre en latín, para lo cual se usan las 26 letras del alfabeto latino (incluyendo j, k, w, y) y las normas gramaticales de esa lengua.
A veces el nombre latino es la transliteración de un compuesto de dos nombres griegos. La transliteración permite reconocer la ortografía original de la palabra y es la representación de las palabras griegas con las letras del alfabeto latino. La transcripción es una aproximación al sonido de la palabra (es decir, la secuencia de fonemas).
Así Pyrrhomyias (nombre científico del pájaro atrapamoscas) es un compuesto de dos elementos griegos: de πυρρός, que significa ‘color de fuego’ o ‘amarillo-rojo’, y μυῖα (myia / muia), que significa ‘mosca’. El problema está en la pronunciación del diptongo griego υῖ (yi o ui). La υ es la ípsilon griega (del gr. ὗ ψιλόν; literalmente y pura y simple), vigésima letra del alfabeto griego (Υ, υ), que corresponde a y del latino. Originariamente la y griega sonaba como una u –p. e. κύπρος (kypros) dio en alemán Kupfer, en español cobre. Luego paso de u a una ü (como la u francesa). El grafema griego υ suena /ü/. Se pronuncia como una /i/ pero con los labios redondeados. El alemán, por ejemplo, los préstamos del griego los escribe siguiendo el alfabeto griego. Así escribe con y los nombres que en griego tenía ípsilon (υ): Syntax, Dynamik, System, Polyembryonie, y esta y en alemán se pronuncia como una ü (o una u francesa).
El alfabeto latino de la época clásica consta de 23 letras. Las tres últimas (la y y la z las tomaron los latinos del alfabeto griego y las añadieron al final. La ípsilon la transcribieron por y (‘i graeca’). En castellano se transcribe por i (‘i latina). En latín no existía la y, los latinos transcribieron la ípsilon griega por y (‘i graeca’).
Un diptongo es el conjunto de dos fonemas vocálicos que se pronuncian en una sola sílaba. En la mayoría de los diptongos griegos se aplica la regla general de sustituir letra por letra: ai por αι, ei por ει, oi por οι. La letra griega ý·psi·lon (υ) no suena en los diptongos como y, sino como u: αυ es au, no ay; ευ es eu, no ey; ου es ou, no oy; υι es ui, no yi, y ηυ es ēu, no ey. El diptongo υι es una excepción, pues se transcribe como yi y se pronuncia como üi (una ü francesa o alemana). La ípsilon griega (Υ υ) se transcribe como -u- sólo en diptongos: οὐσία (ousía), φύσις (physis). El diptongo griego υι es un diptongo corto que se pronuncia como en francés nuit, lui, pluie. Por ejemplo, μυῖα (myia), ‘mosca’, suena müia.
El diptongo griego υι se emplea normalmente solo ante vocal: ὄργυια, μυῖα, λελυκυῖα, ὀπυίω, υἱός. En ático, uno de los dialectos de la lengua griega, fue sustituido en el siglo IV a.C. por υ_: ὑός, μῦα, λελυκῦα. Sin embargo, en la κοινή ‘común’, lengua derivada del ático y usada por la cultura helénica tras la muerte de Alejandro Magno, volvió a introducirse la ι ante vocal en ático, aunque no siempre en la misma posición que tenía antes; así leemos en lésbico ἀλυίω, φυίω.
«En el dominio de la palabra, las restricciones generales más importantes de los diptongos y triptongos en la organización silábica española son las siguientes: por lo común, no existen combinaciones de vocales del mismo timbre, de manera que no aparecen grupos del tipo [i̯̯i], [ii ̯], [u̯u], [uu̯]; con respecto a los inicios silábicos, no se producen encuentros de la consonante [ʝ] o de las aproximantes [j], [w] con vocales marginales del mismo timbre, lo que implica que no se presenten en español grupos del tipo [ʝ i̯̯], [j i̯̯], [wu̯]; finalmente, y por lo que atañe a las cosas, los diptongos no pueden ir seguidos de dos consonantes que pertenezcan a la misma sílaba, de modo que no sería posible en español una secuencia silábica del tipo iens, salvo en préstamos sin adaptación, como homo sapiens». [RAE: Nueva gramática de la lengua española. Fonética y fonología. Madrid: Espasa Libros, 2011, § 8.11a]
Transcripción de los diptongos griegos en español:
griego |
latín |
español |
αι |
ae |
e |
ει |
i |
i |
οι |
oe |
e |
αυ |
au, av |
au, av |
ευ |
eu, ev |
eu, ev |
ou |
u |
u |
υι ἅρπυια (hárpyia) |
yi harpyia (alemán: Harpyie [harˈpyːjə]) |
i, uy harpía |
griego |
nombre |
correspondencia |
pronunciación |
transcripción latina y científica |
transcripción castellana |
υ / Υ |
ípsilon |
u (breve o larga) |
ü francesa |
y |
i |
El Código Internacional de Nomenclatura Zoológica (en inglés: ICZN) tiene como propósito fundamental proporcionar la máxima universalidad y continuidad de los nombres científicos de los animales. Estos nombres no son adaptados a las lenguas de cada país, como puede ser el caso de los nombres usados en medicina. Por eso es muy importante que la lectura de estos nombres sea también unitaria: Pyrrhomyas se pronunciaría Pyrrhomuias - (como en español cuido, cuidas, cuida).
Un ejemplo de adaptación de términos médicos en otras lenguas:
Miasis – enfermedad causada por larvas de mosca. Del griego μυῖα (myia / muia) ‘mosca’, latín musca, alemán Mücke, y ase ‘enfermedad’.
alemán |
myiasis |
español |
miasis |
francés |
myiase |
inglés |
myiasis (pron.: /ˈmaɪ.əsɨs/ or /maɪˈaɪ.əsɨs/) |
italiano |
miasi |
portugués |
miíase |