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Regeneracionismo y krausismo

(comp.) Justo Fernández López

Historia de la literatura española

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Reneracionismo y krausismo

Renovación cultural de España

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Joaquín Costa Martínez (1846-1911)

Ricardo Macías Picavea (1846-1899)

Julián Sanz del Río (1814-1869)

Francisco Giner de los Ríos (1839-1915)

Concepción Arenal (1820–1893)

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Durante el reinado de Isabel II (1843-1868) continuó la pugna política entre los revolucionarios progresistas, acaudillados por el general Espartero, y los conservadores “moderados”, dirigidos por Narváez.

Tras la Restauración de la monarquía en 1874, se consolida el conservadurismo y el catolicismo como su base ideológica, quedando relegados el liberalismo y el progresismo. El catolicismo fue apoyado por los órganos estatales.

La Restauración instaura un largo período de calma, y de atonía política. El último cuarto de siglo es una verdadera tregua en la lucha de partidos que caracteriza a todo el siglo XIX. Pero en el terreno de las ideas la situación es distinta: al franco predominio del pensamiento católico en el reinado de Isabel II, sucede una época de violentas polémicas en las que el ideario tradicional sufre la acometida de las tendencias innovadoras, fomentadas por la revolución de 1868, y sobre las que ahora se ejerce la influencia de la filosofía del positivismo.

La única oposición al catolicismo en el terreno de las ideas la constituyó el Krausismo, traído a España por Julián Sanz del Río (1814-1869) después de haber estudiado en Alemania pensionado por el Gobierno español. El Krausismo, fundado en Alemania por Karl Christian Friedrich Krause (1781-1832), un epígono de Hegel, defendía un idealismo ético que atrajo en España a un grupo de intelectuales que por unos años intentaron renovar la cultura española liberándola del monopolio tradicional católico.

Consecuencia del agitado ambiente ideológico de la Restauración son los apóstrofes poéticos de Núñez de Arce, las novelas de tesis de Galdós y Pereda, los primeros libros de Menéndez y Pelayo, el incremento de una idea que ya apunta en Cadalso en el siglo XVIII y atraviesa el siglo XIX a través de Larra para llegar a la generación de 1898: la del problema de la decadencia de España y su regeneración.

Los conservadores ven la clave del resurgimiento patrio en la vuelta al Siglo de Oro; los liberales, en el contacto con Europa y en la fusión de lo tradicional español en la corriente universal del saber, pero también para mayor gloria de la patria. Los representantes de esta tendencia europeizante se llamarán regeneracionistas: Francisco Giner de los Ríos (1839-1915), Joaquín Costa (1846-1911), Ricardo Macías Picavea (1847-1899). Todos ellos consideran como ineficaces las discusiones ideológicas y fijan su atención sobre las realidades económicas y sociales de la vida nacional: escuela y despensa, doble llave al sepulcro del Cid. Por otra parte, el filólogo y crítico literario Marcelino Menéndez y Pelayo (1856-1912) será el gran defensor de la España del siglo XVI.

Después de los esfuerzos de renovación social de los reformadores ilustrados del siglo XVIII (Feijoo, Cadalso, Jovellanos) y la crítica a la sociedad español del siglo XIX (Mariano José de Larra), el regeneracionismo y el krausismo culminarán en la Generación de 1898 que intentará llevar a cabo las ansias de renovación cultural de España, renovación que se incrementará con la generación de José Ortega y Gasset (1883-1955), una generación de universitarios. 

Conviene diferenciar las ideas del regeneracionismo de las de la Generación del 98: ambos movimientos expresan el mismo juicio pesimista sobre España, pero los regeneracionistas lo hacen de una forma objetiva, documentada y científica, mientras que la Generación de 1898 lo hace en forma más literaria, subjetiva y artística.

EL REGENERACIONISMO

Según el  DRAE, regeneración es, en biología, la “reconstrucción que hace un organismo vivo por sí mismo de sus partes perdidas o dañadas”. Regeneracionismo, es la “tendencia a regenerar en una comunidad los valores morales y sociales que se consideran perdidos o aminorados”. Como tendencia política, el regeneracionismo es el “movimiento ideológico que se inició en España a fines del siglo XIX, motivado principalmente por el sentimiento de decadencia y por la pérdida de sus colonias, y que defendía la renovación de la vida política y social española”.

La palabra regeneración fue tomada a principios del siglo XIX del léxico médico, como antónimo de corrupción, como metáfora para la aspiración política de curar el mal estado de decadencia en el que se encontraba todo el “cuerpo” social. Esta palabra aglutina la preocupación patriótica por la decadencia del país, expresada ya en los siglos XVI y XVII a través de la obra de los arbitristas, creadores de planes para aliviar la Hacienda pública o remediar males políticos. La conciencia de la decadencia económica y la necesidad de políticas activas para remediarla está en la base de la política económica del Conde-duque de Olivares (1587-1645) con sus reformas monetarias y fiscales, cuyo fracaso contribuyó no poco al desprestigio de sus inspiradores teóricos. El reformismo borbónico de la época de la Ilustración intentó también renovar el país. Pero con la Restauración y su falsa estabilidad, fundada en la alternancia de partidos, el sistema político entró en crisis: corrupción, caciquismo, pucherazos electorales, triunfo de una oligarquía económica y política, que mediante tramposas desamortizaciones se había adueñado de todo el suelo productivo del campo español, creando una clase de jornaleros hambrientos.

Los intelectuales regeneracionistas trataban de forjar una nueva idea de España basada en la autenticidad, por lo que era esencial desenmascarar las imposturas de la falsa España oficial mediante la divulgación de sus estudios en revistas de amplia difusión. Los escritores del Regeneracionismo reaccionan contra la descomposición del sistema de la Restauración publicando estudios y ensayos que denuncian esta situación, que llega a hacerse evidente con la pérdida (1898) de lo que quedaba del imperio colonial español: Cuba, Puerto Rico y las Islas Filipinas.

El líder de este movimiento fue el político, jurista, economista e historiador. Pero su camino fue preparado anteriormente por Los males de la patria y la futura revolución española (1890), de Lucas Mallada y El problema español, de Ricardo Macías Picavea, así como por las críticas que sobre el analfabetismo y la pedagogía del estado habían sido vertidas por los krausistas de la Institución Libre de Enseñanza dirigida por Francisco Giner de los Ríos.

Los ideales y propuestas de los regeneracionistas fueron acogidos por políticos conservadores como Francisco Silvela y Antonio Maura, que vieron en esta corriente un adecuado vehículo para sus aspiraciones políticas y se adhirieron a la misma. Benito Pérez Galdós asimiló este pensamiento como una derivación de su inicial krausismo en sus últimos Episodios nacionales e incluso Miguel Primo de Rivera, que ejerció la dictadura (1923-1930) durante el reinado de Alfonso XIII, llegó a apropiarse de parte del discurso de Costa, que llegó a recomendar un «cirujano de hierro» que acometiera las reformas urgentes que necesitaba el país.

Pero fueron escritores como Ramiro de Maeztu, Pedro Coromina, Adolfo Posada o José Ortega y Gasset quienes prolongarán este movimiento intelectual hasta el estallido de la Guerra Civil en 1936. La generación de 1898 alimentó la preocupación por la renovación de España, pero sus preocupaciones máximas serán de índole estética y filosófica y no sociológicas o políticas como en los regeneracionistas.

 


Joaquín Costa Martínez (1846-1911)

VIDA

Nació en Monzón (Huesca). Se doctoró en Derecho en Madrid (1872) y en Letras (1875). Fue profesor auxiliar en la Universidad Central, cargo al que renuncia en protesta por la política educativa de la Restauración (1874).

Colabora con la Institución Libre de Enseñanza junto a Francisco Giner de los Ríos, institución laica inspirada en el krausismo. Ejerce como letrado en Cuenca y en Huesca (1877-879).

Regresa a Madrid y colabora en revistas y en la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación. Más adelante será profesor.

Una progresiva enfermedad de atrofia muscular le recluye en Graus (Huesca), pero sigue activo políticamente.

En 1893, se hace cargo de una plaza de notario en Madrid, con una visión más política y científico-social prepara su magna obra Colectivismo agrario (1898).

Su elección como diputado republicano viene en momentos en que ha perdido casi del todo la esperanza en regenerar España: llega a proponer un «cirujano de hierro» que acometa las reformas de urgencia que necesita el país para escapar de la decadencia. Su fracaso político le radicaliza verbalmente, acercándose en sus últimos años al socialismo. Derrotado, muy enfermo, se retira ya para siempre a su villa familiar.

OBRA

Costa ignora casi por completo el mundo industrial, y sus propuestas reformadoras agraristas son bien poco revolucionarias. Pero globalmente se trata de una clara propuesta modernizadora, de mejoras legales e institucionales, «europeizadoras».

Costa recomendó modernizar la cultura española apartándola de las tradiciones de la época imperial (doble llave al sepulcro del Cid) y atender a la reconstrucción económica y cultural de España (despensa y escuela).

Su estilo, con bellos giros oratorios y citas cultas y vehementes, revela una voluntad de estilo rico y versátil, casi romántico. Su deseo de llegar al lector popular le lleva a escribir, además de centenares de artículos de gran difusión, algunas novelas didácticas como Justo de Valdediós o Último día del paganismo, inconclusa.

La vida del Derecho (1876)

Cuestiones celtíberas: religiones, Organización política, civil y religiosa de los celtíberos y Derecho consuetudinario del Alto Aragón

Estudios jurídicos y políticos

Teoría del hecho jurídico individual y social

Introducción a un tratado de política textualmente de los refraneros, romanceros y gestas de la Península (1881)

Estudio de las raíces populares del derecho consuetudinario español.

El comercio español y la cuestión de África (1882)

La poesía popular española y mitología y literatura celto-hispana (1884)

Colectivismo agrario (1898)

Magna obra en la que hace una dura crítica de la destrucción por las desamortizaciones y otras prácticas de ancestrales sistemas de propiedad comunal, que describe muy documentadamente, y galvaniza a la opinión pública a raíz del Desastre de 1898, en que España pierde sus últimas colonias a causa de la guerra con Estados Unidos: Cuba, Puerto Rico y las islas Filipinas.

Oligarquía y Caciquismo como la forma actual de gobierno en España: urgencia y modo de cambiarla (1901)

Derecho consuetudinario y economía popular en España (1902)

Informada denuncia de la corrupción del sistema político de la Restauración que supondrá la marginación de Costa de los centros políticos del sistema.

 


Ricardo Macías Picavea (1846-1899)

VIDA

Nació en Santoña (Cantabria) y murió en Valladolid. Estudió Derecho y Filosofía y Letras en las Universidades de Valladolid y Madrid, si bien no llegó a concluirlos por un fundamental desacuerdo respecto a los sistemas de enseñanza.

Fue profesor de Instituto en 1874, en las asignaturas de latín y geografía y se doctoró en 1876. Su vida trascurrió en Valladolid, donde desarrolló su labor como catedrático de instituto, intelectual y escritor.

Fue discípulo de Julián Sanz del Río (1814-1869), introductor del krausismo en España, y de Nicolás Salmerón Alonso /1838-1908), político y filósofo, presidente de la Primera República Española (1873-1874), del que tomó su republicanismo progresista.

Hacia 1876 se orienta hacia el Positivismo (todas las actividades filosóficas y científicas deben efectuarse en el marco del análisis de los hechos reales verificados por la experiencia).

Participó en la reforma administrativa del ejército, pero no en la revolución de 1868 contra Isabel II.

Reformó junto al Marqués de Sandoval la instrucción pública, y también participó en la reforma educativa en 1884 con Alejandro de Groizard.

Estuvo en el Ayuntamiento Republicano de Valladolid desde que fue elegido concejal en 1891 hasta que abandono voluntariamente en 1895 en reacción a lo que el llamo acomodamiento del republicanismo a la Restauración.

OBRA

Picavea se expresó en términos parecidos a Joaquín Costa. Publicó un manual elemental de gramática latina, un compendio de geografía, varios cuentos y dos novelas, así como artículos políticos en un periódico republicano de Valladolid que llegó a dirigir, La Libertad (1881).

Macías defendió un modelo orgánico de sociedad que reafirmaba el papel fundamental de los cuerpos intermedios (familia, municipio, provincia, región y corporaciones) frente al individualismo roussoniano. Exigió una reforma agraria y recomendó un tipo de acciones tan civilizadas como la desobediencia civil. También defendió el Darwinismo contra los ataques de los neocatólicos.

El problema nacional. Hechos, causas, remedios (Madrid, 1899)

Ataca la política de los Austrias, considerándola como la causa de la decadencia de España, y establece un plan de reforma que abarca todos los aspectos de la vida española. Sus ideas, así como las del krausista Giner de los Ríos y las del regeneracionista Joaquín Costa, pueden considerarse como el precedente inmediato de la generación del 98 con su preocupación por “el problema de España”. Picavea aborda el problema del caciquismo político imperante, y el desenmascaramiento de la ficticia democracia implantada por Antonio Cánovas del Castillo (1828-1897), artífice del sistema político de la Restauración (1873-1874), llamado ‘canovista’ y figura señera del conservadurismo español.

Oligarquía y caciquismo

Apuntes y estudios sobre la instrucción pública y sus reformas 1882

Geografía elemental. Compendio didáctico y racionado 1895

La muerte de Cervantes

La mecánica del choque

Novelas

Como narrador se le enclava dentro del Naturalismo. Sus dos novelas pasaron prácticamente desapercibidas. En ellas hace gala de un fino y agrio humor, con gran amenidad.

El derecho de la fuerza

Tierra de Campos (1888)

Esta novela está ambientada en las crisis agrarias de los años ochenta, aunque parte de lugares conocidos como Medina de Rioseco, se sitúa en un lugar imaginario llamado Valdecastro, supuestamente situado a medio camino entre Urueña, Tiedra y Mota del Marqués (que llama Mauda en la novela). El protagonista de la novela es Manuel Bermejo, que regresa a su tierra para iniciar una aventura regeneradora basada en la explotación racional y científica de la tierra.


EL KRAUSISMO

“Sistema filosófico ideado por el alemán Friedrich Krause a principios del siglo XIX. Se funda en una conciliación entre el teísmo y el panteísmo, según la cual Dios, sin ser el mundo ni estar fuera de él, lo contiene en sí y de él trasciende.” (DRAE)

El filósofo alemán Karl Christian Friedrich Krause (1781-1832) pertenece al grupo de los pensadores idealistas más jóvenes; con fuertes raíces religiosas y éticas, tuvo relativa originalidad y se esforzó por conciliar el teísmo con las tendencias panteístas reinantes. El krausismo se funda en una conciliación entre el teísmo y el panteísmo, según la cual Dios, sin ser el mundo ni estar fuera de él, lo contiene en sí y de él trasciende. Dicha concepción se denomina panenteísmo (del prefijo griego “pan” (παν-) ‘totalidad’, en (ἐν) ‘en’ y “theos" (θες) ‘Dios’), según la cual Dios, sin ser el mundo (panteísmo) ni estar fuera de él (teísmo), lo contiene en sí y de él trasciende.

De su afirmación de que todo es en Dios se deriva la ética krausista, que ha sido lo que más resonancia ha tenido en España. Krause insiste en el destino y valor de la persona, entendida de un modo moral, y desde este punto de vista interpreta el derecho y la sociedad; la humanidad es una federación de asociaciones autónomas, de fin universal o particular.

El krausismo defiende la tolerancia académica y la libertad de cátedra frente al dogmatismo. En la ética krausista la libertad de enseñanza del maestro, el trabajo y la experimentación directa actuaban como premisas para fomentar, tanto en el alumno como en el maestro, la curiosidad y el amor al conocimiento como postura global ante la vida.

El krausismo fue desarrollado por algunos discípulos alemanes, como Roeder y Leonhardi; pero más en Bélgica, con Ahrens y Tiberghien. En España el krausismo fue introducido por Julián Sanz del Río (1814-1869), que fue nombrado catedrático de Historia de la Filosofía de la Universidad de Madrid en 1843 y enviado a hacer estudios a Alemania. En Heidelberg fue discípulo de Leonhardi y Roeder. Vuelto a España fue inspirador de un núcleo filosófico de extremada vitalidad que influyó en la vida intelectual y política durante mucho tiempo. Sanz del Río escogió en Alemania a Krause, un pensador secundario, tal vez influido en esta predilección por el carácter místico-espiritualista, ético y social de la filosofía de Krause, que representaba una alternativa a la trasnochada filosofía escolástica y al catolicismo tradicional español.

Contribuyó también a la elección del krausismo la preocupación que hacia 1840 tenía un grupo de juristas españoles, entre ellos Julián Sanz del Río, por encontrar una doctrina política que en el marco del liberalismo diera el impulso a un proceso regenerador del ambiente político y social de España, pero integrando en sí elementos éticos y espirituales que no contenía el liberalismo entonces en boga. Tendría que ser un liberalismo con base ética y religiosa que pudiera ser una alternativa al catolicismo conservador.

Todos estos elementos los encontraron cuando en 1841 Ruperto Navarro Zamorano tradujo el Curso de Derecho Natural, o Filosofía del Derecho del filósofo y jurisconsulto alemán Heinrich Ahrens (1808-1874), uno de los más brillantes y más claros intérpretes de las doctrinas de Krause y uno de los propagandistas más decididos de la filosofía krausista, que tan en boga estuvo en Europa en todo el segundo tercio del siglo XIX. Este Curso de Derecho Natural había sido publicado en París en 1837 y expone que el fundamento del Derecho consiste en el conjunto de las condiciones exteriores de que depende el destino racional del hombre y la humanidad que ha de desarrollarse sistemáticamente como un orden universal de piedad, abnegación y altruismo. Se el racionalismo armónico o panenteísmo expuesto en la obra de Krause Ideal de humanidad para la vida (1811).

El panenteísmo krausista ve a Dios como el único ser infinito que contiene a todos los demás seres, que son finitos y determinados. Todos los seres están “contenidos” en Dios de forma armónica, libre y dirigida al propio tiempo. Es algo parecido al racionalismo de Leibniz, que concibe a la realidad cósmica como una armoniosa maquinaria en la que cada cosa tiene un sentido y todo funciona de la mejor manera posible y de acuerdo a la razón, geométricamente perfecta, porque es la razón de Dios desplegada.

En el campo de la Filosofía del Derecho, Krause rechaza la teoría hegeliana que defendía el absolutismo del Estado. Da importancia a las asociaciones de finalidad universal (la familia, la nación), frente a las del Estado o la Iglesia. El fundamento de la moralidad radica en las asociaciones de finalidad universal, que unidas han de culminar en una Humanidad regida por la Razón suprema y por el Bien. Esta teosofía sistemática entraña un impulso renovador y humanitario que se traduce en un programa de acción social similar al expresado por Fourier o Saint-Simon. La dimensión pedagógica de Krause, intrínseca en la esencia de su pensamiento doctrinal, se acentúa cuando en 1822 entra en contacto con Froëbel y lo interesa en la obra de Comenius.

El krausismo instituye a la ética como primer principio de todo cambio social, y, a la postre, de todo cambio económico. Con los ingredientes místico-pedagógicos y el predominio de las bases éticas la filosofía de Krause se convierte en un programa de acción política y social. Sanz del Río importó las ideas de Krause al darse cuenta de que lo que necesitaba España era una ética laica que se contrapusiese a la moral católica que tanto daño había causado al país. El “racionalismo armónico” de los krausistas está dirigido hacia la ética, que constituye algo así como su verdadera culminación. Se trata de una “ética social”, es decir, de una moral tendiente a una autorrealización del individuo en el marco de la organicidad de la estructura social.

El krausismo arraigó en España como un nuevo espiritualismo y actuó como verdadero revulsivo en el depauperado panorama filosófico español. Aportó a un grupo de intelectuales descontentos con la realidad social del país una norma de conducta capaz de elevar al hombre interior hacia el ideal ético y un programa de reforma coincidente con las líneas de la política liberal-democrática. La aspiración salvadora del krausismo es el perfeccionamiento del hombre a partir del hombre mismo y sin confiar en el papel perfectivo de las instituciones sociales; para llegar al Ideal, al reino de la Razón suprema, hay que comenzar por perfeccionar al hombre, de ahí la predilección por disciplinas como la Pedagogía, que aspiran a formar hombres, o como el Derecho, que tienen la pretensión de mejorarlos.

La filosofía krausista –basada en una dialéctica de armonía, no de lucha– no sólo no excluye de su sistema el fenómeno religioso, sino que éste es introducido en el mismo como pieza primordial: “hemos conocido la sociedad de los religiosos como Institución fundamental en la sociedad humana” (Krause). La influencia krausista no se redujo al estricto círculo de la filosofía pura, sino que fue mucho más allá. Se extendió desde la política a la religión, pasando por la literatura, la pedagogía, la sociología y las ciencias naturales. Otro de los rasgos más sobresalientes del krausismo fue la estimación y defensa de la libertad de conciencia, fundamento de todas las demás libertades: la libertad política, la libertad de enseñanza, la libertad religiosa, la libertad de asociación y de reunión, la libertad de pensamiento.

Las implicaciones pedagógicas de la filosofía krausista obligan a poner en contacto directo al alumno con la naturaleza y con cualquier objeto de conocimiento (de ahí la importancia de las clases experimentales y de las excursiones), así como a establecer un gradualismo desde los gérmenes de cada disciplina de conocimiento hasta la suma complicación e interconexión de los niveles superiores. Por otra parte, es fundamental en el krausismo la laicidad y la creencia antidogmática en un dios ajeno a reglamentaciones de ningún tipo. Con este trasfondo ideológico, el krausismo ejerció en España un influjo duradero en la vida artística e intelectual desde la revolución democrática de 1868 hasta el comienzo de la Guerra Civil (1936) que acaba con la Segunda República (1931-1936) y provoca la dispersión de los intelectuales más destacados.

 


Julián Sanz del Río (1814-1869)

VIDA

Nació en Torrearévalo (Soria) y murió en Madrid. Quedó huérfano de padre a la edad de diez años. Un tío suyo, el sacerdote don Fermín, lo acogió bajo su cargo y le dio todos los estudios posibles.

Tras pasar por una primera dedicación al Derecho y más tarde a la Filosofía, en 1843 fue pensionado por el Gobierno para proseguir estudios en el extranjero, concretamente en la universidad alemana de Heidelberg. Eso cambió su vida y, en gran medida, la de algunos aspectos posteriores de la historia española. Allí siguió los cursos de dos autores discípulos de un autor de segunda fila, el kantiano Krause, que dio origen a toda una corriente de rico resultado en el pensamiento posterior español e hispanoamericano, el krausismo.

Al regresar a España fue nombrado catedrático de Filosofía del Derecho en la Universidad Central de Madrid, puesto desde el cual, y también mediante sus traducciones, divulgó a nivel nacional el pensamiento krausista, con matices añadidos de Fichte y Hegel.

Tuvo particular resonancia el discurso de apertura del curso académico 1857-1858, así como la aparición en 1860 de su obra principal "Ideal de la humanidad", libre adaptación de otra que Krause publicó allá por 1811. La obra, que contiene "Los mandamientos de la humanidad", compendio de la ética krausista, fue incluida en el índice romano, es decir, prohibida, y dos años después, era expulsado de su cátedra, junto a otros profesores, según el decreto del ministro Orovio.

Formó un grupo de discípulos que compartió ideología, vestimenta y comportamiento, por lo que fueron acusados de sectarios, fanáticos y corruptores intelectuales de la juventud por parte de neocatólicos. Eso le valió ser separado de su cátedra en 1867, a pesar de sus ideas más conservadoras que radicales en política. En 1868 el gobierno revolucionario le devolvió a su cátedra y le ofreció ser rector de la universidad, lo que rechazó.

OBRA

Sentido laicista, voluntad de desarrollo de la libertad de conciencia y racionalismo armónico, fueron principios, revolucionarios para el pensamiento oficial español de entonces, en los que se asentó el mundo de Sanz del Río y su krausismo en general. "La ciencia es maestra de la vida", podría ser el lema de esta filosofía del racionalismo armónico, que pasó, como demuestra la historia, de la teoría ("Ideal de la Humanidad para la vida") a la práctica, con fundaciones institucionales posteriores que tuvieron un papel determinante en la España del último tercio del siglo XIX y primero del XX, como la Institución Libre de Enseñanza.

Lecciones para el sistema de filosofía analítica de Krause (1850)

Sistema de filosofía; Metafísica (Primera parte, Análisis, 1860; Segunda parte; síntesis, (1874)

El Ideal de la Humanidad para la vida (1860)

Análisis del pensamiento racional (1877)

Filosofía de la muerte (1877)

Doctrinal de Lógica (1863)

Programas de Psicología, Lógica y Ética

Lecciones sobre el sistema de la Filosofía (1868)

 


Francisco Giner de los Ríos (1839-1915)

VIDA

Nació en Ronda (Málaga) en el seno de una familia acomodada, lo que le permite tener una formación universitaria. Estudió Filosofía en Barcelona y Granada. Se va a Madrid en 1863, donde recibiría la influencia del profesor Julián Sanz del Río y sus ideas krausistas.

Obtiene la cátedra de Filosofía del Derecho y de Derecho Internacional de la Universidad de Madrid. Su carácter profundamente crítico, sus modos de enseñar y su ilimitada ilusión docente convertirán a Giner en una de las figuras obligadas del Madrid universitario. En 1875 se enfrenta con el Ministerio de Fomento por las ordenanzas del ministro Orovio que atentaban contra la libertad de cátedra, pilar fundamental de la pedagogía krausista.

Expulsado de la cátedra, junto con amigos y discípulos, pone en marcha en 1876 una de las iniciativas que más han influido en la educación española: la fundación de la Institución Libre de Enseñanza, donde puso en práctica las ideas que había adquirido en sus viajes por Europa sobre la necesidad de la renovación del sistema pedagógico español: método activo, contacto con la Naturaleza y con la tradición popular, educación y reconocimiento explícito de la mujer en pie de igualdad con el hombre, extensión cultural, coeducación, libertad religiosa, formación de hombres útiles a la sociedad, racionalismo, libertad de cátedra y de investigación, libertad de textos y supresión de los exámenes memorísticos. En esta Institución se formaron gran parte de los intelectuales liberales que habían de influir en las generaciones siguientes.

En 1881 es restituido en su cátedra. La Institución Libre de Enseñanza, bajo la dirección de Giner, continuará su andadura como modelo de calidad de enseñanza, no tardando en adquirir renombre nacional e internacional. Por la Institución pasaron Manuel Azaña, Julián Besteiro, José Ortega y Gasset, Federico García Lorca, Salvador Dalí, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Luis Buñuel, Miguel de Unamuno, Fernando de los Ríos, Bosch Gimpera, etc.

Fue el continuador del Krausismo en el último tercio del siglo XIX y los primeros años del XX. La Institución llevó a cabo una importante tarea de renovación cultural y pedagógica sin precedentes en los siglos XIX y XX en España. En sus estatutos se declaraba ajena a todo interés religioso, ideología o partido político, proclamando el derecho a la libertad de cátedra, la inviolabilidad de la ciencia y el respeto a la conciencia individual.

Giner de los Ríos ejerció un influjo enorme sobre sus discípulos y renovó la vida intelectual española, la educación y aun la misma sensibilidad del país. También es visto como un precursor de la sociología jurídica.

Antonio Machado: Como todos los grandes andaluces, era don Francisco la viva antítesis del andaluz de pandereta, del andaluz mueble, jactancioso, hiperbolizante y amigo de lo que brilla y de lo que truena. Carecía de vanidades, pero no de orgullo; convencido de ser, desdeñaba el aparentar. Era sencillo, austero hasta la santidad, amigo de las proporciones justas y de las medidas cabales. Era un místico, pero no contemplativo ni extático, sino laborioso y activo.

OBRA

El propósito de Giner de los Ríos fue regenerar el país a través de las conciencias, la revolución de las conciencias. Quería crear hombres íntegros, cultos y capaces, en base a la idea de que los cambios los producen los hombres y las ideas, no las rebeliones ni las guerras.

Tras la guerra civil española todo lo que tenía que ver con Giner, por su corriente de pensamiento, fue prohibido por el régimen franquista, lo que ha hecho que se pierda gran parte de su obra.

La pedagogía de Giner es comparable a la de la escuela socrática, en la que el profesor influye en sus alumnos no por su autoridad, sino por su conocimiento, su sabiduría. Era una escuela eminentemente práctica, los exámenes memorísticos no existían. Las excursiones eran frecuentes, a museos de todo tipo, a fábricas, al campo, etc.

Principios de Derecho natural (1875)

La Universidad española

Estudios de Literatura y Arte (1876)

Lecciones sumarias de Psicología (1874)

Estudios jurídicos y políticos (1875)

Estudios filosóficos y religiosos (1876)

Estudios sobre educación (1886)

La persona social. Estudios y fragmentos I (1899)

La persona social. Estudios y fragmentos II (1899)

Pedagogía universitaria (1905)

Filosofía y Sociología: Estudios de exposición y de crítica (1904)

Educación y enseñanza (1889)

Resumen de Filosofía del Derecho I (1898)

Resumen de Filosofía del Derecho II (1898).

Estudios sobre Artes industriales y cartas literarias.

Ensayos menores sobre educación y enseñanza I

Ensayos menores sobre educación y enseñanza II

Ensayos menores sobre educación y enseñanza III

Informes del Comisario de Educación de los Estados Unidos

Arqueología artística de la Península

 


Concepción Arenal (1820–1893)

VIDA

Nació en El Ferrol, Galicia. Siendo todavía niña quedó huérfana de padre. Su madre, doña María Concepción de Ponte, era de una familia noble, emparentada con el conde de Vigo.

Después de la muerte de su padre, la madre trasladó a la familia a Madrid. Tras la muerte de su madre, en 1842, Concepción tuvo que sortear las dificultades que en su época se oponían al acceso de las mujeres a la universidad. Estudió en Madrid Derecho, Sociología, Historia, Filosofía e idiomas, teniendo que disfrazarse de hombre para acudir a clase.

Evidentemente no cursó la carrera, ni hizo exámenes, ni alcanzó ningún título, pues en este momento histórico las aulas universitarias estaban reservadas exclusivamente para los varones, pero sin duda enriqueció y afianzó su interés por las cuestiones penales y jurídicas. Allí conoce a Fernando García Carrasco, con el que contrae matrimonio en 1848, a pesar de los casi quince años que le separan de este abogado y periodista. Hombre avanzado para la época que supo entender con total perfección las aspiraciones de Concepción Arenal y contempló a su esposa desde el verdadero plano de igualdad, pues siempre admitió que le acompañase vestida de hombre a las tertulias del café Iris o que aportara al hogar las ganancias de un trabajo remunerado. El matrimonio tuvo tres hijos, de los que sobrevivieron los dos menores, pues la mayor, falleció a los dos años de edad.

En 1857, Fernando García muere, y Concepción Arenal decide trasladarse a Oviedo. Sobrepasados los setenta años, decidió cambiar su residencia en compañía de su único hijo, Fernando, a Vigo. No obstante, a pesar de su avanzada edad y precaria salud, colabora en innumerables periódicos de la época como el Boletín de la Institución Libre de Enseñanza, La España Moderna, La Nueva Ciencia Jurídica, Las Dominicales del Libre Pensamiento, La Ilustración Española y Americana, entre otros.

Falleció a la edad de setenta y tres años.

OBRA

Concepción Arenal es, junto a Emilia Pardo Bazán, Carolina Coronado, Rosalía de Castro, Fernán Caballero y Gertrudis Gómez de Avellaneda, la escritora más representativa del esfuerzo de la mujer del siglo XIX por incorporarse a la esfera pública con notable éxito. Concepción Arenal no sólo abrió las puertas a las mujeres a la vida social y laboral, sino que se constituyó en una experta en derecho penitenciario y medicina hospitalaria a nivel internacional.

Durante estos primeros años de la Revolución del 1868, Concepción Arenal colaboró en algunas iniciativas llevadas a cabo por los krausistas, que recobran sus puestos después del destierro obligado que les llevó su defensa de la libertad de cátedra en 1864. Mantendrá una gran amistad con Francisco Giner de los Ríos, Fernando de Castro y Gumersindo de Azcárate.

Concepción Arenal fue una conocida activista por los derechos de la mujer y de los derechos civiles en el siglo XIX, pionera del feminismo en España. Concepción Arenal escribió mucho, en particular sobre temas judiciales y sociales. Uno de los aspectos más progresistas de Concepción Arenal es su consideración de la mujer como ser humano marginado.

Concepción Arenal desarrolló una intensa actividad filantrópica: visitadora de prisiones (1863), fundadora del Patronato de los Diez, de la Constructora Benéfica y del periódico La Voz de la Caridad (1870), secretaria de la Cruz Roja de Madrid, directora de un hospital de campaña durante la Tercera Guerra Carlista. Al mismo tiempo, elaboró una amplia obra escrita, en la que reflexionaba sobre propuestas como la legitimidad de la guerra justa en defensa de los derechos humanos (Ensayo sobre derechos de gentes), la orientación del sistema penal hacia la reeducación de los delincuentes (El visitador del preso) o la intervención del Estado en favor de los desvalidos (La beneficencia, la filantropía y la caridad).

A través de sus escritos y acciones, Concepción Arenal contribuyó a la tarea de reformar la sociedad española de acuerdo con el modelo social definido por el liberalismo progresista. Creyó en el esfuerzo personal, el juicio crítico y la libertad de pensamiento como instrumentos del progreso material y moral de la sociedad.

Durante los primeros años de matrimonio Concepción Arenal parece decantarse por la literatura. Escribe algunas composiciones poéticas, tres obras de teatro –Un poeta, La medalla de oro y Dolor y misterio–, una zarzuela –Los hijos de Pelayo–, una novela que no se ha conservado –Historia de un corazón y sus Fábulas en verso (1851).

En los últimos años de su vida, Concepción Arenal prepara la edición de sus obras completas, de las que incomprensiblemente se excluyen sus obras literarias.

Fábulas en verso (1851)

Este texto será declarado lectura obligatoria en enseñanza primaria.

La Beneficencia, la Filantropía y la Caridad (1860)

Con este ensayo, Concepción Arenal inicia sus preocupaciones sociales y humanitarias. El ensayo fue premiado por la Academia de Ciencias Morales y Políticas, a pesar de que la autora lo había presentado bajo el nombre de su hijo Fernando, que tenía entonces sólo diez años.

El visitador del pobre (1863)

Esta obra nace de la observación de la escasa preparación que las mujeres tenían en el momento de socorrer a pobres y enfermos.

Cartas a los delincuentes (1865)

En 1864 y a iniciativa de la reina Isabel II, el ministro de Gobernación nombró a Concepción Arenal Visitadora de Prisiones de Mujeres. Fruto de esa experiencia personal son estas cartas, en las que aborda cuestiones tan delicadas como la necesidad de reformar el Código Penal, aproximándose en este sentido a las iniciativas que los krausistas habían emprendido. La publicación de esta obra provocó su cese inmediato.

Oda a la esclavitud (1865)

En 1865 se crea la Sociedad Abolicionista con el fin de acabar con la esclavitud en las colonias españolas. Concepción Arenal presentará al certamen literario que se convoca este poema, que obtiene el primer premio.

Examen de las bases aprobadas por las Cortes para la reforma de las prisiones (1869)

Tras la Revolución de 1868, el gobierno provisional de Serrano la nombra Inspectora de Casas de Corrección de Mujeres, cargo que desempeña hasta 1873. Esta obra critica las medidas aprobadas por el Gobierno.

Las colonias penales en Australia y la pena de deportación (1877)

La cárcel llamada Modelo, Estudios penitenciarios (1877)

La instrucción del pueblo (1878)

Obra premiada por la Academia de Ciencias Morales y Políticas.

Ensayo histórico sobre el derecho de gentes (1879)

Esta es su obra jurídica más importante sobre derecho internacional.

Cuadros de guerra (1880)

En 1869 la duquesa de Medinaceli había establecido la rama femenina de la Cruz Roja y Concepción Arenal se vuelca en su organización y trabajo. Dirigió, personalmente, durante el transcurso de la tercera guerra carlista, el Hospital de Sangre de Miranda de Ebro, donde se atendió a los soldados de ambos bandos. Esta experiencia motivó esta obra, en la que describe las escenas de dolor que tuvo que vivir.

Manual del visitador del preso (1891)

Obras de carácter feminista

La mujer del porvenir (1869)

Es su primera obra de carácter feminista y a la que seguirán, años más tarde La mujer en su casa, Estado actual de la mujer en España y La educación de la mujer.

La mujer en su casa (1881)

Estado actual de la mujer en España (1884)

La educación de la mujer (1892)

Obras en las que Concepción Arenal se propone no sólo disipar los errores que sobre la mujer han arraigado en la opinión de la mayor parte de la sociedad, sino también reivindicar la capacidad intelectual de la mujer y su derecho a recibir una educación que le permita desempeñar cualquier profesión en condiciones iguales a la del hombre.

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