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FUNKTIONALISTISCHE SPRACHWISSENSCHAFT (comp.) Justo Fernández López Diccionario de lingüística español y alemán
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Teoría funcional de la lengua
„Funktionalistische Sprachwissenschaft ist das Erbe der Prager Schule. Ihre beiden größten Vertreter sind R. Jakobson und A. Martinet. Nach ersterem kann man den sprachlichen Vorgang unter 6 funktionalen Gesichtspunkten erforschen: Sprecher / Hörer / Nachricht / Kontext / Kontakt / Kode. Daraus ergeben sich auch 6 Funktionen der Sprache. Die 3, die K. Bühler am Organon-Modell gezeigt hat: Kundgabe / Apppell / Darstellung, dazu kommen die phatische, die auf den Kanal gerichtet ist (Interjektionen-Bekundung des Zuhörens usw.), die metasprachliche, die auf den Kode gerichtet ist, und die poetische, die auf die Nachricht zielt. Jakobson hat besonders den Begriff des Binarismus, Martinet den der zweifachen Gliederung in die Linguistik eingeführt. Für letzteren ist die formalistisch-strukturalistische Betrachtungsweise der amerikanischen Linguistik das logische Komplement seiner funktionalen Sichtweise.“ [Heupel, S. 74]
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„ ... la lengua es un objeto funcional y no hay mejor ni más sencilla forma de describirla que analizándola. La función está por encima de la sustancia. Un mismo pedazo de madera, sin variar su composición material, puede convertirse alternativamente en palo de escoba, pata de mesa coja, bastón de anciano, garrote de abuela o espada de niño según las funciones que desempeñe.
Ahora bien, a pesar de esta prioridad, la forma, o, mejor, la función necesita de la sustancia para realizarse, para encarnarse. La Lingüística no puede sentar sus reales ni en la sustancia ni en la forma pura. Del primer supuesto nacería una disciplina que nada podría avanzar sobre el conocimiento del lenguaje. De la segunda perspectiva se originan opciones teóricas estériles. No podemos describir ni el plano fónico ni el semántico de modo adecuado sin acudir a la sustancia conformada. El cenema y el lexema sin rasgos distintivos de sustancia son puras entelequias, objetos inefables. Por ello, aunque proclamo mi admiración hacia la hermosa catedral teórica que es la glosemática, prefiero asentarme en el funcionalismo realista que ha engendrado la Fonología y la misma Semántica Estructural. Procuro mantenerme siempre dentro de la inmanencia interna de que hablaba Jakobson.“
[Gutiérrez Ordóñez, Salvador: Introducción a la semántica funcional. Madrid: Síntesis, 1989, p. 12-13]
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„Toda visión panorámica de un paisaje se realiza siempre desde un punto en el que se coloca el objetivo. El valor de la copia dependerá no sólo de saber hacer, de la pericia del fotógrafo, sino también de la calidad del objetivo mismo. En ciencia «el cristal con que se mira» un área del saber es el método. Partimos del convencimiento de que:
§ Ningún método es perfecto.
§ Todos son perfectibles (por desarrollo o por corrección). Los descubrimientos realizados desde una metodología pueden no pocas veces ser asimilados sin romper la coherencia interna por otros métodos.
§ La diversidad en las descripciones depende no pocas veces de la perspectiva. Sucede como en el cuento de Algazel que recuerda G. Bueno. Unos ciegos hablan del elefante según la experiencia que habían tenido: «el que palpó su oreja, decía que era un cojín; el que palpó su pata, decía que era una columna, y el que tocó el colmillo, aseguró que era un cuerno gigante» (G. Bueno, 1976: 9).
[...] La lengua es un objeto funcional y no hay mejor ni más sencilla forma de describirla que analizándola en sus funciones.
La función está por encima de la sustancia. Un mismo pedazo de madera, sin variar su composición material, puede convertirse alternativamente en palo de escoba, para de mesa coja, bastón de anciano, garrote de abuela o espada de niño según las funciones que desempeñe.
Ahora bien, a pesar de esta prioridad, la forma, o, mejor, la función necesita de la sustancia para realizarse, para encarnarse. La Lingüística no puede sentar sus reales ni en la sustancia ni en la forma pura. Del primer supuesto nacería una disciplina que nada podría avanzar sobre el conocimiento del lenguaje. De la segunda perspectiva se originan opciones teóricas estériles. No podemos describir ni el plano fónico ni el semántico de modo adecuado sin acudir a la sustancia conformada. El cenema y el lexema sin rasgos distintivos de sustancia son puras entelequias, objetos inefables. Por ello, aunque proclamo mi admiración hacia la hermosa catedral teórica que es la glosemática, prefiero asentarme en el funcionalismo realista que ha engendrado la Fonología y la misma Semántica Estructural. Procuro mantenerme siempre dentro de la inmanencia interna de que habla Jakobson. [...]
El despliegue de las llamadas leyes fonéticas en el siglo pasado y el desarrollo esplendoroso de la Fonología en el presente influyeron en la expansión de un principio no suficientemente corroborado: que el significante posee naturaleza exclusivamente fónica. Este axioma unido al principio saussureano de correspondencia biunívoca entre los dos planos del signo (tantos significados cuantos significantes, y viceverse) condujo inexorablemente hacia una posición teórica, defendida por algunos funcionalistas, que en otro lugar he denominado monismo semántico.
El monismo conduce a sostener, por ejemplo, que bajo las expresiones bote, pupila, bota, cardenal, mono, radio, etc., existe un solo significado (pues sólo habría un solo significante). Esta suposición teórica conduce a la esterilidad descriptiva, bien por vía de hecho (no hay rasgos comunes entre los diferentes sentidos de cada signo), bien por la vía de razón (se sienta el principio de que el significado es indescriptible).
Al igual que hacía Trujillo (1976) vengo defendiendo desde hace años la necesidad de diferenciar expresión (hecho puramente fónico) de significante (que incorpora datos fónicos distintivos y rasgos pertinentes de otra naturaleza). Tal opción teórica – que considero de enorme importancia – permite ofrecer una solución a los tradicionales problemas de la sinonimia y homonimia-polisemia.”
[Gutiérrez Ordóñez, Salvador: Introducción a la semántica funcional. Madrid: Síntesis, 1989, p. 12-13]
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“Funcionalismo, funcionalista
En lingüística se llama funcionalismo a la tendencia metodológica consistente en realizar descripciones funcionales del lenguaje, esto es, analizar las funciones de sus unidades y niveles, entendiendo el lenguaje como instrumento de comunicación, y los lingüistas, los paradigmas, las escuelas, etc., que siguen esta tendencia se llaman funcionalistas. En este caso, ‘funcionalismo’ y ‘funcionalista’ se oponen respectivamente a formalismo y a formalista, interesados en la presentación explícita de la organización general y abstracta de lenguaje entendido como código o sistema.
El ‘funcionalismo’ se basa en el axioma de que no se puede dominar nada por completo, sea de la naturaleza que sea, hasta que no se conocen los usos – fines o funciones – del objeto que se quiere conocer. El ‘funcionalismo’ nace de la concepción teleológica del lenguaje, es decir, el lenguaje considerado como instrumento y, al mismo tiempo, como actividad que tiene una finalidad general, la comunicación, y varias finalidades específicas derivadas de ésta; a cada una de ellas se la llama función. [...]
Debido al carácter teleológico del ‘funcionalismo’, algunos estiman que esta perspectiva es más adecuada para la descripción lingüística que la formalista. El ‘funcionalismo’ es un campo muy prometedor para abordar algunas cuestiones básicas de la gramática, como la determinación, la atribución, la generalización, etc.
En la actualidad el funcionalismo es una de las líneas independientes de la investigación lingüística que goza de mayor grado de prestigio y desarrollo. No obstante, la perspectiva funcional de la oración tuvo sus seguidores en el estructuralismo (por ejemplo, la tagmémica), en el generativismo (por ejemplo, los estudios de la elipsis) y en la pragmática (por ejemplo, el análisis conversacional).”
[Alcaraz Varó, Enrique / Martínez Linares, María Antonia: Diccionario de lingüística moderna. Barcelona: Editorial Ariel, 1997, p. 261-262]
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«El funcionalismo, o teoría funcional de la lengua, se distingue por su inclusión del concepto de comunicación en el estudio lingüístico. Así, la teoría funcional es aquella que enfoca el análisis de la lengua teniendo en cuenta su propósito principal, el de la interacción social. (Hidalgo 2003:29) A diferencia de lo que sucede, por ejemplo, en el generativismo, el enfoque funcional no considera que el nivel sintáctico sea autónomo, sino que la sintaxis está motivada funcionalmente. Por esa razón, los teóricos funcionalistas no dudan en incluir elementos pragmáticos en el estudio de la sintaxis. [...]
Talmy Givón considera que la gramática es un instrumento que codifica tanto información proposicional-semántica como discursivo-pragmática. Sostiene que la gramática constituye una especie de paradoja, ya que, si bien se localiza dentro de los límites de la oración, su ámbito funcional no se limita a la información proposicional, sino que, en cambio, está mayoritariamente orientado al establecimiento de relaciones de coherencia entre la oración y su entorno discursivo. (Givón 1999) Según este autor, el hecho innegable de que la gramática trasciende los límites de la oración ha quedado oscurecido por la metodología estructuralista de analizar oraciones aisladas.
Du Bois (2003) expresa la interrelación entre gramática y discurso con un aforismo: “Grammars code best what speakers do most”.
Sin embargo, a pesar de la estrecha relación entre gramática y discurso que propone el funcionalismo, Givón (1999) admite que ciertos fenómenos gramaticales están más orientados al discurso que otros. Entre los más discursivos menciona:
Dentro del área de la voz, considera que la voz pasiva, junto con las impersonales, la voz inversa y la antipasiva, identifican procesos pragmáticos. Probablemente sea esta la razón por la cual el fenómeno de la voz pasiva ha recibido tanta atención entre los teóricos funcionalistas.
Muchos de los análisis funcionalistas tienen una orientación tipológica. La tipología lingüística puede definirse como la parte de la ciencia lingüística que intenta “construir una teoría universal del lenguaje en base a datos provenientes de una amplia variedad de lenguas genéticamente no relacionadas” (Myhill 1992:1). [...]
Una de sus vertientes se denomina “análisis del discurso tipológico” y une la postura de la tipología tradicional con la consideración del contexto extraoracional como un factor que motiva el empleo de una construcción gramatical u otra. [...]
Entre los mayores exponentes de esta vertiente se encuentran Talmy Givón, Paul Hopper y Sandra Thompson.»
[Fernández, Susana S.: La voz pasiva en español: un análisis discursivo. Frankfurt a. M.: Peter Lang, 2007, p . 51-52]
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«La lingüística cognitiva es, en última instancia, una teoría funcional del lenguaje. Uno de sus postulados básicos es que no es posible estudiar el lenguaje dejando de lado su función cognitiva y comunicativa, de modo que el punto de partida es el lenguaje en uso (Cuenca & Hilferty 1999). Se distingue así de la lingüística generativa, cuya meta es una descripción del lenguaje como una serie de reglas lógicas y abstractas.
Para el lingüista cognitivo, el lenguaje es simbólico y, por tanto, su función principal es significar. Por eso, no cabe separar los componentes gramatical y semántico como proponía la gramática generativa, al menos en sus etapas iniciales. La gramática no es autónoma sino simbólica y significativa: una forma fonológica simboliza el contenido semántico. A su vez, el contenido semántico está supeditado a nuestras capacidades de cognición (para Fauconnier 1999, el lenguaje es “una ventana a la mente”) y a las limitaciones que impone nuestra naturaleza corpórea, por ejemplo, nuestra capacidad de percepción. El cuerpo humano es el foco central de la experiencia y es el filtro a través del cual procesamos la realidad, lo cual se manifiesta en el lenguaje. Es lo que los cognitivistas han denominado corporeización del lenguaje (embodiment), en contraposición con la independencia del lenguaje defendida por los generativistas.
La relación entre forma y sentido es icónica, en tanto que concebimos una semejanza entre las formas del lenguaje y lo que representan, que va más allá de las onomatopeyas de Saussure y se extiende también a la sintaxis. Tanto el concepto de signo como el concepto de motivación de Saussure se llevan en la lingüística cognitiva hasta sus últimas consecuencias, ya que no se limitan al léxico, sino que se extienden a la sintaxis. Sin embargo, no se postula la motivación total: hay en la lengua un cierto grado de arbitrariedad que impide las predicciones absolutas. (Langacker 1993).
Hay tres principios de iconicidad que contribuyen a la eficacia de una expresión (una experiencia expresada es más fácil de guardar en la memoria si su expresión lingüística es isomórfica con la experiencia misma): el de cantidad, distancia y orden secuencial.
El principio de cantidad asocia complejidad formal con complejidad conceptual.
El principio de distancia predice que la proximidad conceptual se corresponde con la proximidad lingüística (por ejemplo, los morfemas verbales cuyo sentido es más central al desarrollo de la acción se ubican más cerca de la raíz verbal).
El principio de orden secuencial refleja la tendencia a que el orden sintáctico refleje el orden cronológico de los eventos (por ejemplo, en la coordinación y en la subordinación).
Si bien hasta aquí puede decirse que funcionalistas y cognitivistas coinciden en su visión general del lenguaje, hay ciertas diferencias de enfoque del trabajo de unos y otros. Langacker (1999) sostiene que los funcionalistas se muestran en ocasiones dubitativos a la hora de tomar en serio el asunto de la cognición, pero a la vez considera que el estudio de la cognición humana debe ser el punto de partida para el análisis de los fenómenos que más interesan a los funcionalistas. Langacker enumera las tres facetas fundamentales de una teoría lingüística completa:
Facets of a comprehensive linguistic theory:
a. A body of constructs, descriptive notions, and so forth, adequate for the explicit characterization of any element or construction that might be encountered in natural language (being quite general, this would not in itself be strongly predictive).
b. An enumeration of structures that appear to be prototypical (unmarked, natural, universal, etc.) in language, including their degree of prototypicality (likelihood of instantiation).
c. A functional explanation of the findings at levels a and b. (Langacker 1999:22)
Según Langacker, la lingüística cognitiva se ha encargado fundamentalmente de la faceta a.; los estudios sobre tipología y universales lingüísticos se centran en el punto b., y la investigación funcionalista tiene como meta c. Sin embargo, este autor considera que los tres niveles son “complementary, simultaneous, interdependent and mutually informative” (Langacker 1999:22). […]
Considero que, si bien no hay grandes diferencias de fondo en la concepción del lenguaje que sostienen el funcionalismo y el cognitivismo, sí existe una diferencia de metodología o de foco de interés. Creo que, en líneas muy generales, puede decirse que el funcionalismo se interesa por lo que sucede en los textos, por cómo las categorías o construcciones gramaticales desempeñan ciertas funciones comunicativas, mientras que el cognitivismo se centra en la mente del hablante y en cómo las categorías o construcciones gramaticales reflejan su interpretación (construal) y conceptualización de la realidad. A pesar de que la lingüística cognitiva se autodefine como una teoría de uso, no es general entre sus exponentes el manejo de datos textuales, lo cual caracteriza a los estudios funcionales y tipológicos, aunque Langacker no duda en dar la bienvenida a trabajos más recientes que combinan el enfoque cognitivo con el análisis textual (Langacker 1999:23).»
[Fernández, Susana S.: La voz pasiva en español: un análisis discursivo. Frankfurt a. M.: Peter Lang, 2007, pp. 71-73]
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La lingüística funcional se puede caracterizar como la ciencia que se propone dar cuenta de la interacción entre la forma gramatical y la función semántica o pragmática.
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