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TEXTGRAMMATIK Gramática del texto

(comp.) Justo Fernández López

Diccionario de lingüística español y alemán

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Vgl.:

Textlinguistik

 

„Die Textgrammatik, ein relativ heterogener und uneinheitlicher Bereich von Ansätzen, die den Text und seine Konstitution in den Vordergrund stellen und beispielsweise transphrastische (das heißt satzübergreifende) Phänomene untersuchen, wie sie etwa der Artikelgebrauch, der Gebrauch von Anaphora u. ä. darstellen. In einigen Fällen wird unter „Textgrammatik“ oder „Textlinguistik“ auch ein pragmatisch-kommunikativer Ansatz verstanden, der komplette kommunikative Einheiten zum Untersuchungsgegenstand hat. (Daneš / Viehweger 1976, Petöfi 1979).“ [Hentschel/Weydt, S. 398]

Textgrammatik [engl: discourse grammar. - Auch: Transphrasische Analyse]

Forschungsbereich der Textlinguistik: Analyse und Darstellung satzübergreifender grammatischer Regularitäten in Texten. Im Unterschied zu pragmatisch orientierten Richtungen der Textlinguistik geht die Textgrammatik von einem grammatischen, analog zu »Satz« konzipierten Textbegriff bzw. Textaspekt aus (Text als Einheit des Sprachsystems, als »Folge von Sätzen«). Untersuchungsgegenstand sind vorwiegend Phänomene der Kohäsion, also der syntaktisch-morphologischen Textverknüpfung durch Textphorik, Rekurrenz, Konnektive u.a.“ [Bußmann, H.  S.  777-778]

"Tareas de la gramática del texto:

La gramática del texto no representa otra cosa que la ampliación de la tradicional gramática idiomática más allá de la sintaxis oracional. Su objeto, vale la pena insistir, está constituido por los procedimientos idiomáticos orientados hacia la construcción de textos.

Una gramática del texto, por otra parte, no representa un nuevo tipo específico de gramática, en el sentido de lo que llamamos una gramática estructural, o generativo-transformacional, o funcional. En principio, cada una de estas gramáticas podría adjetivarse como “textual“ en la medida en que se ocupara de describir el objeto que denominamos texto. Por eso, en la medida en que los lingüistas “reconozcan que entre sus tareas está la de estudiar las estructuras del discurso, ya no tendrá sentido hablar de gramática del texto o lingüística del texto: sólo existirán la gramática y la lingüística a secas“ (T. A. von Dijk, 1989: 18).

No procede, por tanto, plantearse la tarea de la gramática del texto como algo contrapuesto a la de la gramática a secas, o gramática tal y como se ha venido practicando hasta la fecha. Es más: “Como las gramáticas del texto tienen que explicar las estructuras lingüísticas abstractas que subyacen en el discurso, y como las oraciones también pertenecen a esas estructuras, una gramática del texto, claro está, incluye una gramática de la oración“ (T. A. von Dijk, 1989: 21). Ocurre, sin embargo, que “para poder marcar sus tareas específicas, una gramática del texto se concentrará en aquellas propiedades del discurso que una gramática de la oración no puede explicar adecuadamente” (ibídem).

Ahora bien, el texto no es un nivel racionalmente necesario de la estructuración gramatical de una lengua. Cabe concebir, en teoría, un idioma desprovisto de procedimientos especiales para la constitución de textos. Sucede, sin embargo, que en todas las lenguas conocidas hasta el momento se comprueba la existencia de ese tipo de procedimientos. Y en este hecho encuentra precisamente su fundamento el edificio teórico de la gramáticas transoracional (cfr. Coseriu, 1981: 156).

La gramática transoracional se plantea si para una determinada función textual, que conocemos en virtud de nuestra competencia lingüística textual, hay algún o algunos procedimientos regulados idiomáticamente. El hecho de que sepamos, por ejemplo, qué es una enumeración o qué es una digresión no significa que conozcamos cómo se enumera o cómo se introduce un cambio provisional de tema (de manera idiomáticamente correcta) en cualquier lengua. La gramática del texto se ocuparía de responder, por ejemplo, a la pregunta de cómo se expresa, de modo correcto, la enumeración o la digresión en una determinada lengua histórica (o en las diversas lenguas funcionales que integran tal o cual lengua histórica).

Así, por ejemplo, sabemos que en latín la enumeración disponía de una serie de reglas de uso particularmente claras. Los diversos términos de la enumeración se introducían mediante las marcas primum, secundum, tertium, etc., deinde, demun (postremum). Esto significa que en el final de una enumeración, que puede prolongarse a lo largo de varias páginas, deinde encabeza el penúltimo elemento (al menos desde la intención originaria del hablante), y demun introduce el final, al que, en determinados casos, como una especie de postdata, puede añadirse postremum (Coseriu, 1981: 21).

En la serie de términos españoles para designar persona indeterminada fulano, mengano, zutano, perengano también se dan unas determinadas exigencias de orden – fulano ocupa siempre el primer puesto de la enumeración; el uso de cualquier otro presupone siempre el empleo previo de fulano -, que no se dan, por ejemplo, en la seria italiana análoga caio y tizio.

Por consiguiente, todo aquello que haga referencia a la construcción del texto o de una parte del mismo en una determinada lengua, y aparezca regulado idiomáticamente, puede y debe ser descrito por la gramática transoracional del idioma de que se trate.

Algunos precedentes en español:

Podrían rastrearse, en nuestra tradición gramatical, algunos planteamientos que, de manera más o menos explícita, apuntan a una dimensión sintáctica que se encuentra por encima de la oración:

En 1791 publica Gregorio Garcés su Fundamento del vigor y elegancia de la lengua castellana expuesto en el propio y vario uso de sus partículas. En esta obra se incluyen observaciones acerca de cómo determinadas partículas (adverbios, conjunciones, interjecciones y preposiciones) „forman y dan fuerza a aquella íntima unión que debe llevar consigo un compuesto y acabado raciocinio“.

Asímismo, el capítulo „L“ de la Gramática de Bello (1847), epígrafes 1204 a 1288, contiene múltiples y acertadas „Observaciones sobre el uso de algunos adverbios, preposiciones y conjunciones“. En la descripción de sus funciones usa Bello una terminología en la que se percibe una concepción textual avant la lettre.

Suele citarse el último capítulo del Curso superior de sintaxis española de Gili Gaya, titulado „Enlaces extraoracionales“, como precedente inmediato, en la tradición gramatical española, de la preocupación por el nivel textual de la lengua. Observa Gili cómo, en el nivel que nos ocupa, „las conjunciones no son ya signo de enlace dentro de un período, sino que expresan transiciones o conexiones mentales que van más allá de la oración“ (1973: 326), relacionando, por ejemplo, la oración en que se encuentran con el sentido general de lo que se viene diciendo. „En este papel sobresalen las copulativas, las adversativas, y más especialmente, las consecutivas, que a causa de la frecuencia con que lo desempeñan, son conocidas desde antiguo con los nombres de ilativas y continuativas. Tales conjunciones son el signo más visible de enlace extraoracional“ (1973: 326). Las citadas conjunciones tiene como función „la continuidad del discurso, y a la vez la transición a otro miembro del mismo“ (ibídem). Pero Gili Gaya no se ocupa solamente de la función extraoracional de las conjunciones, sino que se refiere también a otros procedimientos que sirven para establecer conexiones que van más allá de la oración, tales como la „repetición“, la „anáfora“, la „elipsis“, el „ritmo“ („acento“, „cantidad“, „entonación“ y „pausas“).

En otras obras gramaticales o lexicográficas aparecen igualmente útiles observaciones sobre el comportamiento textual o pragmático de diversas piezas lingüísticas: baste citar aquí, a título de ejemplo, la Gramática de la lengua castellana (1847), de Vicente Salvá, la Gramática española (1951) de S. Fernández Ramírez, El español coloquial (original alemán de 1958; tercera ed. española 1978) de W. Beinhauer, el Diccionario de construcción y régimen de la lengua castellana, de R. J. Cuervo, o el Diccionario de uso del español (2 vols., 1966-1967) de María Moliner.

Citemos, para terminar este apartado, y ya en el marco de las descripciones actuales, dos estudios monográficos extensos que se inscriben decididamente en el marco general de la gramática del texto. El primero de ellos, de C. Fuentes Rodríguez, lleva por título Enlaces extraoracionales (1987). La segunda monografía se titula Procedimientos de cohesión en el español actual (1988), de H. Mederos Martín."

[Casado Velarde, M.: Introducción a la gramática del texto del español. Madrid: Arco Libros, 1993, pp. 13-17]

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