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El Modernismo (comp.) Justo Fernández López Historia de la literatura española
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El Modernismo
Significados de la palabra modernismo
Especialmente en arte y literatura, afición a las cosas modernas con menosprecio de las antiguas: el modernismo hoy en día ya no es moderno.
Movimiento artístico que, en Hispanoamérica y en España, entre finales del siglo XIX y principios del XX, se caracterizó por su voluntad de independencia creadora y la configuración de un mundo refinado, que en la literatura se concreta en innovaciones lingüísticas, especialmente rítmicas, y en una sensibilidad abierta a diversas culturas, particularmente a las exóticas: el modernismo recibió la influencia de diversas culturas, en especial la francesa.
Movimiento religioso de fines del siglo XIX y comienzos del XX que pretendió poner de acuerdo la doctrina cristiana con la filosofía y la ciencia de la época, y favoreció la interpretación subjetiva, sentimental e histórica de muchos contenidos religiosos: las doctrinas modernistas fueron condenadas por la Iglesia.
Sinónimos
Vanguardismo, exotismo, esnobismo, innovación.
Antónimos
Clasicismo, tradicionalismo, preceptismo, academicismo, purismo.
El modernismo en la literatura
Llámase “Modernismo” al movimiento poético hispano-americano que tuvo su apogeo entre 1888 y 1910 y que fue introducido en España por el poeta nicaragüense Rubén Darío, seudónimo de Félix Rubén García Sarmiento (1867-1916), con su texto inicial Azul, miscelánea de verso y prosa publicada en 1888 en Chile. “Modernismo” es la palabra tomada de los simbolistas y elegida por Darío para designar la nueva tendencia literaria.
El modernismo se desarrolla entre los años 1880-1914. Esta escuela busca separarse de la burguesía y su materialismo, por medio de un arte refinado y estetizante. Con respecto al lenguaje, el Modernismo reacciona contra la retórica, el descuido formal del Romanticismo y la vulgaridad del Realismo y del Naturalismo. Se nutre básicamente de dos movimientos líricos surgidos en Francia, en la segunda mitad del siglo XIX: el Parnasianismo y el Simbolismo. Estas dos corrientes van a influir en el Modernismo español, ya directamente, ya a través de la herencia latinoamericana:
El Parnasianismo, nombre procedente de la revista Le Parnasse contemporain (1866), cuyo maestro fue Théophile Gautier (1811-1872). Su lema era "el arte por el arte" y su ideal la perfección formal. Gustaba de las líneas puras, el equilibrio y la serenidad en la poesía. Los escritores buscaban la perfección a través de una poesía descriptiva, basada principalmente en la temática grecolatina. Para los parnasianos, la misión del poeta es sugerir esas alianzas por las que un objeto evoca a otro, con un lenguaje imaginativo lleno de símbolos: representación de un objeto abstracto mediante la mención de un objeto concreto (cisne = belleza). Mostraba preferencia por determinados temas que aparecerán en los escritores modernistas: los mitos griegos, los ambientes orientales, lo medieval... La figura más destacada de este movimiento fue Charles M. Leconte de Lisle (1818-1894).
El Simbolismo, escuela constituida hacia 1886, fecha del Manifeste Symboliste. El movimiento comienza anteriormente con Charles Baudelaire (1821-1867), y continúa con Paul Verlaine (1844-1896), Arthur Rimbaud (1854-1891) y Stéphane Mallarmé (1842-1898), entre otros. Para ellos no es suficiente la belleza externa y la perfección formal, sino que intentan ir más allá de lo sensible. El poeta debe descubrir la significación profunda de las cosas y transmitirla al lector. Para ello se sirve de los símbolos, que nos sugieren lo que hay de oculto tras la realidad. El lenguaje debe ser fluido y musical ("De la musique avant toute chose", decía Verlaine). El simbolismo da al verso efectos musicales y aportan nuevas métricas que conjugan el ritmo, el color y la plasticidad.
De los parnasianos tomarán los modernistas la concepción de la poesía como un bloque, su deseo de perfección formal, los temas exóticos y el placer por los valores sensoriales; de los simbolistas procede la utilización del símbolo y la musicalidad del poema.
Influido por las elaboraciones plásticas de los parnasianos y por las visiones musicales de los simbolistas, el Modernismo realiza su original trabajo artístico con la palabra buscando la armonía verbal del verso.
Otras influencias literarias algo más difusas en el movimiento modernistas son las de Edgar Allan Poe y su Principio poético, donde propugna la ausencia de todo didactismo en la poesía, el culto a la belleza y la necesidad de la música para la lírica, entre otras cosas; de Paul Verlaine quien en su Art Poétique exalta la veneración por la música y, sobre todo, su valoración del matiz (no deben ser los colores los que llamen la atención del poeta, sino los matices); y de otros muchos como Charles Baudelaire, Oscar Wilde, Walt Whitman, Gabriele D'Annunzio, Víctor Hugo, Góngora, Gautier, etc.
Se reconocen antecedentes y concordancias en otras figuras del mismo periodo, como los cubanos José Martí (1853-1895) y Julián del Casal (1863-1893), el colombiano José Asunción Silva (1865-1896), el mexicano Manuel Gutiérrez Nájera (1858-1895), y el español Salvador Rueda.
Son los años de la confrontación de España con Estados Unidos por la hegemonía en el Caribe, que termina con la pérdida de las últimas colonias españolas Cuba y Puerto Rico en 1898. Los países americanos habían alcanzado un pujante desarrollo en las grandes ciudades y que empiezan a modernizarse y a compararse con las grandes urbes estadounidenses. La modernización de las viejas estructuras coloniales y la emancipación de la metrópoli pone ante el dilema de acercarse a Norteamérica (norteamericanizarse) o reafirmar el carácter hispánico-latino. La decisión de no perder las raíces hispánicas llevó a volver a las fuentes de los clásicos de Grecia y Roma, a través de los modelos franceses.
«Las ciudades copian a París y los escritores se refieren a la contemporánea poesía francesa: Charles Baudelaire y su descubrimiento de la "horrenda belleza", sucia y efímera, de la moderna ciudad industrial; Arthur Rimbaud, el cual, lo mismo que el estadounidense Walt Whitman, hallará que la vida industrial es un nuevo género de hermosura; Paul Verlaine y su culto al Parnaso, como el lugar donde viven y escriben los aristócratas de las letras; Stéphane Mallarmé, quien proclama la nueva poética del símbolo, es decir de las combinaciones que el lenguaje formula a partir de su propia musicalidad y su estricta matemática, a la manera del antiguo pitagorismo.
Frente a lo moderno de la América anglosajona, Rubén plantea lo modernista de la América latina, convirtiendo lo moderno en un manierismo, en una manera de decir, que convulsiona las costumbres poéticas, renovando el léxico, las metáforas, la versificación y las cadencias del verso, en buena parte por la revalorización de antiguas fuentes hispánicas olvidadas: Gonzalo de Berceo y su mester de clerecía, y, sobre todo, los barrocos Luis de Góngora y Francisco de Quevedo.» ["Modernismo." Microsoft® Encarta® 2000]
Características del modernismo
El modernismo se desarrolló paralelamente a la generación del 98. Al principio, se llamó a todos los autores de principios del siglo XX “los nuevos”, por su afán de renovación del lenguaje y su protesta contra el prosaísmo retórico de finales del siglo XIX. Pero pronto un grupo de autores, que formarían la Generación del 98, se separa del estilo modernista, demasiado aristocrático e impropio para expresar los temas de la nueva realidad nacional tras la pérdida de las últimas colonias de ultramar en 1898. Será Azorín el que dé el nombre de Generación del 98 a este grupo de autores que reaccionaron a la derrota de la España colonial.
Si analizamos los textos de los principales escritores modernistas, observaremos que revelan una disparidad estética que va desde la tendencia a las modas francesas hasta los que se emparientan con alguna tradición hispana. Pero en todos ellos hay algo en común: la búsqueda de nuevas formas expresivas y el afán por la armonía y la belleza.
Paralelos del modernismo en España son los parnasianos franceses (Leconte de Lisle), los simbolistas (Paul Verlain), la pintura prerrafaelista, etc.
Los distingue:
Amplia libertad creadora.
Sentido aristocrático del arte. Rechazo de la vulgaridad.
Renovación de los recursos expresivos: supresión de vocablos gastados por el uso; inclusión de vocablos musicales y de uso poco frecuente; simplificación de la sintaxis; aprovechamiento de las imágenes visuales; etc.
Renovación de la versificación: se le dio flexibilidad al soneto. Se prefirieron la versificación irregular, el verso libre y la libertad estrófica, que dio a la silva variedades desconocidas.
Perfección formal: Preciosismo, exotismo y alusión a nobles mundos desaparecidos: Edad Media caballeresca, las cortes de los Luises en Francia, los estados prehispánicos de América.
Cosmopolitismo: el poeta es ciudadano del mundo, está por encima de la realidad cotidiana.
Actitud abierta hacia todo lo nuevo.
Temas histórico-legendarios y mitológicos: ninfas, faunos, princesas. Gusto por los temas exquisitos, pintorescos, decorativos y exóticos. Se constituyen como temas la mitología, la Grecia antigua, el Oriente, la Edad Media, etc.
Tono aristocrático, frente al sentimiento burgués de fin de siglo.
Búsqueda de la luz, el color y la musicalidad en la poesía.
Superación de la descripción realista de los sentimientos y búsqueda de lo indecible.
Mundo exótico e irreal, frente al mundo de la vida gris cotidiana.
Ley estética del arte por el arte.
Impresionismo descriptivo: descripción de las impresiones que causan las cosas y no las cosas mismas.
Correspondencia de las artes (aproximación de la literatura hacia la pintura, la música, la escultura).
Según Guillermo Díaz Plaja son características del lenguaje literario de los modernistas:
El retoricismo.
La creación de una lengua artificial, de intención estética.
El enriquecimiento musical del idioma en busca de una expresión distinta, individualizada.
Un lenguaje sensual, al servicio de la belleza.
El lenguaje minoritario.
El Modernismo presenta en Cataluña unas peculiaridades diferentes a las del resto de España. Aquí no sólo se manifiesta en los textos literarios sino en el resto de las artes. Santiago Rusiñol organizó la "Primera Festa Modernista" en 1892 y la segunda al año siguiente, en la que se estrenó La intrusa de Meterlinck, traducida al catalán por Pompeu Fabra, que sentó las bases del catalán moderno. Los principales exponentes del primer modernismo catalán son Casellas, Cortada, Brossa, Maragall, Rusiñol y Pompeu Gener. Su principal órgano de expresión fue la revista L'Avenç. Defienden la lengua catalana como vehículo de comunicación literaria.
Aunque el modernismo no pasó de ser una moda, tuvo la virtud de renovar totalmente la poesía española y de elevar el nivel del estilo en el lenguaje. No sólo influyó en la poesía, sino también en la prosa y el teatro. En cierto sentido, no hubo entre la Generación del 98 y el modernismo absoluta separación, si prescindimos de la temática diferente y las inquietudes de unos y otros. Ambas corrientes sufrieron una influencia recíproca. Si el modernismo fue más cosmopolita, el 98 fue más nacional. Si Unamuno y Machado tuvieron influencias modernistas, Valle-Inclán se identificó en su segundo periodo de producción con el 98.
El modernismo fue una reacción directa contra el realismo y el naturalismo prosaico de finales del siglo XIX en literatura y contra la corriente filosófica del positivismo: sistema de filosofía basado en la experiencia y en el conocimiento empírico de los fenómenos naturales; la metafísica y la teología son consideradas como sistemas de conocimiento imperfectos e inadecuados. El modernismo se interesa por la teosofía de Annie Besant y Helena Blavatsky, así como por las nuevas filosofías de la vida de Henri Bergson y Maurice Blondel.
En narrativa, se opone al realismo, optando por la novela histórica o la crónica de experiencias de alucinación y locura, y la descripción de ambientes de refinada bohemia, a menudo idealizados líricamente. Introduce un elemento erótico con la aparición del personaje de la mujer fatal, que lleva a los hombres hacia el placer y la muerte.
Es el modernismo un movimiento de rehabilitación de la belleza puramente formal. Los dos elementos principales del modernismo son: el color y la musicalidad. Los poetas modernistas emplean una rica gama cromática para dar relieve a sus cuadros históricos. A partir de Rubén Darío, el verso español se enriquece con tonos, sonoridades y cadencias insospechadas. El modernismo logró la expresión de la belleza sensorial: música, forma, color.
Precursores del modernismo
Se ha considerado que la venida a España de Rubén Darío en 1899 iniciaba un cambio en la lírica peninsular. Sin embargo, hubo algunos escritores que ya participaban de esa nueva sensibilidad en fechas anteriores. Se trata de un Modernismo no es tan exuberante en la forma ni tan exótico en sus temas como el hispanoamericano o el español del período de esplendor.
Ricardo Gil (1855-1908)
Su poesía tiene influjos de la lírica de Zorrilla, Campoamor y Bécquer.
De los quince a los treinta años (1885)
La caja de música (1898)
El último libro (1909)
Manuel Reina (1856-1905)
Destaca por el colorismo, por su perfección rítmica y por la fantasía sensual de su inspiración.
Andantes y Alegros (1877)
Cromos y Acuarelas (1878)
La vida inquieta (1894)
Poemas paganos (1896)
Rayo de sol (1897)
El jardín de los poetas (1899)
Robles de la selva sagrada (1906)
Salvador Rueda (1857-1933)
La figura más destacada en la renovación de la lírica de fin de siglo. En sus composiciones buscó la armonía, basada en la melodía y el ritmo.
Renglones cortos (1880)
Noventa estrofas (1883)
Himno a la carne (1890)
Piedras preciosas (1890)
El secreto (1891)
Cantos de vendimia (1891)
Bacanal (1893)
Camafeos (1897)
Flora (1897)
Trompetas de órgano (1903)
Fuente de salud (1906)
Lenguas de fuego (1908)
Escritores modernistas del período de esplendor
A partir de 1899, segunda estancia de Rubén Darío en España, se afianzó el cambio poético. Entre esta fecha y 1905 fue madurando el movimiento modernista que agrupó a escritores de distinta procedencia ideológica y estética:
Francisco Villaespesa (1877-1936)
Entre su abundante producción encontramos una veintena de títulos teatrales, en particular dramas históricos en verso como Doña María de Padilla (1913), La leona de Castilla (1916). También es autor de varios libros en prosa, desde cuentos a novelas breves.
Intimidades (1898)
Luchas (1899)
“Libro triste, sombrío, apasionado y orgulloso como el corazón de donde emana" según el propio autor.
La Copa del rey de Thule (1900)
La musa enferma (1901)
El alto de los bohemios (1902)
Canciones del camino (1906)
Carmen, cantares (1907)
El libro de Job (1908)
El patio de los arrayanes (1908)
Viaje sentimental (1909)
El jardín de las quimeras (1909)
Las horas que pasan (1909)
Saudades (1910)
In memoriam (1911)
Ajimeces de ensueño (1914)
Los nocturnos del Generalife (1915)
Manuel Machado (1874-1947)
Conoció a Rubén Darío, leyó a los vates decadentistas, parnasianos y simbolistas. Fue un gran admirador de Verlaine. Su obra contiene todos los tópicos modernistas. Se divide la poesía de Manuel Machado en dos modalidades: la modernista y la de tipo popular, cercana a los "cantares". Dos formas no antagónicas, ya que el Modernismo también asumió lo popular, estilizándolo.
Tristes y alegres (1894)
Etcétera (1895)
Alma (1900)
Caprichos (1905)
La fiesta nacional (1906)
Apolo (1911)
Canciones y Dedicatorias (1915)
Cante hondo (1916)
Sevilla y otros poemas (1918)
Ars moriendi (1921)
Eduardo Marquina (1879-1946)
Obtuvo mayor resonancia en el campo teatral. Manifiesta una gran sensibilidad para la poesía, pero utiliza excesivos recursos retóricos. Fue el iniciador del teatro histórico-poético con Las hijas del Cid (1908), a la que siguen Doña María la Brava (1909), En Flandes se ha puesto el sol (1910), y un abundante repertorio. Es un teatro esplendoroso, que exalta el espíritu patriótico, brillante y superficial.
Odas (1900)
Refleja un modernismo parnasiano.
Las vendimias (1901)
De carácter bucólico.
Elegías (1905)
Vendimión (1909)
Ejemplo de sensualidad paganizante.
Canciones del momento (1910)
Tierras de España (1912)
Juan Ramón Jiménez (1881-1958)
Fue cultivador del Modernismo hasta la fecha de 1916. Su vida estuvo enteramente dedicada a la poesía. Su poesía sufre una progresiva transformación desde unos claros orígenes modernistas hasta los últimos versos que buscan una esencialización expresionista.
Arias tristes (1903)
Jardines lejanos (1904)
Elejías puras (1908)
Olvidanzas (1909)
Baladas de primavera (1910)
Pastorales (1911)
La soledad sonora (1911)
Poemas májicos y dolientes (1911)
Melancolía (1912)
Platero y yo (1914)
Escrito en prosa, prosa poética, significa la superación del Modernismo, al menos en cuanto a temática y lenguaje. En las obras posteriores se alejará más radicalmente de este movimiento realizando un tipo de poesía más conceptual.
Sonetos espirituales (1917)
El Modernismo y la Generación del 98 han sido estudiados como dos fenómenos perfectamente distinguibles a pesar de su coincidencia en el tiempo; no obstante, sabemos que los puntos de unión de esas dos corrientes son continuos. Así, hay que estudiar a Valle-Inclán tanto en su vertiente modernista como en la noventayochista; Antonio Machado no se puede interpretar tan sólo en clave noventayochista.
El modernismo en el arte
El término modernismo coincide en el tiempo con otros movimientos artísticos como el Modern Style, el Jugendstil alemán, el Art nouveau en Francia.
El Art Nouveau o ‘arte nuevo’ se caracteriza por un estilo de carácter innovador que se dio en el arte y el diseño europeos durante las dos últimas décadas del siglo XIX y la primera del siglo XX. Antecedentes del Art Nouveau pueden encontrarse en el arte de los prerrafaelistas, grupo de pintores, poetas y críticos ingleses del siglo XIX que reaccionaron contra la burguesía victoriana y su arte academicista produciendo obras cargadas de religiosidad y fervor. Otro antecedente fue el poeta visionario inglés del siglo XVIII William Blake.
El arte modernista quiere recuperar buena calidad y elaboración de los diseños y crear un estilo completamente nuevo que no hiciera referencia a estilos pasados como el historicismo de la época victoriana. Sin embargo, su vinculación a los movimientos nacionalistas propició numerosas sugerencias medievales, asociadas a los mitos nostálgicos y elementos fantásticos.
Los términos modernismo y modernista servían para designar las nuevas tendencias estéticas. El común denominador a todas estas tendencias es su apuesta por un cambio en todos los órdenes, aunque el modernismo fue deudor del Romanticismo y Posromanticismo. En literatura, el modernismo es difícil de entender sin los modelos del Parnasianismo y del Simbolismo francesas, pero también sin Bécquer y los estores románticos europeos.
El Modernismo, en literatura y artes plásticas, hizo de nexo entre los últimos románticos decimonónicos y la Vanguardia: si el orientalismo o el medievalismo románticos se refuerzan entre los modernistas, el neoclasicismo vanguardista admite en muchos casos la compañía de las suaves volutas del Art nouveau. Esta relación entre literatura y artes plásticas es una de las señas de identidad del modernismo. Es común al modernismo literario y al artístico la rebelión contra el aburguesamiento de las formas artísticas y el compromiso con la interpretación unitaria del mundo. Hay que tomar como marco de referencia el arte de fin de siglo en general, tanto en literatura como en artes plásticas.
Modernismo y Edad Media
Uno de los puntos de encuentro en el arte del siglo XIX y primeros años del siglo XX es su culto por la Edad Media, ya descubierto por los románticos: en esa época heroica, cuajada de leyendas y romances podían perseguirse e identificarse más claramente la idiosincrasia o el carácter nacional.
El Modernismo es un resumen de buena parte de las tendencias estéticas del siglo XIX –desde el Romanticismo al Parnasianismo– con su el gusto por lo medieval, que ni el Realismo ni el Naturalismo pudieron eliminar.
El modernismo se remonta a menudo a la Edad Media, en la que cree encontrar desarrollados los rasgos determinantes del Volksgeist castellano.
La estética medieval no nació con el Modernismo y que tampoco murió con este movimiento. No obstante, desde el Modernismo no ha habido corriente estética posterior que haya puesto tanto énfasis en el Medievo como fuente de inspiración primordial.
El Modernismo americano
El modernismo será seguido en América Latina por figuras como
Leopoldo Lugones (1874-1938), poeta, narrador y ensayista argentino;
Julio Herrera y Reissig (1875-1910), poeta uruguayo;
Ricardo Jaimes Freyre (1868-1933), poeta, ensayista e historiador boliviano;
Salvador Díaz Mirón (1853-1928), escritor y periodista mexicano.
El Modernismo americano nace hacia 1880 y se extiende hasta 1905, aproximadamente. Se suelen señalar en su trayectoria tres momentos:
Etapa de los precursores: José Martí, Manuel González Prada, Manuel Gutiérrez Nájera, José Asunción Silva y Salvador Díaz Mirón.
Etapa esteticista, de plenitud del Modernismo, cuya cima es Prosas profanas (1896) de Rubén Darío. Escritores modernistas de esta época son también Leopoldo Lugones, Ricardo Jaimes Freyre, Guillermo Valencia, Amado Nervo, José Santos Chocano, José Enrique Rodó, Julio Herrera y Reissig y Enrique González Martínez.
Etapa de crisis esteticista que se inicia con Cantos de vida y esperanza (1905) de Rubén Darío y que dará lugar al postmodernismo.
La figura del nicaragüense Rubén Darío (1867-1916) es el centro del movimiento modernista.
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