Hispanoteca - Lengua y Cultura hispanas

Genus - Paare

© Justo Fernández López

Spanische Grammatik für deutsche Muttersprachler

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Es gibt nur männliche und weibliche Substantive im Spanischen.

Paare maskuliner und femininer Substantive 

mit unterschiedlicher Endung und 

unterschiedlicher Bedeutung

el acta [fem.]

das Protokoll

el acto

die Tat

el arca [fem.]

die Truhe / die Kiste

el arco

der Bogen

la barca

Boot

el barco

Schiff

la bolsa

Beutel, Börse

el bolso

die Handtasche

la bomba

die Bombe

el bombo

die (große) Trommel

la braza

Klafter = 1,6718 m

el brazo

Arm

la canasta

der Henkelkorb

el canasto

der Tragkorb

la costa

die Küste

el costo

die Kosten

la charca

Tümpel

el charco

Lache / Pfütze

la cuadra

(Pferde)Stall

el cuadro

das Gemälde / das Bild

la cubierta

der Deckel

el cubierto

das Besteck

la cuba

das Weinfass

el cubo

der Eimer

la cuchilla

Rasierklinge

el cuchillo

das Messer

la cuenta

die Rechnung

el cuento

die Erzählung

la farola 

Lichtmast

el farol

Laterne, Leuchte, Lampion

la fruta

das Obst / die Frucht

el fruto

Frucht, Baumfrucht, Ertrag

la gimnasia

die Gymnastik

el gimnasio

die Turnhalle

la gorra

die Mütze, Kappe

el gorro

Feld-, Dienstmütze

la huerta

bewässertes Gemüseland

el huerto

Gemüse- / Obstgarten

la hueva

der Fischrogen

el huevo

das Ei

la libra

das Pfund

el libro

das Buch

la manga

der Ärmel

el mango

der Stiel, Griff

la manta

die Decke

el manto

der weite Mantel

la marca

Marke / Merkmal

el marco

die DM / der Rahmen

la moda

die Mode

el modo

die Art und Weise

la maza

die Keule / der Schlägel

el mazo

der Holzhammer / der Stößel

la pala

Schaufel

el palo

Stock / Stab / Pfahl

la paralela

die Parallele

el paralelo

der Vergleich

la pesa

der Hantel / der Gewicht(sstück)

el peso

das Gewicht

la poza

die Pfütze

el pozo

der Brunnen

la puerta

die Tür

el puerto

der Hafen

la punta

die Spitze

el punto

der Punkt

la rama

der Strang / Zweig

el ramo

der Strauß / Zweig

la raya

der Strich/Linie

el rayo

der Blitz / der Strahl

la ría

Trichtermündung

el río

der Fluss

la rueda 

das Rad

el ruedo

die Arena (Stierkampf)

la(s) traza(s)

der Anschein / das Aussehen

el trazo

Strich, Linie, (Schrift)Zug

la zapata

Hemmschuh

el zapato

Schuh

Unterscheidungsmerkmale

Größe oder Form: cesto / cesta

Baum / Frucht: cerezo / cereza; naranjo / naranja; manzano / manzana

Benutzer / Instrument: el trompeta / la trompeta

Individual / Kollektiv: huevo / hueva; el policía / la policía

Metaphorische Beziehung: mango / manga; el frente / la frente

Intensität: el calor / la calor

Wertung: palabra / palabro; papel / papela

Materie: pincha / pincho

Form: botijo / botija; canasto / canasta

Funktion: cuenco / cuenca; campana / campano

Ursache / Wirkung: arado / arada; ruedo / rueda

Teil / Ganzes: río / ría; motor / motora

Substanz / Produkt: madera / madero

Natur / Verarbeitung: pozo / poza; corcha / corcho

Generisch / Spezifisch: contrato / contrara; fardo / farda; saco / saca

Menschlich / Tierisch: crío / cría

Menschlich / Physischer oder geistiger Prozess: músico / música; pantomimo / pantomima

Entität oder Wesen / Farbe: la lila / el lila

Unterscheidung durch Artikel

Instrument / Individuum: la espada / el espada; la trompeta / el trompeta

Entität / menschlich: la bestia / el bestia; la gallina / el gallina; la velera / el veleta

Aktivität / Ausübender: la guardia / el guardia

Ereignis / Individuum: la recluta / el recluta

Betrieb oder Firma / Produkt: la Ford / el ford; la Seat / el seat; la Honda / el honda

Region / Wein: Jerez / el jerez; La rioja / el rioja; Valdepeñas / el valdepeñas

Beachte:

el físico der Physiker

el químico  der Chemiker

el músico  der Musiker 

Aber: la física, la química, la música

bezeichnen die jeweilige Disziplin und die weibliche Vertreterin des Faches.

«Baste considerar que, como indica Lyons (1971: 296 y sgs.), en español y en otras lenguas indoeuropeas hay muchas palabras que denotan objetos inanimados y, no obstante, son masculinos o femeninos en cuanto al género, sin que pueda establecerse una clara motivación semántica para ello: el tenedor, la cuchara, el plato, la mesa, la silla, el taburete. Asimismo, como señalan por ejemplo Alcina y Blecua (1975: 522) o Alarcos (1994: 61), en muchos sustantivos coincidentes en el significante léxico las diferencias que establece el ‘género’ aluden a distinciones de significado que son difíciles de sistematizar pero que, en definitiva, son ajenas a la diversidad sexual: puede tratarse, por ejemplo, de diferencias de forma o tamaño (mazo/maza, cesto/cesta, jarro/jarra) o de la distinción entre árbol y fruto: cerezo/cereza, manzano/manzana, naranjo/naranja.

Por estas y otras razones, en buena parte de las gramáticas actuales se considera que, con independencia de cuál fuera su motivación semántica originaria, el ‘género’ es, ante todo, una categoría formal, que no tiene ni una única ni una clara base semántica, que no se corresponde necesariamente con el género natural, con la clasificación que pueda hacerse de los seres o entidades tomando como base sus propiedades extralingüísticas, y que, en última instancia, sólo puede definirse como la «clasificación de los nombres en función de su referencia pronominal o su concordancia» (Lyons, 1971_ 297).»

[Alcaraz Varó, Enrique / Martínez Linares, María Antonia: Diccionario de lingüística moderna. Barcelona: Editorial Ariel, 1997, S. 272]

«El sustantivo solo manifiesta explícitamente el género que comporta cuando está acompañado del artículo. De lo contrario, las señales que permiten la adscripción de uno u otro género a un sustantivo consisten en hechos sintácticos como la concordancia: por ejemplo, en muro blanco y en pared blanca, son las variaciones del adjetivo las que permiten asignar masculino a muro y femenino a pared; o en el agua no la ha probado, es la forma la femenina la que adscribe ese género al sustantivo agua.

Las etiquetas usadas para designar a los dos géneros, masculino y femenino, pueden sugerir que el significado de este accidente gramatical se corresponde con las diferencias sexuales de los entes de la realidad a que se refieren los sustantivos. Ello es cierto algunas veces, según se aprecia en las parejas padre / madre, gato / gata, rey / reina, león / leona, etc. Pero no siempre el sexo determina diferencias de género. Así, entre los llamados sustantivos epicenos, de una parte, la hormiga, la liebre, la pulga son femeninos, y de otra, el mosquito, el vencejo, el ruiseñor son masculinos, aunque entre esas especies haya machos y hembras; o la criatura, la persona, la víctima son femeninos, aunque pueden designar seres de ambos sexos, y hasta el caracol es masculino, aunque muchos gasterópodos sean hermafroditas.

La diferencia de sexo, sin embargo, en los sustantivos referentes a personas, ha inducido, e induce, a crear formas distintas de masculino y femenino: de huésped, patrón, oficial, jefe, monje, sirviente, ministro, asistente, juez, etc., se han derivado los femeninos huéspeda, patrona, oficiala, jefa, monja, sirvienta, ministra, asistenta, jueza, etc. Es más raro que de un femenino se haya desgajado un masculino: de viuda, viudo; de modista, modisto.

En sustantivos que tienen significante léxico idéntico, las diferencias que establece el género pueden aludir a otros aspectos de la realidad ajenos a la diversidad sexual. Puede ser la dimensión o la forma del objeto designado lo que obligue a elegir el masculino o el femenino: jarro / jarra, cesto / cesta, mazo / maza, cubo / cuba; o la diferencia entre usuario e instrumento: el trompeta / la trompeta, el espada / la espada; o la distinción entre árbol y fruto: cerezo / cereza, naranjo / naranja, manzano / manzana, ciruelo / ciruela, castaño / castaña. Estos últimos sustantivos podrían considerarse como derivados con género diferente de una misma raíz, paralelos a los que establecen la diferencia genérica mediante sufijos: nogal / nuez, haya / hayuco.

Algunos sustantivos se combinan con cada uno de los géneros, alterando así su significado y la designación que efectúan en la realidad, de modo que podrían considerarse como dos signos de significado diferente y con significante común u homófono. Nótese la oposición de sentido entre los masculinos el frente, el editorial, el corte, el orden, le margen, el cometa, el coma, el cólera, el tema, el parte, etc. y los femeninos la frente, la editorial, la corte, la orden, la margen, la cometa, la coma, la cólera, la tema, la parte, etc.

La variedad de designaciones a que aluden los dos géneros y la arbitrariedad en muchos casos de la asignación de masculino o femenino a los significados de los sustantivos impiden determinar con exactitud lo que significa realmente el género. Es preferible considerarlo como un accidente que clasifica los sustantivos en dos categorías combinatorias diferentes, sin que los términos masculino o femenino prejuzguen ningún tipo de sentido concreto. Funcionalmente, el género es un mero indicio de ciertas relaciones del sustantivo con las palabras del enunciado. Claro es que el género resulta a veces significativo, puesto que la sustitución del masculino por el femenino (y viceversa) repercute en la designación que se hace (como en los ejemplos gato / gata, jarro / jarra, etc.). Pero ¿qué diferencia de sentido aporta la presencia del masculino en muro y la de femenino en pared a las ya manifiestas por las raíces de los dos sustantivos? En verdad, en esos casos, el género solo sirve para indicar las relaciones con otras palabras del enunciado. Por ejemplo, el género femenino adscrito al sustantivo plata solo sirve, en enunciados como El candelabro de plata vieja o El candelabro de plata viejo, para señalar la conexión o la inconexión de plata con el adjetivo.

Por último, de los dos géneros, el masculino es el de mayor extensión y el femenino el de mayor intensión. Quiere esto decir que cuando el uso lingüístico ha decidido la indistinción de los géneros, lo que se emplea en la expresión es el significante propio del masculino. Así, en los padres, los reyes, los hombres se significa la fusión de ambos géneros (esto es, el padre y la madre, el rey y la reina, los hombres y las mujeres) cuando tales expresiones se oponen a otras como los hijos, los príncipes, los animales; pero sigue siendo vigente el masculino cuando se manifiesta en oposición a los femeninos las madres, las reinas, las mujeres.

En conclusión, el género es un accidente o morfema que caracteriza al sustantivo, dotándole de una de las posibilidades combinatorias que llamamos masculino y femenino, las cuales, mediante la concordancia, permiten la manifestación explícita de ciertas relaciones entre las unidades (o palabras) del enunciado. Al mismo tiempo, el género puede servir de indicio diferencial de las realidades designadas por el sustantivo (sexo, tamaño, etc.).»

[Alarcos Llorach, Emilio: Gramática de la lengua española. Madrid: Espasa Calpe, 1994, p. 61 ss.]

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