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La novela en la época de Felipe II (comp.) Justo Fernández López Historia de la literatura española
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La novela en la época de Felipe II
Durante el reinado de Felipe II, van decayendo los libros de caballerías con sus elementos fantásticos. La novela sigue la tendencia idealizante de la época anterior, pero la narración adquiere ahora un carácter más racional y verosímil, aunque presenta un mundo lleno de figuras ejemplares (el pastor, el moro, el amante) correspondiendo así a los gustos de la época. La novela de crudo realismo iniciada por el Lazarillo de Tormes queda así interrumpida.
LA NOVELA PASTORIL
La aparición de la Arcadia (1502) del italiano Jacopo Sannazaro (1456-1530) consolidó un género, el de la novela pastoril. La Arcadia es el modelo y arquetipo de la prosa poética. Al mismo tiempo que la poesía bucólica surgió la novela pastoril, género dulzón y artificioso, que presenta una imagen idealizada de la vida del campo y representa en el siglo XVI lo que la sentimental en el siglo XV. Esta novela tiene una larga tradición:
Existía la tradición de la literatura pastoril, centrada en torno al subgénero lírico de la égloga o poema: consistía en un diálogo en que diversos pastores idealizados se cuentan sus cuitas amorosas. El punto de partida se halla ya en la antigüedad clásica con la égloga y el idilio pastoril del poeta griego Teócrito (310-250 a.C.), autor de poesía pastoril. Su más notable sucesor fue el poeta romano Virgilio (70-19 a.C.), que introdujo en sus Églogas la forma pastoril en la poesía latina. Virgilio hizo de los pastores trasunto de personajes reales de su entorno.
En la Edad Media, el poeta y humanista italiano Giovanni Boccaccio (1313-1375) introduce el uso de la prosa narrativa en la ficción pastoril, como el Ninfale d'Ameto y el Ninfale Fiesolano. Pero será Jacopo Sannazaro (1456-1530) quien, en su Arcadia, configure definitivamente el género. La tensión dramática de los relatos de Bocaccio se pierde en la placidez idílica de la Arcadia de Sannazaro. Con la novela pastoril entre el bucolismo en la prosa.
Ya hay elementos típicos del género bucólico en las églogas de Garcilaso de la Vega (1501-1536): diálogos de Salicio y Nemoroso. Pero el género pasó a España ya configurado con Los siete libros de la Diana (1559) del portugués que escribía en castellano Jorge de Montemayor (1520-1561), que influye añadiendo una nota de suave y nostálgica melancolía: Sireno está enamorado de Diana, quien, en su ausencia, se casa con Delio. La vuelta de Sireno provoca un conflicto sentimental que soluciona el agua encantada de la maga Felicia, a cuyo palacio acuden todos. La acción es extraordinariamente lenta. Lo mejor son las descripciones de paisajes y en la prosa tersa, suave y melódica.
La novela tuvo un éxito enorme y fue traducida a varias lenguas. Fue imitada en toda Europa: Astrée (1603) de Honoré d'Urfé en Francia y la Estela de Jean Pierre Claris de Florián (1755-1794), etc.).
El género se nacionalizó después con la Segunda parte de la Diana (1564) de Alonso Pérez, llamado el Salmantino y amigo de Montemayor, y la Diana enamorada (1564) de Gaspar Gil Polo (1540-1585), que son continuaciones de la obra de Montemayor.
Gaspar Gil Polo (1530-1584)
Vida
Nació en Valencia y murió en Barcelona. Para premiar sus leales servicios, Felipe II le nombró (1572) primer coadjutor del maestre nacional o contador mayor de la Curia regia. COn tanta discreción desempeñó el cargo que el monarca le concedió que pudiera, a su muerte, dejarlo todo a algunos de sus hijos en herencia.
Obra
Como versificador, es de los bucólicos que más se parecen a Garcilaso, por su soltura elegante y delicada y por su suave musicalidad. Gil Polo inventó unas estrofas, a las que llamó provenzales y francesas.
Su obra más famosa es:
Diana enamorada
Es continuación de la Diana de Jorge de Montemayor. De Diana enamorada dijo Cervantes “que se guardase como se fuera del mismo Apolo”.
La Diana enamorada de Gil Polo, una obra maestra escrita en prosa elegante y de exquisita musicalidad y en verso, está ambientada en el paisaje valenciano y termina con las bodas de Diana y Sireno, muerto Delio. Tienen gran encanto las descripciones del paisaje de la región levantina, patria del autor. En la obra de Gil Polo, además, se ensaya la introducción de nuevos metros, logrando magníficos aciertos musicales. Cervantes imitará más tarde en La Galatea los versos del Canto de Turia, que elogia a valencianos ilustres.
Canto al Turia
hizo el elogio de varios poetas contemporáneos, adelantándose con él al Viaja al Parnaso, de Cervantes, y al Laurel de Apolo, de Lope de Vega.
La novela pastoril tuvo gran cantidad de seguidores: Los diez libros de Fortuna de Amor de Antonio de Lofraso (1573), El pastor de Fílida (1582) de Luis Gálvez de Montalvo, La Galatea (1585) de Miguel de Cervantes, Desengaño de celos (1586) de Bartolomé López de Enciso, Ninfas y pastores de Henares (1587) de Bernardo González de Bobadilla, El Pastor de Iberia de Bernardo de la Vega (1591), La Arcadia (1598) de Félix Lope de Vega, La constante Amarilis (1607) de Cristóbal Suárez de Figueroa y el Siglo de Oro en las selvas de Erifile (1608) de Bernardo de Balbuena. Hubo incluso versiones "a lo divino", como Los pastores de Belén, 1612, de Lope de Vega. Después entró en crisis.
Caracteres de la novela pastoril:
un naturaleza bellamente idealizada como en la poesía bucólica: verdes prados, silenciosas florestas, cristalinos arroyos);
los protagonistas son refinados pastores que hablan de sus sufrimientos y preocupaciones amorosas, siguiendo el modelo de la filosofía neoplatónica;
una truculenta acción que discurre con morosidad y que tiene un final feliz con la ayuda e intervención de la magia;
visión idealista de una vida apacible y perfectamente armoniosa.
LA NOVELA MORISCA
A mediados del siglo XVI aparecen narraciones en prosa donde el amor y la guerra se entrecruzan, como en las novelas de caballerías, y cuyos personajes principales no son cristianos.
Junto a la figura convencional del pastor enamorado, comienza a cobrar extraordinario auge la del musulmán caballeroso y galante. El nuevo personaje no constituía una novedad. Los romances fronterizos del siglo XV habían iniciado la idealización del mundo árabe y la temática fronteriza de los romances viejos se transformó en el siglo XVI en temática morisca, constituida por la idealización de las relaciones entre moros y cristianos durante la guerra de Granada. Estos temas se desarrollaron en romances (algunos de Lope de Vega y de Luis de Góngora serán obras maestras) y también en novelas. El tema se pone de moda y pasa a la novela, al romancero artístico y poco más tarde al teatro. El moro es visto ahora con simpatía y se le adorna con bellas cualidades morales en un ambiente lleno de fastuosidad y brillante colorido.
La novela morisca se caracteriza por presentar protagonistas musulmanes, idealizando las relaciones entre moros y cristianos, ofreciendo ejemplos de convivencia y generosidad entre ellos. Trata de musulmanes que no luchan contra los cristianos, porque están en paz. En cierto modo era una forma de pacificar el país y de evitar más conflictos de los que ya existían.
Historia del Abencerraje y de la hermosa Jarifa (1565)
Se conocen cuatro versiones. Una intercalada en la edición de la Diana, de Jorge de Montemayor, de 1561, que la crítica valora poco. Y otra más completa, pero sin importantes diferencias, encuadernada de modo independiente, también de 1561. Una segunda es la que aparece en el Inventario, de Antonio de Villegas, de 1565, y que se considera la mejor. La tercera, sin fecha, se imprimió en Zaragoza. Y hay una cuarta de un manuscrito que se conserva en Madrid.
Es la primera muestra en prosa del nuevo género. Es una deliciosa narración de autor anónimo, inspirada probablemente en algún suceso histórico. Aparece intercalada en la Diana de Montemayor, y en el Inventario de Antonio de Villegas (1565).
Se trata de una novela corta narrada con encantadora sencillez, delicadeza y naturalidad. Prolongó su influjo y popularidad hasta los días del Romanticismo.
Argumento: Abindarráez, moro notable de Granada, es hecho prisionero por el alcaide de Antequera, don Rodrigo Narváez, quien le deja marchar al saber que va a casarse con su enamorada Jarifa. El moro se compromete a volver al cabo de tres días y cumple su promesa, presentándose con su esposa. El alcalde Narváez, conmovido por el amor de ambos, los deja en libertad tras colmarlos de regalos.
La novela morisca guarda estrechas relaciones con la novela bizantina y con la novela pastoril del mismo modo que representa una cierta continuidad respecto de la vieja novela sentimental del Medievo. En la novela morisca y la bizantina, impera el concepto neoplatónico renacentista del amor, mientras que en la novela sentimental el erotismo responde a la concepción del amor cortés.
Guerras civiles de Granada (1595 y 1619)
Esta novela, publicada en dos partes (1595 y 1619), es de Ginés Pérez de Hita. Cuenta las luchas intestinas entre dos bandos, antes de la conquista de Granada. Aunque es una novela de fondo histórico, está llena de elementos novelescos sacados de los romances fronterizos. Las descripciones que hace de la vida cortesana y caballeresca de los moros de Granada sirvieron de punto de partida de otras obras que exaltaron el mundo oriental. Su influjo había de prolongarse hasta el Romanticismo (Chateaubriand, Martínez de la Rosa, Washington Irging, etc.).
La segunda parte de la obra es menos novelesca y relata la rebelión de los moriscos en la Alpujarra en tiempos de Felipe II. Hechos que el autor había presenciado como soldado. Se basa en Guerra de Granada, de Diego Hurtado de Mendoza (1575), y en Historia y rebelión de los moriscos de Granada, de Luis de Mármol Carvajal (1600).
Esta obra elementos de la novela bizantina y su estilo posee colores vivos y gran imaginación.
Otras obras de este género fueron la
Historia de los dos enamorados Ozmín y Daraja
Otra obra morisca importante es la Historia de los dos enamorados Ozmín y Daraja. Se trata de una historia que Mateo Alemán intercala en su famosa novela picaresca Guzmán de Alfarache (1599).
Historia del cautivo
Por su parte, Miguel de Cervantes introduce motivos del género en la Historia del cautivo de la primera parte del Quijote, y en la del morisco Ricote, de la segunda parte del mismo libro.
Este fenómeno de «maurofilia literaria» (López Estrada) es privativo de España. Este género literario es un disfraz para contar la historia de los vencidos en medio de los vencedores. Se mantienen, con todo, la caballerosidad, la cortesía y el amor idealizado de los libros de caballerías remozados por el afán de hallar un cauce a una necesidad de expresión política.
La novela morisca hace una síntesis caballeresco-sentimental del mundo fronterizo español. Presenta un mundo idealizado de colaboración y generosidad entre moros y cristianos, en el que el amor y las virtudes caballerescas medievales ayudan a vencer todos los obstáculos. Se idealiza el pasado presentando una generosa convivencia entre culturas dispares y reconociendo las virtudes del vencido tras una guerra secular.
LA NOVELA BIZANTINA
La novela bizantina española es un género novelesco, de aventuras, que se desarrolló en España principalmente en los siglos XVI y XVII, a imitación de autores helenísticos.
Se suele denominar "novela bizantina" tanto a la novela griega de los siglos I a IV d.C. como a la propiamente bizantina (siglos XII-XV), y también a la novela europea del Renacimiento y Barroco inspirada en la griega.
La novela bizantina o novelas de aventuras peregrinas era un tipo de novela cultivado en la época helenística de la literatura griega: a una intriga sentimental se unía el relato de una serie de viajes y peripecias con un final feliz. Algunas fueron traducidas con gran éxito, como las Etiópicas o Teágenes y Cariclea de Heliodoro de Émesa (siglo III d.C.), y el Leucipa y Clitofonte de Aguiles Tacio (300 d.C.). Estas novelas fueron pronto imitadas.
La producción novelística griega cesó en el siglo IV d.C., al tiempo que se liquidaba el paganismo. Pero durante la época de los Comnenos (1081-1185) asistimos a la aparición en Bizancio de una serie de novelas, en su mayoría en verso, inspiradas muy de cerca en las producciones de los siglos I a IV, y muy especialmente en las obras de Heliodoro y Aquiles Tacio, cuyo retoricismo respondía plenamente al gusto y aspiraciones de los doctos bizantinos.
El argumento de estas novelas responde a un esquema: dos jóvenes amantes, que desean casarse, tienen que superar numerosos obstáculos como la forzada separación, viajes peligrosos, naufragios, cautiverio, etc. hasta que, finalmente, consiguen la realización de sus anhelos al encontrarse y comprobar, con satisfacción, que su amor ha permanecido fiel y se ha fortalecido en medio de tantas pruebas y contratiempos arriesgados.
La novela bizantina era un género narrativo de novela de aventuras, de carácter fantástico e inverosímil, y que el lector reconoce como irreales. Predomina en estas novelas el viaje y la búsqueda, con episodios muy complejos entre los que no faltan naufragios, raptos, reconocimientos sorprendentes entre los personajes (anagnórisis), y otras enrevesadas peripecias argumentales.
La visión moralizadora de la vida, la exaltación del amor casto y de los afectos puros como fuente de felicidad, el castigo del amor ilícito, etc. hacen de estas obras un modelo ideal de lectura humanista frente a la invasión de los relatos inverosímiles de los libros de caballerías.
El Renacimiento descubre la literatura clásica griega y con ella la novela de amor y aventuras. Este tipo de literatura recibió un considerable impulso a principios del siglo XVI por parte de los erasmistas, que apreciaban el énfasis en la castidad de los protagonistas y, sobre todo, la verosimilitud de los argumentos, en contraste con los inverosímiles libros de caballerías. Los erasmistas veían en estas novelas una lectura que combinaba lo entretenido con lo moral. Las primeras traducciones del griego de Heliodoro fueron hechas por los círculos erasmistas en España o en los Países Bajos.
Historia de los amores de Clareo y Florisea, y los trabajos de la sin ventura Isea (1552)
Esta novela de Alonso Núñez de Reinoso es una adaptación libre de Leucipa y Clitofonte del autor clásico griego Aquiles Tacio. Su temática: el enamoramiento, el voto de fidelidad, el parentesco aparente, los desplazamientos por mar, el cautiverio, los sueños premonitorios, las muertes simuladas, el regreso a la patria y las bodas como premio a la constancia.
Selva de aventuras (1565)
Novela bizantina de Jerónimo de Contreras.
Otras novelas del mismo género son el Persiles de Cervantes y El peregrino en su patria de Lope de Vega.
Estas novelas serán el germen de novelas posteriores, que marcan la madurez del género:
El peregrino en su patria (1604)
En esta novela Lope de Vega nacionaliza el género al hacer transcurrir todos los viajes y aventuras dentro de España. La obra incluye poemas y autos sacramentales.
La obra narra las aventuras de Pánfilo y Nise y en un segundo plano las de sus respectivos hermanos, Finea y Celio, unidos también por el amor. La acción se desarrolla en España, sobre todo en el camino de Valencia a Barcelona, en una época contemporánea a la del propio Lope, y termina con una boda múltiple, motivo éste que reaparecerá en obras posteriores del género.
Los trabajos de Persiles y Sigismunda (1617)
Obra póstuma de Miguel de Cervantes.
Cervantes cultivó también el género en otras dos novelas “ejemplares”:
La española inglesa
El amante liberal
Los amantes peregrinos Angelia y Lucenrique (1623 y 1625)
Obra anónima.
Historia de Hipólito y Aminta (1627)
de Francisco de Quintana.
Historia de las fortunas de Semprilis y Genorodano (1627)
de Juan Enríquez de Zúñiga.
Eustorgio y Clorilene, historia moscóvica (1629)
de Enrique Suárez de Mendoza y Figueroa
La novela bizantina pierde su carácter narrativo y entra en crisis al adoptar una gran carga alegórica y moral:
León prodigioso (1634)
Entendimiento y verdad (1673)
ambas de Cosme Gómez Tejada de los Reyes
El criticón (1651, 1653 y 1657)
de Baltasar Gracián.
LA NOVELA CORTA DE TIPO ITALIANO
Las novelas pastoriles, moriscas y bizantinas tienen todas un carácter idealista. En contraste con el idealismo de estas novelas, aparece en la época de Felipe II una serie de colecciones de anécdotas y dichos ingeniosos, con intención entre humorística y aleccionadora. Son relatos de menor extensión, derivados de Italia o de la tradición oral popular.
Antecedentes de esta novela corta son los relatos cortos medievales. Abundan los diálogos y la trama es breve y directa. La novela corta italiana se caracteriza por su enmarañada intriga, su fondo algo licencioso y sus temas trágicos o burlescos.
Juan de Timoneda (o Joan de Timoneda) (1520-1583) fue un escritor en lengua valenciana y castellano, dramaturgo y editor. Como narrador tuvo un gran papel en la evolución del género novelístico.
Buen aviso y portacuentos (1564)
De Juan de Timoneda.
Patrañuelo (1567)
Juan de Timoneda imitó la novela corta italiana en Patrañuelo, colección de cuentos y patrañas, un conjunto de novelas muy interesantes, denominadas por el autor patrañas, tomadas del italiano y narradas en un castellano familiar. Fuentes de esta obra son los novellieri Masuccio Salernitano, Giovanni Boccaccio, Mateo Bandello, el poeta Ludovico Ariosto y las Gesta romanorum, entre otras.
Sobremesa y alivio de caminantes (1569)
De Juan de Timoneda. Miscelánea de dichos agudos y cuentecillos.
Floresta española de apotegmas y sentencias, sabia y graciosamente dichas, de algunos españoles (1574)
El autor de esta popularísima miscelánea, dedicada a don Juan de Austria, es Melchor de Santa Cruz (1505-1585). Se trata de una colección de chistes o anécdotas en once partes: de eclesiásticos, nobles, respuestas ingeniosas, funcionarios de justicia, profesiones, artistas y enamorados, dichos graciosos, lisiados o deformes, burlas, dichos extravagantes y mujeres e inválidos. Mezcla frases anecdóticas, sentencias, cuentecillos, chistes, misceláneas y datos biográficos de muchos personajes tomados de una gran diversidad de fuentes.
Los seiscientos apotegmas (1596)
Esta obra de Juan Rufo (1547-1620) supone uno de los primeros ejemplos de literatura epigramática en lengua española: colecciones de diversas anécdotas (de influjo erasmista), aclaraciones de refranes y dichos populares ingeniosos, aforismos, todo enmarcado en la descripción de la vida cotidiana de la época. Esta obra de Rufo sigue el modelo de la Floresta española de apotegmas de Melchor de Santa Cruz, pero la obra de Rufo es más moralista y carece de estructura temática.
Esta obra le valió al autor los elogios de Baltasar Gracián.
El curioso impertinente
de Cervantes es una novela corta de tipo italiano.
El modelo de la novela corta italiana, introducido en España por Cervantes en sus Novelas ejemplares, dará lugar en el siglo XVII a uno de los géneros más importantes de la época: la llamada “novela cortesana”, adaptada genialmente por Cervantes. Son relatos cuya acción se desarrolla en ambientes cortesanos y cuyos personajes se dedican al juego amoroso del galanteo. Temas: el amor y el galanteo.
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