Hispanoteca - Lengua y Cultura hispanas

 

Guerra de la Independencia - Autores y cantores

(comp.) Justo Fernández López

Historia de la literatura española

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Guerra de la Independencia - Liberales y patriotas

Lista de autores y cantores

Generación de escritores nacidos a finales del XVIII y que escribieron la mayor parte de sus obras en el siglo XIX, siendo testigos del movimiento romántico.

Antonio de Capmany y Montpalau (1742-1813)

Juan Meléndez Valdés (1754-1817)

Francisco Xavier Martínez Marina (1754-1833)

Juan Romero Alpuente (1762-1835)

Francisco Sánchez Barbero (1764- 819)

Álvaro Flórez Estrada (1765-1853)

José Marchena Ruiz de Cueto – Abate Marchena (17681821)

Manuel María del Mármol (1769-1840)

Juan Bautista Arriaza (1770-1837)

José Canga Argüelles (1770-1842)

Manuel María de Arjona y de Cubas (1771-1820)

Félix José Reinoso (1772-1841)

Manuel José Quintana y Lorenzo (1772-1857)

José María Blanco White (1775-1841)

Lista, Alberto (1775-1848)

Eugenio de Tapia (1776-1860)

Juan Nicasio Gallego Fernández (1777-1853)

Antillón, Isidoro de (1778-1814)

Sebastián de Miñano (1779-1845)

José Joaquín de Mora (1783-1864)

José María Queipo de Llano, conde de Toreno (1786-1843)

Francisco Martínez de la Rosa (1787-1862)

Agustín Francisco Gato Durán y de Vicente Yáñez (1789-1862)

Antonio Alcalá Galiano y Fernández de Villavicencio (1789-1865)

Ángel María de Saavedra –Duque de Rivas (1791-1865)

Bernardo López García (1838-1870)


Alcalá Galiano, Antonio (1789-1865)

Antonio Alcalá Galiano y Fernández de Villavicencio nació en Cádiz en el seno de una influyente familia de militares: hijo del marino Dionisio Alcalá Galiano, muerto en la batalla de Trafalgar.

En 1806 ingresó como cadete en Guardias Marinas Españolas y al año siguiente fue hecho maestrante de Sevilla. En 1808 casó con María Dolores Aguilar, de la que tuvo un hijo y se separó, presuntamente por infidelidad de la esposa en 1815. Por entonces tenía fama de libertino y borracho. Era, además, de una extrema fealdad.

Abandonó la carrera militar en 1812. Participó en la conspiración que terminó con el triunfo del liberal Rafael del Riego en 1820 y la proclamación de la Constitución de Cádiz derogada por Fernando VII. Fue considerado como un gran orador y defendió el liberalismo exaltado en la Fontana de Oro durante el Trienio Liberal, en que militó en la sociedad secreta Confederación de Caballeros Comuneros, pero luego se pasó a la Masonería y al partido moderado y tuvo que marcharse al exilio al votar la incapacidad del rey Fernando VII en 1823.

En Londres sobrevivió enseñando lengua y literatura española. Hasta entonces era fundamentalmente un gran lector de Montesquieu. A partir de entonces se imbuyó del pensamiento político inglés y en consonancia con el liberalismo moderado de Edmund Burke rechazó la política de principios abstractos y se inclinó por el utilitarismo hasta convertirse al liberalismo doctrinario de Alexis de Tocqueville y Benjamin Constant de Rebecque.

Obras

Doceañista en su juventud (partidario de la Constitución española de 1812), tomó partido junto con José Joaquín de Mora en 1814 contra la introducción del Romanticismo reaccionario germánico por Juan Nicolás Böhl de Faber en Cádiz, pero después de su emigración londinense apoyó la nueva estética, de lo que da fe su "Prólogo" a El moro expósito de su gran amigo Ángel de Saavedra, Duque de Rivas, que supone de hecho el manifiesto del Romanticismo español.

Sus coetáneos son unánimes al afirmar que Antonio Alcalá Galiano destacaba como orador. Además, es autor de una de las mejores autobiografías del siglo XIX, redactada en dos versiones: los

Recuerdos de un anciano (1878)

Memorias (1886)

Lecciones de literatura española, francesa, inglesa e italiana del siglo XVIII 

Lecciones de derecho político y constitucional (1843)

Apuntes para servir a la historia del origen y alzamiento del ejército destinado a Ultramar en 1 de enero de 1820

En el álbum de la señorita de Gaviria

Soneto.

Juicio crítico sobre los poetas Meléndez, Cienfuegos, Arriaza

Insertos en el Laberinto.

Juicio crítico sobre Moratín

Publicado en la Revista Hispano-Lusitana.

Antillón, Isidoro de (1778-1814)

Isidoro de Antillón y Marzo (Santa Eulalia del Campo, Teruel) 15 de mayo de 1778 - íd. 3 de noviembre de 1814) fue un político, jurisconsulto e historiador de España.

Doctor en derecho y experto geógrafo, escribió en 1794 Descripción orográfica, política y física de Albarracín, que le valió un premio y la pertenencia a una academia de ciencias. En 1802 se decidió a formar un atlas completo de España. Catedrático del Seminario de Nobles en Madrid, tuvo que dejar esta plaza por la invasión francesa y pasó a la Junta de Defensa de Zaragoza cuando fue sitiada y se trasladó a Sevilla cuando cayó.

En 1809 estuvo encargado de la sección histórica del Semanario Patriótico, revista política fundada por Manuel José Quintana en 1808 para alentar la lucha contra los franceses y la revolución política. También la Gaceta del Gobierno en Sevilla, y La Aurora Patriótica Mallorquina en Mallorca. Fue individuo de mérito literario de las Reales Sociedades Aragonesa y Matritense y diputado en 1812 en las Cortes de Cádiz por el Partido Liberal.

El 3 de noviembre de 1814 fue víctima de un intento de asesinato. Según unos autores, murió. Pero Latassa cuenta que sobrevivió y que Fernando VII ordenó su detención y murió en 1820 cuando se le conducía a Mora de Rubielos. Fue enterrado en la capilla donde se hallaban sus antepasados, en el lado izquierdo del Altar Mayor de la Iglesia Parroquial de Santa Eulalia del Campo, pero sus restos mortales se arrojaron después a una hoguera y sus cenizas fueron esparcidas al viento en 1823 por una partida de realistas a las órdenes del cabecilla Tena.

Gran patriota que luchó por la libertad y la independencia, a él se debe la abolición de los castigos en la escuela y fue el primer español que disertó en la Academia de Derecho contra la esclavitud de los negros. En la plaza General Varela de su localidad se levanta en su memoria un busto de Antillón en piedra.

Arjona, Manuel María de (1771-1820)

Manuel María de Arjona y de Cubas (Osuna, provincia de Sevilla, 12 de junio de 1771 - Madrid, 25 de julio de 1820), poeta español del Neoclasicismo, perteneciente a la Escuela Sevillana, hermano del ministro togado de la Audiencia de Extremadura y corregidor de Madrid y superintendente de policía José Manuel de Arjona.

Hijo de Zoilo de Arjona y de Andrea de Cubas, de clase acomodada, estudió filosofía y derecho civil y canónico y fue colegial mayor de Santa María de Jesús, en Sevilla, de la que años después será rector; se ordenó sacerdote; doctoral de la Real capilla de San Fernando también en la misma ciudad y desde 1801 canónigo penitenciario de la catedral de Córdoba; aún en Osuna fundó ya una academia literaria, la Academia Silé, y participó en otras como la Horaciana (1788) de Sevilla, la de Buenas letras y la de Letras Humanas, ambas también en Sevilla; esta última contribuyó a fundarla en 1793. En 1789 se doctoró en Osuna. Ya doctoral de la Real Capilla de San Fernando, en 1797 acompañó al arzobispo de Sevilla, Antonio Despuig y Damato, en su viaje a Roma; allí el papa Pío VI le nombró su capellán secreto supernumerario, acaso por la composición del poema Las ruinas de Roma, publicado en 1808. Aunque escribió una memoria sobre el modo de celebrar Cortes en España ya vuelto a Córdoba, se afrancesó a medias en 1810 y promovió en noviembre de ese año la fundación de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba y desarrolló la sección de literaria de la Sociedad Económica de Amigos del País. Los franceses le encomendaron unificar los hospitales de Córdoba y extinguir la Inquisición, cuyos archivos clasificó y purgó. Por encargo de Mariano Luis de Urquijo y de Pedro Estala, dirigió el periódico josefino Correo Político y Militar de Córdoba, aunque por poco tiempo. En 1812 fue detenido en Écija cuando se dirigía a Cádiz, encarcelado, confiscados sus bienes y conducido a Córdoba. En 1814 publicó un Manifiesto de autojustificación. En 1818 se trasladó a Madrid, donde fue secretario de la Academia Latina; pero Lozano de Torres le denunció y fue desterrado a Córdoba; vuelto a Madrid con el cambio constitucional, publicó unas Necesidades de España que deben remediarse en las próximas Cortes y allí falleció en 1820.

Sacerdote muy culto, su poesía sobresale por su corte horaciano y sobria expresión, bien distante de la habitual fastuosidad de la Escuela Sevillana. Tal se observa en casi todas sus ocas y canciones religiosas y profanas. Más que "Las ruinas de Roma", que es un extenso poema en silvas que suele citarse con preferencia, destacan otras composiciones como "La diosa del bosque", interesante por la novedad de la métrica y su musicalidad, y "A la memoria". Colaboró con Alberto Lista, José Marchena y José María Blanco White. Perteneció a la generación de escritores que, nacidos a finales del XVIII, escribieron el grueso de sus obras en el siglo XIX. Dejó manuscrita una Historia de la Iglesia Bética y algunas memorias sobre humanidades e historia, así como España restaurada en Cádiz.

Arriaza, Juan Bautista (1770-1837)

Juan Bautista Arriaza y Superviela (Madrid; 27 de febrero de 1770 - ibídem 22 de enero de 1837) fue un poeta español del Neoclasicismo y de la etapa de transición al Romanticismo. En su juventud fue oficial de marina y partidario toda su vida del absolutismo de Fernando VII. Es conocido sobre todo por sus poemas patrióticos de la Guerra de la Independencia Española y por su poema extenso erótico-festivo sobre la danza Terpsícore o las gracias del baile.

Hijo tercero de Antonio de Arriaza y Orejón, un militar de alta graduación de infantería y Teresa Superviela y Leytiri, de origen italo-francés, Juan Bautista Arriaza fue bautizado el mismo día de su nacimiento en la parroquia de San Sebastián de Madrid. Cursó sus estudios primarios en el Colegio de las Escuelas Pías de San Fernando del madrileño barrio de Lavapiés. En 1781 ingresó en el Real Seminario de Nobles para seguir estudios de educación secundaria en una institución que tenía aún presente el magisterio de Jorge Juan. Al año siguiente marcha al Colegio de Artillería de Segovia donde se despierta una vocación encaminada a la Armada Real y marcha para ingresar en la Compañía de Guardamarinas de Cartagena en 1787 alcanzando el grado de alférez de fragata en 1790. Sirve en la guerra contra Francia entre 1793 y 1795, año en que se firma la paz de Basilea. Debido a su actuación en el sitio de Tolón fue ascendido en el transcurso de estas hostilidades a alférez de navío en 1794.

En 1796 publica «La compasión», un himno fúnebre para las exequias del duque de Alba y al año siguiente sale a la luz en París su primer libro de versos titulado Primicias. Por esta época edita su poema «A las Bellas Artes».

En febrero de 1798, Arriaza solicita la licencia para pasar a la situación de retiro alegando problemas de vista, siéndole concedido. En 1803 se encuentra en Londres como diplomático, pero la batalla de Trafalgar acabó con las buenas relaciones entre los países y debe regresar en 1805 a Madrid. En noviembre de ese mismo año escribe una obra sobre este combate titulada «La tempestad y la guerra». En 1807 publica una traducción en verso del Arte poética de Nicolás Boileau.

Más tarde Arriaza marcha a París para regresar a España poco antes del levantamiento del dos de mayo en Madrid. Hasta esas fechas Arriaza se había caracterizado por una poesía ligera, amorosa y de estilo Rococó, pero con los acontecimientos de 1808 comienza a escribir entre ese año y 1810 poesía patriótica, típica de aquellas circunstancias bélicas, como su «Profecía del Pirineo», que inspiró a Francisco de Goya su cuadro El coloso (1808-1814), o «Recuerdos del Dos de Mayo». Su poesía patriótica fue muy divulgada y se transmitió oralmente entre la resistencia española.

Tras el apoyo de Inglaterra a España y el consiguiente restablecimiento de las relaciones entre los dos países, Arriaza vuelve a Londres en 1810 para desempeñar de nuevo sus tareas diplomáticas. Poco después de su llegada reúne en un volumen sus Poesías patrióticas. Al siguiente año publica en edición bilingüe un escrito titulado «Observaciones sobre el sistema de guerra de los aliados en la Península Española» que granjeó para la colonia española numerosos apoyos. Manda también editar en Palma de Mallorca sus Ensayos políticos.

Con la restauración absolutista fernandina, Arriaza conoce el reconocimiento oficial por su apoyo a la causa patriótica y se le nombra Académico de la Lengua. También fue elegido, en 1824, miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Obras

Primicias (1796)

Arte poética (1807 – traducción de L'Art poétique (1674) de Nicolás Boileau)

Poesías patrióticas (1810)

Poesías líricas (1829)

Terpsícore o las gracias del baile

Blanco White, J. M. (1775-1841)

José María Blanco Crespo "Blanco White" (* Sevilla, 11 de julio de 1775 – Liverpool, 20 de mayo de 1841), escritor, pensador, teólogo y periodista español, conocido también como José María Blanco Crespo.

Tenía ascendencia irlandesa: era hijo de los comerciantes Guillermo Blanco, alias White (vicecónsul inglés que se instaló en Sevilla durante el reinado de Fernando VI), y de María Gertrudis Crespo y Neve. Esta era muy religiosa y orientó a sus hijas a la clausura, en la cual murieron, y a su hijo al sacerdocio.

Estudió con los dominicos y luego en la Universidad de Sevilla. Conoció a Manuel María del Mármol, que se convirtió de hecho en su tutor cultural, y a continuación se relacionó con Manuel María de Arjona, José María Tenorio Herrera, Félix José Reinoso y Alberto Lista, con quienes formó la Academia de Letras Humanas de Sevilla. El 21 de diciembre de 1799 se ordenó sacerdote, pese a sus dudas al respecto. Ingresó después en el colegio de Santa María y previa oposición, fue nombrado el 15 de agosto de 1801 capellán magistral de la Real Capilla de San Fernando. Sufrió una crisis religiosa entre 1802 y 1803. Desde este año deja de considerarse católico.

En 1805 fue a Madrid, en donde obtuvo una colocación sin retribuir en la Comisión de Literatos del Real Instituto Militar Pestalozziano y fue nombrado preceptor del infante Don Francisco de Paula por un corto periodo de tiempo gracias al favor de Manuel Godoy. Frecuentó la tertulia de Manuel José Quintana e hizo viajes a Salamanca. Al estallar la Guerra de la Independencia volvió a Sevilla. En 1808 se declara patriota y desde Sevilla colaboró con Isidoro de Antillón y Marzo en la redacción del Semanario Patriótico (1808-1809); sus críticas hicieron considerarle persona non grata por la Junta Suprema de España. En 1809 nació su hijo Fernando, habido ilegítimamente con Magdalena Eguaya, mujer que morirá en 1816. Sin embargo, Blanco no se enteró de su existencia hasta 1812, cuando ya se encontraba en Inglaterra, y mandó recogerle para reconocerlo y educarlo allí. El 29 de enero de 1810 se trasladó a Cádiz y el 23 de febrero se marchó a Inglaterra para no volver; llegó el tres de marzo de 1810.

En Londres publicó El Español (1810-1814), prohibido en España y donde se mostró crítico con las autoridades españolas y muy comprensivo con los revolucionarios hispanoamericanos que empezaban a levantarse contra España, si bien su posición era la de la autonomía, no la de la independencia absoluta. Sus opiniones políticas fueron pasando de un inicial jacobinismo a un liberalismo más que moderado. El 4 de octubre de 1812 ingresó en la Iglesia de Inglaterra. En 1814 se hace ministro de su nueva confesión. Revisa las traducciones bíblicas al español para la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera, tanto el texto del Nuevo Testamento Reina-Valera (1817), como el de la Biblia traducida por Felipe Scío de San Miguel (1821), contando en este último caso con la colaboración de Andrés Bello. Revisa y traduce también la Evidencia de la Religión Cristiana de G. Paley y la Liturgia Anglicana.

Otra crisis religiosa le acomete en 1819, pero la revolución liberal española de 1820 le hace nuevamente interesarse por su país y, por encargo de Thomas Campbell, director de The New Monthly Magazine, redacta las Letters from Spain o Cartas desde España, que fueron apareciendo en 1821 con el seudónimo Leucadio Doblado y llegaron a recogerse en un volumen en 1822. En ellas, al lado de páginas costumbristas como las descripciones de la Semana Santa, de las corridas de toros y de los espectáculos teatrales, critica acerbamente la intolerancia y atraso de su país. Esta obra, elogiada por el poeta e hispanista Robert Southey, Lord Holland, John Stuart Mill y Hemans, consolidó su reputación de escritor en inglés. Traduce obras españolas a esta lengua y colabora en la Encyclopædia Britannica y en la Quarterly Review. Trabaja también como bibliotecario del hispanista Lord Holland y publica importantes artículos sobre literatura española (muy avanzados para su época eran, por ejemplo, los dedicados a La Celestina o a El Conde Lucanor). En 1823, por encargo del editor Rudolph Ackermann, aparecieron las Variedades o Mensajero de Londres (1823-1825), revista que se difundía por Hispanoamérica y en la que publicaron artículos Juan Antonio Llorente y Leandro Fernández de Moratín. En 1825 publica Practical and internal Evidence against Catholicism, obra teológica. Es nombrado Máster of Arts por la Universidad de Oxford en 1826 y se trasladó allí, llevando una vida de predicador. Por influencia de nuevos amigos sacó en 1829 los dos únicos números de The London Review.

En 1832 se fue a vivir a Dublín, en donde estuvo hasta principios de 1835. Marchó después a Liverpool, abandonó el Anglicanismo y se adscribió al unitarismo, escribiendo sus Observations on Heresy and Orthodoxy (Londres, 1835), donde expone sus dudas religiosas. Escribió su autobiografía en inglés: The Life of... written by himself (Vida del reverendo J. M.ª Blanco White), Londres, 1845, que ha sido traducida y editada por Antonio Garnica, Sevilla, Universidad, en 1975. Escribió además algunas novelas en español con seudónimo, como Intrigas venecianas o Fray Gregorio de Jerusalén: ensayo de una novela española, publicada por entregas en las Variedades o Mensajero de Londres, o Luisa de Bustamante o la huérfana española en Inglaterra (1840), que dejó inconclusa, y fue publicada en Revista de Ciencias, Literatura y Artes por José Blanco-White y Olloqui, su sobrino. Murió en Liverpool en casa de su amigo William Rathbone el 20 de mayo de 1841. La Iglesia Española Reformada Episcopal (anglicana) lo considera uno de sus precursores.[1]

Repugnaba a Blanco White el fanatismo de los católicos. Nunca perdonó a esta confesión instituciones como las que veían legítima la reclusión monacal de sus dos hermanas, que lamentó en su autobiografía. En Inglaterra llegó a dominar perfectamente la lengua inglesa, que ya conocía desde pequeño a través de sus tratos comerciales, como cuenta en su Vida del reverendo J. M.ª Blanco White (1845). Llegó incluso a destacar como escritor en ese idioma con poemas como el soneto Night and Death (1828), que impresionó a Samuel Taylor Coleridge y que ha pasado a las antologías de la literatura inglesa. Como crítico reprochaba a la poesía en español cierto anquilosamiento clasicista en forma, estilo y temática. Su lírica en castellano puede clasificarse dentro del Prerromanticismo.

Blanco White ha sido estudiado y editado principalmente por Vicente Llorens y Juan Goytisolo. Un archivo con sus principales documentos se conserva en la Universidad de Princeton.

Canga Argüelles, José (1770-1842)

José Canga Argüelles nació en Oviedo (Asturias). Fue contador del Ejército. Durante la guerra de la Independencia participó en la Junta Superior de Valencia. Más tarde fue diputado en Cádiz, ministro de Hacienda de la Regencia y elaboró su Memoria sobre el crédito público (1811) y presentó el primer presupuesto público.

De filiación liberal, fue ministro de Hacienda de la Junta Central que organizó la lucha contra José I. Confinado en Peñíscola (Castellón) por el absolutista Fernando VII, escribió sus Elementos de la ciencia de Hacienda, obra tributaria cumbre del siglo XIX.

Con la instauración del Trienio Liberal (1820-1823), volvió a ser ministro de Hacienda hasta 1821, cuando publicó la célebre Memoria sobre el estado de la Hacienda Pública.

Partidario de la protesta contra la Santa Alianza por intromisión en los asuntos españoles, la reacción absolutista acaba con el Trienio Liberal y en 1823 se exilió a Londres. Allí colaboró en varios medios de los emigrados españoles hasta 1827. Desde junio de 1829 dirigió un periódico fundado por él, El Emigrado Observador, del que aparecieron doce números, además de varias de sus obras, entre 1825 y 1831.

Regresó en 1829, pero ya no intervino en las luchas políticas. En 1834 fue nombrado visitador del Instituto de Jovellanos en Gijón, cesando en 1839. También fue nombrado académico de Historia en 1835 y archivero en Simancas, entre otros cargos que incluyen la Gran Cruz de Carlos III desde 1837.

Falleció en Madrid el 2 de diciembre de 1842. Diez años después, Isabel II le concedió el título de Conde de Canga Argüelles. Dejó unas veinticinco obras inéditas que añadir a su prominente bibliografía.

Obras

Memoria sobre la cuenta y razón de España (1811)

Memoria sobre el crédito público (1820)

Memoria sobre el estado de la Hacienda Pública de España (1821)

Elementos de la Ciencia de la Hacienda (1825)

Diccionario de Hacienda con aplicación a España (1826)

Breve respuesta a la representación de los comerciantes de Londres (1829)

Observations sur la guerre d'Espagne (Londres, 1829)

Apuntaciones de la Historia civil de España

Capmany, Antonio (1742-1813)

Antonio de Capmany y Montpalau (Barcelona, 24 de noviembre de 1742 - Cádiz, 14 de noviembre de 1813) fue un militar, filósofo, historiador, economista y político español. Fue diputado en las Cortes de Cádiz.

Estudió Lógica y Humanidades en el Colegio Episcopal de Barcelona antes de ingresar en el ejército, concretamente en el Regimiento de Dragones de Mérida. Tras abandonar la milicia donde fue subteniente del regimiento de las tropas ligeras de Cataluña, habiendo participado en la guerra contra Portugal en 1762, volvió a la vida civil en 1770, dedicándose fundamentalmente al estudio de la historia y de la literatura. Colaborador de Pablo de Olavide en el proyecto ilustrado de traer familias centroeuropeas para repoblar Sierra Morena, en 1770 publicó su gran obra en cuatro volúmenes, Historia del comercio y las artes de la antigua Barcelona. Por ésta época se encargó de la reorganización del Archivo del Real Patrimonio de Cataluña. Fue miembro de la Real Academia de la Historia en 1776, siendo nombrado secretario perpetuo en 1790. Se enfrentó en polémica a Jovellanos y Campomanes defendiendo la pervivencia de los gremios.

Durante los gobiernos de Godoy se mantuvo al margen de la actividad oficial, mostrando su recelo hacia las nuevas ideas que venían de Francia, por lo que veía en las viejas tradiciones el mejor medio de combatirlas. En 1808, al comenzar la Guerra de la Independencia, en su publicación El Centinela contra los franceses incitaba a los españoles a una lucha a muerte contra Napoleón, al que consideraba la Anti-España. Se refugió en Cádiz donde dirigió la Gaceta de la Regencia de España e Indias que se publicaba en vez de la Gaceta de Madrid.

Fue elegido diputado por el Principado de Cataluña por las Cortes de Cádiz. Liberal moderado, perteneció a la comisión que debía elaborar el Proyecto de Constitución y, junto con Agustín Argüelles y Jaime Creus, formó parte de una junta especial de inspección para dar el visto bueno a dicho Proyecto, donde se acordó, entre otras disposiciones, el hacer un Diario de Sesiones. También perteneció a la comisión de once diputados, encargada de elaborar el proyecto de libertad de imprenta, que defendió con gran entusiasmo y a la comisión de doce diputados encargada de elaborar el reglamento interior de las Cortes. A él se debió también la iniciativa de que en la plaza principal de todos los pueblos de España se colocara una lápida conmemorando la promulgación de la Constitución. Volvió a ser diputado, suplente, por Cataluña en las Cortes Ordinarias de 1813, pero víctima de una epidemia moría en Cádiz ese mismo año.

Obras, entre otras:

Teatro histórico-critico de la elocuencia Española (1786)

Ordenanzas de las armadas navales de la Corona de Aragón (1787)

Cuestiones críticas sobre varios puntos de historia económica, política, y militar (1807)

Centinela contra franceses (1808)

Durán, Agustín Francisco (1789-1862)

Agustín Francisco Gato Durán y de Vicente Yáñez nació en Madrid, donde su padre trabajaba como médico real.  Estudió dos años en el Seminario de Vergara. Frecuentó entre 1803 y 1806 la tertulia de Manuel José Quintana, que habría de ser su gran amigo en los años venideros y con quien compartía un profundo amor a la literatura nacional y sus figuras ejemplares.

En 1806, marchó a Sevilla para estudiar en su universidad leyes y filosofía. Aprovechó además esos años sevillanos para iniciar su colección de romances y piezas de teatro antiguo español, de las que hizo gran copia (llegó a acumular una caudalosa y escogida biblioteca particular que a su muerte pasó a los fondos de la Biblioteca Nacional). También amistó con otro gran erudito y poeta, Alberto Lista, quien fue sin duda el más importante en su desarrollo intelectual hasta que tuvo que abandonar Sevilla por su afrancesamiento en 1813.

Entre 1821 a 1823 tuvo un puesto en la Dirección General de Estudios del que fue expulsado por sus ideas liberales, por lo demás bastante moderadas, al advenir el absolutismo de Fernando VII.

Con la vuelta de los liberales en 1834, fue nombrado por María Cristina Secretario de la Inspección General de Imprentas y Librerías y bibliotecario de la Real, luego Biblioteca Nacional. También fue elegido académico de la lengua (1834). Reanudó su amistad con Quintana, Lista, Wolf, Serafín Estébanez Calderón y Juan Nicolás Böhl de Faber, cuyas ideas sobre la estética romántica aclimataría en España a través de su famoso Discurso y en numerosos artículos publicados en revistas y periódicos.

La revolución de 1840 provocó la dimisión de Durán, pero volvió a su puesto en 1844 tras caer el regente Espartero en 1843; ese mismo año publicó su edición de los Sainetes de Ramón de la Cruz. Después se dedicó a preparar la segunda edición de su colección de romances para la Biblioteca de Autores Españoles de Manuel Rivadeneyra.

Obra

Agustín Durán fue discípulo de Alberto Lista y Bartolomé José Gallardo, gran amigo de Manuel José Quintana y el erudito vienés Ferdinand Wolf y partidario fervoroso del gran hispanista Nicolás Böhl de Faber. La crítica le considera como uno de los principales introductores y valedores del Romanticismo en España y como uno de los iniciadores de la crítica histórica de la literatura.

En su famoso Discurso de la crítica moderna en la decadencia del teatro español (1828) defendía las pasadas glorias españolas y el teatro del Siglo de Oro; creía en la base nacional de las literaturas y juzgaba el teatro como reflejo de las necesidades morales de cada sociedad.

Compuso estudios sobre Lope de Vega y Tirso de Molina, y algunas leyendas. Editó para Manuel Rivadeneyra una de las más famosas colecciones de romances de todos los tiempos en los tomos X (1849) y XI (1851) de su Biblioteca de Autores Españoles; este enorme Romancero influyó poderosamente en la obra de Federico García Lorca. También escribió leyendas en verso, como Leyenda de las tres toronjas del vergel de amor (1856), inspirada en una célebre conseja mallorquina. La poesía de Durán fue en su época fue muy apreciada.

Colecciones de romances antiguos o Romanceros (1821)

Trovas en antigua parla castellana (1829)

Trovas a la reina (1832)

Talía española (1843)

Colección de sainetes de don Ramón de la Cruz (1843)

Colección de romanceros y cancioneros (1828-32, 5 tomos)

Anulada por la que, en dos volúmenes, incluyó en la B. A. E. (t. X y XI), Madrid, 1849 y 1851, reimpresa también en dos volúmenes como Romancero General o Colección de romances castellanos anteriores al siglo XVIII en Madrid: Atlas, 1945.

Las tres toronjas del vergel de amor (1856)

Flórez Estrada, Álvaro (1765-1853)

Álvaro Flórez Estrada (Pola de Somiedo, Asturias, 1765 - 1853), economista, abogado y político Español. Estudia humanidades en Grado y Derecho en la Universidad de Oviedo y se traslada a Madrid, donde se hace magistrado.

Fue víctima de la política de Godoy, que reprimía a los partidarios más fervientes de las reformas. A los treinta años fue nombrado por Godoy, tesorero general del Reino, cargo que, después de algún tiempo, acabó por renunciar, al considerar su desempeño incompatible con las convicciones liberales que profesaba. Retirado a Pola de Somiedo, la Junta General del Principado le nombra, en 1798, su procurador general.

Cuando en 1808 se produce el levantamiento de Asturias contra Napoleón, él, que intuye que "la lucha contra el invasor no tiene sentido si no es al mismo tiempo una revolución política", redacta la Proclama de la Junta y también la Carta de ésta pidiendo ayuda al rey de Inglaterra. Al ser disuelta la Junta por el Marqués de la Romana, Flórez Estrada escapa a Sevilla para denunciar lo ocurrido en la Junta Central. Se queda en Sevilla y en Cádiz; redacta un bosquejo de Constitución liberal, aunque monárquica. Se marcha a Londres, y allí expone su ideario en las publicaciones que hace en 1810 sobre la Introducción para la historia de la revolución de España y sobre el Examen imparcial de las disensiones de la América con España.

En 1812 fue diputado de las Cortes de Cádiz. En Cádiz funda un periódico liberal, y en 1813 es nombrado Intendente Militar en Andalucía. Al poco abandona su cargo y se dedica al estudio de la historia, las lenguas y la economía.

Su participación en las Cortes de Cádiz y en sociedades masónicas le obligan a huir de España cuando, en 1814, el regresó de Fernando VII amenaza con condenarlo a muerte, exiliándose en Londres. Su estancia allí le permite entrar en contacto con los economistas ingleses (David Ricardo, James Mill y Adam Smith) introduciendo en España sus ideas. También fue a Roma a ofrecer a Carlos IV la reposición en el trono si aceptaba una monarquía constitucional. En 1818 redactó una trascendental Representación al rey en defensa de las Cortes, que se imprimió en Londres en 1819 que, divulgada en España, contribuyó a renovar el entusiasmo por el régimen constitucional y que preparó el camino para que Rafael Riego decidiera su alzamiento militar el 1º de enero de 1820, en Cabezas de San Juan. Proclamada, de nuevo, la Constitución, regresó a España. Intentó llevar a la práctica alguno de sus teóricos planes económicos e industriales y fue elegido diputado a Cortes por Asturias. En el Congreso se opondrá al proyecto de abolir las Sociedades patrióticas, pues él defiende siempre la libertad: "libertad de imprenta, libertad política, libertad civil, libertad de aduanas, libertad de comercio, libertad de hablar y libertad de todo será su eterno y más dulce cantar", se ha escrito de él. Ya sin representación en las Cortes, redactó en 1822, con Martínez Marina, el primer proyecto del Código Penal español y el 3 de marzo de 1823 es nombrado ministro de Estado. Pero, al mes siguiente, la llegada de los "Cien mil hijos de San Luis", le obligó a embarcar en Gibraltar para exiliarse, de nuevo, en Londres.

Durante esta expatriación, que durará diez años, publica libros de economía, tales como Efectos producidos en Europa por la baja en el producto de las minas de plata, Examen de la crisis comercial de Inglaterra y Curso completo de economía política.

Regresó a España a la muerte del rey Fernando VII, interviniendo, de nuevo, en política. Representa a Asturias en todas las legislaturas desde 1834 hasta 1840. Defiende las ideas amortizadoras de Mendizábal, aunque no sus métodos. Publica, a este respecto, su trabajo Sobre la enajenación de los bienes nacionales (1836). Escribe varios libros más sobre economía, como Elementos de Economía Política. En 1846 es nombrado senador vitalicio y, anciano de ochenta y siete años, fallece en el palacio de Miraflores de Noreña el 16 de diciembre de 1853. Su nombre está inscrito en el monumento que Oviedo tiene dedicado a los economistas y hacendistas asturianos. Un pequeño, pero notable, retrato suyo, por un anónimo inglés puede verse en el Museo de Bellas Artes de Asturias.

Escribió un libro de texto que fue estudiado en todo el ámbito de la lengua española durante años.

Gallego, Juan Nicasio (1777-1853)

Juan Nicasio Gallego Fernández (Zamora, 14 de diciembre de 1777- Madrid, 9 de enero de 1853) fue un poeta español de la Ilustración. Tuvo una gran importancia en la transición del Neoclasicismo al Romanticismo.

Fue el primogénito de Felipe Gallego y Francisca Hernández del Crespo, de origen noble; sus contemporáneos lo describen alto y corpulento, asmático, cordial y campechano, ingenioso, amante de las tertulias y de vez en cuando irónico. Tuvo una formación clásica en latín y humanidades con buenos maestros desde el principio, como por ejemplo Manuel Peláez, catedrático de los Reales Estudios de Zamora.

Posteriormente estudió en la Universidad de Salamanca y, con una beca, en la extensión de Burgo de Osma, para doctorarse al fin en Filosofía y Derecho Civil y Canónico (1800). En 1804 fue ordenado sacerdote y en mayo de 1805 opositó con éxito a una capellanía real en Madrid; en octubre Carlos IV lo distinguió con el nombramiento de director espiritual de los pajes del Palacio Real; por entonces empezó a publicar sus poemas en el Memorial Literario. En Madrid estableció gran amistad con Meléndez Valdés y otros ingenios prerrománticos: Nicasio Álvarez de Cienfuegos y Manuel José Quintana.

El histórico día Dos de Mayo, Juan Nicasio se encontraba dedicado a su Capellanía en Palacio, y escribó su oda Influencia del entusiasmo público en las artes. Se trasladó a Sevilla y después a Cádiz; recibió entonces algunas prebendas, como la de racionero de la catedral de Murcia, y fue designado diputado constituyente (como procurador suplente) por Zamora y trabajó en la comisión encargada de clasificar los informes relacionados a la convocatoria de las Cortes de Cádiz para la que había sido designado y en la redacción del proyecto de ley de libertad de imprenta. Allí vivió en febril actividad, integrando hasta ocho comisiones e interviniendo en la discusión de 71 asuntos, hasta el regreso del rey Fernando VII, quien lo persiguió por ser liberal; estuvo pues encarcelado año y medio y pasó cuatro años confinado; primero, en la Cartuja de Jerez; afectada su salud, fue trasladado, a petición propia, al Monasterio de la Luz en Moguer y de allí al Convento de Loreto en Sevilla. Tras la gesta de Rafael del Riego fue liberado en 1820.

Fue arcediano de Valencia y canónigo de Sevilla, tradujo a Alessandro Manzoni y cultivó la crítica literaria. También desempeñó los cargos de juez eclesiástico y fue designado senador del reino y académico de la Lengua y de la de Bellas Artes de San Fernando. Murió en Madrid en 1852, a consecuencia de una caída que había tenido el año anterior.

Pertenecía al grupo de los individuos comprometidos políticamente. Fue perseguido en 1814 por sus posiciones liberales, pero durante los regímenes constitucionales obtuvo cierto reconocimiento público; tanto él como Quintana fueron senadores, en 1845 y 1839 respectivamente.

Lista, Alberto (1775-1848)

Alberto Lista, nacido en 1775 en Sevilla, fue matemático, poeta, periodista y crítico literario. Como José María Blanco, era un sacerdote sine cura. Al contrario que otros, cuando los franceses invadieron Sevilla, Blanco eligió servir a José Bonaparte, que encarnaba a sus ojos la mejor vía para reformar la monarquía española.

Hijo de Francisco Rodríguez de Lista y de Paula Aragón, propietarios de una fábrica de telares de seda en el barrio sevillano de Triana, fue un niño superdotado hábil en matemáticas y humanidades; estudió en la Universidad de Sevilla Filosofía y Teología y además Matemáticas, materia en la que a los trece años de edad fue sustituto en la cátedra que sostenía la Sociedad Económica de Sevilla; desde 1796 enseñó esta materia en el Real Colegio de San Telmo de la capital hispalense.

Fue ordenado sacerdote en 1803; colaboró como poeta en El Correo Literario y Económico de Sevilla (1803-1808) y le influyeron fuertemente las ideas filantrópicas del enciclopedismo, por lo que fue un entusiasta panegirista del Conde de Floridablanca; si bien cantó entusiásticamente La victoria de Bailén y redactó la Gaceta del Gobierno que dirigía Capmany y El Espectador Sevillano, abrazó la causa josefina dedicando, según Chaves, cantos al mariscal Soult y transformándose en su propagandista, y hasta escribió discursos y arengas para el ejército extranjero. Pero cambió de ideología, al fundar con Matute la Gaceta Ministerial de Sevilla (1808-1809) y obtuvo una media ración de la Catedral hispalense.

A consecuencia de todo esto tuvo que exiliarse por afrancesado al acabar la Guerra de la Independencia; regresó a España en 1817; estuvo en Pamplona y en Bilbao y al fin se afincó en Madrid con el triunfo de la revolución de Rafael del Riego. Allí colaboró en el Periódico del Ministerio de Gobernación de la Península (1823) y fundó con otros dos afrancesados, Sebastián de Miñano y Hermosilla, la revista El Censor (1820-1822), la de contenido más intelectual de su época, y más tarde El Imparcial (1821-1822), y además el privado Colegio Libre de San Mateo; para sus alumnos compuso e imprimió la Colección de trozos escogidos y el Tratado de matemáticas puras y mixtas, pero, acusado de enseñar doctrinas contrarias a la religión y al orden, se cerró el centro (posteriormente pasaría a realizar sus actividades la Academia del Mirto) y se le obligó a expatriarse a la caída del Trienio Liberal.

Estuvo en Bayona al frente de la Gaceta de Bayona. En 1827 volvió; permaneció algún tiempo en San Sebastián como redactor de La Estafeta de San Sebastián (1830-1831). Con la muerte de Fernando VII volvió definitivamente a Madrid en 1833 para dirigir la Gaceta de Madrid hasta julio de 1837, en cuya redacción tuvo a sus órdenes a Hartzenbusch, Cándido Nocedal, Salvá, Eugenio de Ochoa, Pérez Anaya, Francisco de Paula Madrazo, Navarrete y algunos otros, y se le ofreció el obispado de Astorga, pero lo rechazó; dirigió además La Estrella, periódico a favor de la causa de Isabel II y Cea Bermúdez, y en 1836 ocupó una cátedra en el Ateneo de Madrid y explicó matemáticas en la Universidad Central; luego marchó a Cádiz y allí se dedicó a la enseñanza en el Colegio San Felipe Neri de Cádiz y colaboró en El Tiempo (1839-1840) de Cádiz:

Luego fue a Sevilla y enseñó en la Academia de Bellas Artes y en la Universidad de Sevilla. Presidió allí la Academia de Buenas de Letras y fue nombrado canónigo de la catedral hispalense al fin. Entre otros discípulos tuvo a José de Espronceda, Antonio Cavanilles, Patricio de la Escosura, José María Tenorio Herrera, Luis de Usoz, Juan Bautista Alonso, López Pelegrín, Mariano José de Larra, Eugenio de Ochoa, Pezuela, Mariano Roca de Togores y Ventura de la Vega. Ingresó en 1847 en la Real Academia de la Historia con un discurso sobre el Carácter del Feudalismo en España en el que negaba su existencia.

Se condujo siempre con actitud política acomodaticia y oportunista, pero cuando le dejaban expresarse libremente se mostraba radicalmente liberal. Aunque tuvo como modelos a escritores clásicos del siglo XVI y del Neoclasicismo, en su obra ya se anuncia un Romanticismo que llegaría poco después por la gran importancia que dio a lo personal e íntimo en sus composiciones. En su obra pedagógica puede observarse la contradicción entre su profesión eclesiástica y sus tendencias masónicas. Sus poesías no se volvieron a publicar hasta 1927; poseen un valor muy superior al que le suelen asignar los que no las han leído. Han escrito sobre él Juretschke, Fernández Espino, Antonio Ferrer del Río, Pérez Anaya y Manuel Chaves entre otros.

López García, Barnardo (1838-1870)

Bernardo López García nació en Jaén y murió en Madrid. Al triunfar la revolución de 1868, se dedicó a la propaganda de las ideas democráticas por Andalucía.

Fue el segundo de seis hermanos en una familia dedicada al comercio. Inició sus estudios en el Instituto de la calle Compañía de Jaén (actual edificio del Conservatorio de Música), pero en 1850 se trasladó a Granada e ingresó en el Colegio de San Bartolomé y Santiago para proseguir con el bachillerato y la carrera de Derecho; no hay datos sin embargo que confirmen que terminó el bachillerato o inició la carrera.

En 1861, pronuncia su Discurso sobre la poesía en la Real Sociedad de Amigos del País, de Jaén. Forma parte de la comisión a la que esta entidad encomendara la redacción de El Romancero de Jaén, como recuerdo y homenaje a Isabel II en su visita a la provincia.

Tras una total ruina económica y deterioro progresivo de su salud, marcha a Madrid a mediados de 1868. Su activismo político le lleva a desplazarse por tierras andaluzas, particularmente por las provincias de Jaén, Córdoba y Sevilla. El 15 de noviembre de 1870, fallece en Madrid de tisis galopante, antes de cumplir los 32 años.

Obra

Publicó sus primeros trabajos en Recreo de la Juventud (1857) de Jaén y a finales de 1858 se encuentra en Madrid, donde publica su oda "Asia" en el periódico republicano La Discusión (1859), así como la oda "Europa y Siria" en La América (1860). Pasa sin embargo desapercibido hasta publicó en El Eco del País, donde era redactor, su celebérrima oda patriótica El dos de mayo (1866), que obtuvo tan formidable éxito, difusión y popularidad que desde entonces Bernardo López García fue conocido como "El cantor del Dos de Mayo", oscureciéndose injustamente toda su obra anterior y posterior, llegando a ser proverbial el recitado de su primera estrofa:

Oigo, patria, tu aflicción
y escucho el triste concierto
que forman, tocando a muerto,
la campana y el cañón.

A la par que pone un mayor interés por Heine y Quintana es arrastrado en tardía hora al movimiento de un Zorrilla o Espronceda a los que abiertamente sigue.

Antimonárquico y de tendencias revolucionarias, participó en los sucesos de Loja, lo que le valió ser apartado del Romancero de Jaén que se preparó con motivo de la visita de Isabel II. No perdió contacto con Jaén, donde a primeros de 1860 mantuvo relaciones amorosas con Patrocinio Padilla, joven jiennense, con la que tiene una hija, María de la Aurora.

En 1861 pronunció su Discurso sobre la poesía en la Real Sociedad de Amigos del País de Jaén. En 1865 se casa con Patrocinio, que fallece tres años más tarde. Meses después Bernardo se enamora apasionadamente de Concha López, hija de su amigo y editor el impresor Francisco López, que se opuso frontalmente al casamiento por la indigencia del pretendiente.

En 1867 publicó en Jaén a su costa la primera edición de sus Poesías, que apenas se vendió; la miseria y las privaciones arruinan su salud. A mediados de 1868 marchará a Madrid, pero su activismo político le lleva a desplazarse por tierras andaluzas, particularmente por las provincias de Jaén, Córdoba y Sevilla. Y fallece en Madrid el 15 de noviembre de 1870.

La segunda edición, póstuma, apareció en 1880 con diez poesías más; la tercera, de 1908, es prácticamente una reedición de la segunda. Al frente de las tres ediciones figura un prólogo de su amigo, el poeta coterráneo suyo Juan Antonio Viedma, donde la amistad prevalece sobre la imparcialidad crítica e incluso el rigor biográfico. Juan Jiménez Fernández ha reunido catorce poemas más, extraídos de publicaciones periódicas y antologías.

Los restos del poeta jiennense fueron trasladados a su ciudad natal en 1899 tras largos e infructuosos intentos previos que chocaron con tibiezas, rechazos e incomprensiones según las circunstancias políticas del momento.

Fue el general Primo de Rivera quien organizó un homenaje nacional a su memoria.

Marchena Ruiz, José – Abate Marchena (1768-1821)

José Marchena Ruiz de Cueto (Utrera, 18 de noviembre de 1768 – Madrid, 31 de enero de 1821), más conocido por el sobrenombre de Abate Marchena que recibió durante los últimos años de su vida, fue un político, escritor, periodista y traductor español. Pasó la mayor parte de su vida exiliado en Francia para escapar de la persecución inquisitorial de la que fue objeto en su juventud. Durante ese tiempo fue casi exclusivamente un escritor de lengua francesa, en la que compuso diversos panfletos y numerosos artículos periodísticos. Son obras suyas la tragedia Polixena, el breve tratado Essai de Théologie, el pastiche del Satiricón titulado Fragmentum Petronii, unas Lecciones de Filosofía moral y Elocuencia, así como diversos poemas en español. Como periodista, fue redactor de los periódicos El Observador, La Gaceta de la libertad y de la igualdad, Le Spectateur français y La Abeja Española.

Marchena fue uno de los españoles que más activamente participó en la Revolución francesa como agitador político y colaborador más o menos estrecho de personajes tan destacados como Brissot, Miranda y Sieyès. Su intervención en los acontecimientos revolucionarios le atrajo en numerosas ocasiones las iras de las autoridades francesas, que le hicieron pagar con varias estancias en prisión. Durante la Guerra de la Independencia española, se alineó en el bando afrancesado y ocupó diversos cargos en la administración de José I. Tras la guerra, Marchena se vio obligado a exiliarse de nuevo a Francia. Solamente volvería a España tras el pronunciamiento del general Riego, con la idea de participar en la vida política española, pero la muerte le sorprendió a los pocos meses de su regreso.

Sobre todo, Marchena es uno de los traductores españoles más influyentes del primer cuarto del siglo XIX. Se le deben la primera traducción castellana del Contrato Social y de otros libros de Rousseau, además de versiones de obras de Molière, Montesquieu, Voltaire, Volney y Lucrecio, algunas de las cuales han conocido repetidas ediciones a lo largo de los siglos XIX y XX.

Hijo de un fiscal del Consejo de Castilla, se opuso tenazmente a seguir la carrera eclesiástica a la que le había destinado su familia. Estudió en los Reales Estudios de San Isidro en Madrid y luego se matriculó en leyes en Salamanca, donde se graduó de bachiller en 1788. En esta época entró en contacto con el pensamiento de Rousseau y Adam Smith por medio de su profesor Ramón de Salas; Juan Meléndez Valdés le despertó su vocación literaria y le animó a componer poesía. En 1787 la Inquisición le encausó por poseer libros prohibidos y por proposiciones heréticas. A fines de ese mismo año editó un interesante periódico, El Observador, que acredita ya a su autor como un ardiente admirador de la cultura francesa y más en concreto como un entusiasta casi fanático de Voltaire. Eso motivó la suspensión de ese periódico y su condena posterior. De allí pasó a Madrid, donde escribe su Oda a la Revolución francesa en 1789.

En 1792 parte al exilio a Francia, perseguido por la Inquisición, y permanece un año en Bayona, entregado a sus labores de traductor; publica en agosto de ese año, con Miguel Rubín de Celis, la Gaceta de la libertad y de la igualdad, que introducen clandestinamente en España. En octubre redacta la proclama A la nación española. Entabla amistad y correspondencia con Brissot, y se pone en relación con los diputados girondinos en París en 1793. Ese mismo año entra al servicio del Ministerio de Asuntos Exteriores francés gracias a una recomendación de Brissot al ministro Lebrun-Tondu.[1] Su función era la de redactar propaganda revolucionaria destinada a ser difundida en España. Con la proscripción de los girondinos el 31 de mayo de 1793 sufrió la persecución de Robespierre y fue capturado en Burdeos, conducido a la capital, y recluido en la prisión de la Conciergerie, donde permaneció hasta unos meses después del 9 de termidor.

Tras su liberación colaboró estrechamente con el nuevo régimen de los termidorianos, término que designaba a aquellos de los jacobinos que, como Tallien, habían derrocado a Robespierre a los que se asociarían poco después los girondinos que habían sobrevivido a la proscripción. La unidad de este partido fue resquebrajándose a lo largo del año y la ruptura fue completa tras la aprobación del decreto de los dos tercios. Marchena se opuso a este decreto en discursos y panfletos como el titulado José Marchena aux assemblées primaires. Ello motivó que el grupo en el poder tratara de asimilarlo, como haría con otros muchos republicanos, con la oposición monárquica: poco después de la insurrección realista del 13 vendimiario, Marchena fue detenido bajo la acusación de ser uno de sus instigadores, cuando realmente había tratado de evitarla. Liberado en un primer momento, fue de nuevo detenido a los pocos días y a principios de 1796 fue desterrado a Suiza junto con el general Francisco de Miranda.

A su regreso a Francia en 1797 publica el periódico Le Spectateur Français en colaboración con Valmalette y el opúsculo Essai de Théologie; de nuevo es encarcelado en París en 1798. Obtuvo un puesto de inspector de contribuciones del ejército en 1800 y publica en Basilea su Fragmentum Petronii, un supuesto fragmento del Satiricón encontrado en un monasterio de San Galo, en realidad obra del propio Marchena, al igual que las notas que acompañan al fragmento. Entre 1801 y 1808 vive en París entregado al estudio y a la escritura. Colabora en la Décade Philosophique de París, en el Correo de Sevilla y en las Variedades de ciencias, artes y literatura que dirige Manuel José Quintana en Madrid; también sigue su incansable labor de traductor. En 1806 trata de hacer pasar como verdadero también unos falsos poemas de Catulo, sin tanta suerte como tuvo con el fragmento de Petronio.

Regresó a España como secretario del general Murat, con quien estuvo en España durante la Guerra de la Independencia, desempeñando también diversos cargos en la administración josefina, fundamentalmente como ideólogo y panfletista del régimen afrancesado. Fue director durante un breve periodo de 1810 del Correo político y militar de Córdoba. Abandonó el país con la corte del rey José Bonaparte, residiendo sucesivamente en Perpignan, Nîmes y Montpellier. En este segundo exilio tradujo el Emilio de Rousseau (Burdeos, 1817), las Cartas persas de Montesquieu (Nîmes, 1818) y las Novelas de Voltaire (Burdeos, 1819), entre otros muchos textos ilustrados y liberales. (Emilio, ó de la Educación, por J.-J. Rousseau, traducido por J. Marchena, Burdeos, Pedro Beaume, 1817. Cartas persianas, escritas en francés, por Montesquieu, puestas en castellano por J. Marchena, Nîmes, impr. de P. Durand-Bellé, 1818. Novelas de Voltaire, traducidas por J. Marchena, Burdeos, Imprenta de Pedro Beaume, 1819.)

Regresó a Sevilla en 1820 con el triunfo de la revolución liberal de Rafael de Riego, aunque murió al año siguiente en Madrid en casa de su admirador y albacea testamentario Juan MacCrohon. De estos últimos dos años es su Discurso sobre la ley de monacales que le vincula a los liberales exaltados del llamado Trienio Liberal. Era de talante exaltado y un auténtico enemigo del tradicionalismo clerical español, a cuya alianza con el poder político acusaba de la decadencia de su país. Tradujo las Cartas persas de Montesquieu, varias comedias de Molière, las Novelas de Voltaire, el poema materialista y ateo De rerum natura o Sobre la naturaleza de las cosas de Lucrecio en endecasílabos blancos, los cantos que el escocés James Macpherson compuso e hizo pasar bajo el nombre del bardo céltico Ossian y, anónimamente y desde Francia, un sinnúmero de obras de enciclopedistas y de la llamada segunda generación de enciclopedistas o ideólogos, con el deseo de modernizar el arcaico pensamiento español, obras que procuraba introducir en España de contrabando desde Francia, donde se imprimían.

Como crítico se le deben unas interesantes Lecciones de filosofía moral y elocuencia, especie de antología de la literatura clásica española, precedida de un importante Discurso sobre la literatura española de muy interesantes puntos de vista y que, aunque rigurosamente clasicista y abominador de la intolerancia ideológica del clero y el desarreglo de la tradición literaria española, admite del movimiento romántico el postulado de que la literatura es emanación y reflejo del espíritu y costumbres de un pueblo. Como poeta, un poema sobre Eloísa y Abelardo y diversas composiciones en que ataca la intolerancia española. Como autor dramático, la tragedia Polixena, así como numerosos opúsculos y panfletos de tema político dictados por las circunstancias.

Mármol, Manuel María del (1769-1840)

Manuel María del Mármol (nació en Sevilla en 1769 y murió en 1840) sacerdote sevillano, tutor y amigo de José María Blanco White, rector de la Universidad de Sevilla y de la Sociedad Económica de Amigos del País de Sevilla durante el Trienio Liberal (1820 - 1823).

Tuvo entre sus alumnos más aplicados al humanista lebrijano Miguel Rodríguez Ferrer. Fue Capellán real y Catedrático de Filosofía Experimental, autor entre otras cosas de la Idea de los Barcos de Vapor (Sanlúcar de Barrameda, 1817), y de El Sistema de Copérnico en Verso (Sevilla, 1818). Fue impulsor de trabajos de la Academia de Letras Humanas y de la Academia Sevillana de Buenas Letras. Tuvo una relación de amistad también con el matemático y poeta Alberto Lista.

Martínez de la Rosa, Francisco (1787-1862)

Francisco de Paula Martínez de la Rosa Berdejo Gómez y Arroyo (Granada, 10 de marzo de 1787 – Madrid, 7 de febrero de 1862) fue un poeta, dramaturgo, político y diplomático español.

Este catedrático de Filosofía Moral de la Universidad de Granada (1808) se sumó a las filas de los revolucionarios liberales durante la Guerra de la Independencia (1808–1814) y fue diputado en las Cortes de Cádiz que aprobaron la Constitución de 1812. Por ello, fue encarcelado tras el regreso de Fernando VII y el restablecimiento del absolutismo.

Recuperó la libertad durante el Trienio Liberal (1820–1823), en el cual asumió el liderazgo de la rama más moderada de los liberales (los «doceañistas») frente a la mayoría de «exaltados», e incluso encabezó el gobierno como ministro de Estado en 1822.

Su gabinete estuvo compuesto por José María Moscoso de Altamira Quiroga (Gobierno), Diego Clemencín (Ultramar), Nicolás María Garelly Battifora (Justicia), Felipe de Sierra Pampley (Hacienda), Luis María Balanzat d'Orvay y Briones (Guerra) y Jacinto de Romarate en el de Marina.

Tras la Sublevación de la Guardia Real en julio de 1822, presentó su dimisión, la que le fue aceptada finalmente en agosto. Tras su caída, la situación se radicalizó. Por un lado asumía el gobierno el sector de los exaltados mientras que por otro Fernando VII veía fracasar sus intentos de recuperar el poder absoluto y decidía recurrir a la intervención extranjera, la que se haría efectiva con la intervención del ejército francés de los Cien Mil Hijos de San Luis, bajo los auspicios de la Santa Alianza, restableciendo la monarquía absoluta en España en octubre de 1823.

La consiguiente reacción absolutista durante la Década Ominosa (1823–1833), lo obligó a exiliarse en Francia y acabó de conducirlo a una postura ideológica ecléctica, inspirada en el liberalismo doctrinario de Guizot: en lo sucesivo defendería un liberalismo muy moderado que sirviera para una transacción con la monarquía y con los partidarios del absolutismo. Fue esa postura centrista la que llevó a la regente María Cristina a llamarlo para formar gobierno en 1834–1835.

En aquel periodo crucial, Martínez de la Rosa puso en pie un régimen de monarquía limitada con el primer Parlamento bicameral de la historia de España, reflejado en el Estatuto Real (1834). Buscando el apoyo de la opinión liberal a la causa de Isabel II contra las pretensiones al Trono de don Carlos, Martínez de la Rosa decretó la amnistía para los liberales encarcelados durante el periodo absolutista; pero, siempre en posiciones centristas, intentó también humanizar la guerra declarada contra los carlistas.

Su moderación fue sobrepasada enseguida por las aspiraciones radicales de las masas populares, que llevaron al gobierno a líderes progresistas como Mendizábal e impusieron modelos constitucionales más abiertamente liberales (1836). En lo sucesivo, Martínez de la Rosa sería uno de los inspiradores de la formación del Partido Moderado, que había de presidir largos periodos de la vida política española, representando el ala conservadora del liberalismo, sobre la que descansó el reinado de Isabel II. Él mismo fue diputado, embajador en París y en Roma, presidente del Consejo de Estado, ministro de Estado (1844–1846 y 1857–1858) y presidente del Congreso (1851, 1857 y 1860).

Como escritor se inscribió en la línea del romanticismo; destacó sobre todo en el terreno dramático (La conjuración de Venecia, 1834), aunque también practicó la poesía y el ensayo (El espíritu del siglo, 1851). Su prestigio intelectual le llevó a formar parte de las Reales Academias de la Lengua (que presidió de 1839 a 1862), de la Historia, de Bellas Artes y de Jurisprudencia, así como a ser presidente del Ateneo de Madrid.

Martínez Marina, Francisco Xavier (1754-1833)

Francisco Xavier Martínez Marina, jurista, historiador y sacerdote, nació en Oviedo, en la Corrada del Obispo, y falleció en 1833. Estudió en la Universidad de Oviedo y terminó sus estudios de teología en la Universidad de Toledo, doctorándose en 1778. Al año siguiente recibió las órdenes de presbítero.

Alcanzó la beca de San Ildefonso de Alcalá, la magistralía de Plasencia, la lectoralía de Ávila y, en 1791, una canonjía en San Isidro de Madrid.

En 1796, ingresó en la Academia de la Historia, de la que fue elegido director en 1801 y 1816.

También fue miembro de la Real Academia de la Lengua de España y de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona.

Por sus ideas liberales, Asturias lo eligió diputado para las Cortes de durante el Trienio Liberal, 1820 a 1823. Durante esta etapa, salió diputado y, desde esta posición, formó parte de comisiones legislativas que, por ejemplo, dieron lugar al Código Penal (1822).

Con la vuelta del absolutismo en 1823, Martínez Marina fue exonerado del goce de su prebenda y se le señaló Zaragoza como lugar de residencia obligada, residencia que mantuvo hasta su muerte.

Obra

Ensayo histórico-crítico sobre la legislación y principales cuerpos legales de los reinos de Castilla y León, especialmente sobre el código de las Siete Partidas de don Alfonso X el Sabio

Ensayo histórico-crítico sobre la legislación española

Teoría de las Cortes (1808-1813)

Marina pasó a ser el padre fundador de la historia del derecho español. Su Teoría de las Cortes, un tratado en varios volúmenes, constituye probablemente el más ambicioso e importante estudio que jamás se haya escrito sobre las asambleas políticas representativas –Cortes, Dietas, Parlamentos, etcétera– en el ámbito del mundo occidental.

Mantuvo una opinión similar a la postura de los "jovellanistas" y del propio Gaspar Melchor de Jovellanos (Memoria en defensa de la Junta Central) en torno a la Constitución de 1812: la de que existía previamente una "constitución" tradicional, apropiada a los usos y costumbres españoles. Para ambos, existía una constitución tradicional previa según los usos y costumbres españoles.

Martínez Marina defiende la Constitución gaditana de 1812 con el argumento de que lo que se iba a hacer era codificar la Constitución tradicional española: ¡ya estaba en la historia la fuente de las nuevas fórmulas! Marina fundamenta la democracia y la soberanía popular en la tradición española de las Cortes medievales.

La caída del Antiguo Régimen con la Revolución francesa dio paso a un Estado constitucional que supera el absolutismo político mediante el control del poder por el pueblo representado en asambleas. El movimiento romántico se interesó vivamente por la Edad Media. Convenía que los parlamentos populares constituidos en el XIX tras intensas convulsiones revolucionarias, no aparecieran como una novedad radical y perturbadora, para ello había que anclarlos en una tradición secular. Había que demostrar que el control del poder por medio de una cámara de representación popular, había sido ya algo ensayado con mayor o menor éxito en la Edad Media y que, por consiguiente, era acorde con las tradiciones jurídicas nacionales. El control del poder se habría desvirtuado por el absolutismo regio de los siglos modernos. Así las asambleas democráticas del Estado constitucional no sólo no contradecían esa tradición nacional, sino que representaban exactamente la restauración de las más añejas y genuinas esencias de la vida política de los pueblos: las Cortes. Para Marina las Cortes de León y Castilla son "monumentos de su constitución política y de la soberanía del pueblo". Las Cortes de Cádiz vendrían así a enlazar con las que en la Edad Media habían tenido lugar en esos reinos.

En cuanto al pasado español anterior a la Edad Media, Marina juzga muy negativa la presencia de Roma y, aun siendo un historiador eclesiástico, no destaca como benéfica la cristianización ni pondera la recepción del derecho romano. Ve como hitos de la vertebración jurídica de España en la Edad Media el código eclesiástico (Hispania) y la compilación de las leyes del Liber Iudiciorum. En la moderna, el mal de España habría sido el despotismo ministerial.

La soberanía sí tiene unos límites: las llamadas leyes fundamentales de la Monarquía, las que habían constituido el pacto fundacional entre rey y reino, que en ningún caso deben ser transgredidas. Ley fundamental fue el establecimiento de las juntas nacionales, en las que, de común acuerdo entre la comunidad y el rey, se trataban los asuntos más importantes.

Locke y Montesquieu habían mantenido una división tripartita del poder en Legislativo, Ejecutivo y Judicial. A estos Marina añadirá un cuarto poder, el Subventivo, al que compete la aprobación de los impuestos. Las Cortes representan el poder Legislativo y Subventivo, y el rey, el ejecutivo y judicial. Es una concepción que corresponde al antiguo modelo de Estado mixto o Constitución mixta, tesis de la soberanía compartida y sostenida por Jovellanos.

Si bien la Teoría de las Cortes de Marina fue una defensa argumentada de la Constitución liberal de 1812, el famoso Manifiesto de los persas, de 12 de abril de 1814, desencadenante del decreto del 4 de mayo de 1814 por el que Fernando VII declaró nula la Constitución de Cádiz, también tuvo una fuente principal de inspiración en la Teoría de las Cortes. Es decir, el mismo libro escrito para justificar y ensalzar las Cortes liberales, sirve de inspiración para los absolutistas anticonstitucionales.

En su Teoría de las Cortes Martínez Marina (1754-1833) defendió la necesidad de impedir que los bienes de la nación cayeran en manos muertas, anticipando el proyecto de desamortización de las Cortes de Cádiz y después ejecutado por Mendizábal. Todo ello le llevó a polemizar con el Cardenal Inguanzo.

Meléndez Valdés, Juan (1754-1817)

Juan Meléndez Valdés (Ribera del Fresno, provincia de Badajoz, 11 de marzo de 1754 - Montpellier, Francia, 24 de mayo de 1817) fue un poeta, jurista y político español.

Era de un humilde origen; su padre era Juan Antonio Meléndez Valdés y su madre María de los Ángeles Díaz Cacho, y tuvo numerosos hermanos; tras su nacimiento la familia se instaló en Almendralejo y a los siete años de edad se quedó huérfano de madre. En 1767 viajó a la corte para estudiar bajo la tutela de su hermano mayor Esteban en el Colegio de Santo Tomás latín y filosofía, y más tarde ingresó en los Reales Estudios de San Isidro, donde aprendió filosofía moral y griego. Finalmente empezó Leyes en Salamanca en 1772 al par que escribe sus primeros poemas y frecuenta las tertulias poéticas, en especial la de fray Juan Fernández de Rojas, más conocido por Delio, y la de José Cadalso en 1773, quien le introdujo en la cultura francesa; en 1774 murió su padre y su carácter se volvió definitivamente melancólico. En 1775 obtuvo el grado de Bachiller en Derecho y en 1777 muere también su hermano Esteban. Se ocupa provisionalmente de la cátedra de lengua griega y conoce a Jovellanos. En 1780 obtiene el premio de poesía de la Real Academia Española con su obra "Batilo". En 1781 vuelve a la Universidad de Salamanca con destino a la cátedra de Humanidades. En 1783 se doctora en derecho. En este tiempo escribe "Las enamoradas anacreónticas" y "Los besos de amor" y se casa con María Andrea de Coca. En 1784 Meléndez participa para uno de los tres premios ofrecido por la ciudad de Madrid para la mejor composición dramática, obteniendo uno de ellos por "Las bodas de Camacho el rico". A estas alturas se encuentra ya con una gran fama por todo el país. Ha madurado y es conocido por todos los intelectuales, poetas y escritores de la época. El famoso impresor Joaquín Ibarra publica en 1785 el primer volumen de sus poemas con gran éxito, realizándose diversas ediciones. En 1798 comienza a ejercer de fiscal durante siete meses y con el favor de Jovellanos, obtiene los destinos sucesivos de juez de la corte en Zaragoza en 1789, canciller en Valladolid en 1791 y fiscal de la Sala de Alcaldes de la Casa y Corte en Madrid en 1797, cargo que ocupará apenas siete meses; escribe entonces sus Discursos forenses, que circularon de forma manuscrita hasta ser publicados durante el Trienio Liberal. Con la caída de Jovellanos, Meléndez se ve obligado a dejar Madrid el 27 de agosto de 1798, y le envían a supervisar las obras de un cuartel que se construía en Medina del Campo, lo que suponía en la práctica un castigo. Pero en 1802 se le devuelven sus emolumentos como fiscal y va a vivir a Zamora, donde se dedicó a proyectos sociales y al estudio. Marcha luego a Salamanca y a Madrid.

Tras la ocupación francesa, se pone al servicio de José I de España, ocupando puestos en el Consejo de Estado y la condecoración como Caballero de la Real Orden de España, lo que le acarreará graves problemas como afrancesado a la salida del rey tras la Guerra de la Independencia. Huido a Francia, residió sucesivamente en Toulouse, Montpellier, Nîmes, Alais y Montauban; su salud se deteriora y se ve aquejado de fuertes depresiones y cuatro años más tarde fallece en Montpellier. Sus restos volvieron a Madrid en 1900 y después de un breve paso por el Panteón de Hombres Ilustres reposan finalmente en un mausoleo conjunto con Goya, Moratín y Donoso Cortés, obra de Ricardo Bellver en el Cementerio de San Justo.

Además de las ya reseñadas, otras obras del autor son "Poesías" (1785), "A Llaguno" (1794), "Sobre el fanatismo" (1795), "Alarma española" (1808), "Oda a José Bonaparte" (1810-1811), "Prólogo de Nimes" (1815) y "Discursos Forenses" (1821).

Miñano, Sebastián de (1779-1845)

Sebastián de Miñano (1779-1845), eclesiástico, político y escritor español. Nacido en Becerril de Campos (Palencia) en el seno de la familia del Corregidor de dicha villa.  Comenzó su preparación religiosa en Palencia. A los 16 años fue enviado en calidad de familiar al servicio del arzobispo de Toledo Francisco Antonio de Lorenzana y Butrón. Se le designó ayo del primo del rey Carlos IV, el infante Luis de Borbón, con quien, en calidad de secretario y completados sus estudios de derecho, se trasladó en 1799 a Sevilla cuando éste ocupó ese arzobispado. En Sevilla traba íntima amistad con el grupo de intelectuales formado por Arjona, Reinoso, Lista, José M.a Blanco. De 1804 a 1812 permanece en Sevilla.

En el año 1810 fue el único miembro del cabildo que no firma el reconocimiento como rey de José Bonaparte, siendo encarcelado a continuación durante 42 días en la cárcel del Santo Oficio. Algunos años después del comienzo de la guerra de la Independencia contra la invasión de las tropas napoleónicas, tras haber frecuentado determinados círculos afrancesados, pasó a ser uno de los consejeros más próximos del rey José I. En 1814, por decisión propia, se volvió afrancesado y siguió al Mariscal Soult en su viaje a Francia.

Vivió en Francia desde 1812 hasta 1816, año éste en el que regresó a España, donde, tras renunciar a su prebenda eclesiástica, se dedicó únicamente a la literatura y al periodismo.

De 1817 a 1831 fija su residencia en Madrid. Durante el Trienio Liberal, colaboró, desde 1820 hasta 1822, en la publicación afrancesada más importante de la época, si bien claramente moderada, El Censor. Finalizado dicho periodo, en 1824 publicó su visión del mismo titulada Historia de la revolución de España de 1820-1823, por un testigo ocular. Entre 1826 y 1829 aparecieron los once volúmenes que componen la primera edición de su Diccionario geográfico-estadístico de España y Portugal, ejemplo primario de la geografía descriptiva aplicada a la península Ibérica, con información sobre más de 16.000 localidades.

A partir de 1832 se establece primero en Bayona en compañía de Lista, con quien colabora en la Gaceta de Bayona y posteriormente en San Sebastián, donde crean la Estafeta de San Sebastián, de la cual es prácticamente fundador y mantenedor. A dicha ciudad entregará en 1843 el legado de su valiosa biblioteca.

Mora, José Joaquín de (1783-1864)

Nació en Cádiz en el seno de una familia acomodada. Su padre era abogado de gran nota. Estudió la carrera de Leyes que terminó como abogado. Su vocación era la de la enseñanza, y ya el año 1806 figuraba como catedrático de filosofía, cabiéndole en suerte ser maestro del ilustre don Francisco Martínez de la Rosa.

En Cádiz tramó amistad con Antonio Alcalá Galiano. Se incorporó al ejército y combatió en Bailén contra los franceses, y fue hecho prisionero en 1809. Vivió internado en Francia hasta 1814. Allí se casó con una francesa muy culta, que le ayudó en sus numerosos trabajos literarios. Dirigió El Constitucional.

Al concluir la guerra de la Independencia regresó a Cádiz y tuvo lugar la famosa polémica con Juan Nicolás Böhl de Faber sobre el Romanticismo, que Mora rechazaba, sobre todo por el Neoclasicismo de que estaba imbuido y porque la versión que de esta estética ofrecía Böhl era antiliberal y le recordaba demasiado al oscurantismo de la España barroca. Se dice que la causa de su aversión hacia Böhl era la antipatía que la señora de Böhl sentía por la esposa francesa de Mora. Años más tarde, Mora militará dentro de la estética romántica y traducirá la novela histórica de Walter Scott Ivanhoe (1825).

A comienzos de 1815 marcha a Madrid con la intención de trabajar como abogado, pero allí se entrega por completo a la literatura, prosiguiendo la polémica con Böhl. Durante el Trienio Liberal (1820-1823) redactó y dirigió numerosos periódicos liberales madrileños. Advenida la invasión de los Cien mil hijos de San Luis emigró a Londres con los demás liberales (1824-1826).

Durante muchos años recorrió las repúblicas sudamericanas subvencionado por sus gobiernos, fundando periódicos y dando conferencias.

Hacia 1842 regresó a España. Difundió la filosofía y la doctrina económica de MacCulloc. Fue nombrado académico de la Real Academia Española en 1848 y cónsul de España en Londres desde 1856. Murió en Madrid el 3 de octubre de 1864.

Obras

José Joaquín de Mora fundó No me olvides, una especie de almanaques en prosa y verso de los que se publicaron seis volúmenes entre 1824 y 1829, los cuatro primeros con traducciones y poemas de Mora.

En colaboración con Ackermann divulgó por la Hispanoamérica recién emancipada los famosos Catecismos, manuales sobre diversas materias y disciplinas científicas, que sirvieron así de libros de texto en unos países que carecían de este tipo de obras.

En contacto con la estética romántica, Mora modifica su inicial rechazo por esta estética y establece la ecuación Liberalismo = Romanticismo, proclamada luego por Víctor Hugo. Los grabados de William Blake motivan sus Meditaciones poéticas, publicadas en Londres en 1826 y donde muestra en forma muy definida un espíritu evangélico que hace pensar en su conversión al protestantismo.

Editó unas Poesías (1836 y 1853), casi todas neoclásicas pero progresivamente influidas por el Romanticismo, y en particular por la obra de Lord Byron. Quiso mantenerse equidistante entre Neoclasicismo y Romanticismo. Son ya plenamente románticas por estructura y temas sus Leyendas españolas (1840), de gran desenvoltura por su estilo, métrica y temas. De sus intereses lingüísticos da fe su Colección de sinónimos de la lengua castellana (1855).

Meditaciones poéticas (1826)

Doce poemas de clara influencia masona a partir de los grabados que realizó William Blake para la obra de Robert Blair, "The Grave" (La tumba).

Poesías de José Joaquín de Mora (1836)

Poesías (1853)

Leyendas españolas, París: Librería de Don Vicente Salvá, 1840, Cádiz, 1840.

Colección de sinónimos de la lengua castellana Madrid: Imprenta Nacional, 1855

Cuadros de la historia de los árabes: desde Mahoma hasta la conquista de Granada (1826)

No me olvides (1825-1827)

Colección de producciones en prosa y verso.

El Gallo y la perla: novela original (1847)

Quintana, Manuel José (1772-1857)

Manuel José Quintana y Lorenzo (Madrid; 11 de abril de 1772 - ídem; 11 de marzo de 1857), poeta español de la Ilustración y una de las figuras más importantes en la etapa de transición al Romanticismo.

Manuel José Quintana nació en Madrid el 11 de abril de 1772, hijo de padres extremeños. Estudió en Madrid primeras letras y después latinidad en Córdoba con Manuel de Salas. Después vuelve a Madrid, donde ya el 14 de julio de 1787 recita una oda en la Academia de San Fernando. Pasó a estudiar Derecho en Salamanca, donde se llevó muy bien con el rector liberal Diego Muñoz-Torrero, pero no con quien le sucedió, Tejerizo, quien lo expulsó en 1793, aunque fue readmitido al año siguiente. Sus maestros salmantinos, en derecho y poesía, fueron los neoclásicos Juan Meléndez Valdés, Pedro Estala, Nicasio Álvarez de Cienfuegos y Gaspar Melchor de Jovellanos.

Ejerció como abogado en Madrid desde 1795 y prosigue su carrera poética. Es nombrado en ese mismo año procurador fiscal de la Junta de Comercio y Moneda. Hasta 1798 escribe una serie de odas que, impresas más tarde (Poesías, 1802), le harán famoso. Sin embargo, su breve matrimonio en 1800 con la hermosísima dama zaragozana María Antonia Florencia terminó en fracaso, se separaron y no tuvieron hijos; ella morirá en 1820. En todo lo demás la vida le sonríe: estrena con gran éxito su drama Pelayo (1805) y al año siguiente, el 25 de marzo, es nombrado censor de teatros; en 1807 empieza a publicar una serie de biografías, Vidas de españoles célebres, de inspiración muy patriótica, y funda una revista, Variedades de Ciencias, Literatura y Artes. Parece que en estos años preparaba otras tres obras dramáticas, pero en la confusión creada por la invasión napoleónica se perdieron para siempre los manuscritos y el escritor nunca llegó a reiniciar su trabajo.

Durante la Guerra de la Independencia y a partir de 1808 militó en el bando liberal y ocupó varios cargos políticos en la resistencia antibonapartista, ganándose una merecida fama de patriota sobre todo por su dirección del Semanario Patriótico, idea que surgió en la famosa tertulia de su casa madrileña; impreso al principio en Madrid, esta importante publicación periódica pasó luego a Sevilla y después a la Cádiz sitiada. Publica además en 1808 España libre y Poesías patrióticas. A partir de entonces su obra de creación literaria pura quedó marginada al poner su pluma al servicio de sus múltiples compromisos políticos de orientación liberal y moderada, puesto que era secretario de proclamas de la Junta Central desde enero de 1809, arreglando el lenguaje hasta entonces poco afortunado de la misma para animar la lucha. Con Lorenzo Calvo de Rozas y Jovellanos tuvo que luchar mucho con el bando tradicionalista para poder enviar la orden de reunir unas Cortes constituyentes. En enero de 1810 es nombrado Secretario de Interpretación de las Lenguas y participa además en la Junta de Instrucción Pública. En 1813 publica otra colección de Poesías. En 1814 ingresó en la Real Academia Española y en la de San Fernando, pero ese mismo año, al regresar Fernando VII y a causa de la reacción de "los Persas", fue encarcelado en Pamplona por su colaboración con las Cortes de Cádiz.

Fue liberado al restablecerse el gobierno constitucional en 1820; ingresa en la Sociedad del Anillo y la preside desde el 30 de noviembre de 1821; en ese mismo año fue elegido para las Cortes y nombrado presidente de la Dirección General de Estudios, para la que redactará un Informe en 1822; en 1823, tras ser abolida de nuevo la Constitución, de nuevo fue despojado de todos sus cargos y honores. Hasta 1828, cuando se le permitió volver a Madrid, vivió en Extremadura con su familia paterna; allí redacta sus famosas Cartas a Lord Holland, publicadas solamente en sus Obras completas de 1852.

Muerto el monarca, fue restituido en sus cargos, nombrado prócer del reino (1834-1836), director de Estudios nuevamente en 1835 y senador electo por Badajoz jurado en 1837; en 1830 empieza a editar una antología de poetas clásicos españoles preparada por él con importantes prólogos y notas, Poesías selectas castellanas, cuyo tercer volumen, Musa épica, aparecerá en 1833; era el fruto de sus pasados trabajos filológicos con Pedro Estala. El primero se consagra a los clásicos, el segundo a la poesía del siglo XVIII y el tercero a la poesía heroica o narrativa. En 1840 fue nombrado ayo instructor de la Reina doña Isabel II. Senador vitalicio en 1845, el 25 de marzo de 1855 es laureado como poeta nacional en el Senado por Isabel II durante un solemne acto que Luis López dejó inmortalizado en su pintura.

En el número uno de la Puerta del Sol falleció dos años más tarde y, a causa de su frugal manera de vivir, dejó algunas deudas que fueron satisfechas con la venta de libros de su Biblioteca, cuya compra era el único vicio que se le atribuye. El entierro fue costeado en su totalidad por la reina. Su vida y obra han sido estudiadas principalmente por el hispanista Albert Dérozier. Todos sus contemporáneos destacaron en él como rasgos fundamentales de su carácter su enorme honestidad e integridad, el patriotismo y el compromiso radical con la libertad del género humano.

La poesía de Quintana es casi toda de tema cívico, moral, patriótico o político, de inspiración fundamentalmente neoclásica, pero se acerca al Prerromanticismo en algunos momentos, como en su poema consagrado al mar. Entre sus defectos está el tono en exceso declamatorio de sus versos y la abundancia de epítetos, mal que contribuyó a prolongar entre sus poco afortunados imitadores.

Antes de 1808 moderaba en Madrid un salón literario protegido por Godoy, en el que se reunían las personalidades más abiertamente reformadoras, admiradoras de la Francia revolucionaria. En el momento del levantamiento patriótico escribió para exaltar los valores de la resistencia con un estilo lírico al principio, que luego fue más riguroso, cuando dirigía el Semanario Patriótico. Sobre todo, fue el alma del grupo más liberal formado por los que habían sido sus compañeros antes de 1808, a los que consiguió un lugar en las juntas preliminares a las Cortes, o para los que obtuvo la protección de sus periódicos: es el caso de Alberto Lista, director de El espectador sevillano.

Obras

La edición más completa de su obra hasta la fecha se encuentra en el volumen XIX de Obras completas (1855) de la Biblioteca de Autores Españoles de Manuel Rivadeneyra. Aparte de sus numerosos discursos de tema político y varios volúmenes recopilatorios de Poesías selectas castellanas, cultivó varios géneros literarios. Las Obras inéditas de D. Manuel J. Quintana se publicaron póstumamente en 1872.

Ensayos:

Las reglas del drama (1791)

Cartas a Lord Holland (1824)

Vidas de españoles célebres (vol. I: 1807, II: 1830, III, 1833)

Poesía

Poesías (1802)

Drama

El Duque de Viseo (1801)

Obra inspirada por The Castle Spectre de Matthew Gregory Lewis.

Pelayo (1805)

Reinoso, Félix José (1772-1841)

Félix José Reinoso estudió en Sevilla doce años de ciencias eclesiásticas. Fundó con sus condiscípulos Alberto Lista y José María Roldán la Academia de Letras Humanas de Sevilla y redactó sus estatutos. Fue cura de Santa Cruz desde 1801 a 1811; allí instituyó una Junta de Caridad cuyo reglamento fue enseñado como modelo a las demás parroquias por su amigo el oidor de Sevilla Joaquín María Sotelo y en el hambre que padeció Sevilla en 1812 organizó dos hospitales. Afrancesado, José Bonaparte le nombró prebendado de la Catedral de Sevilla. Emigró a Francia en 1814 y publicó en Auch el Examen de los delitos de infidelidad, 1816, la más importante de las defensas a favor de los afrancesados, y donde sostiene lo siguiente:

El nombre de los afrancesados no debe estar destinado para significar las acciones sino las opiniones manifestadas, o acaso presumidas. Y si yo no tengo equivocadas torpísimamente las ideas, no puede cometerse mayor injusticia, no puede darse un ataque más fuerte contra la libertad de un pueblo, que condenar como delitos semejantes opiniones.

En 1815 la Sociedad Económica de Sevilla le dio su cátedra de Humanidades, donde leyó su discurso Sobre la influencia de las bellas letras en la mejora del entendimiento y la rectificación de las pasiones, publicado por ella en 1816; para la misma compuso también un Curso filosófico de literatura.

Aunque en 1820 Riego le propone como diputado, no tardará en mostrar su espíritu antirrevolucionario y antidemocrático, que le valdrán el apodo de Obispo francés. Fue sin embargo uno de los secretarios de la Diputación provincial de Cádiz, entre 1820 y 1823. Publicó varios artículos bajo el seudónimo El político moruno en el Diario Mercantil y en La Constitución y las Leyes, ambos de Cádiz, así como varios folletos de carácter legal y administrativo. Fue el primer redactor de la Gaceta de Gobierno, 1827-1830 y también redactó la Gaceta de Bayona, 1830. Ejerció la abogacía y fue uno de los encargados de preparar la jura de Isabel II en 1833 como heredera del trono. Fue asimismo juez auditor, primer supernumerario, del tribunal eclesiástico de la Nunciatura en La Rota, 1833, e individuo de la Inspección General de Imprentas y Librerías, 1814-1838; nombrado poco antes de su muerte deán de la iglesia metropolitana de Valencia, fue enterrado en el Cementerio de San Isidro. Por disposición testamentaria su colección de cuadros de pintura y sus libros fueron repartidos a sus amigos.

Estuvo muy influenciado por el pensamiento de Edmund Burke, y como él pensaba que "la mejor Constitución para un pueblo es aquella a la que está acostumbrado", defendiendo así el consuetudinarismo. Dejó escritos varios trabajos de crítica y filosofía sensualista y Feliciano Delgado León ha descubierto un texto gramatical inédito suyo. En 1804 publicó el poema en dos cantos y doscientas octavas reales de inspiración miltoniana La inocencia perdida, redactado ya al menos en 1799. También destacan poéticamente su Epístola a Silvia, Las artes de la imaginación y la silva En elogio de los ilustres poetas sevillanos.

Romero Alpuente, Juan (1762-1835)

Juan Romero Alpuente (Valdecuenca, Teruel, 9 de marzo de 1762 - Madrid, 22 de enero de 1835), político jacobino español.

Hijo de Pedro Romero Gómez y de Josefa Alpuente, labradores acomodados, en Madrid, en compañía de su hermanastro el sacerdote Joaquín Romero Cansino, estudió primeras letras y gramática y cursó después en las universidades de Alcalá y Valencia. El 17 de mayo de 1783 se graduó en Derecho civil y el 20 del mismo mes y año se doctoró. En 1785 hizo oposiciones a una prebenda doctoral en la Catedral de Albarracín, pero renunció a ella para asistir al estudio de abogado de Francisco Antonio Mendoza, con el que siguió hasta 1791; trabajó después con José Antonio Fita y hasta 1793 tomó dos cursos de cánones en Zaragoza y uno de derecho natural y de gentes en los Reales Estudios de San Isidro en Madrid. Comenzó también a asistir a la Academia del Espíritu Santo, en que desarrolló su primera producción científica, la Disertación sobre competencias, publicada en el Memorial Literario (febrero-marzo de 1786). El partido y cuadrilla de Albarracín le designó para asistir a las Juntas generales de la Mesta, origen de sus grandes conocimientos económicos. El 2 de abril de 1794 era nombrado fiscal de la Audiencia de Valencia, comenzando así su larga carrera como magistrado; fue encarcelado por oponerse al impuesto militar del capitán general, pero Godoy le liberó; el 8 de agosto de 1802 fue nombrado oidor de la Chancillería de Granada y gobernador de la primera Sala del Crimen en 1805; se atrevió a abrir causa contra el Regente de la Audiencia en 1807 y también contra capitán general, responsable de la muerte de una persona; como resultado de su demasiado celo en cuestiones de justicia fue suspendido seis meses y llevado a la Audiencia de Canarias, pero la Guerra de la Independencia le evitó el traslado.

Formó parte de la Junta de Teruel y en septiembre de 1808 publicó su folleto El grito de la razón al español invencible en Zaragoza, auténtico manifiesto burgués. El 6 de febrero de 1809 Martín de Garay le nombra comisionado de la Junta Central para Jaén y Córdoba, con funciones de alistamiento y requisa de caballos fundamentalmente, que cumple con ejemplaridad, pero con varios roces con el presidente de la Junta de La Carolina, fray Alonso de la Puebla. El 25 de junio de 1809 se trasladó a Córdoba y quince días después está en la cárcel; en 1810 está en Alicante y luego en Granada, donde fingió colaborar con los franceses, aunque tuvo que salir por los tejados perseguido por los enemigos. En 1813 reaparece en Valencia como reincorporado a la Audiencia de Valencia; escribe Wellington en España y Ballesteros en Ceuta (Cádiz, Valencia y Granada, 1813). Sigue Pensamientos diversos sobre la conservación y felicidad de la patria, 1814. Es trasladado a la Audiencia de Castilla la Nueva, pero la caída de la Constitución de 1812 le privó del empleo.

Se fue a vivir a Madrid, pero enseguida fue confinado en Murcia, y allí en 1816 o 1817 se hizo masón. La fuga de Juan van Halen precipitó su detención y el 14 de febrero de 1818 se hallaba recluido en cárceles secretas del Santo Oficio en Murcia. Desde allí escribió muchas representaciones con ayuda de su sobrino y su sirvienta; llama la atención que pida permiso en 1819 para que se le permita trabajar en la confección de un Código penal. Al triunfar la Constitución en Murcia en 1820 es liberado y designado jefe político interino durante tres meses, hasta que fue designado diputado por Aragón.

En las Cortes, entre 1820 y 1822 fue el más importante diputado liberal exaltado por sus intervenciones y por sus folletos: Discurso sobre la urgentísima necesidad de Cortes extraordinarias (Madrid, 1820, segunda edición en 1821); Discurso sobre la Suprema Junta Central de conspiradores (Madrid, 1821); Discurso sobre el ministerio actual (Madrid, 1822), Observaciones sobre la probable disolución del Estado (1823) etcétera. Su nombre masónico era Aristarco, pero era comunero desde 1821 y presidió la Sociedad Landaburiana entre 1822 y 1823 hasta que tiene que tomar las armas ante la invasión francesa.

Capitulado en Cartagena, se trasladó a Gibraltar y en 1825 ya estaba en Londres; allí pasó todo tipo de privaciones e incluso hambre, ya que el gobierno inglés le había retirado el subsidio por motivos ideológicos y apenas algunos compatriotas le socorrieron. No ceja sin embargo de sostener sus ideas y viaja a Lisboa aprovechando la crisis portuguesa de 1827, si bien fue inmediatamente expulsado. Con la Revolución de 1830 renacen sus esperanzas y escribe Los tres días grandes de Francia (1830), Observaciones sobre el prestigio errado y funesto del general Espoz y Mina (1830), Proclama a los aragoneses (1830), Instrucción para pláticas a los soldados, manuscrito de esa época. También escribe la Historia de la revolución de España, cuyo manuscrito vendió en 1831 y nunca se imprimió. Al final del exilio escribió Discurso sobre lo que con la muerte de Fernando VII sucederá en España, con dos ediciones, octubre de 1833 y enero de 1834. En abril de este último año regresa a España y el 30 de junio Teruel le nombra procurador en Cortes, pero no tenía suficientes bienes y le retiraron la acreditación; además, le metieron violentamente en la cárcel por supuesta implicación en la Conspiración de La Isabelina; pero ante la ausencia de pruebas se le pone en libertad en 1834; dirige una Exposición a la reina gobernadora y fallece a los pocos meses de un catarro.

Fue el diputado más jacobino que fue capaz de producir la Revolución española. Su Historia de la Revolución española y otros escritos fue publicada en Madrid, 1989, por Instituto de Estudios Políticos.

Saavedra, Ángel María de –Duque de Rivas (1791-1865)

Ángel María de Saavedra y Ramírez de Baquedano, más conocido como Duque de Rivas, (Córdoba, 10 de marzo de 1791 – Madrid, 22 de junio de 1865) fue un escritor, dramaturgo, poeta, pintor y político español, conocido por su famoso drama romántico Don Álvaro o la fuerza del sino (1835). Fue presidente del gobierno español (Consejo de Ministros entonces) en 1854, durante sólo dos días.

Contando sólo un año de edad, su padre, don Juan Martín de Saavedra fue condecorado con el título de Grande de España. Abocado a la carrera militar por su condición de segundón (su hermano mayor, Juan Remigio heredaría el ducado a la muerte del padre de ambos), ingresó en 1802 en el Real Seminario de Nobles de Madrid permaneciendo en él hasta 1806. Con tan solo nueve años ya le correspondían por linaje la Cruz de Caballero de Malta, la banderola de la Guardia de Corps supernumerario, el hábito de Santiago, etc. En 1807 fue alférez de la Guardia Real. Luchó con valentía contra las tropas napoleónicas siendo herido en la Batalla de Ontígola (1809). El General Castaños le nombró capitán de la Caballería Ligera. Obtuvo también el nombramiento de primer ayudante de Estado Mayor.

En 1823, Rivas fue condenado a muerte por sus creencias liberales y haber participado en el golpe de estado de Riego en 1820. Además se le confiscaron sus bienes y huyó a Inglaterra. Luego pasó a Malta en 1825 donde permaneció cinco años. En 1830 se marchó a París. Después de la muerte de Fernando VII en 1833, regresó a España al recibir la amnistía y reclamó su herencia, y además en 1834 murió su hermano mayor, Juan Remigio, y recayó en él por ello el título de Duque de Rivas. Dos años después fue nombrado ministro de la Gobernación. Luego emigró a Portugal por poco espacio de tiempo. A la vuelta desempeñó el papel de senador, alcalde de Madrid, embajador y ministro plenipotenciario en Nápoles y Francia, ministro del Estado, presidente del Consejo de Estado y presidente de la Real Academia Española y del Ateneo de Madrid en 1865.

En la literatura, Rivas fue protagonista del romanticismo español. Don Álvaro, fue estrenado en Madrid en 1835, y fue el primer éxito romántico del teatro español. La obra se tomó más tarde como base del libreto de Francesco Maria Piave para la ópera de Verdi La fuerza del destino (1862). Otra obra teatral romántica fue El desengaño en un sueño. También obras de teatro fueron Malek Adel, Lanuza y Arias Gonzalo y la comedia Tanto vales cuanto tienes, estas obras son más de estilo neoclásico. Como poeta, su obra más conocida es Romances históricos (1841), adaptaciones de leyendas populares en forma del romance, pero además escribió en poesía obras como Poesías (1814), El desterrado, El sueño del proscrito, A las estrellas y Canto al Faro de Malta. En prosa escribió Sublevación de Nápoles, capitaneada por Masaniello e Historia del Reino de las Dos Sicilias. En ensayo destacó en Los españoles pintados por sí mismos. Escribió romances al estilo de leyendas con brillantes descripciones y hábil fantasía histórica como La azucena milagrosa (1847), Maldonado (1852) y El aniversario (1854). Además, realizó varios cuadros de costumbres.

Sánchez Barbero, Francisco (1764-1819)

Francisco Sánchez Barbero (Moríñigo, Salamanca, 1764 - Melilla, 1819), poeta, periodista y erudito español.

Hijo de una modesta familia de labradores, a los doce años fue a estudiar en la Universidad de Salamanca y entró en su Seminario en 1779. Allí destacó en los estudios de Retórica y Poética y latín y terminó sus estudios de bachiller y Filosofía en 1788. Pero, más admirador de Horacio, Ovidio y Virgilio que de la Teología, seguramente por haberse formado bajo la dirección de Pedro Antonio Marcos, discípulo de Pedro Estala, del helenista fray Bernardo Agustín de Zamora y de un gran profesor de humanidades como el padre Alba, abandonó los estudios eclesiásticos y se aficionó a escribir versos latinos y castellanos; esta vocación creció con la amistad de todos los poetas de la Segunda Escuela Poética Salmantina que frecuentó: Juan Meléndez Valdés, José Iglesias de la Casa, fray Diego Tadeo González, Juan Pablo Forner y Jovellanos.

Dejó, pues, el Seminario y se trasladó a Madrid, donde vivió entre grandes estrecheces económicas; allí conoció a Leandro Fernández de Moratín y fue admitido en la Academia de los Arcades de Roma con el nombre de Floralbo Corintio. En 1805 dio a conocer unos Principios de Retórica y Poética en la imprenta de del Real Arbitrio de la Beneficencia que fueron muy alabados, hasta el punto de que pasaron al plan de estudios de 1825. Al estallar la Guerra de la Independencia, los franceses le persiguieron sin tregua y le encarcelaron, pero el poeta se escapó en Pamplona y no perdió ocasión de atacarlos en poemas, bien patrióticos (Marcha de nuestros ejércitos contra los franceses; La invasión francesa en 1808; El patriotismo o la nueva Constitución), bien burlescos como La Pepinada am uno Conciso duscipulo Merlinis macarronico-poeta literfecta (Cádiz). Para proseguir esta tarea pasó a formar parte de la redacción de El Conciso en Cádiz, 1812, defendiendo siempre puntos de vista liberales. Libre momentáneamente España de franceses, marchó a Madrid en 1813 para trabajar en los Reales Estudios de San Isidro como bibliotecario; allí abrió otro periódico, El Ciudadano Constitucional, que redactaba mientras se ocupaba también como censor de teatros; la reacción absolutista tras el Manifiesto de los Persas le condujo a la reclusión durante diecinueve meses en la Cárcel de Villa, durante los cuales compuso una Gramática latina editada póstumamente en 1829 y una ópera, entre otros escritos. Sentenciado a diez años, marchó el 18 de diciembre de 1815 al presidio de Melilla, donde escribió la mayor parte de sus mejores versos, compuso dos óperas e hizo algunas traducciones; allí falleció de una afección en el pecho en 1819, asistido por su compañero, el exministro José María Calatrava. Al entrar en Melilla ya había previsto tal fin componiendo el siguiente dístico elegiaco:

Hic ego sum clausus. Pro te tibi natus oportet

oh patria! ut peream? Victima coesa cadam.

Algunas obras suyas se publicaron en el diario El Español Constitucional que publicaban los emigrados liberales de su país en Londres entre 1816 y 1817. Sus contemporáneos admiraron mucho su poesía en latín y Marcelino Menéndez Pelayo la reunió y publicó, considerándola admirable y muy superior a la que compuso en castellano; este volumen lo editó de C. Rodríguez Aniceto con el título de Poesías latinas, Santander: Librería Moderna, 1935.

Fue un burlón poeta neoclásico, aunque sus doctrinas de Poética han sido consideradas prerrománticas y dedicó una famosa elegía A la muerte de la Duquesa de Alba que puede ser considerada dentro de esta estética; no así sus poemas A la batalla de Trafalgar y sus sátiras A Ovidio, Los gramáticos y Los viajerillos. Inconforme con el afrancesamiento de Ignacio de Luzán, compuso unos Principios de Retórica y Poética que alcanzaron mucho éxito. Consta esta obra de dos partes, una primera sobre las reglas fundamentales de la oratoria y una segunda, más breve, donde se explica qué es la poesía y cuáles son los preceptos que deben regirla; la obra se completa con un apéndice sobre lo bello y el gusto. Se vale, entre las obras francesas sobre la materia, de la de Marmontel preferentemente (Poetique française, 1763) y, entre los italianos, de Gaetano Filagieri, discípulo de Vico, y entre los españoles de Esteban de Arteaga (Investigaciones filosóficas sobre la belleza ideal, considerada como objeto de todas las artes de imitación, Madrid, 1789). También conocía la obra del inglés Hugo Blair. Su vinculación con la estética del Prerromanticismo aparece clara en textos como el siguiente:

Los escritores de retórica y poética hallan en todo preceptos que dar, en todo figuras que explicar (...) Si yo por dicha he atinado con los verdaderos principios de la elocuencia, es preciso confesar que la mayor parte de los escritores en este ramo han ido descarriados. Ellos de los efectos deducen las reglas, y prescindiendo de las pasiones y de la imaginación no consideran más que su resultado: para mí no hay más que imaginación y pasiones, de éstas procuro deducir su lenguaje.

Es decir, la retórica y la poética son instrumentos que facilitan el desarrollo del escritor, pero no un fin en sí mismos. «La Elocuencia —explica Sánchez Barbero— es el lenguaje de la pasión y de la imaginación (...), la Poesía es el lenguaje del entusiasmo y la obra del genio». Sánchez Barbero, como sus colegas Agustín García de Arrieta y José Luis Munárriz, comprendió enseguida que la enseñanza de la oratoria y la poesía resultaba mucho más compleja de lo que en realidad aparentaba y que no se trataba de un saber, sino de un goce.

También se acercó Sánchez Barbero al teatro y escribió un melodrama, Saúl, inspirado en Vittorio Alfieri, y una tragedia, Coriolano, inspirada en Shakespeare. También compuso el ya citado poema satírico contra los afrancesados, La Pepinada. Algunas de sus obras satíricas están escritas en latín macarrónico.

Tapia, Eugenio de (1776-1860)

Eugenio de Tapia nació en Ávila. Estudió Teología, pero no llegó a ordenarse. Fue un jurisconsulto de fama y redactor, con Quintana, de El Semanario Patriótico. Fue un autor muy apreciado por sus contemporáneos y gozó de gran prestigio entre sus compañeros de ideas liberales.

Es destacable la íntima amistad que unió a Tapia y a Quintana por espacio de cincuenta años. Fue un miembro paradigmático de la Generación de 1808. Destacado liberal en la época de las Cortes de Cádiz, fue denunciado falsamente como conspirador y encarcelado en 1815. Permaneció nueve meses en los calabozos de la Inquisición, pero al final se le declaró inocente y recobró su antiguo empleo. Pero su estancia en prisión fue algo que nunca olvidó, porque además un hijo suyo de corta edad murió estando él preso, lo que le hizo conferir un odio absoluto a la Inquisición.

En las épocas de gobierno liberal ocupó diversos cargos políticos y administrativos. Fue académico de la Lengua desde 1814, al mismo tiempo que Quintana y Martínez de la Rosa. Estuvo año y medio en Londres comisionado por la Compañía de Filipinas.

En 1820 fue director de la Imprenta Nacional y diputado por Ávila. Sintiéndose poco seguro, en 1823 se traslada a Barcelona y pasa luego a Francia, hasta que en 1831 regresó a Madrid.

En 1834 formó parte de la Comisión de Codificación civil. Fue nuevamente diputado por Ávila en 1836. De 1843 a 1847 fue director de la Biblioteca Nacional.

Jurista de profesión, publicó muchas obras de su especialidad, que obtuvieron notable difusión, y se dedicó también a la traducción, la historia, la didáctica y el periodismo.

Eugenio de Tapia es un miembro paradigmático la llamada generación de 1808, por su biografía, sus postulados éticos y estéticos, y su voluminosa obra en distintos campos. Su vida estuvo dedicada a racionalizar y modernizar el país, en lucha con exaltados y absolutistas, a quienes bautizó con el término de serviles. Tapia fue quien inventó el término servil, que él escribe separado por un guion: ser-vil.

Obras

Es un escritor actualmente olvidado, pero que no carecía de talento. Es autor de una novela, de varias obras de teatro, de estudios históricos y de poesías satíricas bastante logradas (sobre todo la que celebra la abolición de la Inquisición). Tradujo poemas de Ossian y varias comedias francesas.

La producción de Tapia se sitúa entre el Clasicismo y el Romanticismo. Eugenio de Tapia fue –junto con Mesonero Romanos– el más señalado adversario del Romanticismo, al que parodió en distintas obras, si bien admitía el valor de algunas obras de este movimiento. En el campo literario destacó en el género satírico.

Las obras dramáticas, las novelas y las poesías de Tapia no denotan inspiración ardiente y poderosa, pero sí imaginación fácil y amena, buen gusto y sano espíritu. Sus comedias si sitúan en la misma línea post-moratiniana que las de Bretón de los Herreros.

Dentro de la filiación ilustrada de Eugenio de Tapia, hay cierta especialización temática en la veta sentimental y humanitaria de la misma: el filosofismo, la trascendencia, el misterio del hombre y del universo, la soledad, la melancolía, los motivos fúnebres, la naturaleza ilimitada.

Consagró toda su vida a tres temas principales: la libertad de imprenta, la reforma de la justicia y el sistema educativo. En estas tareas colaboró estrechamente con su amigo del alma Manuel José Quintana, con quien sostuvo una amistad duradera por espacio de cincuenta años, nada menos. Se dedicó ante todo a racionalizar y modernizar el país, en lucha a la vez con exaltados y absolutistas (Tapia fue quien bautizó a éstos con el término de serviles, en Cádiz).

Firmó también con el seudónimo de el “Licenciado Machuca”.

Idomeneo (1799)

Dupont rendido (1808)

Viaje de un curioso por Madrid (1807)

Obra costumbrista.

Ensayos satíricos (1820)

Poesías (1821)

Poesía neoclásica y a veces prerromántica.

Epístola a Fabio

Expresa los sentimientos que le invaden al contemplar el campo envuelto en las sombras de la noche.

Poesías (1832)

Poesía neoclásica y a veces prerromántica.

Dedicatoria

Poema dirigido a su esposa en el que muestra a los cónyuges unidos en el dolor por la desgracia.

Oda a Quintana

Amar desconfiando (1832)

Comedia neoclásica.

Los cortesanos y la revolución (1838-1839)

Novela realista en pleno triunfo del Romanticismo. Según Juan Ignacio Ferreras, Tapia es un “magnífico escritor al que se le empieza a considerar en la actualidad como el primer realista en el tiempo”.

Un falso novio

Comedia.

El hijo predilecto o La parcialidad de una madre (1839)

Comedia.

Historia de la civilización española (1840)

Es la primera historia de la civilización española que se hizo en España.

Composiciones burlescas y satíricas:

La bruja, el duende y la Inquisición y otras composiciones satíricas (1837)

Poema romántico-burlesco, en el que parodia y satiriza al Romanticismo. La publicó con el seudónimo de Valentín del Mazo y Correa.

Burla del romántico

El teatro

Los toros

Toreno, conde de (1786-1843)

José María Queipo de Llano y Ruiz de Sarabia, conde de Toreno; Oviedo, 1786-París, 1843. Político español.

Cursó sus estudios de Humanidades y Ciencias en Cuenca, Salamanca y Madrid. En 1803 regresó a Asturias donde formó parte como vocal de la junta revolucionaria durante la Guerra de la Independencia, para ser posteriormente miembro de las Cortes de Cádiz que aprobaron la Constitución española de 1812.

En 1808 participó en Asturias en el levantamiento contra los franceses. En 1811 fue elegido diputado, destacándose entre los liberales exaltados. Fue uno de sus grandes impulsores y el principal defensor de un texto constitucional no muy diferente del francés de 1791. Era un auténtico revolucionario que quería limitar el poder del Rey fomentando la división de poderes.

En 1814 Toreno se exilia en Londres al llegar Fernando VII otra vez al poder. Allí se entera de que Fernando VII le había condenado a muerte y confiscado sus bienes por rebelde. Desde Londres se traslada a París, donde se va transformando en un liberal moderado que quiere encajar la monarquía dentro de un marco constitucional. También vivió en Lisboa y Berlín. Tras el alzamiento de su cuñado, Rafael del Riego, el 1 de enero de 1820 en Cabezas de San Juan, se le devuelve lo perdido y pasa a ser Diputado y Presidente de las Cortes.

Exiliado (1814-1820), en su destierro escribió su primera obra, publicada en Francia en 1832 sobre la Guerra de la Independencia Española. Al volver presidió las Cortes extraordinarias (1820-1822) y después de renunciar a formar Gobierno viajó a París (1822), no regresando hasta 1832 con unas ideas mucho más conservadoras. Ministro de Hacienda (1834-1835) en el Gobierno de Martínez de la Rosa, intentó disminuir la deuda exterior, evitando pagar la que Fernando VII había contraído con los Rothschild. Como primer ministro (1835), tras el Gobierno de Martínez de la Rosa, consiguió algunas victorias sobre los carlistas, pero no pudo controlar el estallido revolucionario en gran parte del país. Dimitió ese mismo año.

Como historiador cabe destacar su Historia del levantamiento, guerra y revolución de España sobre la Guerra de la Independencia que él vivió en primera persona.

Uriortúa, Francisco Javier

Es un buen ejemplo de esa elite culta empleada en la administración de finanzas. Fue miembro de la Junta de comercio y moneda desde 1805 y fue el autor de una relación sobre la libertad de comercio presentada en 1788 a la Sociedad Económica de Amigos del País de Madrid. En 1808, fue uno de los primeros en proponer un proyecto de constitución monárquica, publicado en hojas sueltas. En 1809, se refugió en Sevilla y la Junta Central le nombró miembro de una de las juntas preliminares de las Cortes.

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