Hispanoteca - Lengua y Cultura hispanas

13-Romanticismo - impresionismo - música nacional

La música en España

(comp.) Justo Fernández López

www.hispanoteca.eu

horizontal rule

Romanticismo – impresionismo – música nacional

El Romanticismo

El Romanticismo fue un movimiento artístico que dominó en la literatura, la pintura y la música durante el último periodo del siglo XVIII y principios del XIX. El Romanticismo busca la defensa de la libertad creadora del artista frente a las reglas a las que el Neoclasicismo había sometido el arte. El rechazo de las reglas hay que atribuirlo a la mayor importancia que se concedió, ya desde finales del siglo XVIII, a la expresión de la subjetividad del artista.

En la música, el Romanticismo duró más que las otras artes. Mientras que en las otras artes se vieron influenciadas por el espíritu del Positivismo filosófico, que ponía más énfasis en la ciencia, lo que se plasmó en la aparición de estilos realistas en literatura y pintura, en lo que a la creación e interpretación de la música se refiere, fue el Romanticismo el estilo que predominó en diferentes etapas hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914.

Se considera el comienzo del Romanticismo musical con la Primera Sinfonía de Beethoven en 1800 y la ópera de Richard Strauss El Caballero de la Rosa (1911) como la última gran obra del período, aunque después de la guerra el estilo sobrevivió de mano de compositores como el propio Strauss o Giacomo Puccini. El final del Romanticismo tendría lugar en 1914, fecha de la adopción del sistema dodecafónico por Arnold Schönberg y del inicio de la Primera Guerra Mundial.

Estética e ideología del romanticismo

El Romanticismo cambió por completo la consideración del arte musical. Durante los siglos anteriores se había considerado a la música como un arte secundario, siempre al servicio de un texto o de una idea, a partir del inicio del Romanticismo, ya en el siglo XVIII, pasó a ser considerada como la más sublime de las artes. Si antes se criticaba a la música su incapacidad para imitar algo concreto, ahora se alabaría precisamente el que no estuviera sujeta a ningún elemento concreto, sino que fuera un arte principalmente abstracto.

La música no apelaba a la razón, sino al sentimiento, lo que la transformaba en un lenguaje universal especialmente apto para la expresión de lo subjetivo. Este nuevo concepto de la música influyó en todo el arte del XIX hasta el punto de que se le consideró un siglo fundamentalmente musical, sobre todo por su profunda influencia sobre las demás artes.

El triunfo de la burguesía frente a la aristocracia se vio reflejado en el desarrollo de la música, que buscó acercarse a un público más amplio, frente al predominio casi exclusivo del servicio a la aristocracia y la Iglesia que se había dado hasta entonces. Si hasta entonces el músico estaba ligado a una corte, a la protección de un noble o a un centro religioso, para los que escribía música de encargo, ahora aparece el compositor independiente que solo escribe cuando se siente inspirado. Su obra era la expresión de sus ideas y sentimientos. Fue fundamental la figura de Ludwig van Beethoven (1770-1827), que se convirtió en el primer artista independiente de un jefe concreto y que fue modelo de las generaciones futuras de compositores.

También fueron fundamentales los avances técnicos en la construcción de instrumentos, ante todo el piano, que ofrecían una mayor capacidad de expresión. El piano relegó a un segundo plano a los instrumentos de tecla anteriores. El piano fue aumentando su volumen y adquirió nuevas posibilidades sonoras.

Formas, estilo y fuentes de inspiración

El Romanticismo se caracteriza por una mayor libertad en el empleo de los sonidos. Aparecieron en acordes independientes notas disonantes que hasta entonces sólo se permitían como notas de paso. Un empleo más libre del cromatismo otorgaba un mayor colorido a la música y facilitaba el paso de una tonalidad a otra. Ello llevó a una progresiva disolución del poderoso esquema tonal creado por el Clasicismo hasta llegar a la ruptura de la tonalidad a principios del siglo XX. Las formas y los géneros tendieron a mezclarse.

Después de la universalidad de la Ilustración, el romanticismo es la edad del individuo, tras la Revolución Francesa. En lugar de los temas del barroco, que buscaban su inspiración en la antigüedad clásica y reflejaban una jerarquía organizada de dioses, gobernantes y pueblo, ahora los temas se referían a les expectativas y esperanzas del tiempo presente.

En la nueva era sin dioses, las ceremonias parisinas asumieron la forma de vastas odas corales con música, a menudo interpretada al aire libre, que alababan al ser humano y a un difuso ser supremo, así como a las virtudes revolucionarias de la libertad, la igualdad y la fraternidad. Ludwig van Beethoven con su ópera Fidelio (1814) fue el compositor más influido por estas ideas. Con su Sinfonía nº 3 en mi bemol mayor, Beethoven (1803) da una nueva dimensión al concepto de sinfonía heredado del siglo XVIII.

El gusto por la naturaleza se puso de manifiesto en la Sinfonía nº 6 en fa, opus 68, Pastoral, (1808), y fue un componente de la canción alemana. El primer gran escritor de Lieder fue Franz Schubert. Sus numerosas composiciones suelen utilizar el piano para desplegar su imaginería descriptiva, como sucede con los sonidos acuáticos que discurren a todo lo largo de su ciclo de canciones que describen el amor infeliz de un joven molinero en Die schöne Müllerin (1823). El propósito iba más allá de la imitación: el arroyo refleja los estados del alma y la fortuna cambiante del joven. En otras canciones, un objeto natural puede desempeñar un papel psicológico aún más poderoso, como cuando en su musicalización de Gretchen am Spinnrade (Margarita en la rueca, 1814) de Goethe, una desagradable figura en el piano representa no sólo la rueda que gira, sino también los círculos de pensamiento obsesivos de la joven traicionada por su amor perdido. Schubert podía hacer que una canción sonara como poesía simple o grandiosa; Robert Schumann, que también era un crítico agudo, escogió con más cuidado y exploró más allá de las limitaciones de la imaginación romántica, luces y penumbras, el dolor de la separación de un amor o de la patria, el terror en el bosque, los sueños misteriosos y muchos más temas, en los que lo misterioso se convertía en un verdadero territorio romántico.

Etapas del romanticismo

 Romanticismo temprano (1800-1830)

 

El período temprano se caracteriza por la permanencia en procedimientos de composición e instrumentación procedentes del Clasicismo. Fue fundamental el influjo de la literatura romántica alemana, surgida en el seno del propio Clasicismo a través del período conocido como Sturm und Drang (Tormenta e Impulso) del que forma parte, entre otros Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832), que dio entrada a la supremacía del subjetivismo en la literatura. Ludwig van Beethoven (1770-1827) fue el primer compositor plenamente romántico en lo que a concepción de la música se refiere. Junto con él, destaca en esta primera etapa del Romanticismo Franz Schubert (1797-1828), Carl Maria von Weber (1786-1826), Louis Spohr (1784-1859) y el compositor, escritor y crítico Ernst Theodor Amadeus Hoffmann.

Romanticismo pleno (1830-1850)

 

La segunda etapa del Romanticismo supuso su difusión fuera de Alemania y la aparición de tendencias diferentes dentro de un movimiento básicamente unitario.

En 1830 fue el año de la Revolución de julio en París, que supuso el fin de la monarquía absoluta y la toma del poder por la burguesía. Compositores como Hector Berlioz (1803-1869) tomaron lo aprendido de los primeros románticos para lanzarlo contra los últimos restos del Clasicismo, personificados sobre todo en la figura de Cherubini. Beethoven fue, en lo musical y en lo personal, el modelo al que todos aspiraban.

Es en esta etapa cuando se desarrolla el virtuosismo instrumental, que se centra ahora en la música para piano y violín solo. Esta etapa finaliza hacia 1850, por la muerte temprana de sus miembros más destacados. Mendelssohn falleció en 1847, Chopin en 1849, y Schumann en 1856. Para entonces, una nueva generación estaba comenzando a dirigir la música hacia otros derroteros que habrían de convivir con todo lo hasta aquí expuesto.

Romanticismo tardío (1850-1890)

 

Surgen las tendencias realistas y positivistas en artes y ciencias que, aunque no afectaran a la música, sí influían en la elección de argumentos en las óperas (desde La Traviatta de Verdi, en la que se escoge un argumento contemporáneo y escandaloso, hasta el verismo italiano, que busca reflejar ambientes y pasiones reales).

Esta etapa se caracteriza por la madurez de tres grandes maestros que constituyeron dos corrientes enfrentadas: la constituida por Férenc Liszt y Richard Wagner y constituida por Brahms.

los Poemas Sinfónicos y la música nacionalista

La música nacionalista fue un movimiento musical surgido en diversos países durante el siglo XIX cuyo propósito es exaltar la identidad musical propia de un país a partir de la búsqueda de tradiciones nacionales y del folclore. La conciencia histórica del incipiente romanticismo coincide con la evolución de la música nacionalista.

La falta de interés por lo local se hace evidente en óperas barrocas en las que lo exótico del argumento no implica diferencia alguna con la música de ópera de tema histórico o mitológico. Ya en el XVIII se comenzó a tener en cuenta el llamado "colorido local", el empleo de melodías populares o de determinados instrumentos que sirvieran para ambientar las óperas.  

Ya en el romanticismo, el elemento popular jugó un papel más importante que el de simple adorno de la música. El interés por lo primitivo llevó a la investigación de la lírica primitiva, y a recogerla en antologías.

El poema sinfónico es una composición musical programática para orquesta, generalmente de un solo movimiento, que va acompañada de un programa, generalmente de naturaleza poética o narrativa, que el público conoce antes de escuchar la obra. El impulso hacia lo extramusical constituyó una parte importante del romanticismo musical. Sus primeros defensores fueron Héctor Berlioz y Franz Liszt, que bajo la influencia del primero acuñó el término ‘poema sinfónico’ para una interpretación de su "Tasso" en 1854. Los poemas sinfónicos suponen el desarrollo musical de una idea o un argumento poético.

Es un tipo de composición orquestal de forma libre, donde se desarrolla un tema poético, dramático, descriptivo, programático, etc. Se puede considerar a las oberturas de concierto de Berlioz y Mendelssohn como los antecedentes directos de los poemas sinfónicos de Liszt. El nacionalismo romántico hizo acopio del poema sinfónico para desarrollar sus ideas nacionalistas.

Floreció profusamente en Bohemia y en Rusia. Ejemplos los contemplamos en obras como Mi patria de Smetana y Kamarinskaya de Glinka. Dos compositores destacados en la composición de poemas sinfónicos son Héctor Berlioz (1803-1869) y Richard Strauss (1887-1904). Del primero podemos destacar: Harold en Italia y Romeo y Julieta. Del segundo, Till Eulenspiegel, Don Juan, Vida de héroe y Muerte y Transfiguración.

El Romanticismo no solo ensalza la identidad personal, sino que descubre también la identidad nacional. Liszt o Chopin convertirán las danzas húngaras o polacas en obras de concierto llenas de virtuosismos. Pero el medio que permitió la expresión artística más completa del individualismo nacional fue la ópera, gracias al uso de un lenguaje particular y una música folclórica que sabía utilizar la historia, la mitología y las leyendas locales.

El desarrollo del nacionalismo se diversificó en la creación de diferentes escuelas nacionalistas que tuvieron su principal preocupación en el tratamiento de melodías y argumentos de carácter folclórico o patriótico. La bohemia con compositores como Antonin Dvorák (1841-1904) o Bedrik Smetana (1824-1884), la rusa con Nicolai Glinka (1804-1857) y el llamado Grupo de los Cinco, conocidos como «La escuela de San Petersburgo», un círculo de compositores que se reunieron en San Petersburgo en los años 1856-1870: Mili Balákirev (el líder), César Cuí, Modest Músorgski, Nikolái Rimski-Kórsakov y Aleksandr Borodín. El grupo tenía el objetivo de producir un tipo de música específica de Rusia, en lugar de uno que imitara el estilo en que se basó la música europea, o la formación que se daba en los conservatorios de Europa. En cierto sentido, eran una rama del movimiento nacionalista romántico en Rusia. Y, finalmente, Piotr Illich Tchaikovsky (1840-1893). En los diferentes países escandinavos encontramos a Edvard Grieg (1843-1907), Carl Nielsen (1865-1931), Jean Sibelius (1865-1957). Más adelante, el nacionalismo musical se extendió por el resto de los países. Destacaron entonces las escuelas de España e Inglaterra, pertenecientes ya al Postromanticismo.

En Francia no hubo una escuela nacionalista, sino que se cultivó una música de sonido inequívocamente francés, pero ajena a la preocupación nacionalista. Destacaron en estos años autores como César Franck (1822-1890), Camille Saint-Saëns (1835-1921) o Gabriel Fauré (1845-1924). Al mismo tiempo y también en Francia, comenzaron su obra los compositores del Impresionismo, una de las escuelas que acabó con la vigencia del estilo romántico.

La ópera romántica

La ópera romántica asumió formas diferentes en dos países que ya poseían una vigorosa tradición operística, Italia y Francia. Gioacchino Rossini destacó lo sentimental en una serie de óperas que le hicieron famoso en toda Europa. Bellini compuso melodías largas y lánguidas que influyeron en Chopin; Donizetti, con óperas que utilizaban de forma original la orquestación, estableció vínculos con el romanticismo del norte que incluía la obra del influyente novelista sir Walter Scott. La forma del arte nacional italiano pronto se identificó con la lucha por la independencia política: el risorgimento fue laureado por Giuseppe Verdi.  

La ópera romántica francesa tuvo una voz característica en la obra de Jules Massenet, Charles Gounod y Camille Saint-Saëns; de esta forma, Carmen (1875) de Georges Bizet, admirada por Friedrich Nietzsche y por Chaikovski como antídoto a Wagner, trajo una nueva claridad e inmediatez al género sin perder en intensidad pasional. Incluso Claude Debussy, crítico hostil a Wagner, fue un compositor al que afectó especialmente Parsifal cuando escribió Peleas y Melisanda (1902).

Posromanticismo (1890-1914)

El posromanticismo coincide con un período de gran convulsión en todos los ámbitos culturales y artísticos europeos. Posrománticos son los compositores que siguen el estilo de Wagner y crean obras siguiendo los cánones del romanticismo en una época en la que aparecen ya muchas manifestaciones culturales y artísticas de carácter innovador, como el Impresionismo y las primeras vanguardias, como el futurismo, el expresionismo, etc.).

Este movimiento musical abarca de 1890 a 1914, y se caracteriza por el empleo de grandes formas y de conjuntos vocales e instrumentales también de grandes dimensiones, así como por el desarrollo extremo del lenguaje compositivo del Romanticismo. Este desarrollo dará lugar a la obra de autores como Max Reger (1873-1916), Richard Strauss (1864-1949), Gustav Mahler (1860-1911) o Ferruccio Busoni (1866-1924) así como al desarrollo del Impresionismo, que buscará una sonoridad diferente de la que el Romanticismo había creado.

Culturalmente, coincide el Posromanticismo con los demás movimientos artísticos y literarios que pretenden superar el realismo vigente desde mediados del XIX y volver al espíritu del primer Romanticismo. Es el caso del Modernismo, el Simbolismo y el Parnasianismo en poesía o los estilos plásticos que se conocen como Jugendstil, Art Nouveau o Modern Style.

Aunque el final de su vigencia se marca en 1914, fecha de la adopción de la atonalidad por parte del compositor Arnold Schönberg (1874-1951), la estética del Posromanticismo se mantendrá hasta los años sesenta. También perdurará el Posromanticismo en la obra de compositores como los españoles Joaquín Rodrigo (1901) y Jesús Guridi (1887-1962), que ignorarán de forma deliberada los avances de las vanguardias musicales y de la música de la postguerra europea, y permanecerán en el estilo de los últimos años del XIX y primeros del XX en los que llevaron a cabo su formación.

El Impresionismo

El término Impresionismo pasó de la pintura a la música en el 1887. El jurado del Premio de Roma, de la Academia de Bellas Artes francesa, lo aplicó a la música de Claude Debussy para criticarle la que consideraban falta de claridad de la estructura y el exceso de colorido musical. El término fue acogido como halago por parte de Debussy para quien la música era, en realidad, más adecuada para captar la impresión que la pintura, dado el carácter estático de esta última. En el mismo sentido se pronunció la crítica.

Más adelante Claude Debussy definiría su música como simbolista y no como impresionista, dado que consideraba que empleaba determinados esquemas melódicos y rítmicos como símbolos descriptivos. Junto con Debussy, destaca también el francés Maurice Ravel (1875-1937). De sus producciones destacan el Prélude à l'après-midi d'un faune (Preludio a la siesta de una fauno), La Mer (El Mar) y la Suite Bergamasque del primero; y del segundo La Valse, Pavane pour une infante defònde (Pavana para una infanta difunta) y, sobre todo, el famosísimo Bolero.

Fuera de Francia, el estilo del Impresionismo marcó la producción de compositores como el italiano Ottorino Respighi (1879-1936), el español Manuel de Falla (1876-1946), el ruso Alexander Scriabin (1872-1906) o el inglés Frederic Delius (1862-1934).

El Impresionismo francés, hermano de las tendencias pictóricas y poéticas que por esos mismos años se dan en Francia y Bélgica, fue la primera muestra de la necesidad de un camino diferente al del Romanticismo, aunque partiera de la evolución de sus propios conceptos estéticos. El impresionismo, concebido por Debussy como tendencia contraria al romanticismo, fue visto como la fase final de la música romántica.

El Impresionismo es una de las respuestas que surgen como consecuencia del cansancio de los recursos clásicos de la música tonal, a los que compositores como Liszt y Wagner estaban llevando al extremo. Para ello, los impresionistas tendieron a emplear escalas modales con las que se buscan efectos diferentes de los creados por el cromatismo y la melodía infinita de los compositores wagnerianos. En cuanto al ritmo, se busca, mediante cambios frecuentes de acento, un carácter impreciso, y una selección tímbrica adecuada, ayudan a componer un tipo de música de ambientes difuminados y sugerentes, los más adecuados para crear la impresión que da nombre al movimiento.

De hecho, el Impresionismo influyó más en países en los que la tradición musical alemana no tenía tanto peso, tales como España, Rusia o Italia o en aquellos que, como Inglaterra, llevaban a cabo una selección de las influencias foráneas.

Los principales representantes del Impresionismo musical, además de Debussy y Ravel, son: los ingleses Frederick Delius (1862-1934) y Charles Villiers Stanford (1852-1924); los rusos Alexander Scriabin (1872-1915), Sergei Rachmaninov; (1873-1943) y Sergei Taneyev (1856-1915); los italianos Umberto Giordano (1867-1948), Ottorini Respighi (1879-1936) y Ermanno Wolf-Ferrari (1876-1948).

A los que hay que añadir a los españoles Manuel de Falla (1876-1946), Enrique Granados (1867-1916) e Isaac Albéniz (1860-1909), que crearon un lenguaje musical que se adecuaba a las características musicales del folclore español.

horizontal rule

Impressum | Datenschutzerklärung und Cookies

Copyright © Hispanoteca - Alle Rechte vorbehalten