Sacrificio - fe - oráculo |
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Lo felicito por tan interesantísimo site. Me gustaría saber el origen etimológico de la palabra sacrificio, alguien me dijo que era la fusión de sacro oficio, ¿puede ser eso posible? También de la palabra fe y la palabra oráculo. Muy agradecida por tan precioso site y en espera de su respuesta queda...
La palabra sacrificio no viene de sacro oficio, sino del latín sacrum facere, que significa 'hacer algo sagrado mediante un acto o acción sagrada', 'ofrecer una cosa a Dios, haciéndola así sagrada, es decir, consagrándola'. El adjetivo sacrum viene del verbo latino sancire, del que se deriva también la palabra sanción, y significa 'consagrar', 'sancionar', 'hacer inviolable o invulnerable', 'convertir en sacrosanto'.
La palabra fe viene del latín fides 'confianza, crédito, buena fe, promesa, palabra dada'. De la misma familia viene federación, federal, etc.
La palabra oráculo viene del latín oraculum 'lugar donde alguien habla', donde los dioses daban sus vaticinios, formulados por una persona que hacía de medio en forma misteriosa y enigmática. El oráculo más famoso de la antigüedad era el de Delfos, en Grecia.
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fe
«Fe, hacia 1140. Del latín fides 'fe', 'confianza', 'crédito', 'buena fe', 'promesa', 'palabra dada'.
Derivados:
Fiel, hacia 1140, del latín fidelis íd..
Fidelidad, 1490.
Fidelísimo.
Infiel, 1438.
Infidelidad.
Pérfido, 1444, del latín perfidus íd., propiamente 'de mala fe'.
Perfidia.
Compuestos:
Fedatario.
Fehaciente, 1843.
Fementido, 1220-50.
Fidedigno, 1600, tomado de la locución latina fide dignus 'digno de fe'.
Fideicomiso, principios del siglo XVII, del latín fidei commissum 'confiado a la fe.
Fideicomiario.»
[Corominas, Joan: Breve diccionario etimológico de la lengua española. Madrid: Gredos, 31987, p. 270]
El adjetivo latino fidelis 'fiel', 'de confianza', 'seguro', junto con el sustantivo fides 'fidelidad', 'lealtad' y foedus 'alianza' (de ahí federación, federalismo) pertenecen a la familia indogermánica del alemán bitten ('pedir', 'suplicar'), gótico bidjan, alto alemán medio beiten, antiguo alto alemán beitten 'obligar', 'exigir', 'acosar', 'asediar'; emparentado con el griego peíthesthai 'dejarse convencer', 'dejarse persuadir', que a través del verbo griego peiqw (péizo) 'convencer' dio el sustantivo pistiV (pístis) 'fe'; latín fidere 'confiar', foedus 'alianza', en antiguo búlgaro bĕditi 'obligar', y, con el sentido de 'comprometerse o vincularse, o vincular a alguien mediante un contrato o mediante una promesa, procede de la raíz *bheidh- 'atar, trenzar, retorcer', de la que procede también la palabra latina fiscus 'cestita para el dinero', propiamente 'cesto de mimbre trenzado'.
orar / oración / oráculo
«Orar 'rezar', 1220-50. Tomado del latín orare 'rogar, solicitar', propiamente 'hablar', 'hacer un discurso'.
Derivados:
Oración 'plegaria', hacia 1140; 'parte del discurso', 1490; 'parte del día en que se da el toque de oración'.
Oráculo, hacia 1440, del latín oraculum íd., propiamente 'santuario' (donde se pronunciaban los oráculos).
Orador, 1220-50, del latín orator, oratoris, propiamente 'el que habla'.
Oratorio, 1515, del latín oratorius íd.; oratoria.
Adorar, h. 1140, del latín adorare íd.
Adorable; adoración; adorador; adoratriz.
Exhorar, 1607, del latín exorare 'lograr algo por súplica'; exorable; inexorable, hacia 1525.
Perorar, 1685, del latín perorare, íd.; peroración; perorata.»
[Corominas, Joan: Breve diccionario etimológico de la lengua española. Madrid: Gredos, 31987, p. 425]
Oráculo viene del latín oraculum, que designa propiamente el lugar en el que los dioses comunicaban sus oráculos, augurios y vaticinios a una persona que hacía de medio y que los formulaba de una forma tan enigmática que los había que interpretar, cosa de la que se encargaban a veces los sacerdotes del lugar donde tenía lugar el oráculo. La palabra latina oraculum significa propiamente 'lugar donde alguien habla'. El vocablo procede del verbo latino orare, que pertenece al ámbito del lenguaje sagrado y jurídico 'pronunciar una fórmula ritual para conseguir alguna cosa', o 'tratar judicialmente una causa', 'hablar', 'rogar', 'rezar'.
El oráculo más famoso de la antigüedad era el de Delfos, en Grecia. Allí Pitia o la Pitonisa, que ejercía de medio, se sentaba en un trípode colgado sobre una grieta sagrada u orificio de la que emanaban vapores tóxicos, cayendo así en trance. Entonces empezaba a emitir sonidos y palabras incoherentes en un lenguaje críptico que los sacerdotes interpretaban como la respuesta de Apolo a las preguntas hechas por algún cliente del tempo de Delfos.
Los hombres de la Antigüedad se dirigían al templo de Apolo en Delfos para averiguar, por intermedio de la Pitonisa, lo que les íba a deparar el destino. Cada mes, acudía la gente para presenciar el espectacular trance de la Pitonisa. Muchos políticos y reyes consultaban el oráculo y decidían guerras según los consejos recibidos en el templo de Delfos.
Según las nuevas investigaciones, las sacerdotisas de Delfos, famosas por sus sabios oráculos, no se inspiraron en vapores divinos sino en emisiones subterráneas de gases: entraban en la gruta, se sentaban en una silla de tres patas y comenzaban a respirar el "aire divino". Plutarco ya había sugerido que las sacerdotisas de Delfos respiraban "vapores sulfúreos" en el fondo de la gruta. Hoy día, los geólogos han probado que la zona del monte Parnaso, donde se elevaba el famoso templo, está sobre una gran fractura geológica subterránea.
En la tragedia Edipo Rey, de Sófocles, el oráculo de Delfos había profetizado que el destino de Edipo era matar a su padre y casarse con su madre. Esto llevó a Edipo a abandonar Corinto para evitar el destino. Se fue a Tebas y se enfrentó a la pregunta de la Esfinge, acertando con la respuesta. Al ser descubierto el enigma, la Esfinge se dio muerte y Tebas coronó a Edipo como rey de la ciudad. Se casó con Yocasta, la viuda de Layos. Parecía que Edipo había vencido al destino profetizado en Delfos, pero cuando intentó investigar el asesinato de Layos, se descubrió que un viejo pastor había recogido Edipo cuando era un niño abandonado y lo había entregado al rey de Corinto. Edipo había asesinado a su padre en un crude de caminos sin conocer la identidad de su progenitor. Así se cumplía, según la tragedia de Sófocles, lo presagiado en el oráculo de Delfos.
sacre
«Sacre (ave de rapiña), 1252 (de donde 'ladrón', 1613). Voz común a las varias lenguas románces y al árabe (saqr, siglo X, quizá ya siglo VII). Origen e historia inciertos; es voz antigua en árabe, pero como allí no pertenece a una raíz conocida, es verosímil que el árabe lo tomara del latín sacer 'sagrado', que los autores clásicos aplicaban como epíteto al azor y al halcón. Las formaciones romances pudieron tomarse del árabe o, como cultimos, del bajo latín. En castellano la fonética del vocablo revela que no es un arabismo puro ni un puro latinismo.
Sacrificar, sacrificio, sacrilegio, sacrílego, sacristán, sacristía, sacro, sacrosanto. Ver sagrado.»
[Corominas, Joan: Breve diccionario etimológico de la lengua española. Madrid: Gredos, 31987, p. 519-520]
sagrado
«Sagrado, 1220-50. Del lat. sacratus 'sagrado, consagrado', derivado de sacrare 'consagrar', y éste de sacer, sacra, sacrum, 'santo, augusto'.
Derivados:
Sagrario, 1220-50.
Consagrar, 1220-50, del latín consecrare, en la baja época consacrare; consagración.
Cultismos:
Sacramento, 1220-50; sacramental; sacramentar, sacramentación.
Sacratísimo.
Sacro, h. 1440, del latín sacer, sacra, sacrum.
Sacristán, 1177, del bajo latín sacrista, formado con el sufijo grecolatino –ista, pero declinado sacrista, sacristanem, en la Edad Media, como si fuese germánico: sacristía, 1490.
Compuestos:
Sacrificar, 1220-50, del latín sacrificare íd.
Sacrificio, 1220-50, del latín sacrificium íd.
Sacrílego, h. 1490, del latín sacrilegus íd., propiamente 'ladrón de objetos sagrados', formado con legere 'recoger'.
Sacrilegio, 1220-50, del latín sacrilegium.
Sacrosanto, 1438.
Sacerdote, 1209, del latín sacerdos, sacerdotis, íd. (formado con el indoeuropeo dhē- 'hacer').
Sacerdotal, 1220-50.
Sacerdotisa.
Sacerdocio, h. 1440.»
[Corominas, Joan: Breve diccionario etimológico de la lengua española. Madrid: Gredos, 31987, p. 520]
sacrificio
La palabra sacrificio viene del latín sacrum facere 'hacer algo sagrado mediante un acto o acción sagrada', 'ofrecer una cosa a Dios, haciéndola así sagrada, es decir, consagrándola'. La palabra ha adquirido dos sentidos: uno el original de facere sacrum 'consagrar alago a Dios'; otro el de sufrimiento, labor costosa o renuncia a alguna cosa a favor de la divinidad. Para este segundo significado existe otra palabra que también viene del latín cristiano: mortificatio 'mortificación', 'acción de mortificar', mortum facer 'matar'. En las religiones, los sacrificios pueden tener la forma de ofrecimiento de dones, expiación y comunicación.
Los adjetivos latinos sacer, sacra, sacrum, lo mismo que sanctus, sancta, sanctum tienen origen en el verbo latino sancire 'consagrar', 'sancionar', 'hacer inviolable o invulnerable', 'convertir en sacrosanto'; del participio salió el adjetivo sanctum 'sagrado', 'santo', 'consagrado a la divinidad'. No tenemos datos fidedignos sobre la raíz de las palabras latinas sacer y sanctus. Podrían venir, según algunos autores, del nobre del dios romano, de origen sabino o etrusco, Sancus o Sangus (quizá del latín sanguis 'sangre'), cuyo nombre completo era Semus Sancus Dius Fidius, 'el dios de la buena fe', en cuyo nombre se prestaban los juramentos. Este dios era el encargado de custodiar los pactos, que se depositaben en su tempo y en el que este dios tenía la función de 'notario'. Propiamente fue Fidius una de las advocaciones del viejo dios romano Júpiter, que primeramente era el dios del rayo y del trueno, y luego se convirtió en el protector del derecho y de los pactos. Esta advocación se convirtió más tarde en una divinidad independiente, Fidius.
Santo, santificar, sanción, sagrado, sacramento, sacrificio, consagrar, sagrario, sacerdote... pertenecen a la misma familia léxica.
víctima
«Víctima, 1143. Del latín victima 'persona o animal destinado a un sacrificio religioso'.
Derivado:
Victimario.
[Corominas, Joan: Breve diccionario etimológico de la lengua española. Madrid: Gredos, 31987, p. 605]
«La religión romana es una religión cultual, es decir, se basa en la repetición meticulosa de una serie de ritos legados por la tradición. Estas ceremonias sobre las que se vertebra la religión sirven para establecer una relación entre dioses y hombres, y su fin es mantener la pax deorum, es decir, las relaciones de buen entendimiento, de amicitia, entre los dioses y los hombres. Por lo general, el culto es preventivo, es decir, no era necesaria la ruptura de esa pax para que se celebrasen las ceremonias ordinarias. Con sus rituales los romanos buscan la seguridad de no tenerse que enfrentar con la voluntad adversa de los dioses, y sus relaciones con ellos se establecen por medio del sacrificio y la plegaria, indisolublemente unidos: se entrega algo a los dioses y a la par se solicita algo, según la fórmula contractual do ut des. Las formas de relaciones con los dioses están perfectamente establecidas para evitar la ineficacia del culto. Se denomina sacrificium al acto por el que se hace sagrado un objeto, entregándoselo a la divinidad. Podían ser públicos y privados, ordinarios o extraordinarios y estos últimos expiatorios o de acción de gracias. Las plegarias presentan unas formulaciones legalistas, por las que se establecen con escrupulosa precisión las relaciones recíprocas dioses/hombres, y que recogen todas las posibilidades que podrían hacer nulo el contrato o restarle validez en un intento de instituir un acuerdo irreprochable. Este estricto contractualismo afecta tanto al culto privado como al culto público.»
[Barrio de la Fuente, Carmen: La religión romana. El culto y las plegarias.]