11-La música española del Siglo XVII
La música en España
(comp.) Justo Fernández López
La música española del Siglo XVII
El siglo XVII es el siglo de los reyes débiles (Felipe III, Felipe IV y Carlos II). En literatura es el siglo de Góngora, Quevedo, Lope de Vega, Calderón, la literatura picaresca y el Quijote.
Música vocal
Este siglo no dio a luz a más Victorias ni Morales, pero recogió su herencia. Dos corrientes existen en este siglo: el estilo antiguo de Palestrina, “estilo conservatorio”, persistencia del estilo contrapuntístico religioso, en el que la música es emanación del texto. El otro estilo es de la melodía acompañada típico barroco: monodia ligada al bajo continuo. El declive de la polifonía corresponde al aumento de música instrumental.
Maestros de la Capilla Real
Sebastián Mateo Romero (1575–1647]
Mateo Romero, también conocido como Mathieu Rosmarin o Maestro Capitán, fue un compositor de origen belga, que cultivó la música renacentista y la música barroca. Ocupó el cargo de maestro de capilla de la Capilla Real. Fue el compositor más prestigioso de la corte de Madrid durante la primera mitad del siglo XVII y uno de los músicos más apreciados de su época; tuvo gran relevancia en el desarrollo de la música española del siglo XVII y será un valor de referencia para obras posteriores.
Su carrera musical se sitúa en el umbral entre el Renacimiento y el Barroco. Estuvo fuera de la escuela polifónica franco-flamenca, pero jugó un papel importante en la introducción en España del 'stilo moderno' de la música italiana.
Mateo Romero compuso tanto música en castellano (villancicos y tonos de guitarra) como obras sacras en latín (misas, salmos y otros). Él mismo acompañaba a la guitarra sus numerosos villancicos (piezas polifónicas con texto sacro) y tonos (piezas polifónicas con texto profano) cuando eran interpretados, respectivamente, en la capilla de palacio o la cámara del rey.
Sebastián Durón (1660-1716)
Sebastián Durón fue famoso como compositor y organista de la Capilla Real del rey Carlos II. Junto a Antonio de Literes es el mejor autor de música escénica de su época, compuso zarzuelas y óperas.
El padre Feijoo consideraba a Durón responsable de la decadencia de la música española al haber adoptado un estilo italianizante en sus obras. A la figura de Durón, Feijoo contraponía la de Antonio de Literes. Al contrario de lo que sostiene Feijoo, Literes recibió una influencia de la música italiana mucho más acusada que Durón, que era un compositor de mayor edad y más tradicional.
Juan Hidalgo de Polanco (1614-1685)
Juan Hidalgo fue compositor, arpista y cembalista de la Capilla Real, uno de los autores de música teatral más prolíficos de la segunda mitad del siglo XVII y considerado como el padre de la ópera española y de la Zarzuela. Fue uno de los compositores más populares de la España del siglo XVII.
Compuso muchos “tonos humanos”, música dramática y personifica el origen de la ópera en España de la mano del ilustre dramaturgo Calderón de la Barca con la obra Celos aun del aire matan, basada en la historia de Céfalo y Procris narrada en Las metamorfosis de Ovidio, estrenada en 1660 para celebrar el tercer cumpleaños del príncipe Felipe Próspero. Es considerada la ópera más antigua conservada en España.
Hidalgo había empezado a colaborar con Calderón en 1657 con El laurel de Apolo, una de las primeras obras musicales en ser denominada con el nombre de zarzuela. El binomio formado por Calderón e Hidalgo consolidó el papel que la música teatral había adquirido en España con la comedia nueva de Lope de Vega en La selva sin amor.
Compuso también una de las primeras zarzuelas cuya música se conserva: Los celos hacen estrellas.
José Marín (1619-1699)
José Marín fue compositor y cantante. Es uno de los mayores compositores de canciones. Compuso un sinnúmero de “tonos humanos”.
Compuso el llamado Cancionero de Marín, que contiene 51 “tonos humanos”, basados en temas populares. Su vida fue muy turbulenta, pues estuvo implicado en actos delictivos de robo y homicidio.
Juan Bautista del Vado y Gómez de la Cruz (1625-1691)
Fue compositor, organista y violón de la Real Capilla y la Real Cámara. En 1667 dedica a la reina Mariana el libro Misas de facistol y cánones enigmáticos, que contiene ocho cánones enigmáticos que unen todas las artes, ejemplificando así el ideal barroco.
Con su misa Quasi turba exalta vocem tuam, innova introduciendo el clarín, que se estaba utilizando en la música profana, cosa que fue motivo de polémica. Compone misas para 4, 5 ó 6 voces, a pesar de que en la época se hacía en estilo policoral. Escribió un gran número de misas. Su obra para órgano está compuesta por 4 tientos, en tablatura.
Escuela catalana
Joan Pau Pujol (1570-1626)
Joan Pau Pujol fue compositor y organista. A pesar de ser más conocido por la música sagrada, también escribió música popular secular. Sus misas transmiten aún el espíritu del Renacimiento con su “estilo antiguo”. Sus técnicas tradicionales están al servicio de un verdadero sentimiento dramático.
Tuvo una aceptación importantísima fuera de las catedrales donde actuó. Sin haber publicado sus obras, aparece representado en las mejores bibliotecas reales y colecciones o cancioneros que se conocen. Se trata principalmente de música profana.
A pesar de no conocerse más que una pequeña parte del monumental catálogo de su obra, es considerado como uno de los compositores más prolíficos de su tiempo.
Compuso obras a ocho voces de acuerdo con el gusto por la naciente policoralidad. Es la época del paso del “Stile antico” al “stile nuovo”. En Barcelona luchó por la introducción de instrumentos musicales.
Su producción musical se vio afectada por diferentes circunstancias, parte de su obra no se encuentra o se conserva fuera de los archivos a que fue destinada y otra desapareció por el fuego.
Juan Cererols Fornells (1618-1680)
Juan Cererols fue organista, arpista, violinista y compositor de música barroca con reminiscencias renacentistas. Fue hombre de gran cultura. Tocaba varios instrumentos. Escribió villancicos, misas, etc.
Continuó el estilo tradicional. Su música se caracteriza por el uso del policoralismo propio del Barroco temprano, con un marcado estilo contrapuntístico que resulta rítmicamente complejo. También sobresale en las relaciones entre homofonía y polifonía.
Sus obras fueron editadas desde 1930 hasta 1932 en Mestres de L'Escolanía de Montserrat, pero la mayor parte se perdió en el incendio de 1811, después de la invasión francesa.
Escuela valenciana (floreciente ya en el siglo XVI)
Juan Bautista Comes (1582-1634)
Juan Bautista Comes fue maestro de capilla y uno de los más destacados compositores del Barroco español. Ejerció su magisterio en diferentes centros. Su obra polifónica, en gran parte religiosa, introduce importantes innovaciones estilísticas.
Evoluciona hacia un estilo atormentado. La escritura contrapuntística de sus composiciones religiosas busca la dificultad por sí misma (hasta 16 voces). Sus grandiosos motetes multicorales se aproximan a veces al estilo “concertato” italiano.
Fue el introductor en Valencia del género multicoral, y uno de los primeros compositores españoles que escribe para un número mayor de voces, con una variadísima colocación, perfectamente indicada en sus obras, de los distintos coros. A pesar de que Comes cultivó todas las formas de la polifonía clásica, demostró un acentuado interés por el género policoral. En él confluye la grandiosidad del género policoral y la expresividad del misticismo español del siglo XVI.
Comes es el creador de un nuevo estilo de villancico con características propias. A diferencia del villancico clásico español de dos partes, Comes lo convierte en una obra compuesta por tres tiempos.
Frente a Comes tenemos a representantes de la escuela tradicional: Vicente García, Francisco Navarro y Aniceto Baylón.
Teoría musical
Los escritos doctrinales de música son causa y reflejo de una cierta complejidad musical cercana al mal gusto. El italiano Pedro Cerone publica en 1613 El Melopeo y Maestro, indigesta compilación de juicios y enigmas musicales cercanos a la charlatanería, llena de pedantería. Esta obra tendrá una influencia considerable. La importancia de un estilo alambicado (“contrapuntos dobles en octava, décima y doceava”) será combatido por Andrés Lorente en su obre El porqué de la música (1672), en el que domina el ben sentido y se afirma la primacía del oído. Pero la influencia de Cerone prevalecerá mucho tiempo.
Música para la escena
El siglo XVII ve nacer la ópera y la zarzuela.
Teatro con música
Hacía mucho tiempo que la música intervenía en las sesiones teatrales, pero de forma esporádica, desde Juan del Encina. Comedias, autos sacramentales y dramas de Calderón (1600-1681) y Lope de Vega (1562-1635). Tirso de Molina, Alarcón y Moreto constaban de partes musicales más o menos extensas. Pero de la música de estas obras de teatro no se conserva apenas nada. Estas obras de teatro con música fueron la base de la ópera y la zarzuela en España.
La ópera
En el marco de las fiestas principescas se celebraban “fiestas cantadas” o “fiestas de música”. La primera “fiesta cantada” (ópera) parece ser La selva sin amor de Lope de Vega (1629), aunque no se conserva su música. La segunda ópera es La púrpura de la rosa, de Calderón de la Barca con música de Juan Hidalgo; tampoco se conserva la música. La primera ópera española cuya música se conserva es Celos aun del aire, matan (1660), de Calderón y de Hidalgo también. Esta ópera emplea los elementos italianos, pero los bajos que utiliza en sus variaciones provienen de las danzas ibéricas: seguidillas, canciones con estribillo, etc.).
La zarzuela
Un paso más lejos de la ópera se encontraba la zarzuela, de mucha mayor importancia cuantitativa e histórica para la música escénica española. También en castellano y de temática mitológica (aunque al tiempo con personajes populares y tramas amorosas), incluía completas escenas habladas, pero también arias a la italiana, tonadas con copla y estribillo, coros a cuatro, dúos, danzas y, raramente, recitativos. Realizadas por músicos de la corte, las zarzuelas estaban destinadas a un público amplio pero cortesano, e incorporaron elementos burlescos.
Si la ópera, a pesar de los elementos ibéricos, sigue el esquema internacional italiano, la zarzuela será creación genuina nacional del siglo XVII. La zarzuela es una composición dramática y musical típicamente española en la que un texto dialogado, generalmente de carácter ligero, se escenifica alternando partes cantadas y partes habladas.
En 1634, Felipe IV hace edificar en los bosquecillos del Prado, cerca de Madrid, un palacio de recreo o pabellón de caza. Este lugar tenía una vegetación silvestre, estaba lleno de zarzas (arbustos sarmentosos, de tallos largos y flexibles y provistos de espinas curvadas). De ahí el nombre de zarzuela es estas composiciones dramáticas y musicales. En este palacio de recreo se organizan diversiones de estilo no tan ampuloso y palaciego como en Madrid: eran las “fiestas de la Zarzuela” con intermedios coreográficos y musicales. Estas fiestas se convirtieron más tarde en un género musical: la zarzuela, especie de opereta u ópera cómica.
Al gran autor teatral Calderón de la Barca se deben las tres primeras zarzuelas de que se tiene noticia:
El jardín de Falerina (1648).
El golfo de las sirenas (1657).
El laurel de Apolo (1657).
Los temas están destinados a la diversión principesca: dioses, héroes y emperadores, todo con cierto matiz teológico típico del teatro de Calderón. La música, que se ha perdido, era una mezcla de salmos, himnos, villancicos, tonos humanos y romances. Alternaba lo popular (las danzas) con lo culto. La zarzuela se va popularizando y desplaza en los dos siglos siguientes a los conciertos y las óperas, siendo el género musical más popular y más extendido en España hasta finales del siglo XX, en que surge la música de los grandes compositores nacionales posromántico-impresionistas. Todos los compositores de los siglos siguientes, incluso Manuel de Falla e Isaac Albéniz, intentaron componer en este género de zarzuela.
Entre sus autores de libretos destacados nos encontramos de nuevo a Calderón, y entre los músicos a Hidalgo o, ya en el XVIII, a José de Nebra. Títulos tempranos son El laurel de Apolo (1657), Los celos hacen estrellas (Juan Vélez de Guevara e Hidalgo, 1672) y Los juegos olímpicos (Salazar y Torres e Hidalgo, 1675); para las décadas en torno a 1700 la zarzuela se había convertido en imprescindible en toda fiesta cortesana de importancia, y su estilo musical se vería italianizado ya en el XVIII.
Música instrumental
Al declinar la polifonía vocal del “estilo antiguo”, surge la música instrumental. El nuevo estilo concertante emplea las maderas, los cobres, los laúdes, vihuelas y las teorbas. Los violines se van introduciendo cada vez más. La madurez del estilo español se hace más profunda, bajo la influencia preponderante de la danza. El término “baile” designa el baile popular, el de “danza” designa el baile aristocrático culto.
Danzas
La mayoría de las danzas que en este siglo conocen una difusión europea son de origen popular muy antiguo, que cambian de estilo al adaptarlas los maestros de la corte al repertorio cortesano.
Zarabanda
La zarabanda es una danza sensual y lasciva, de origen oriental, de la que heredó el flamenco ciertos bailes voluptuosos: zambra gitana, tientos, farruca. Ya era popular en el siglo XVI. Felipe II la prohibió. En el siglo XVII fue introducida en Francia y pasó a ser baile de la corte. A partir del siglo XVIII, pasará a ser parte de la suite, origen de la sonata, de la que constituirá el tiempo lento. Bach, Rameau y hasta Beethoven la compusieron.
La chacona
La chacona es en los siglos XVI y XVII una de las danzas andaluzas más extendidas, tiene similitudes con la zarabanda. Tiene profundas raíces andaluzas. Según algunos, vino de Italia, aunque, según otros, procede de las Américas. En el siglo XVI formaba parte de las danzas picarescas descritas por Miguel de Cervantes en sus Novelas ejemplares.
Como las danzas flamencas, la chacona comenzaba lenta para luego desatarse en ritmo de gran vivacidad, que quedó quizás en la bulería flamenca. De la fusión de elementos andaluces y del clasicismo del siglo XVIII sale una de las expresiones musicales más conocidas en Europa. En Europa se convertirá en una de las más profundas aplicaciones del principio de la variación por ampliación, a partir de un bajo continuo. Béla Bartók (1881-1945) alude a ella en su sonata para violín y Maurice Ravel (1875-1937) en su bolero.
El pasacalles
El pasacalles era en el siglo XVI una marcha que tocaban los ministriles por las calles. En el siglo XVII pasa a ser danza cortesana en ritmo ternario. Su bajo servirá de diseño generador de variaciones instrumentales. Bach (Pasacalle y fuga en do menor) y Brahms (final de la cuarta sinfonía y Variaciones sobre un tema de Haydn) han explotado el principio.
La folia
La folia es una danza muy antigua ligada a las danzas de la fertilidad en atmósfera carnavalesca. Su tema musical ya aparece en temas del Cancionero de Palacio (villancicos). En el siglo XVI, se encuentra por todas partes con denominaciones diversas: pavana italiana, en España; french galliard, en Inglaterra; la cara cosa, en Italia; la Espagne, en Francia. En el siglo XVII, hace una transposición aristocrática: folías de España, que usarán Gaspar Sanz, Corelli, Händel, Bach, Liszt, Rachmaninoff y Manuel Ponce.
Los canarios
Los canarios es una danza ruidosa y acrobática de los esclavos de Canarias.
La morisca
La morisca tiene un ritmo ternario muy vivo y la encontramos en el Orfeo de Monteverdi.
La seguidilla manchega
La seguidilla manchega es una danza folclórica.
La guitarra
Decae la vihuela y la guitarra, provista de una quinta cuerda, se convierte en el instrumento rey. En 1626, Luis Briceño publica el Método muy facilísimo para aprender a tañer la guitarra a lo español, que pone de relieve el carácter autóctono de la interpretación. El estilo rasgueado es sustituido por el estilo punteado. La obra didáctica capital es la de Gaspar Sanz, alumno de Mateo Romeno (el Maestro Capitán”): Introducción de música sobre la guitarra española” (1674). Es un tratado de acompañamiento y contrapunto y ofrece una antología del repertorio del siglo XVII, repertorio hispánico. La Fantasía para un gentilhombre de Joaquín Rodrigo explotará muchos temas de Sanz, autor hoy muy tocado en conciertos de guitarra.
En 1677 publica Lucas Ruiz de Ribayaz su Luz y Norte musical para caminar por las cifras de la guitarra española y arpa. El último libro para guitarra es de Francisco Guerau: Poema armónico (1694). Todas estas obras están enriquecidas con ejemplos sacados de la tradición.
El arpa
El arpa destrona a laúdes, vihuelas y teorbes al ser introducida en la iglesia. Los jesuitas le llevarán a las misiones del Paraguay. Allí los indígenas la adaptarán a su folclore y crearán el arpa paraguaya. Juan Hidalgo fue un gran arpista.
El órgano
El clavecín no tendrá, antes de llegar Scarlatti a España, representante alguno. Algo más tenía el clavicordio. El órgano sigue la tradición de Antonio de Cabezón (1510-1566): predilección hispánica por el melisma obsesivo y desplazamiento del acento rítmico.
Los grandes organistas del siglo XVII:
Francisco Correa de Araujo (1576-1663) fue organista de Sevilla. Su obra principal es Libro de tientos y otras piezas orgánicas, titulado Facultad Orgánica (1626). Araujo sintetiza la herencia del siglo XVI. Se mantiene muy ibérico, su hispanidad se expresa en un estilo personal, donde las sonoridades son buscadas con un sensualismo sorprendente, en medio de la austeridad un poco reseca de sus contemporáneos. Sus tientos tienen una gran libertad rítmica y una enorme audacia armónica, que les acerca a la canción popular.
Juan Cabanilles (1644-1712) fue el “Buxtehude español” (Dietrich Buxtehude, 1637-1707), así como Antonio de Cabezón puede ser calificado como el “Bach español”. Muchas de sus composiciones han desaparecido. Sus obras acusan menos la austeridad española y su contrapunto tiene mucho vigor y expresividad. Su sentido armónico le lleva a formar ciertos “modernismos” sorprendentes. Sus villancicos, pasacalles, gallardas, folías, tientos y tocatas cierra el gran ciclo inaugurado por Antonio de Cabezón y preconizan el estilo del siglo XVIII, con acentos ya prerrománticos. Cababilles tuvo discípulos en Francia.
Antonio Martín y Coll (1660-173) fue otro gran organista de San Francisco el Grande de Madrid. Su fama en la actualidad proviene de los cuatro volúmenes de la llamada Flores de música, una recopilación, realizada entre 1706 y 1709, de cientos de piezas para teclado, casi todas ellas anónimas, que se conserva manuscrito en la Biblioteca Nacional de Madrid. El quinto volumen de las Flores de música, intitulado Ramillete oloroso: suabes flores de música para órgano, contiene sobre todo música para ese instrumento. Esta obra en cinco volúmenes contiene más de 2000 obras que nos ofrecen un panorama musical de la música del siglo XVII.
Los “tonos humanos”
Se conoce como “tono humano” o simplemente tono a cualquier composición musical en lengua romance de carácter profano del siglo XVII español, en contraposición a los tonos a lo divino, de temática religiosa. Como casi todas las composiciones vernáculas de la época, predomina la estructura bipartita de estribillo y glosas, aunque también hay numerosos ejemplos que consisten en series de estrofas y otras variantes formales.
El género, bajo la denominación de tono humano o de tonada, adoptó textos de los mejores poetas del momento, y en la segunda mitad del siglo, ya como canción a solo con acompañamiento (equiparable al bajo continuo) desde la corte madrileña se difundió por las cortes europeas y la América española. Cabe citar a Juan Hidalgo, José Marín y Sebastián Durón entre sus autores.
En la primera mitad del siglo XVII predominan los tonos polifónicos (Mateo Romero o Juan Blas de Castro). A partir de mediados de siglo, empieza a florecer el tono monódico con acompañamiento de bajo continuo que se convertirá en el modelo predominante en las últimas décadas del siglo.
A principios del siglo XVIII el tono humano será reemplazado progresivamente por la cantata profana (en español denominada «cantada»), que adopta el modelo italiano compuesto de recitados y arias, con algunas secciones típicamente españoles como el «grave». El cultivador más destacado de la cantada profana fue José de Torres.
Los “tonos humanos” estaban destinados a parte de zarzuelas u óperas. Son una secuencia de coplas con estribillo para una voz con acompañamiento de bajo continuo (arpa, guitarra, cémbalo, laúd).
Cancionero de Claudio de Sablonara
Mucho de la música vocal del siglo XVII muestra, además del estilo polifónico muy evolucionado, abundancia de madrigales y de melodías acompañadas. Las canciones están en su mayoría recogidas en cancioneros. Uno de los más importantes es el Cancionero musical y poético de Claudio de la Sablonara comprende la época de 1590 a 1640. Recoge setenta y cinco composiciones romances, villancicos, endechas, folías, seguidillas. Este cancionero se conserva en la biblioteca de Múnich.
El autor mejor representado en él es Mateo Romero, o Rosmerín, de origen flamenco y el músico más famoso de su tiempo. Otros músicos citados son Juan Blas de Castro (hacia 1560-1631), que trabajó en la corte de Felipe III y Felipe IV y fue amigo de Lope de Vega; Gabriel Díaz Besson, maestro en el convento de la Encarnación, en Madrid, luego de Lerma (1616), de la catedral de Córdoba (1624-31) y de las Descalzas Reales de Madrid.
Otros cancioneros fueron impresos en Nápoles, Amberes y Roma y varios quedaron manuscritos en las bibliotecas de Madrid, Barcelona, y otras.
Impressum | Datenschutzerklärung und Cookies
Copyright © Hispanoteca - Alle Rechte vorbehalten