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SIGNIFIKANT - SIGNIFIKAT - REFERENT

(comp.) Justo Fernández López

Diccionario de lingüística español y alemán

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Significante, Significado, Referencia

Vgl.:

Signifikant / Signifikant nach Lacan / Saussure / Zeichen nach Saussure

 

“Debemos considerar dos aspectos complementarios de todo significado. El primero, de alguna manera vertical, no es revelado en la relación necesaria que el significado tiene con el significante; esta relación indica el lugar del significado, pero no nos permite identificarlo positivamente: es lo que falta al significante. El segundo, que podríamos representar como horizontal, consiste en la relación de ese significado con todos los demás, en el interior de un sistema de signos. Esta determinación es igualmente «negativa» (como dice Saussure, lleva a «ser lo que los demás no son»; sería más exacto llamarla «relacional»), pero se produce en el interior de un continuum, constituido por el conjunto de los significados que forman sistema (no se explica la índole de este continuum designándolo con nombres tales como «pensamiento», «conceptos», «esencia», etc.: cosa que, sin embargo, no dejaron de hacer muchos filósofos y psicólogos). Tanto en un caso como en el otro, se llega al significado por el signo: en ello reside la dificultad principal de todo discurso sobre el signo. El sentido no es una sustancia cualquiera que podríamos examinar independientemente de los signos donde la aprehendemos; no existe sino por las relaciones de que participa.

Esta definición «estrecha» del signo obliga a introducir otros conceptos para describir relaciones semejantes y sin embargo diferentes, que habitualmente se confunden bajo el nombre de «significación» o de «signo». Así, se pondrá especial cuidado en distinguir la significación de la función referencial (a veces llamada denotación). La denotación no se produce entre un significante y un significado, sino entre el signo y el referente, es decir, un objeto real, en el caso más fácil de imaginar: ya no es la frecuencia sonora o gráfica ‹manzana› ligada al sentido manzana, sino la palabra (: el signo mismo) «manzana» unida a las manzanas reales. Debe agregarse que la relación de denotación se refiere, por una parte, a los signos-ocurrencias (Peirce: token) y no a los signos-tipos (Peirce: type); y que, por otra parte, es mucho menos frecuente de lo que se cree: se habla de las cosas en su ausencia, más que en su presencia [ver: Idea]. Al mismo tiempo es difícil concebir cuál sería el «referente» de la mayor parte de los signos. Como Saussure, Peirce insistió en el papel marginal que desempeña la denotación para definir el signo.”

[Ducrot, Oswald / Todorov, Tzvetan: Diccionario enciclopédico de las ciencias del lenguaje. Buenos Aires: Siglo XXI, 1974, p. 122-123]

“Cualquier separación de »significante« y »significado« (de Saussure, que cometió el pecado de poner en uso los términos, trataba ya en su Curso de remediarlo, razonando la imposibilidad de la separación, que se asemeja por ejemplo a la del haz y el envés de una misma moneda) es en efecto un error fundamental para cualquier discurso sobre lenguaje: algo que sea significante no puede serlo más que por tener un significado, y la significación no puede ser más que una propiedad de signos significantes; si se separan, resulta que se vuelve a llamar significante a cosas como el flujo de la voz o, para el caso, de las manchas de la tinta, que nada tienen de signo en cuanto se las separa de su significado, y se viene a llamar significado a las cosas o intenciones o sentimientos que se supone que por signos trataban de expresarse, y que ya nada tendrían de signo por lo tanto, sino que, lo más, se parecerían a los denotanda de los lógicos medievales. Así es como nos quedamos sin el signo, y el discurso lingüístico se reintegra a la confusión. Y me habrás oído que la muestra más evidente de esa confusión que cunde entre los discurridores de significantes se nos ofrece cuando vemos que igual les da hablar del significante (y el significado) de una palabra que del de las frases o del de los textos, revelando que en cambio no han entendido lo que importa la distinción entre unidades de la producción, frases, que no pueden tener más que un sentido o modo de actuación, pero no significado, y elementos del aparato, palabras, que son de los que uede decirse que tienen (en verdad, son) un significado, cuando lo tienen. Pues sí, entre las palabras ideales (esto es, los entes abstractos, impronunciables, que están depositados en el aparato de una lengua y lo constituyen: por oposición a las palabras sintagmáticas, que son bloques sucesivos de la producción), las hay que tienen otros valores, como la negación, los interrogativos, los mostrativos, los cuantificadores, valores que no pueden llamarse significado, frente a las otras palabras, las semánticas (como nombres, verbos, o lo que sean, de nuestras lenguas), cuyo significado está constituido por un conjunto de notas (no cerrado para los lenguajes naturales), un poco el modo de la comprensión del concepto de los escolásticos (en cuanto a los nombres propios, ni siquiera forman parte del aparato de una lengua).”

[García Calvo, Agustín: „Márgenes de la lógica“. En: Serie Psicoanalítica. Boletín de psicoanálisis. 2/3, 1983, p. 116-117]

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