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ESPERPENTO (comp.) Justo Fernández López Diccionario de lingüística español y alemán
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„Deformemos la expresión en el mismo espejo que nos deforma las caras y toda la vida miserable de España.
Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el esperpento“.
(Valle-Inclán)
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„Esperpento:
1. (persona) Groteske Figur.
2. (desatino) Unsinn.
3. (Lit) Groteske.
Esperpéntico: grotesk, unsinnig, absurd.“
[PONS-Wörterbuch für die berufliche Praxis. Stuttgart, Düsseldorf, Leipzip: Ernst Klett Verlag, 2000]
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“Esperpento
1. Birria, facha. Persona fea o ridícula
2. Disparate.
3. Mamarracho. Cosa mal hecha.“ [María Moliner: DUE]
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“Esperpento
1. Lo que se considera muy feo, ridículo, o de mala apariencia: El individuo que la acompañaba era todo un esperpento.
2. Género literario teatral creado por Ramón María del Valle-Inclán (escritor español de finales del siglo XIX y principios del XX) y que se caracteriza por buscar una deformación sistemática de la realidad, intensificando sus rasgos grotescos y absurdos, y por una degradación de los valores literarios consagrados: En ‘Luces de Bohemia’, Valle-Inclán compara la estética del esperpento con el efecto deformador de la imagen que producen los espejos cóncavos [del Callejón del Gato en Madrid].”
3. [Diccionario didáctico del español. Madrid: sm, 1993]
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„Dice Paco Umbral en «Los botines blancos de piqué» que una de las claves del esperpento es tratar a las personas como si fueran cosas. Por ejemplo, Isabel II es una sandía y el general Prim es una avellana. Estos dos ejemplos de Umbral son ejemplos frutales, pero se puede ampliar el campo de las transformaciones. Se trata de sacar a las personas del mundo de la racionalidad, a veces una racionalidad precaria, y meterlas en la flora y en la fauna, en las obras del trabajo humano o en fenómenos atmosféricos, catástrofes y calamidades públicas, piezas de mobiliario, aperos o trebejos, juguetes de niña o niño, cachivaches de desván, todo eso de por ahí, o sea.“
[Campmany, Jaime: „Escenas políticas: El esperpento“. En: ABC – Jueves, 11 de junio de 1998]
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Noticia en la prensa:
„173 lesionados, un herido grave y seis detenidos, balance final de la celebración del triunfo del Real Madrid en la Copa de Europa“.
Los siguientes comentarios se refieren a esta noticia.
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„Esperpento
Si hubiera algún satélite encargado de detectar la estupidez humana, desde el espacio descubriría una masa oscura vociferando alrededor de un rectángulo iluminado donde se mueve una esfera impulsada por unos tipos multimillonarios en pantalón corto. Cada vez que esta esfera se cuela entre unos palos se produce una explosión. Al final del espectáculo se vería que la masa oscura se retuerce por las calles en busca de una estatua con la intención de devorarla. Sucede en todas partes. Después de una victoria decisiva de su equipo, los seguidores más fanáticos sienten un impulso irresistible a subirse en los pedestales y monumentos. En lo alto de esos mármoles que sustentan a otros héroes o dioses, los hinchas tratan de fundirse con ellos hasta destruirlos. Aniquilándolos, queman la propia frustración. Algunos pensarán que es preferible que esta energía irracional se descargue exaltando a unos futbolistas y no el paso de unas botas militares. El fascismo es un virus que se adapta a cualquier forma convulsa de la sociedad. En algunos países americanos la victoria de un equipo fuerza a los hinchas de un mismo bando a tirotearse entre sí llenos de alegría. En el norte de Europa el fútbol ha sustituido a la guerra de normandos y vikingos. Un éxito del Real Madrid libera siempre a los devoradores de estatuas. Esta vez la manada de lobos quemó unas casetas catalanas de la Feria del Libro, esparció la basura como si vaciara su propio cerebro en el asfalto y luego fue a mirarse en los espejos deformantes del callejón del Gato, que reflejó un esperpento de Valle-Inclán. Pero, al romperlos, la manada de lobos quedó a este lado de la realidad a solas con su imagen de simples idiotas. Un día estos devoradores de estatuas terminarán por zamparse entera a Cibeles. Durante la guerra civil hubo que protegerla de la aviación nacional con sacos terreros. Hoy la diosa corre más peligro. Los nuevos heroicos energúmenos, tan nacionales como aquéllos, acabarán comiéndosela después de una victoria.“
[Vicent, Manuel: „Esperpento“. En: El País – Domingo 24 de mayo de 1998 - Nº 751]
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„Esperpento
Valle-Inclán se fascinó por los espejos deformantes del callejón del Gato: veía a España. Se miró el jueves la hinchada en ellos, y los rompió. Hinchada: multitud de hinchas. Hincha es odio, encono, enemistad. La palabra no viene, creo, de ahí, sino de hinchar: una manera de exagerar hasta crear un enorme bulto informe y patológico de una admiración, de un homenaje. Un esperpento. „Deformemos la expresión en el mismo espejo que nos deforma las caras y toda la vida miserable de España“, decía Valle. „Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el esperpento“. Se miraron los de la turba madridista en los espejos y vieron su esperpento: el físico, el aparencial, el bulto. Se vieron a sí mismos y se rompieron. Dos de estos espejos eran aún los que Valle-Inclán miró: habían pasado por revoluciones, motines, algaradas, guerras civiles. Llegó esta alegría incivil, y los ha roto. „Es como si los héroes antiguos se hubiesen deformado en los espejos cóncavos de la calle, con un transporte grotesco, pero rigurosamente geométrico. Y estos seres deformados son los héroes llamados a representar una fábula no deformada. Son enanos y patizambos que juegan una tragedia“. Una „trágica mojiganga“. Probablemente yo también me hincho, me deformo: encuentro asombrosamente ridículo este espectáculo de una alegría sin fundamento. Esta vez en Madrid, días antes en Bilbao, luego en Barcelona: el fútbol parece la verdadera esencia del madrileño o vasco o catalán: el español. Unificado, por fin: para nada. Visto en los espejos: es una „matemática perfecta“ donde resulta que la „deformación deja de serlo“, porque se convierte en la norma, o lo absoluto.
Deformaré un poco más, desde mi propio espejo: la multitud que en Indonesia se alzaba contra Suharto y acabar con él tenía sentido trágico; las multitudes de Barcelona, Bilbao o Madrid lo tienen bufo. El fútbol, dicho de otra manera, no tiene sentido. Su belleza, su ardor, su juego, su competición, empiezan y acaban en sí mismos. En tiempos de Franco decíamos que el fútbol era un sustituto de la política: en su nadería, en sus gritos y alborotos, se llevaba la energía que no se podía descargar en la necesidad política. Cuando ha llegado la política, no ha sabido sustituir al fútbol. „No sabemos nada de nada, no conocemos nuestras horas. Estamos perdidos en el terrible pecado del mundo. Los hombres llegan a las grandes situaciones y aparecen, entonces, en su propia pequeñez“.“
[Eduardo Haro Tecglen: „Esperpento“. En: El PAÍS – Sábado, 23 de mayo de 1998 – N° 750]
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-Lo malo para esos „deportistas“ que han roto los espejos del Callejón del gato es que ahora, sin deformaciones, se verán tal como son y no sé si lo podrán resistir. -Ellos, sí. Nosotros no sé. [Mingote en ABC – Sábado, 23 mayo 1998 - Nº 750] |
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