Tiempos verbales - Nomenclatura española © Justo Fernández López Gramática española - Nivel superior
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Nomenclatura de las formas verbales
Equivalencias de las nomenclaturas de los tiempos verbales
Forma verbal
Andrés Bello
(1781-1865)
Real Academia:
Gramática, 1931
Real Academia:
Esbozo, 1973
MODO INDICATIVO
canto
presente
presente
presente
canté
pretérito
pret. indefinido
pret. perfecto simple
cantaba
copretérito
pret. imperfecto
pret. imperfecto
he cantado
antepresente
pret. perfecto
pret. perfecto compuesto
hube cantado
antepretérito
pret. anterior
pret. anterior
había cantado
antecopretérito
pret. pluscuamperfecto
pret. pluscuamperfecto
cantaré
futuro
futuro imperfecto
futuro
cantaría
pospretérito
potencial simple o imperfecto
condicional
habré cantado
antefuturo
futuro perfecto
futuro perfecto
habría cantado
antepospretérito
potencial compuesto o perfecto
condicional perfecto
MODO SUBJUNTIVO
cante
presente
presente
presente
cantara o cantase
pretérito
pret. imperfecto
pret. imperfecto
haya cantado
antepresente
pret. perfecto
pret. perfecto
hubiera o hubiese cantado
antepretérito
pret. pluscuamperfecto
pret. pluscuamperfecto
cantare
futuro
futuro imperfecto
futuro
hubiere cantado
antefuturo
futuro perfecto
futuro perfecto
MODO IMPERATIVO
canta
futuro
presente
presente
FORMAS NO PERSONALES
cantar
infinitivo
cantando
gerundio
cantado
participio
haber cantado
infinitivo compuesto
habiendo cantado
gerundio compuesto
«La estructuración habitual de las formas verbales y la terminología resultante se ha basado casi exclusivamente en cuestiones de forma externa (simples frente a compuestas) o bien en lo que para nosotros es el vector originario. Así, tanto cantaré como habré cantado son consideradas como formas de ‘futuro’, mientras que cantaba, canté, había cantado, etc. figuran entre las formas de ‘pasado’. Las agrupaciones resultantes son muy heterogéneas y, sobre todo, impiden dar cuenta de las conexiones que las aproximaciones no temporalistas establecen entre, por ejemplo canto y cantaba o bien cantaré y cantaría. Esos inconvenientes desaparecen si distribuimos las formas teniendo en cuenta la relación temporal primaria y el punto de referencia, tal como muestra el cuadro siguiente, en el que las formas aparecen únicamente en la casilla que contiene su realización temporal fundamental:
Punto de referencia
Relación temporal primaria
Anterioridad
Simultaneidad
Posterioridad
origen (momento del habla)
canté
canto
cantaré
anterior al origen
había cantado
cantaba
cantaría
simultáneo al origen
he cantado
posterior al origen
habré cantado
anterior a un punto que es posterior
a otro punto anterior al origen
habría cantado
La situación en columnas muestra gráficamente los vínculos existentes entre las formas que poseen la misma relación temporal primaria.»
[Rojo, Guillermo / Veiga, Alexandre: “El tiempo verbal. Los tiempos simples”. En: Bosque, Ignacio / Demonte, Violeta (eds.): Gramática descriptiva de la lengua española. Madrid: Real Academia Española / Espasa Calpe, 1999, vol. 2, § 44.2.2.3.]
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«La gramática clásica tiene una concepción del tiempo lingüístico totalmente determinada por la visión del fenómeno temporal en términos generales. Si se parte de una estructuración en la cual todo se reduce a la existencia de un presente (huidizo por su misma naturaleza), precedido de un pasado y seguido de un futuro, parece lógico esperar que el verbo, clase de palabras a la que se reconoce y atribuye expresión del tiempo, necesite exactamente tres formas para dar cuenta de todas las relaciones esperables. Es claro que el latín y el griego, lenguas sobre las que se forjan las herramientas conceptuales de la gramática clásica, presentaban más de tres formas, lo cual crea evidentes problemas. Para evitarlos, es forzoso recurrir a parámetros adicionales, internos o externos al temporal.
Interno es el de la distancia temporal, que establece subclases y permite, por tanto, hablar de dos o más formas del pasado y del futuro diferenciadas entre sí por el grado de lejanía al presente: un pasado próximo y un pasado remoto, por ejemplo, para citar únicamente una de las diferencias que se han manejado efectivamente, tanto para el latín como para el español.
Cabe también, por supuesto, utilizar otras categorías lingüísticas para explicar la existencia de más formas en el verbo. El caso más conocido es, sin duda, el del aspecto, que utilizó ya Verrón para el verbo latino, por influencia de los gramáticos estoicos que lo habían identificado en el verbo griego. Si se establece diferencia entre formas perfectivas e imperfectivas, el número de formas verbales posibles se duplica en cada grupo temporal. En un contexto totalemente diferente, cuando los redactores de la RAE de 1917 tienen que resolver el conflicto que les crea la existencia de las formas cantaría y habría cantado, hasta encontes subjuntivas para la RAE e indicativas para Bello, deciden, a imitación de la gramática francesa contemporánea, crear el ‘modo condicional’, con lo que, entre otras cosas, se solucionaba el ‘exceso’ de formas indicativas.
Tanto la terminología tradicional como la mayor parte de las habituales en nuestros días contienen restos de todas estas visiones contradictorias. En realidad, en la mayor parte de los casos se trata de estrategias puramente nominalistas para evitar el conflicto conceptual. Así, por ejemplo, la existencia de términos como ‘pretérito perfecto’, ‘pretérito imperfecto’ y similares no significa realmente que quienes los utilizan postulen la existencia de la categoría aspectual. Son denominaciones adaptadas de otros sistemas (en los que quizá sí se hablaba de valores aspectuales) y que perviven como simples etiquetas más o menos cómodas. Quizá la mejor prueba de ello la constituye la existencia de la denominación ‘pretérito pluscuamperfecto’, empleado tanto para el latín como para diversas lenguas romances. Como es bien sabido, perfectum e imperfectum, denominaciones muy antiguas en la gramática occidental, son los términos latinos empleados por Varrón para traducir los griegos relacionados con el carácter concluso e inconcluso y, por tanto, poseen un contenido claramente aspectual. Sin embargo, fueron utilizados desde muy pronto (Varrón tuvo éxito en la terminología, pero no en lo que ella suponía) como especificaciones de la categoría temporal (cf. Lyons 1977: 638). El deterioro del valor originario de estos términos y la consagración de su empleo como subdivisiones de la categoría temporal aparecen claramente en la denominación plusquemperfectum, tan extendida en la gramática tradicional. En efecto, si perfectum tiene auténticamente valor aspectual y significa por tanto “acabado, terminado”, no parece haber modo de añadir un valor “más que acabado”, lo cual implica que perfectum ha perdido realmente su valor aspectual. La contradicción se hace patente si se compara la denominación plusquamperfectum con la consideración de que esta forma expresa un pasado remoto o bien una situación anterior a otra situación en el pasado.
La evidente inadecuación de los planteamientos tradicionales de la temporalidad verbal para dar cuenta de los valores de las formas ha dado lugar en los últimos años a la formulación de teorías que postulan la existencia de categorías complementarias. Considerando únicamente las que han sido más empleadas para el verbo español, podemos agruparlas en dos grandes bloques:
a) Por un lado, la línea seguida primero por Benveniste (1959) y luego por Weinreich (1964). El factor común a ambos consiste en el establecimiento de dos grupos de formas verbales (historia y discurso en el primer caso, formas comentadas y formas narradoras en el segundo). Esta contribución es, en los dos autores, el gran principio organizador del sistema.
b) De otra parte, la que introduce en el verbo los llamados ‘niveles o planos de actualidad’, formulada ya por Damourette y Picho (1936) para el verbo francés, reelaborada por Burger (1961 y 1962), adoptada posteriormente por Pottier (1969) ya para el español y aceptada luego por Lamíquiz (1982). Por vía independiente de la de Pottier, pero con casi total coincidencia en los resultados que se obtienen en este punto concreto, Coseriu (1976), seguido por Cartagena (1978), considera los planos de actualidad como uno de los factores más característicos de los sistemas verbales románicos. La diferencia entre dos ‘perspectivas’ (de ‘presente’ o ‘participación / ‘de pasado’ o ‘alejamiento’) introducida por Alarcos Llorach (1959) en el estudio del verbo español presenta no pocas coincidencias con las mencionadas teorías.»
[Rojo, Guillermo / Veiga, Alexandre: “El tiempo verbal. Los tiempos simples”. En: Bosque, Ignacio / Demonte, Violeta (eds.): Gramática descriptiva de la lengua española. Madrid: Real Academia Española / Espasa Calpe, 1999, vol. 2, § 44.2.2.1.]
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«Entre las varias denominaciones que han recibido ls cinco formas verbales del pasado de indicativo en los estudios gramaticales sobre el español, hemos elegido unas que tienen en común el nombre pretérito, y a este término se le añade un adjetivo. Ha sido fácil la elección del término pretérito simple para la forma canté, por ajustarse más a la realidad del sistema verbal que el tradicionalmente usado de indefinido, que es cualquier cosa menos indefinido. Para la forma cantaba hubiéramos preferido emplear el término copretérito, por ajustarse más a sus valores que el de imperfecto, pero la implatación casi total del término imperfecto, nos ha inclinado a su elección. A la forma he cantado, cuya denominación antepresente nos parece interesante, hemos preferido llamarla también con su nombre tradicional, pretérito perfecto. Pero debe aclararse que tanto esta forma como el imperfecto no están caracterizadas en el sistema verbal por el aspecto verbal perfectivo/imperfectivo, tal como podría derivarse de los adjetivos unidos al nombre pretérito. Los términos pretérito pluscuamperfecto para había cantado y pretérito anterior para hube cantado, que consideramos no totalmente ajustados a su función en el sistema, han sido elegidos, sin embargo, a fin de facilitar su identificación al lector. En esta decisión teníamos en cuenta, además, que los términos acuñadps por Bello, antecopresente y antepretérito, no parecen ajustarse a su función, sino que más bien la forma había cantado es un antepretérito, no antecopretérito.
1. Formas simples:
canté - pretérito simple
cantaba - pretérito imperfecto
2. Formas compuestas:
he cantado - pretérito perfecto
había cantado - pretérito pluscuamperfecto
hube cantado - pretérito anterior
En los estudios gramaticales del español se han dado a estas formas diversas denominaciones que creemos útil presentar aquí:
CANTÉ: prétérito, pretérito absoluto, pretérito indefinido, perfecto simple, pasado simple, pretérito perfecto absoluto.
CANTABA: copretérito, pretérito coexistente, imperfecto y pretérito imperfecto.
HE CANTADO: antepresente, pretérito perfecto, pretérito perfecto compuesto, presente perfecto, pasado compuesto, pretérito perfecto actual.
HABÍA CANTADO: antecopretérito y pretérito pluscuamperfecto.
HUBE CANTADO: antepretérito y pretérito anterior.»
[Gutiérrez Araus, María Luz: Formas temporales del pasado en indicativo. Madrid: Arco Libros, 1995, p. 18-19]
«El sistema de Bello, adoptado en la enseñanza en varios países americanos, es, sin duda, si no perfecto, sí más claro y racional que el académico. Este último fue modificado por la propia Corporación en el Esbozo de una nueva gramática (1973); y, aunque las propuestas de esta obra no tenían carácter normativo, la nueva nomenclatura ha sido acogida desde entonces por numesosos libros de textos españoles, en competencia con la académica tradicional, con lo cual se ha conseguido incrementar un poco la confusión en la enseñanza del español en España.»
[Seco, Manuel: Gramática esencial del español. Madrid: Espasa Calpe, 1989, p. 174, nota 1, y p. 175]
“Son imperfectos todos los tiempos simples de la conjugación española, con excepción del pretérito perfecto simple („indefinido“). Son perfectos el perfecto simple y todos los tiempos compuestos con el auxiliar haber.“ [RAE: Esbozo ..., S. 367]
«No todas las lenguas indoeuropeas tienen el mismo sistema de tiempos verbales. Y aunque cuando manifiestan en el cuadro de su conjugación los mismo tiempos, pueden diferir en el uso que hacen de éstos. Y aun cuando manifiesten en el cuadro de su conjugación los mismos tiempos, pueden diferir en el uso que hacen de éstos.
Alemán
Inglés
Francés
Español
Präsens
Present
Pres. continuous
Présent
Presente
(Presente continuo)
Präteritum
Simple past
Past continuous
Imparfait
Imperfecto
(Imperfecto continuo)
Passé simple
[Passé défini]
Pretérito perfecto simple [indefinido]
(Pretérito perf. simple continuo)
Perfekt
Present perfect
Pres. perf. cont.
Passé composé
Pretérito perfecto compuesto
(Pretérito perfecto compuesto continuo)
Plusquamperfekt
Past perfect
Past perfect cont.
Plus-que-parfait
Pluscuamperfecto
(Pluscuamperfecto continuo)
Passé antérieur
Pretérito anterior
El presente es el único tiempo de los aquí considerados que tiene en las cuatro lenguas la misma denominación.
El Präteritum alemán (también el simple past inglés) puede equivaler a nuestro imperfecto y a nuestro pretérito perfecto simple (indefinido). Es, por consiguiente, polisémico desde el punto de vista del español, y, por tanto, la correspondencia en la traducción puede resultar dudosa. [...] El uso del imperfecto o el del pretérito perfecto simple es subjetivo; depende del punto de vista que adopte el narrador: considerar los hechos como simplemente pasados y concluidos (pretérito perfecto simple) o como procesos en cierto modo "presentes en el pasado", que se muestran al lector como no concluidos todavía, sino en curso de realización (imperfecto). [...] El imperfecto es el tiempo "presentativo" del pasado, es decir, convierte el pasado en presente con relación a otro momento determinado del pasado. Por eso, así como hay un "presente histórico" que narra hechos pasados como si fueran presentes "ahora", en el momento en que se habla o escribe, hay también un "imperfecto histórico" que expone acciones o estados pasados como si fueran presentes "entonces", en el momento ya pasado al que se refiere el que habla o escribe. [...]
El imperfecto es un tiempo eminentemente literario, vivificador del relato; hace que el lector se traslade imaginativamente al pasado y asista al desarrollo de los acontecimientos narrados. Por eso pudo decir Antonio Machado que Del pretérito imperfecto brotó el romance de Castilla (Notras sobre poesía). Son muchos, en efecto, los romances que inician el relato en pretérito imperfecto. O bien alternan el imperfecto con el presente. María Moliner (DUE, 1975: 1471b-1472a) enumera y ejemplifica hasta quince usos del imperfecto en español. [...]
Tanto el Präteritum alemán como el simple past inglés son tiempos de gran vitalidad, usados con mucha frecuencia para expresar acciones pasadas. Y lo mismo ocurre con su pareja de equivalentes en francés y en español, el imperfecto (imparfait) y el pretérito perfecto simple (passé simple). En cambio, por una parte, el Plusquamperfekt alemán se usa menos que el past perfect inglés y que el plus-que-parfait francés y el pluscuamperfecto español; por otra parte, el pretérito anterior español ha caído casi totalmente en desuso, sustituido por el pretérito perfecto simple o por determinadas combinaciones de conjunciones y formas verbales. Tampoco el passé antérieur francés, mucho más usado que la forma correspondiente española, se emplea sin restricciones. [...]
Malblanc observa que el francés, y lo mismo podemos decir del español, puede establecer toda una serie de anterioridades antes de recoger el hilo normal de la narración, integrando así en el relato otro relato secundario. En cambio, el alemán no soporta una larta permanencia en un tiempo anterior a otro tiempo pasado, y vuelve tan pronto como le es posible a su Präteritum.
Te escribo esto pensando en otro. Ha venido porque me habías dejado sola.
Ich schreibe dir dies und denke an einen anderen. Er ist gekommen, weil du mich verlassen hast.
Me parece que hasta este momento nunca había visto el campo.
Ich glaube, ich habe bis heute nie das Land so richtig gesehen.
Por el contrario, a veces, el Plusquamperfekt traduce el matiz de continuidad en el pasado que las lenguas románicas pueden expresar mediante el imperfecto.
Llegaban, por lo demás, al término de la subida.
Die beiden hatten nun die Höhe erreicht.
La policía no tenía ninguno de los atributos que se imaginaba Ida de acuerdo con las novelas.
Die Polizei sah ganz anders aus, als es Ida nach dem Lesen der Romane sich vorgestellt hatte.»
[García Yebra, V.: Teoría y práctica de la traducción. Madrid: Gredos, ²1984, Bd. I, S. 144 ss.]
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