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Panorama literario del siglo XIX (comp.) Justo Fernández López Historia de la literatura española
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Panorama literario del siglo XIX
Corrientes literarias del siglo XIX
Siglo XIX
Romanticismo
Realismo
Naturalismo
Costumbrismo
Etapas de la literatura española en el siglo XIX
Hasta 1830
Continúan las tendencias del siglo XVIII al tiempo que surgen algunos escritores prerrománticos:
Romanticismo conservador
1830-1850
Predominio de la corriente romántica:
Romanticismo liberal
1850-1870
Comienzo del Realismo
1870-1898
Triunfo y apogeo del Realismo, llevado a su extremo por el Naturalismo
1898
Se abre el siglo XX con Modernismo y la Generación del ’98
El Romanticismo fue un movimiento artístico que se produjo en Europa durante el primer tercio del siglo XIX. Se inició en Francia e Inglaterra.
Fue para la literatura lo que la Revolución Francesa para la vida social y política: la exaltación y el triunfo de la libertad y del sentimiento individual sobre las normas y el frío racionalismo del siglo anterior.
El Romanticismo en España – Primera mitad del siglo XIX
Lírica
José de Espronceda: La canción del pirata
José Zorrilla: Recuerdos y fantasías
Duque de Rivas: Al faro de Malta
Gustavo Adolfo Bécquer: Rimas
Rosalía de Castro: En las orillas del Sar
Lírica narrativa
Romances históricos:
Duque de Rivas: El moro expósito
Leyendas:
José Zorrilla: Margarita la Tornera
Poemas narrativos
José de Espronceda: El estudiante de Salamanca
Duque de Rivas: El moro expósito
Narración en prosa
Cuadros costumbristas:
Ramón Mesonero Romanos: Escenas matritenses
Leyendas:
Gustavo Adolfo Bécquer: Maese Pérez el organista
Novela histórica:
Enrique Gil y Carrasco: El señor de Bembibre
Novela costumbrista:
Fernán Caballero: La gaviota
Armando Palacio Valdés: La hermana San Sulpicio
Teatro
Francisco Martínez de la Rosa: La conjuración de Venecia
Duque de Rivas: Don Álvaro o la fuerza del sino
Juan Eugenio Hartzenbusch: Los amantes de Teruel
José Zorrilla: Traidor, inconfeso y mártir
Periodismo y ensayo
Mariano José de Larra: Artículos de costumbres, Artículos de crítica literaria
Juan Donoso Cortés: Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo
Jaime Balmes: El criterio
Neoclásicismo
Románticismo
predominio de la razón sobre la fantasía y el sentimiento
predominio de la imaginación y sentimiento sobre la razón
lirismo objetivo: inseguridad y amaneramiento
lirismo esencialmente subjetivo: el poeta canta su propio yo
gusto por la mitología y la historia antigua
revalorización de la Edad Media caballeresca y cristiana
lo extraño grecolatino
lo nacional
cosmopolitismo
restauración de la tradición y de los valores nacionales
fría imitación de los modelos clásicos
imitación directa de la realidad exterior
expresión de solo lo perfecto
admisión en la obra de arte incluso de lo feo y macabro
unidad de elementos artísticos
pluralidad y polimetría de elementos antitéticos: prosa, verso; triste, alegre
sujeción a las normas clasicistas
libertad de inspiración y ejecución de la obra artística
sobriedad, ponderación, serenidad
exuberancia, excitación tumultuosa, reflejo de las situaciones apasionadas
literatura académica, erudita, dirigida a un público culto
literatura popular, folclórica, accesible a todos los públicos
copia o imitación de los antiguos
copia o imitación de la misma Naturaleza
lo pagano y mitológico
lo cristiano
lo heroico
lo caballeresco
lo épico objetivo
lo subjetivo lírico
lo aristocrático
lo popular
lo erudito
lo lego
la atadura de las leyes retóricas
la soltura de la propia inspiración
la razón dominadora
la desenfrenada fantasía
lo ideal, universal y típico de la belleza
lo real, lo individual y variable de la Naturaleza
solo tienen interés artístico las cosas bellas
tienen interés artístico por igual las cosas bellas y las feas
arte = belleza
arte = expresión
pelucas rizadas, encañonadas, perfumadas
melenas largas, lacias, despeinadas
se depilaban el rostro de barba y bigote
se dejaban barbas, patillas y moscas
expresión risueña y grave, pero siempre estereotipada
presumían de ceños, de orejas, de ojos fulgurantes, de muecas
vestían casacas amplias de raso bordado, camisas de encajes con espumas, amplios pantalones cortos, sujetos a la rodilla con lazos; medias blancas impolutas, zapatos con hebillas refulgentes
vestían levitillas de menguada faldamenta y abrochadas tenazmente hasta la nuez de la garganta, estrechos pantalones unidos a los botitos, sombreros de formas misteriosas, fuertemente introducidos hasta la ceja izquierda
visitaban los salones con música de Haydn o de Mozart para lanzar el madrigal o el epigrama
visitaban los cementerios (de noche) y las escuelas anatómicas
aprendían el lenguaje del sol febeo, del ave de Jove, de los dulces pastores nemorosos
aprendían el lenguaje de los búhos y lechuzas, el de los bosques arrasados por el huracán, el del mar engalernado, el del “ruido con que rueda la ronca tempestad”, el de los fantasmas aparecidos en medio de una orgía
«Los románticos no se hartaban de afirmar que en su escuela iban enlazados Homero, Dante y Calderón; que preferían Jimena a Dido, el Cid a Eneas, Calderón a Voltaire y Cervantes a Boileau; que hallaban mayores bellezas en las catedrales cristianas que en los templos del paganismo; que consideraban más noble llorar de amor que sonreír de escepticismo.» (F. C. Sainz de Robles)
Romanticismo
Realismo
Profundamente subjetivo
Moderación afectiva de los sentimientos
Idealismo y sentimiento
Visión desapasionada de la vida
Predominio de lo lírico
Desarrollo de la novela
Desencanto ante la realidad que lleva a veces al suicidio
Observación rigurosa y reproducción fiel de la vida
Realismo
Naturalismo
Hacia el 1845 se opera en Francia una reacción contra el subjetivismo
exagerado del Romanticismo.
Los defensores del Realismo tienden a captar y reproducir en sus obras
la vida y el ambiente tales como son. Tendencia opuesta al idealismo sentimental de la escuela romántica.
El género más característico es la novela, en la que se intenta reflejar la sociedad contemporánea en toda su complejidad
Como el realismo, se originó en Francia en la segunda mitad del siglo XIX.
Su primer impulso fue el escritor francés Émile Zola (1840-1902).
La corriente naturalista pretende dar a la literatura un valor científico y de conocimiento.
Realismo y Naturalismo – Segunda mitad del siglo XIX
Poesía
Ramón de Campoamor: Doloras; Humoradas
Teatro
José de Echegaray: El gran galeoto
Novela realista
Pedro Antonio de Alarcón: El escándalo; El sombrero de tres picos
Juan Valera: Pepita Jiménez
José María Pereda: Sotileza; Peñas arriba
Benito Pérez Galdós: Misericordia; Fortunata y Jacinta
Novela naturalista
Emilia Pardo Bazán: Los pazos de Ulloa
Clarín: La Regenta
Vicente Blasco Ibáñez: Arroz y tartana; La Barraca
Didáctica
Marcelino Menéndez y Pelayo: La ciencia española
Escritores europeos representativos del siglo XIX
PAÍS
POESÍA
PROSA
Francia
Alphonse de Lamartine
Victor Hugo
Charles Baudelaire
Paul Verlaine
Arthur Rimbaud
Madame de Staël
François René de Chateaubriand
Honoré Balzac
Stendhal
Gustave Flaubert
Émile Zola
Alemania
Friedrich Hölderlin
Novalis
Heinrich Heine
E. T. A. Hoffmann
Theodor Fontane
Gerhart Hauptmann
Inglaterra
Lord Byron
Percy Bysse Shelley
John Keats
Walter Scott
Charles Dickens
Robert Louis Stevenson
Italia
Giacomo Leopardi
Giosuè Carducci
Alessandro Manzoni
Rusia
Alesandr Pushkin
Nikolái V. Gógol
Ivan Turguéniev
Fedor Dostoievski
Lev Tolstoi
Antón Pavlovich Chéjov
Alexándrovich Goncharov
Norteamérica
Edgar Allan Poe (relato corto)
Walt Whitman
James Fenimore Cooper
Herman Melville
Henry James
«La novela burguesa de evasión
Por debajo de todas las agitaciones ideológicas y políticas de Europa y, más en concreto, de España en el XIX, es fácil descubrir una concepción perfectamente estable del mundo y de la vida: racionalismo, positivismo cientificista, absolutismo ideológico, antropocentrismo, con las características espirituales y sociológicas de aquella época. A la “cosmovisión” que ellas definen, responde el planteamiento, temático y formal, de la novela. Stendhal afirmaba por entonces: “La novela es un espero puesto a lo largo de un camino”. Coincidían con él Fernán Caballero –“la novela se observa; no se inventa”– y Galdós: “Imagen de la vida es la novela y el arte de componerla estriba en reproducirlo... todo”. Y, sin embargo, hoy vemos con claridad que, a pesar de tales declaraciones de principio, la novela del XIX nos daba, si no una realidad falseada, sí una realidad parcialmente seleccionada, fragmentaria
Estas son, en esquema, según A. Amorós, sus peculiaridades:
A) Se trata de una novela predominantemente imaginativa, escrita para distraer y divertir al lector. Esto es: para sacarlo del mundo en que vive y transpórtalo a un mundo de ficción.
B) Describe y narra un suceso particular de carácter verosímil; lo que sugiere una sensación de realismo.
C) El novelista es un creador en el pleno sentido de la palabra:
a) él acota y define el espacio y el tiempo en que la acción va a desarrollarse;
b) escoge y da vida a unos determinados personajes –“estos solos no otros”–, cuya sicología predetermina;
c) los mueve a su propio gusto, como marionetas, al servicio de un argumento.
Esto se refleja en la estructura formal en los siguientes puntos:
a’) La descripción y narración se hacen desde la sola perspectiva del autor; no surgen dificultades insolubles; todo se explica. De ahí el carácter lineal de la composición, en la que las acciones secundarias se subordinan a la principal.
b’) Controla en todo momento el desarrollo de la novela: Desde los encabezamientos de los capítulos a los comentarios que, en determinados momentos, hace sobre el futuro de la acción y de los personajes, pasando por el uso y abuso de adjetivos de calificación subjetiva en los que se trasluce su toma de posición»
[Quilis, A. / Hernández, C. / García de la Concha, V.: Lengua española. Valladolid, 1975, sexta edición, p. 256-257]
«La gran novela –esto es, la novela del siglo XIX– anticipó la importancia de una realidad que hasta nuestro tiempo se ha venido escamoteando. El verdadero protagonista de la vida social no es el individuo, sino el grupo familiar. En el fondo, toda la novela decimonónica –y en general toda novela aun cuando parezca consagrarse a personajes robinsónicos– es siempre una novela de familia. El protagonista de toda novela, sean los Buddenbrooks de Mann, o la obra de Proust o el Ulises de Joyce, es siempre esa radical realidad de la existencia humana constituida por el grupo familiar.» [Rof Carballo, Juan: El hombre como encuentro. Madrid: Alfaguara, 1973, p. 221]
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