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García Lorca - Temática mítico-metafórica (comp.) Justo Fernández López Historia de la literatura española
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García Lorca - Lo mítico-metafórico
Lorca y el mundo maternal-femenino
La interacción de los sexos es el motivo central de las obras de García Lorca. EL mundo mítico que está sobrepuesto al de la anécdota tiene también el mismo tema: Sol – Luna- caballo – perro.
Domina en Lorca el temor frente a la mujer, frente a la madre como primera mujer. Este temor es contrarrestado de muchas maneras: Identificación con el agresor, o con la realidad que lo simboliza (mar), rechazo de la mujer so pretexto de lascivia (La casada infiel), postura machista frente a la mujer, proyección contrafóbica del temor (Preciosa y el aire).
En Lorca, la relación hombre-mujer corresponde al modelo clásico: diosa madre y el hijo como su amante. La obra de Lorca es la expresión del choque entre la pasión y la resistencia que ésta halla en su camino.
La muerte expresa el fracaso amoroso, representa también la única posibilidad de unión verdadera con la mujer amada. Lo temido se confunde con lo deseado, es tan intensamente deseado como temido. Frente a la madre devoradora y dominadora (la luna ávida de sangre), está la que acoge al niño después de la muerte (el hechizo de la luna).
La temática mítico-metafórica de Lorca
Lorca es uno de los casos privilegiados de coincidencia entre temas de su poesía y los mitos y mitologemas de la religiosidad arcaica de tipo naturalista. Es un caso concreto de coincidencia entre poesía y religión natural arcaica. Los mitos y ritos de la religión arcaico-naturalista se centran sobre el multiforme misterio y numinosidad de la vida orgánica. La sacralidad atribuida a los misterios y símbolos de la vida orgánica:
generación > nacimiento y muerte > regeneración >....
Según el historiador de las religiones Álvarez de Miranda (Álvarez de Miranda, Ángel: Ritos y juegos del toro. Madrid: Taurus, 1962):
“Lo que llamamos poesía de Lorca ha sido capaz de coincidir en todo lo esencial con los temas, motivos y mitos de antiguas religiones arcaicas naturales. La poesía de Lorca es una recaída espontánea en los mitologemas característicos de la religiosidad naturalista arcaica”.
Para la mentalidad primitiva, todos los trances de la vida están dotados de sacralidad. Estos trances son, en último análisis, tres: engendrar, vivir y morir; nacimiento, vida, muerte. La vida misma es la manifestación de una “potencia” dotada de atributos numinosos: “mysterium tremendum fascinans”. Estos tres trances hallan su expresión en el sentido misterioso de la sangre (= vida), sentido misterioso de la muerte y sentido misterioso de la fecundidad.
Las tres tragedias de mujeres de García Lorca tematizan estos tres trances:
Bodas de sangre > SANGRE
Yerma > IN-FECUNDIDAD
La casa de Bernarda Alba > MUERTE
Sangre, fecundidad, muerte, tres palabras que resumen el mundo de Lorca. Estos tres temas son sentidos por el poeta numinosamente, religiosamente. Toda la obra de Lorca presenta múltiples variaciones sobre el tema.
Para Lorca, lo mismo que para la religiosidad arcaica, es la mujer el vehículo principal de todos estos temas y el soporte de estos misterios. Los pechos fecundos son una constante en la obra de Lorca. Los temas eróticos no son en Lorca ni en las religiones arcaicas motivo de atracción sexual, sino expresión sacral de la vida. Para la mentalidad arcaica la sexualidad es una potencia, la virginidad no lo es; la fecundidad es más santa que la castidad. En la mentalidad arcaica, la nupcialidad es la entrada en la vida propiamente dicha. Las heroínas de Lorca están decididas a liberarse de la virginidad a costa de todo, hasta de la muerte. Esas “sublimes” mujeres disparadas ciegamente hacia la nupcialidad, son para la mentalidad arcaica un fenómeno normal.
Las religiones arcaicas del Mediterráneo confieren a la divinidad masculina un papel subordinado junto a la femenina. La mujer no conoce en el amante al marido, sino al hijo. Lo que la crítica llama “amor” (y muerte) en Lorca es algo remoto al amor occidental, es algo próximo a la dialéctica de los sexos en el mundo arcaico.
En la religión natural, “el primer salvador no es otro que el phallus que aporta la fecundidad” (von der Leeuw). El mundo de Lorca es un mundo exento de virtud o de vicio, está más allá de los principios morales. Es un mundo impregnado profundamente por un sentido místico de la vida, de su producción (sexualidad – generación) y de su cesación (muerte). Mística de la muerte y mística amorosa, mística nupcial y erotismo, amor y muerte.
El simbolismo de García Lorca
Lorca tiene un gran sentido de la metáfora. La mecánica imaginativa de Lorca es perfecta. A veces, es cada una de sus imágenes una creación mítica. Lorca encuentra siempre un equilibrio entre realismo y fantasía, dramatismo y lirismo, claridad y apasionamiento, exactitud e imaginación. La poesía musical de Lorca no tiene tanto parentesco con el espíritu dionisíaco de un Friedrich Nietzsche (1844-1900), como con el espíritu apolíneo-racional de un Luis de Góngora (1561-1627) o un Baruch Spinoza (1632-1677). El simbolismo de Lorca no es descriptivo, sino evocativo. Con su simbolismo, Lorca libera el lenguaje de su patetismo ampuloso. Lorca domina la fantasía, metiendo las imágenes sacadas del ambiente en el ámbito simbólico. Las imágenes son perfeccionadas al ser elevadas a nivel de símbolos.
Lorca no dispone de un vocabulario muy amplio, pero poseyó la capacidad de trasponer el sentido de lo literal a lo metafórico y figurado, pasando después del sentido plástico al simbólico. Toda su poesía está construida sobre un cosmos muy ramificado, un cosmos de símbolos; una constante combinación de símbolos y de imágenes de significado mítico, todo ello combinado de una manera no arbitraria ni subjetiva, sino según el sentido simbólico de estas imágenes en diferentes ambientes:
SOL – LUNA - TIERRA = arena, cal, monte, sierra
AGUA = nieve, mar, lluvia, río, rocío
AIRE = brisa, viento, nube
PLANTAS = rosa, hierba, lirio, azucena, naranja
ANIMALES = caballo, perro, pez, vaca, grillo, rana, gallo, paloma, mariposa, tortuga, hormiga, abeja, toro
COLORES – NÚMEROS – ESPACIO = arco, sombra, espejo, cristal, huevo, vacío
La simbología de Lorca no es oscura, conociendo bien el mundo simbólico.
Ejemplo: La casada infiel
Y que yo me la llevé al río
creyendo que era mozuela,
pero tenía marío.
Fue la noche de Santiago
y casi por compromiso.
Se apagaron los faroles
y se encendieron los grillos.
En las últimas esquinas
toqué sus pechos dormidos,
y se me abrieron de pronto
como ramos de jacintos.
El almidón de su enagua
me sonaba en el oído
como una pieza de seda
rasgada por diez cuchillos.
Sin luz de plata en sus copas
los árboles han crecido,
y un horizonte de perros
ladra muy lejos del río.
Pasadas las zarzamoras,
los juncos y los espinos,
bajo su mata de pelo
hice un hoyo sobre el limo.
Yo me quité la corbata,
ella se quitó el vestido.
Yo el cinturón con revolver
ellas sus cuatro corpiños.
Ni nardos ni caracolas
tienen un cutis tan fino,
ni los cristales con luna
relumbran con ese brillo.
Sus muslos se me escapaban
como peces sorprendidos,
la mitad llenos de lumbre,
la mitad llenos de frío.
Aquella noche corrí
el mejor de los caminos,
montada en potra de nácar
sin bridas y sin estribos.
No quiero decir, por hombre,
las cosas que ella me dijo.
La luz del entendimiento
me hace ser muy comedido.
Sucia de besos y arena
yo me la llevé al río.
Con el aire se batían
las espadas de los lirios.
Me porté como quien soy,
como un gitano legítimo.
Le regalé un costurerogrande de raso pajizo.
Y no quise enamorarme
porque teniendo marido
me dijo que era mozuela
cuando la llevaba al río.
El lugar del amor es el río, corriente de la vida sensible. El camino conduce por medio de los juncos. El junco es el símbolo del ámbito báquico de la vida exuberante en los pantanos y de su engendramiento desordenado. Los jacintos anuncian lo amargo que se esconde en toda vida amorosa. El ladrido lejano de los perros anuncia el final aún lejano de la muerte de esta unión amorosa (al notar que ella estaba casada, no quiere enamorarse de ella). “Sus muslos se me escapaban como peces sorprendidos”: El pez como símbolo erótico, significado de fertilidad y sexualidad. En este romance justamente famoso halla el tema de los sexos una versión incomparable.
En la Casada infiel vemos un tema central de Lorca, la interacción problemática de los dos sexos. Lorca presenta esta interacción como el gran temor del hombre frente a la mujer. La actitud dominante del macho en este romance esconde la conmoción producida por el temor ante la supuesta lascivia y poderío de la mujer: “Fue la noche de Santiago y casi por compromiso” = Fatalidad. Pero compromiso significa aquí que el gitano se va con la mujer casi por obligación, no gustosamente. Es la mujer quien seduce, pero el hombre no se va tras ella hechizado, prendido en sus redes. El hombre se resiste a su seducción desde un principio. Si la mujer se ofrece, el hombre está obligado por honor a ir con ella y colmar su deseo; de otra manera corre el riesgo que le tome por impotente o por homosexual.
“Se apagaron los faroles”: se sale del mundo ordenado y convencional de la ciudad al campo, a la naturaleza. “Se encendieron los grillos”: opuesto al simbolismo mortuorio de los faroles, tienen los grillos un simbolismo sexual y vital. Para Lorca el grillo es el símbolo del deseo sexual. La anunciación a María, interpretada por Lorca como acto de procreación, dice: “En su chaleco bordado, grillos ocultos palpitan”.
La luna y la muerte. El elogio dirigido a la mujer en el momento de la unión amorosa es sorprendente: “ni los cristales con luna relumbran con ese brillo”. En la poesía de Lorca, la luna tiene un carácter maléfico. Aquí está la luna asociada a los cristales, a lo frío (“sus muslos se me escapaban como peces sorprendidos, la mitad llenos de lumbre, la mitad llenos de frío”). La luna es la muerte, se suele interpretar como un símbolo materno, de madre terrible.
“Sin luz de plata en sus copas, los árboles han crecido”: Los árboles que crecen tienen en el contexto del poema un simbolismo fálico indiscutible; pero para que crezcan, es necesario que la luna (luz de plata) no se manifieste en su poder nocturno (madre terrible). La luna personificada por Diana, la diosa cazadora. La luna y los perros, que ladran a la luna.
“Corrí el mejor de los caminos montado en potra de nácar”: El nácar es la sustancia que forma la capa interna de las conchas de los moluscos. Parece percibirse aquí un temor implícito de ser devorado por esa concha; temor que es rechazado al aparecer el hombre montado sobre esa “potra de nácar”. La amenaza sigue presente en la falta de “estribos y bridas” de la potra de nácar. “Con el aire se batían las espadas de los lirios”: La significación sexual es incontrovertible. Pero no es esto lo más importante, sino la guerra (espadas) de los sexos.
“Y no quise enamorarme, porque teniendo marido...”: El peligro que supone la mujer y el placer con ella. El peligro aumenta al advertir que no es virgen, sino casa. Es la virginidad importante porque la “mozuela” (virgen) es ignorante en cuestiones de sexo y frente a ella puede el hombre afirmarse más fácilmente como superior, es decir sin miedo. La casa “infiel” es un ser experimentado, voraz de sexo. El gitano al rechazarla (“no quise enamorarme”) y al regalarle un “costurero”, le paga a la mujer sus servicios amorosos, rebajándola así al nivel de prostituta. El papel de conquistador del gitano en este poema-romance, puede pasar al papel de víctima más tarde, como el marido de esta mujer.
“Le regalé un costurero”: Recuerda el costurero de Penélope, la mujer de Odiseo, rey de Ítaca, que mantuvo la fidelidad a su marido durante los veinte años que ésta pasa en la guerra de Troya. Penélope se pasaba el tiempo teniendo una mortaja que cada noche deshacía y, por este medio, evitaba tener que elegir un nuevo marido. El costurero es también símbolo del seno materno. El costurero es el símbolo que cambia la dimensión sexual por la maternal. La casada infiel expresa de manera precisa el comportamiento que corresponde al del código del honor masculino español.
Se puede interpretar la simbología de Lorca dentro de la mentalidad de las religiones naturalistas arcaicas. También se han hecho interpretaciones psicoanalíticas siguiendo la simbología sexual establecida por Sigmund Freud (1856-1939). Pero se han hecho otras interpretaciones de la simbología de Lorca, interpretaciones que “subliman” todo ese mundo arcaico lorquiano y lo interpretan en categorías más abstractas o filosóficas. Un ejemplo de interpretación “sublimada”:
Christoph Eich en su obra Federico García Lorca, poeta de la intensidad (Madrid: Gredos) da la siguiente interpretación del final del romance La casada infiel:
Me porté como quien soy,
como un gitano legítimo.
Le regalé un costurerogrande de raso pajizo.
Y no quise enamorarme
porque teniendo marido
me dijo que era mozuela
cuando la llevaba al río.
Eich concede singular importancia a estos versos, en los que ve un reflejo de la típica concepción lorquiana del tiempo, en el fondo, la típica concepción española del tiempo: El tiempo es la vida como intensidad.
“Y todo era engaño, todo era ilusión. La vivencia total de plenitud, la conciencia delirante de haber rozado una cima de la vida, se fundaba en el falso supuesto de la virginidad. Pero ¿cuál es, en resumidas cuentas, el sentido de la virginidad, que tanta importancia tiene para el español? El sacrificio de la virginidad sólo tiene lugar una vez en la vida, y posee por ello carácter definitivo.
La unicidad caracteriza el tiempo cualitativamente, y gracias a la conciencia de lo que sólo pasa una vez habría alcanzado la vivencia del gitano una intensidad que para él representaba, de hecho, un caso límite. Encontramos aquí una valoración del tiempo profundamente arraigada en España” (p. 35)
“En la cuarta estrofa, el lama sube a caballo. Desnuda, libre, desatada. Tiempo ha que se borraron los objetos que la estorbaban (faroles, cinturón). Ahora aparece el mundo orgánico perfectamente subjetivizado. El plano real, incorporado ya, no merece importancia. El vario y múltiple movimiento de los peces ha subyugado al poeta, que se lanza, sin estribos, a la carrera jubilosa. Donde antes había una comparación, aparece ahora un superlativo: “el mejor de los caminos”. Traspuesto esta vez el brillo a lo interior, al acto maravilloso de cabalgar, a la conciencia victoriosa de seguir el mejor de los caminos y aun al cuerpo sonoro de todo un verso (sin bridas y sin estribos), sólo aparece ya como suave vislumbre en la superficie de la potra nacarada. Todo lo que antecede se suma e integra en esta estrofa. Otra vez se ha alcanzado un absoluto de plenitud e intensidad. Abandonada la gravedad del suelo, el poeta se mueve libremente en el espacio. Y es Eros quien ha otorgado realidad efectiva al mundo sensorial” (p. 31)
“En su conciencia acepta el español el carácter discontinuo del tiempo. Desengañado, espera, muchas veces toda una vida, el instante de la intensidad, ese instante al que luego se entrega en cuerpo y alma, aunque sea a riesgo de morir. Una vida rica se mide en España por las veces que se muere, o por la intensidad de una única muerte, la diferencia no importa. Cuando un español dice YO, no suena lo mismo que en boca de otras gentes. Orgulloso y altivo, se coloca por encima de las cosas y los hombres. Suena a desmesura y a reto. Yo tiene duende... En él se expresa la seguridad en sí mismo, la conciencia de un hombre que sabe que en él late un demonio para el que no existen los límites. El mundo es mezquino y transforma gigantes en molinos de viento y mozuelas en casadas infieles..., pero esto, ¿qué más da? El mundo de lo relativo carece de importancia para el duende...
Me porté como quien soy, como un hombre inspirado por el duende. Y que lo tiene lo demostró aquella noche de Santiago, al cumplir como un hombre bajo el signo del Patrón de España. ¿Dónde está aquí la posibilidad de muerte, para Lorca condición indispensable para la aparición del duende (para dar a la vida la intensidad)? La posibilidad de la muerte se encuentra aludida en la imagen de la carrera desenfrenada. Un caballo que se desboca puede arrastrar a la muerte, o aquel ámbito, donde amor y muerte son una sola cosa”. (p. 42)
La trilogía dramática de mujeres en los pueblos de España
BODAS DE SANGRE
MADRE del novio
NOVIO (marido)
NOVIA
LEONARDO (casado)
PADRE de la novia
Aplicando el modelo pulsional freudiano se apreciar el dos triángulos: el que forma la novia, el padre de la novia y el novio, por un lado, y el formado por la novia, la madre del novio y el novio. Aplicando el modelo sociológico, la línea vertical madre del novio-novia-padre de la novia representa los intereses sociales de producción y reproducción. Aplicando el modelo romántico, vemos en esta obra una historia de amor que termina en tragedia, el triángulo lo forman ahora el novio-la novia y Leonardo el casado. El modelo mítico abarcaría todos estos aspectos parciales y los enmarcaría en un contexto más amplio y universal más allá de la anécdota diaria.
YERMA
Vox populi:
VIEJAS LAVANDERAS
JUAN (marido)
YERMA
VÍCTOR (pastor)
PADRE de Yerma
El triángulo social de Yerma, las Lavanderas y Juan se rompe en la línea de tensión progresiva hacia la derecha, a cuyo extremo está el deseo pulsional, la “llamada de la sangre” que suscita en ella Víctor.
Yerma está en la línea central de tensión o de tendencia a la rotura del triángulo que forma ella con el padre y el novio, bajo la presión de las lavanderas que la “inician” en los secretos del mundo erótico-sexual, del mundo de la pasión. Las lavanderas le “abren los ojos”. Ahora se da cuenta Yerma de que lo que ella busca se lo podría ofrecer Víctor, el pastor; pero la presión social la lleva a matar al marido y así quedarse eternamente viuda, sola y “yerma” (de yermo, del latín tardío eremus, y este del griego ἔρημος ‘inhabitado’, ‘incultivado’). Todas las mujeres de la trilogía lorquiana se quedan al final viudas y solas.
Dentro del modelo mítico-mágico de Lorca, es Yerma la representante de la mentalidad arcaica: tener hijos es la obligación natural de seguir el ciclo de vida-nacimiento-muerte, en este caso fundamentada esta necesidad en la presión social campesina: los hijos como garantía de la posesión de las tierras y el incremento de las riquezas. Aunque en Yerma es Juan el representante atípico de esta tendencia. No se sabe si el marido de Yerma no quiere o no puede tener hijos. Está obsesionado con el trabajo y sus tierras. La realización de la pasión erótica, el engendrar los hijos con placer, es una cosa que Yerma ignoraba hasta que la vox populi, representada en las Lavanderas le abre los ojos. Su educación en casa de sus padres no le dio este saber sobre la sexualidad.
LA CASA DE LA BERNARDA ALBA
HIJA MAYOR (adoptada) = Novia
VOX POPULI
(“el qué dirán”)
BERNARDA ALBA
la madre
NOVIO
(ausente)
HIJA MENOR
rebelde y querida del novio de la mayor
En esta obra falta el marco mítico-poético (el elemento nocturno, lunar, infantil, arcaico natural) típico de Lorca. La realidad es pura y crudamente social, aunque la figura de Bernarda Alba y la anécdota o historia es tan fuerte que confunde la realidad con lo mítico. No hay lugar para la poesía.
Aquí el triángulo se desplaza hacia la derecha. La línea de progresión sigue siendo el eje central, a cuyo extremo dinámico está siempre la realización del deseo pasional: “la sangre que tira”, la sangre que impulsa como el destino a un desenlace final, que se vuelve fatal porque la norma social impide la realización del impulso natural.
Aplicando el modelo pulsional y el simbolismo freudiano:
La casa misma de Bernarda parece mostrarse simbólicamente como un vientre enorme y estéril. La obra bien podría haberse titulado El Seno de Bernarda Alba. El apellido Alba es también simbólico: “alba” = ‘blanca, pura, inmaculada, virgen’.
La casa sería el seno materno como sepultura aniquiladora de toda individuación. Fuera de la casa de Bernarda, fuera del sometimiento a la madre “no hay salvación”. Es una especie de “iglesia” y un símbolo de la parte represora, negativa y ahogadora de la madre que no deja crecer a sus hijos.
La voz y la palabra de Bernarda resuena por la casa como símbolo fálico femenino de potencia dominadora. Todo el mundo escucha su voz, todos guardan silencio cuando resuena la temida voz de Bernarda Alba.
Silencio es símbolo de castración, de represión, de renuncia a la realización del deseo pulsional, así como de sometimiento a la voz dominadora.
Desde el punto de vista sociológico:
Bernarda Alba, la ‘blanca y pura’, representa la encarnación de la mujer “educada” (¿por quién?) para ser madre y ama de casa y tener responsabilidad sobre la “limpieza y honra de la familia”, sobre todo de las hijas. No se condena a los hombres que “siempre buscan lo mismo”, sino a la mujer que les hace caso, que sucumbe a las seducciones y a las pasiones de los hombres. Hay que evitar el contacto de la mujer con el hombre, como no sea en el matrimonio, cuya finalidad es la reproducción y la conservación de los intereses materiales: los hijos que deben seguir cultivando las tierras de los padres. La potencia sexual de la mujer es algo peligroso que hay que mantener a raya para que no se “desmadre”. La norma canaliza la sexualidad femenina: la hija pasa de la sumisión a la “patria potestas” del padre a quedar sometida al delegado de la potestad paterna, el novio o futuro marido. Si falta el padre del novio o de la novia, como es el caso en Bodas de sangre y La casa de Bernarda Alba, la potestad paterna pasa a la madre, en este caso Bernarda Alba.
Amor, vida y muerte en la poesía de Federico García Lorca
Un rasgo de la literatura española es el constante paralelismo de realismo e idealismo, Sancho Panza y su reverso Don Quijote. La tensión y dialéctica entre los dos: un idealismo que es tal solamente por contraste con lo real, y un realismo cuya fuerza radica en su constante alianza dialéctica con el idealismo –un realismo ideal que en el fondo es un idealismo muy real.
El idealismo está cargado de vida. La metáfora pierde su valor material, “carnal” y se eleva a símbolo; el símbolo no tiene valor en sí, sino como función del mundo mítico que es el determinante de toda la vida. La anécdota diaria de carne y hueso está envuelta en el mundo mítico que la determina y que le da su verdadero significado simbólico, su polivalencia semántica. En Lorca hay determinación de arriba hacia abajo: tragedia. La materialización del amor erótico es la anécdota diaria, pero ésta está sobre-determinada por el marco simbólico-mítico. El amor carnal nunca se llega a realizar plenamente, el intento de su realización lleva a la muerte: el conflicto social es la materialización anecdótica del destino.
Fatalismo cósmico-mítico: amor – vida- muerte. El sol engendra la pasión y la luna dicta la muerte: el cuchillo es el lazo de unión que desencadena la tragedia. El amor hace al hombre despertar a la muerte. La vida es la lucha constante por la realización del amor erótico-pasional entre hombre y mujer. Una lucha que siempre termina en tragedia: el amor, el intento de realización del amor, lleva siempre a la muerte trágica de los amantes. La causa de la muerte suele ser el conflicto social unido al “destino mítico lunar”. El amor da la vida y, al mismo tiempo, lleva a la muerte, es en esto como la luna: madre que da la vida, la vuelve a quitar y la vuelve a dar. Vivir es morir, morir es volver a nacer.
Vivir es amar, amar es buscar la muerte, morir es la posibilidad de volver a nacer, de encontrar una “vida mejor”. Las fuerzas cósmicas, el mundo mítico lunar, son las que determinan la tragedia valiéndose de la anécdota diaria, del conflicto social. La anécdota diaria se convierte en metáfora de la vida que se convierte en símbolo mítico que determina la tragedia final.
El amor es irrealizable, es sinónimo de tragedia, de muerte, es el primer paso que da la vida hacia la muerte, hacia la vuelta al origen, donde no hay tragedia, donde reina la paz (el mar). El amor erótico es el heraldo de la luna, de la muerte. La vida es un mito cósmico.
¡Qué lejos esto contigo... qué cerca cuando te vas!
Religión naturalista
Eros
generación
Bios
nacimiento
Thanatos
muerte
Anéctoda
amor
conflicto social
muerte
Plano mítico
Sol
Cuchillo
Luna
Muchos elementos de las religiones arcaicas considerados como sagrados y míticos, van perdiendo progresivamente
la sacralidad y se van profanizando. “La poesía es el primer trámite para hacer pasar tales intuiciones
desde el antiguo subsuelo religioso a un nuevo clima profano” (Álvarez de Miranda).
No hay posibilidad de realización personal del amor. La pasión amorosa lleva definitivamente a la muerte.
La felicidad del individuo no está prevista por la naturaleza, sólo la perpetuación de la especie.
En las tres tragedias de Lorca, quedan siempre como superviviente las viudas vestidas de negro (muerte).
La muerte como madre es la única forma y posibilidad de unión verdadera con la mujer amada.
Amor y libertad son ideas trascendentales, que viven en la conciencia de los hombres por la acción del héroe
que lucha utópicamente por ellas.
UNAMUNO
LORCA
HERNÁNDEZ
Idea / ficción
Símbolo / mito
Metáfora / materia
Desnaturalización de la vida:
sueño y ensueño.
Sobrenaturalización de la vida:
mito
Naturalización de la vida:
materialización
Antierotismo. Idea contra materia.
Erotismo imposible.
Símbolo contra materia.
Rematerialización del erotismo:
Amor-sexo.
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