Complemento directo preposicional Acusativo con la preposición a © Justo Fernández López Gramática española - Nivel superior
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El complemento directo preposicional
«Aunque existen excepciones, lo habitual es que el CD lleve la preposición a cuando su referente es específico y animado
No encuentro mi libro;
No encuentro a mi gato.
Si el referente es animado, pero no identificable, aparece generalmente sin preposición. Contrastan así
Busca (una) traductora (‘alguna, la que sea’) y
Busca a una traductora (‘una en particular’).
Tiende a suspenderse esta regla cuando es necesario evitar posible ambigüedades:
Casos en los que el sujeto y el CD con referentes inanimados son permutables: La virtud vence al vicio.
Circunstancias en las que el CD con referente animado coincide con otro complemento que se construye con a (Entregaron al culpable / Entregaron el culpable a la policía.
La presencia y la ausencia de la preposición depente también de la naturaleza semántica del verbo. Así, hay verbos, como ayudar o servir, que exigen siempre la preposición (Ayuda a los enfermos), mientras que otros, como los existenciales haber o tener, no la llevan nunca (Hay muchas personas; Isabel tiene dos hijos).
Hay, incluso, verbos que cambian de significado en función de la presencia o ausencia de la preposición: abandonar un pueblo (‘irse de él’) ~ abandonar a un pueblo (‘no cuidarlo’).» [RAE: Nueva gramática básica de la lengua española. Madrid: Espasa, 2011, p. 197-198]
El complemento directo preposicional y las clase semánticas de verbos
a) Verbos que exigen la preposición a: Verbos de afección: Estas películas asustan {*muchos ~ a mucho} espectadores.
b) Verbos que rechazan la preposición: Verbos de causación (La crisis producirá {miles ~ a miles} de desocupados. Verbos como pedir, demandar o solicitar en ciertos contextos (Había pedido {más ~ a más} jueces). Predicados existenciales haber y tener, sujetos al efecto de definitud (*Hay a muchas personas interesadas). Tener admite la preposición cuando significa ‘dar a luz’ (cuando Ana tuvo a su tercer hijo), en la construcciones presentativas (Aquí tenemos a la autoridad sanitaria), y también cuando se construye con complementos predicativos (Tener a un hijo en las guerrillas podía suponer una condena a muerte).
c) Verbos compatibles con la preposición: Los casos más nítidos son los que cabe asociar con acepciones distintas de los verbos, como en distinguir un hombre (‘percibirlo’) y distinguir a un hombre (‘percibirlo’, pero también ‘honrarlo’).
Cuando el verbo tiene complementos directos e indirectos de persona simultáneamente, es posible recomendar / presentar / enciar / entregar a una persona (OD) a otra (OI). Son infrecuentes estas construcciones cuando los dos complementos son nombres propios. En estos casos la preceptiva recomendaba tradicionalmente evitar la preposición ante el objeto directo (Presentó Luisa a Marta), pero ha acabado imponiéndose la opción que la contiene, tanto con los nombres propios como con los comunes: Fue él quien le presentó a mi madre a Nicolás Blanch.» [RAE: NGLE-Manual 2010, § 34.3.3a-f]
Ambigüedad entre sujeto, complemento directo e indirecto
Casos de ambigüedad entre complemento directo y sujeto, complemento directo y complemento indirecto:
Hay ambigüedad cuando el objeto directo es una cosa que podría interpretarse como sujeto de la oración, sobre todo si el sujeto es también de cosa:
El avión dominó la tempestad.
El Titanic venció el hielo.
[¿quién dominó o venció a quién?]
La preposición a permite en estos casos diferenciar el objeto directo del sujeto:
El avión dominó a la tempestad.
Al Titanic lo venció el hielo.
Pero la preposición a puede producir la indiferenciación del objeto directo (acusativo con a) respecto del indirecto (dativo siempre con a). En las oraciones
El padre presentó a su mujer al jefe,
La policía entrega a María a su marido,
suele interpretarse que el primero de los dos objetos pospuestos al verbo funciona como objeto directo y el segundo como indirecto, siguiendo el orden lógico de las palabras en la oración en español. Sin embargo, estas construcciones con ambiguas. Para evitar la ambigüedad, se suprime la preposición a delante del objeto directo:
El padre presentó su mujer al jefe.
La policía entrega María a su marido.
También se pueden evitar los equívocos introduciendo pronombres personales átonos:
Se la presentó al jefe.
Se la entregó a su marido.
No hay ambigüedad gramatical cuando el sujeto es plural y el objeto singular. Cuando no hay coincidencia de número entre el objeto directo y el sujeto, es sujeto el sustantivo que concuerda con el verbo:
Los veleros atravesaron el lago.
[en este caso tampoco hay ambigüedad contextual]
Ve el niño los perros en el jardín.
Cuando hay coincidencia de número entre sujeto y objeto directo, como en
Canta la niña la copla,
Oyen los niños las canciones,
las referencias semánticas deciden la función respectiva: «cantar», «oír» designan actividades solo asignables a seres animados.
Según el DPD:
Ante nombres de cosa, para evitar ambigüedades, cuando el sujeto y el complemento van pospuestos al verbo, el complemento directo va precedido de la preposición a:
Venció la dificultad al optimismo.
No obstante, es preferible en estos casos anteponer el sujeto, lo que permite prescindir de la preposición ante el complemento directo:
La lectura enriquece la vida.
Cuando el complemento directo de persona precedido de preposición coincide en la oración con otro complemento que también la lleva (por ejemplo, un complemento indirecto), puede omitirse la que antecede al complemento directo, para evitar confusiones:
Presentó (a) su novio a sus padres.
Pero si el complemento directo es un nombre propio, es forzoso el uso de la preposición:
Presentó a Juan a sus padres.
Uso forzoso de a + complemento directo
Ante nombres propios de persona o animal:
Vi a Pedro en el cine.
Dejé a Pluto en la perrera.
Ante nombres colectivos de persona cuyo referente es determinado o consabido:
Dispersaron a la multitud.
Echaron a la gente del parque.
Sin embargo:
Vi una multitud avanzando hacia el estadio.
Necesito gente para acabar el trabajo.
Ante nombres comunes de persona cuyo referente es un individuo concreto, y no uno cualquiera entre varios posibles:
Vi a los hijos del vecino escalar la tapia.
Eligieron a ambos jugadores para la selección brasileña.
Ante nombres comunes de persona que, aun siendo inespecíficos o no consabidos, son complemento directo de verbos que suponen afectación física o psíquica:
acompañar, admirar, afectar, alabar, amar, empujar, engañar, golpear, maltratar, matar, odiar, perjudicar, saludar, etc.
Acompañó a una anciana hasta su casa.
Admiro a los políticos que saben defender sus opiniones.
Engañar a un jefe es imposible.
Ante nombres comunes de persona precedidos de un indefinido, cuando son complemento directo de verbos de percepción como
mirar, observar y oír
Estaba mirando a una señora cuando sentí que me llamaban.
Observé a algunos niños que jugaban al fútbol.
Oí a una mujer cantar ópera.
Con otros verbos de percepción como ver y conocer puede aparecer o no la preposición.
Ante las formas tónicas de los pronombres personales mí, ti, sí, ella, usted, nosotros/as, vosotros/as, ustedes, ellos/as:
¿Dices que me vio a mí en el teatro?
No creo que a ustedes los escuchen.
Ante pronombres demostrativos o posesivos cuyo referente es una persona:
Vi a ese hablando con tu jefe.
A ella no le gusta mi novio y yo no soporto al suyo.
Ante pronombres indefinidos cuyo referente es una persona (alguien, alguno, nadie, ninguno, todos, uno, etc.), salvo cuando funcionan como complemento directo del verbo haber:
Llévate a alguien a la fiesta.
No conozco a nadie.
Os necesito a todos.
Con verbos como buscar, encontrar, hallar, necesitar o tener, la preposición puede aparecer o no:
Busco (a) alguien que me ayude.
No necesito (a) nadie que me acompañe.
Ante los relativos de persona quien, el que, la que y sus plurales, cuando ejercen la función de complemento directo del verbo subordinado:
Ese es el hombre a quien o al que golpearon.
A diferencia de quien, el relativo que, cuando tiene antecedente de persona y se usa sin artículo, nunca lleva preposición en función de complemento directo:
Las personas que amamos.
*Las personas a que amamos.
Ante el pronombre interrogativo de persona quién:
¿A quién buscas?
¿A quiénes visteis en la fiesta?;
y ante el pronombre interrogativo cuál referido a persona:
¿A cuál de los dos encontraste llorando?
Ante nombres de cosa, para evitar ambigüedades, cuando el sujeto y el complemento van pospuestos al verbo:
Venció la dificultad al optimismo.
No obstante, es preferible en estos casos anteponer el sujeto, lo que permite prescindir de la preposición ante el complemento directo:
La lectura enriquece la vida.
Ante nombres de cosa, cuando son complemento directo de verbos que significan orden lineal o jerárquico, como preceder o seguir, y otros como acompañar, complementar, modificar (en el sentido gramatical de ‘servir de adjunto o complemento’) o sustituir (en el sentido de ‘ocupar el puesto [de otra cosa’]:
El otoño precede al invierno.
La calma sigue a la tempestad.
El adjetivo modifica al sustantivo.
El aceite sustituye a la mantequilla en esta receta.
Ante nombres de cosa que designan colectivos formados por personas, del tipo colegio, empresa, consejo, institución, comunidad, etc., cuando el verbo denota una acción que solo puede ejercerse sobre personas, y no sobre cosas:
Multaron a la empresa por realizar vertidos tóxicos.
Convocaron a la comunidad de vecinos para que tomara la decisión definitiva.
No se usa a + complemento directo
Ante nombres comunes que designan objetos inanimados:
Puso el libro en la mesa.
Regaló un automóvil a su padre.
Ante nombres comunes de persona en plural que carecen de determinante:
He encontrado camareros para mi nuevo bar.
Llevaré amigos a la fiesta.
Sin embargo, cuando el complemento está formado por dos sustantivos coordinados, aun careciendo de determinante, llevan la preposición por ser consabidos:
El público silbó a árbitros y jugadores.
El gobierno emplaza a sindicatos y empresarios a una nueva reunión.
Reunieron a chicos y chicas en la misma aula.
Ante nombres propios de países o ciudades (el uso con preposición, habitual en épocas pasadas, prácticamente ha desaparecido de la lengua actual):
No conozco Francia.
Este verano he visitado Nápoles.
Pero si estos nombres denotan no una realidad meramente geográfica, sino el conjunto de sus ciudadanos, se admite la preposición:
Es capaz de engañar a media Italia.
El resto de los nombres propios geográficos nunca llevan preposición:
Cruzó el Tajo a nado.
Escaló el Himalaya.
Ante nombres propios usados como comunes:
Me compré el Picasso en una subasta.
Con el verbo impersonal haber, el complemento directo, aun denotando persona, se construye sin preposición:
Hay alguien en la puerta.
Solo había dos estudiantes en el aula.
Con el verbo tener, el complemento directo de persona, si es indeterminado, se construye sin preposición:
Tienen dos hijos.
Tiene una tía actriz;
pero si va acompañado de un adjetivo en función de complemento predicativo que denota estados transitorios, se construye con preposición:
Tiene a un hijo enfermo (la enfermedad se considera pasajera),
a diferencia de
Tiene un hijo invidente (la ceguera es permanente).
Doble uso del complemento directo con o sin a
Ante nombres comunes de persona precedidos de un determinante indefinido, cuando son complemento directo de verbos que significan búsqueda, preferencia o necesidad, como buscar, necesitar, preferir, querer (‘desear, apetecer’), etc.:
Busco un camarero o Busco a un camarero.
En estos casos, la ausencia de la preposición implica que el complemento es inconcreto o inespecífico (es decir, alude a un individuo cualquiera dentro de la clase de personas designada por el nombre), mientras que el uso de la preposición implica que el complemento se refiere a una persona determinada de entre las de su clase, individualizada en la mente del hablante:
Busco un camarero
significa ‘busco a cualquier persona que pueda trabajar como camarero’ (y en este caso la oración de relativo, si la hubiere, llevaría el verbo en subjuntivo:
Busco un camarero que sepa hablar inglés); por el contrario,
Busco a un camarero
significa ‘busco a un camarero concreto, que ya conozco’ (y en este caso la oración de relativo, si la hubiere, llevaría el verbo en indicativo:
Busco a un camarero que sabe hablar inglés.
Con verbos como contratar, llevar, traer, etc., así como con los verbos de percepción ver y conocer, el complemento directo de persona desempeñado por un nombre común puede aparecer con preposición o sin ella. Como en el caso anterior, la presencia de la preposición implica un mayor grado de especificidad o concreción del referente del complemento en la mente del hablante:
Han contratado (a) un nuevo colaborador.
Llevaré (a) unos amigos a la fiesta.
Trajo (a) una mujer que no conocíamos.
Pondré (a) varios jugadores en el centro del campo.
Vi (a) algunos niños escalando la tapia.
Conocí (a) una persona encantadora.
Con nombres propios es obligatoria la preposición:
Han encontrado a María.
Trajo a Juan.
Con verbos que denotan «selección», como elegir, encontrar, escoger, etc., el complemento directo de persona, cuando es inespecífico, aun acompañado de artículo, puede aparecer con preposición o sin ella:
Aún no he elegido (encontrado, escogido) al hombre con quien casarme.
Aún no he elegido (encontrado, escogido) el hombre con quien casarme.
Si el referente es concreto, es obligatoria la preposición:
Eligió a su hermano.
Encontré a Javier.
Cuando el complemento directo de persona precedido de preposición coincide en la oración con otro complemento que también la lleva (por ejemplo, un complemento indirecto), puede omitirse la que antecede al complemento directo, para evitar confusiones:
Presentó (a) su novio a sus padres.
Pero si el complemento directo es un nombre propio, es forzoso el uso de la preposición:
Presentó a Juan a sus padres.
Los nombres comunes de animales se usan con preposición o sin ella en función de la mayor o menor proximidad afectiva existente entre el hablante y el animal:
Suelta al caballo para que corra (mayor proximidad afectiva), frente a
Suelta el caballo para que corra (menor proximidad afectiva).
Por esta razón es muy frecuente el uso de la preposición con los nombres que designan animales domésticos, mientras que los nombres que designan animales no domésticos normalmente no admiten la preposición.
Ante nombres de cosa, el uso de la preposición depende del grado de personificación del referente:
Esperó (a) la muerte con serenidad.
A veces, la presencia o ausencia de la preposición cambia el significado del objeto:
En este país no se respeta nada a la Justicia (‘institución’), frente a
En este país no se respeta nada la justicia (‘virtud’).
A menudo cambia también el significado del verbo:
Admiro a la Iglesia [= siento admiración por la institución], frente a
Admiro la Iglesia [= contemplo con deleite el edificio de una iglesia].
Es opcional el empleo de la preposición ante nombres de cosa cuando funcionan como complemento directo de algunos verbos que significan daño o provecho y que se construyen normalmente con un complemento directo de persona:
El tabaco perjudica (a) la salud.
La humedad afectó (a) los cimientos del edificio.
Complemento directo con o sin preposición a con el verbo tener
"Con el verbo tener, el complemento directo de persona, si es indeterminado, se construye sin preposición: Tienen dos hijos; Tiene una tía actriz; pero si va acompañado de un adjetivo en función de complemento predicativo que denota estados transitorios, se construye con preposición: Tiene a un hijo enfermo (la enfermedad se considera pasajera), a diferencia de Tiene un hijo invidente (la ceguera es permanente)." [RAE: Diccionario panhispánico de dudas. Madrid: Santillana, 2005, p. 3]
Cuando el objeto directo es de persona que es única:
Sólo tengo a mi madre.
*Sólo tengo mi madre.
Pero sin preposición a cuando se trata de una persona no concreta:
Sólo tengo un amigo.
Complemento con preposición con el verbo tener cuando en la oración hay un complemento circunstancial o adverbial de lugar:
Tengo a mi hijo en la clínica.
Tengo a un hijo en la mili.
Tengo a mi hija trabajando en un hotel.
En construcciones como tener a alguien como + sustantivo, el objeto directo de persona lleva preposición:
Tiene a su hija como secretaria de su empresa.
En construcciones como tener a alguien por algo:
Tengo a este estudiante por un hombre muy aplicado.
Véase la diferencia entre:
Tengo a un amigo en España.
[mi amigo alemán se encuentra actualmente en España]
Tengo un amigo en España.
[mi amigo es español y vive en España]
Tengo un amigo en la policía.
[un amigo mío trabaja como policía]
Cuando el verbo tener significa ‘mantener, causar’, el objeto de cosa lleva la preposición a:
La humedad de la noche tiene a las calles resbaladizas.
Esta falta de lluvia tiene al campo totalmente reseco.
Observaciones
A veces, lo que decide el empleo de la preposición a es la intención pragmática del hablante:
El juez condenó a tres ladrones.
[recalca la individualidad de los tres]
El juez condenó tres ladrones.
[expresa solamente la cantidad: tres]
Miguel mató a un lobo.
[el oyente espera más información sobre ese lobo]
Miguel mató un tigre.
[expresa la cantidad: un tigre]
Iba a despertar a toda la casa.
[metonimia]
Busco un médico.
[no individualizado]
Busco a un médico.
[cierto grado de individuación]
Busco al médico.
[individuo concreto y conocido]
Con algunos verbos la preposición a motiva un cambio de sentido:
robar a una señora [= robarle el dinero]
robar una señora [= secuestrarla, raptarla]
perder a un amigo [= corromper su carácter]
perder un amigo [= dejar de tener un amigo]
conservar los amigos [= mantener su amistad]
*conservar a los amigos [= meterlos en conserva]
Posición del complemento directo en la oración
El objeto directo y el indirecto se sitúan ambos tras el verbo, sin que la precedencia del uno o del otro implique diferencia de sentido. Es indiferente decir
Escribió una carta a su novia.
Escribió a su novia una carta.
Normalmente, el acusativo precede al dativo. Sin embargo, solo motivos rítmicos o expresivos hacen preferible un orden u otro.
Cuando el objeto directo e indirecto son pronombres personales átonos, el objeto indirecto precede al directo:
Escribe una carta a la novia.
Se la escribe.
Me dice la verdad.
Me la dice.
Si se antepone al verbo el objeto directo o el indirecto para darle realce, se debe incrementa el verbo con el pronombre personal átono que reitera la función del objeto desplazado:
Puso las llaves sobre la mesa.
Las llaves las puso sobre la mesa.
El objeto indirecto pospuesto al verbo se puede anticipar anteponiendo al verbo el pronombre personal átono que concuerde con el objeto indirecto:
Entregó las llaves a la secretaria.
Le entregó las llaves a la secretaria.
Las llaves se las entregó a la secretaria.
Los pronombres personales átonos preceden al verbo (proclíticos):
Me lo ha dicho ayer.
Van añadidos (enclíticos) siempre al imperativo afirmativo.
Dámelo.
Se pueden añadir al infinitivo y al gerundio cuando estas formas no personales van acompañadas de formas personales del verbo:
Tengo que decírselo.
Se lo tengo que decir.
Me lo está contando.
Está contándomelo.
Se añaden al infinitivo y al gerundio cuando estas formas no personales no van acompañadas de alguna forma verbal personal:
Al ir a despertarlo se dio cuenta que no había dormido en casa.
Salió a la puerta y desperezándose saludó a su vecino que...
No se reduplica el objeto directo antepuesto en los siguientes casos
Cuando el objeto antepuesto no lleva artículo (excepto los nombres propios) o lleva un artículo o un adjetivo indeterminado:
Años llevaba esperando por esta subida de sueldo.
Alguna razón tendrá para decir eso.
Cuando el objeto directo antepuesto es un pronombre indefinido:
Nada me dijo de eso.
Algo he leído de eso.
Mucho no hemos ganado este verano.
Pero: A nadie se lo conté. [a nadie es objeto indirecto: dativo]
El indefinido todo antepuesto al verbo se reduplica ante el verbo mediante el pronombre átono lo:
Todo lo sabe él.
Todo eso ya lo sabía yo.
Cuando el objeto directo antepuesto va acompañado de un adjetivo valorativo o que indica cantidad:
Malas noticias nos traes.
Mala cara tienes hoy.
Un buen susto me diste ayer.
En las interrogativas e exclamativas, el objeto directo antepuesto al verbo no se reduplica mediante un pronombre átono:
¿Tan poco dinero te han dado?
¿Qué deseaba usted?
¿A quién estás llamando?
¡Cuántas ganas tenía de verte!
¿Eso soñaste? Sin embargo: Eso lo soñaste.
Cuando después de se impersonal aparecen dos pronombres personales átonos (objeto indirecto + objeto directo), se omite el objeto directo:
Tiene muchos defectos, pero se le perdonan porque es muy amable.
*Tiene muchos defectos, pero se le los perdonan...
El pronombre relativo como objeto directo no se reduplica:
Gastó todo el dinero que tenía.
*Gastó todo el dinero que lo tenía.
En el habla coloquial y en estilo descuidado, se reduplica el relativo en función de objeto directo:
Esta cuestión que la tratara tan bien Ortega.
Complementos indirectos reduplicados y sin reduplicar
«Los complementos indirectos de los verbos de transferencia pueden optativamente aparecer reduplicados por un pronombre clítico.
Juan escribió una carta a su novia.
Juan le escribió una carta a su novia.
Estas dos construcciones no son equivalentes. La presencia del clítico conlleva la idea de culminación del evento que expresa el verbo.
Juan escribió una carta a su novia (durante cinco horas).
Juan le escribió una carta a su novia (??durante cinco horas).
La presencia del clítico marca la culminación del evento indicado por el verbo.
Cuando no está presente el clítico, el orden de los complementos tiende a ser directo > indirecto (acusativo > dativo).
Juan dio el libro de inglés a María.
Cuando está presente el clítico, los complementos pueden aparecer en cualquier orden.
Juan le dio el libro de inglés a María.
Juan le dio a María el libro de inglés.
La preposición a puede ser omitida ante el complemento directo de persona para evitar confusión con el complemento indirecto:
Presentaron la hija a los invitados.
Dieron la niña a una madre adoptiva.
Pero si aparece el clítico reduplicando el complemento indirecto, no se puede omitir la preposición a ante el complemento directo de persona:
*Les presentaron la hija a los invitados.
*Le dieron la niña a una madre adoptiva.
Las construcciones donde el clítico aparece reduplicado no tienen el mismo significado que aquellas en las que el clítico aparece sin reduplicar.»
[Campos, Héctor: “Transitividad e intransitividad”. En: En: Bosque, Ignacio / Demonte, Violeta (eds.): Gramática descriptiva de la lengua española. Madrid: Real Academia Española / Espasa Calpe. 1999, vol. II, § 24.3.5]
Uso de la preposición a en el acusativo según Andrés Bello
Andrés Bello
Gramática de la lengua castellana
destinada al uso de los americanosCapítulo XXXII. Uso de la preposición a en el acusativo
889. La preposición a se antepone a menudo al acusativo cuando no es formado por un caso complementario; y significa entonces personalidad y determinación.
890. Nada más personal ni determinado que los nombres propios de personas, esto es, de seres racionales: todos ellos llevan la preposición en el acusativo: "He leído a Virgilio", "al Tasso"; "Admiro a César, a Napoleón, a Bolívar". Los nombres propios de animales irracionales, y por consiguiente los apelativos que se usan como propios de personas o seres vivientes, se sujetan a la misma regla: "Don Quijote cabalgaba a Rocinante, y Sancho Panza al Rucio".
891. Pero basta la determinación sola para que sea necesaria la preposición a en todo nombre propio que carece de artículo: "Deseo conocer a Sevilla"; "He visto a Londres". En los de cosas, que llevan artículo, éste basta como signo de determinación: "Las tropas atravesaron el Danubio"; "Pizarro conquistó el Perú".
892. Por el contrario, basta la personalidad sola para que lleven a los acusativos de alguien, nadie, quien.
893. Los nombres apelativos de personas, que llevan artículo definido, requieren la preposición: "Conozco al gobernador de Gibraltar"; "Debe el pueblo por su propio interés recompensar a los que le sirven".
Y para que sea propio el uso de la preposición es suficiente que la determinación de la persona exista con respecto al sujeto; pero si ni aun así fuere determinado el apelativo, no deberá llevarla. Se dirá, pues, 'aguardar a un criado', cuando el que le aguarda piensa determinadamente en uno; y por la razón contraria, 'aguardar un criado', cuando para el que le aguarda es indiferente el individuo. "El niño requiere un maestro severo"; "Fueron a buscar un médico experimentado, que conociera bien las enfermedades del país"; "Fueron a buscar a un médico extranjero que gozaba de una grande reputación".
894. Es una consecuencia de la regla anterior el omitirse la preposición con los apelativos de persona que no son precedidos de artículo alguno: "Busco criados"; "Es preciso que el ejército tenga oficiales inteligentes".
895. Los apelativos de personas que sólo se usan para designar empleos, grados, títulos, dignidades, no llevan la preposición: "El presidente eligió los intendentes y gobernadores"; "El papa ha creado cuatro cardenales".
896. Los acusativos del impersonal haber no llevan nunca la preposición a: "Hay hombres que para nada sirven"; "Hay mujeres peligrosas"; "No hay ya los grandes poetas de otros tiempos". Ni aun alguien, nadie y quien se eximen de esta regla: "Alguien hay que nos escucha"; "No hay nadie que no le deteste"; "¿Quién hay que le conozca?". Quién en este último ejemplo es 'qué persona': en "¿hay quien le conozca?", quien es 'persona que', el antecedente envuelto persona es el verdadero acusativo de haber, y el elemento relativo es sujeto de la proposición subordinada. En "No hay a quien recurrir" se calla el acusativo persona, y la preposición es régimen de recurrir.
997. Los apelativos de cosa no suelen llevar la preposición, por determinados que sean: "Cultiva sus haciendas"; "Tiene la más bonita biblioteca". Los verbos que significan orden, como preceder, seguir, parecen apartarse de esta regla: "La primavera precede al estío"; "El invierno sigue al otoño"; pero lo que rigen esos verbos es realmente un dativo. Si se dice que la 'gramática debe preceder a la filosofía', se dice también que debe precederle o precederla, representando a filosofía con le o la, terminaciones que sólo son equivalentes en el dativo femenino: lo que no se opone a que en construcción pasiva se diga que 'la filosofía debe ser precedida de la gramática'. Este es uno de los caprichos de la lengua, como también lo es el que esos mismo verbos no sean susceptibles de la construcción regular cuasi-refleja de sentido pasivo, pues nadie seguramente dería: "La filosofía debe precederse de la gramática".
Ya se ha notado (§ 735) que la construcción pasiva de participio no es una prueba concluyente de que el complemento que ha pasado a sujeto fuese precisamente acusativo.
Las reglas anteriores sufren a veces excepciones: 1º por personalidad ficticia; 2º por despersonalización; 3º para evitar ambigüedad.
898. 1º Las cosas que se personifican toman la preposición a en el acusativo, cuando son determinadas, lo que puede extenderse aun a los casos en que la idea de persona se columbra oscuramente, como cuando aplicamos a las cosas los verbos que tienen más a menudo por acusativo un ser racional o por lo menos animado. De aquí "Llamar a la muerte", "Saludar las aves a la aurora", "Calumniar a la virtud", "Recompensar al mérito", "Hemos de matar en los gigantes a la soberbia, a la envidia en la generosidad y buen pecho, a la ira en el reposado continente y quietud del ánimo, a la gula y al sueño en el poco comer que comemos y en el mucho velar que velamos" (Cervantes); "Temía a los extraños, a los propios, a su misma sombra; condición de tirano" (Martínez de la Rosa). Otro escritor moderno ha dicho: "La literatura sabia despreciaba la poesía popular"; y hubiera podido personificar 'la poesía', anteponiéndole la preposición.
899. 2º Por el contrario, los verbos cuyo acusativo es a menudo de cosa, pueden no regir la preposición, cuando les damos por acusativo un nombre apelativo de persona: "La escuela de la guerra es la que forma los grandes capitanes". Esta excepción no se extiende jamás a los nombres propios; y es de rigor con el acusativo de que, cuando sacándolo de su ordinario empleo, lo hacemos representativo de persona: tan malo sería pues 'el hombre a que vi', con la preposición, como 'el hombre quien vi', sin ella.
'Pierde sus hijos' el que deja de tenerlos; 'pierde a sus hijos' el que con su nimia indulgencia y sus malos ejemplos los corrompe; 'perder' en esta última oración tiene un significado moral que sólo puede recaer sobre verdaderas personas.
Como en esto de fingir persona o vida donde no existe, o mera materialidad donde hay vida o persona, no es dado poner coto a la imaginación del que habla o escribe, no puede menos de ser extremadamente incierta y variable la práctica de los mejores hablistas en estas dos excepciones.
900. 3º Cuando es necesario distinguir el acusativo de otro complemento formado por la preposición a, podemos y aun debemos omitirla en el acusativo, que en otras circunstancias la exigiría: "Prefiero el discreto al valiente"; "Antepongo el Ariosto al Tasso". Esto sucede principalmente cuando concurren acusativo y dativo; y nunca se extiende a los nombres propios de persona que carecen de artículo; por lo que no sería permitido, "Presentaron Zenobia al vencedor", aunque sería tolerable, "Presentaron la cautiva Zenobia al vencedor", y "Prefiero Cádiz a Sevilla". Cuando es inevitable la repetición del a, suele preceder el acusativo: "El traidor Judas vendió a Jesús a los sacerdotes y fariseos". Pero si ambos términos fuesen nombres propios de persona, sin artículo, sería preciso adoptar otro giro; porque ni "Recomendaron Pedro a Juan", ni "Recomendaron a Pedro a Juan", pudieran tolerarse.
Uso de la preposición a delante del complemento directo - M. Metzeltin
«El uso de la preposición a delante del complemento directo puede depender de si el designado de éste es una persona o cosa. El estudio de los sintagmas verbo + complemento directo substantival usados en el número 1090 de El País del 7 de noviembre de 1979 permite establecer la siguiente estadística:
a.
verbo + a + complemento directo de ‘persona’:
89
b.
verbo + complemento directo de ‘persona’
17
c.
verbo + a + complemento de ‘cosa’
55
d.
verbo + complemento directo de ‘cosa’
1586
De estas cifras se puede deducir que la preposición a tiende a aparecer delante de un complemento directo que indica ‘persona’ y tiende a no aparecer delante de un complemento directo que indica ‘cosa’. Un examen más atento de estas tendencias lleva a las siguientes especificaciones. Cuando el complemento directo substantival indica una persona o un grupo de personas se tiende a utilizar la preposición a:
si el substantivo es un nombre propio:
Marcelino Oreja, ministro de Asuntos Exteriores ha incorporado a su equipo de colaboradores a Rafael Ansón.
El Gobierno queda en manos de un directorio, y se designa presidente a Maximiliano Hernández Martínez, con el beneplácito de Estados Unidos.
si el substantivo es un nombre apelativo precedido del artículo determinado, de un posesivo o de un demostrativo:
Conozco a la dueña, una americana, una californiana.
No se publicarán cartas que ofenden a las personas o que traspasen los límites que marca la legalidad vigente.
Y otra petición en contra de la discriminación en materia de subsidios de que son víctimas los padres no alemanes que tienen a sus hijos en sus países de origen.
Dijo que el Gobierno vasco acata el compromiso constitucional, que apoya a las fuerzas de seguridad del Estado.
Señala la Federación que no engañó a la opinión pública.
No querría que pareciera que adulo a la juventud.
El Rayo ganó al Betis y empató ante Hércules y Burgos.
A partir de este momento, la CMT deberá consultar a sus organizaciones afiliadas para que se pronuncien en favor o en contra del ingreso de USO.
Contraejemplo:
Helicópteros de la fuerza aérea peruana están evacuando los heridos hasta la ciudad de Arequipa.
No se utiliza la preposición a ante el complemento directo de persona:
si el substantivo es un nombre apelativo indeterminado (y posiblemente la persona es considerada más bien como una ‘cosa’):
El Sadie Hawkins Day, durante el cual los hombres solteros aceptan difícilmente ser casados por las mujeres que no han conseguido marido.
Mientras tanto había que sufrir dolores fortísimos por no tener un médico que nos lo hiciera en las debidas condiciones sanitarias.
El presidente espera agrupar uno, dos o tres millones de personas.
Contraejemplos:
Empleó como mano de obra gratis a presos de los campos de concentración.
Si se compara a bebés nacidos a los nueve meses y en perfecto estado de salud ...
El Gobierno sigue colocando en puestos de responsabilidad técnica a personas que carecen de la preparación necesaria para desempeñarlos.
El patrono que despida a un obrero sin causa justificada ...
Quien conoce a un lobo, conoce a todos los lobos, quien conoce a un hombre, sólo a uno le conoce.
Asustada Ana de que tan poco después de la caída fuese capaz de recibir a un hombre en su alcoba.
si el substantivo, aunque determinado, es seguido de un complemento indirecto o locativo introducido por la preposición a:
Dado que posteriormente la impulsiva muchacha le quita el amante a su mejor amiga.
Señala el abuelo los héroes al niño.
Francisco llamó la gente a la plaza.
Contraejemplos:
En esa época, Morán presenta a Fraga a Mario Soares durante una visita que el líder socialista portugués realizó a la capital británica.
La distinción entre sí mismo y el otro conduce al niño al lenguaje.
Cuando el complemento directo substantival indica una ‘cosa’ se puede utilizar la preposición a:
si el substantivo indica un espacio habitado:
Porque la verdad es que yo a Madrid lo amo como a la niña de mis ojos.
En Córdoba y Jaén, la catástrofe alcanza a toda la provincia.
Un funcionario del Estado que no vota al partido del Gobierno está descalificado para representar a nuestro país en una institución internacional.
La decisión norteamericana se produjo meses después que la Conferencia Internacional del Trabajo del año 1975 aprobara una resolución condenando a Israel por el mal tratamiento a los trabajadores árabes.
Contraejemplos:
Entre tanto, unos 300.000 emigrantes han decidido abandonar el país.
delante de complementos directos que dependen de verbos como acorralar, ayudar, coadyuvar, culpar, reemplazar, rodear, etc. que se refieren más bien a personas, así que puede aparecer la preposición también delante de substantivos que indican conceptos no fácilmente personificables:
Vencer a la enfermedad.
Vencer a la muerte.
En la explicación de voto, Vida Soria culpó al propio texto del proyecto como responsable.
Tal estado de ansiedad perjudica a las relaciones madre-hijo.
Las renuncias que acompañan a una crisis económica de causas mucho más profundas que un mero cambio de régimen.
en una serie de casos semánticamente poco claros (acelerar, aislar, arrastrar, considerar, embestir, encerrar, favorecer, orientas, tocar, etc.):
El criterio que orientará a dicha educación.
Considerando a la democracia no solamente como una estructura jurídica y un régimen político.
Mas por encima de las escuelas artísticas y con un ámbito de mayor extensión temporal y espacial, consideramos a las épocas histórico-culturales ...
La violencia de la corriente en algunas calles levantó el asfalto, arrastrando a los vehículos que se encontraban estacionados.
Cuando a las tres de la madrugada aproximadamente, un tren de carga embistió a otro de pasajeros de 17 vagones.
En dos minutos y medio aceleran al cohete.
Las concesiones buscan la liberación del régimen sin tocar a la Constitución.»
[Metzeltin, M.: Semántica, pragmática y sintaxis del español.Wilhelmsfeld: Egert, 1990, 42-46]
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