La tierra del flamenco
La música en España
(comp.) Justo Fernández López
LA TIERRA DEL FLAMENCO
Topografía del flamenco
Triángulo del flamenco
«Los primitivos cantes flamencos surgen del triángulo articulado en los vértices de Ronda-Triana-Cádiz. En el centro geográfico de este triángulo emerge, fabuloso, Jerez. [...]
Lo que nos conviene subrayar es el fenómeno de convivencia durante los siglos XVI y XVII. La población morisca campesina debió de ser numerosa en las campiñas de Sevilla y de Jerez. Allí se formaron sedentarios grupos gitanos que en el transcurso de dos siglos se andaluzaron por completo. Al mismo tiempo surgieron barrios llamados "gitanerías", más o menos homogéneos, en Jerez, Cádiz, Sevilla y otras grandes localidades de la Baja Andalucía. Todavía durante la primera mitad del siglo XIX, Triana fue barrio gitano por excelencia. Los moriscos eran numerosos en Sevilla y provincia. Sólo en Sevilla, capital, a principios del siglo XVII, había más que en ninguna otra ciudad peninsular. Henri Lapeyre calcula unos 7.500 y era dificilísimo diferenciarlos del resto de la población andaluza.
Pues bien, el primitivo cante flamenco se ha debido formar lentamente (siglos XVI al XVIII) en las provincias de Sevilla y Cádiz. En trescientos años, la aclimatación de los gitanos sedentarios fue total. Es probable, por no decir seguro, que las tierras bajas de Andalucía conservasen un numeroso porcentaje de moriscos, pese al decreto de expulsión, y, en todo caso, la entrañable tradición musical arábigo-andaluza pervivió con fuerza y pureza en el campo. Los gitanos procedían de la India y en los cantos "propios", muy alterados por sus seculares errancias, latían melodías, ritmos, giros ornamentales, procedimientos característicos del folclore oriental. En Andalucía encontraron un folclore hermano, que les recordaba y refrescaba el suyo. Entonces, con su innata capacidad de asimilación absorben los cntos y danzas diseminados en el pueblo. Refunden elementos dispersos y crean algo por completo nuevo; el flamenco primitivo.
Los elementos integrados en él fueron:
El tradicional sentido gaditano del ritmo y de la danza.
Las canciones campesinas de los agricultores moriscos (campiñas de Sevilla y Jerez).
Los resabios judaizantes, y todo el folclore orientalizado andaluz respaldado por la gran tradición bética.»
[Molina, Ricardo / Mairena, Antonio: Mundo y formas del cante flamenco. Sevilla: Librería Al-Ándalus, 1971, pp. 25 y 33-34]
El centro originario y genuino del cante flamenco está formado por el triángulo
Sevilla <> Jerez <> Ronda
Dos triángulos más periféricos son los de
Córdoba <> Linares <> Ronda
Málaga <> Granada <> Ronda
El flamenco se desarrolló en el sur de Andalucía. El centro topográfico del flamenco está situado en el triángulo que forman las ciudades de Cádiz, Ronda y Sevilla (barrio de Triana). En el centro de este triángulo está Jerez de la Frontera. Este es el triángulo originario y genuino del cante flamenco.
«Hay tres núcleos nativos básicos: Sevilla, Cádiz, Jerez. Y queriendo ser más preciso, el barrio de Triana de Sevilla, el gaditano de Santa María, pasando por el fundamental de Santiago de Jerez.
Todos los cantores de fines del siglo XVIII y buena parte del XIX que forman el censo fundacional del flamenco son oriundos, sin excepción, de alguna de las localidades citadas - o aquellas que unían Cádiz a Sevilla -, y todos ellos, también sin excepción, eran de raza gitana.
El grueso de la tropa flamenca los forman los andaluces. Existe, pues, un poderoso y constante factor geográfico; un influyente y activo ambiente regional.
En resumen, se puede afirmar que en su forma actual el cante flamenco apareció de un golpe en 20 años, al final del XVIII. Y con respecto a la guitarra, forma inseparable pareja con el cante desde el siglo XIX». [Herrero, Germán: De Jerez a Nueva Orleans. Análisis comparativo del flamenco y del jazz. Granada: Editorial Don Quijote, 1991, p. 40]
«Es de gran interés conocer la situación geográfica donde se gestó y desarrolló el flamenco; donde se desarrolla en mayor calidad. Esto es, las provincias de Sevilla y Cádiz, y más concretamente, Alcalá de Guadaira, Puebla de Cazalla, Mairena del Alcor, El Viso, Coria, Sevilla, Lebrija, Utrera, Cádiz, Dos Hermanas, Écija, Marchena, Carmona, Puente Genil, Estepa, Osuna, Morón de la Frontera, Ronda, Arcos, Jerez, San Fernando, Sanlúcar, Puerto Real, Algeciras, Puerto de Santa María ... aunque otras zonas después desarrollasen determinados estilos, como las zonas de Córdoba, Málaga, Huelva, Granada, Jaén o Almería.» [Vélez, Julio: Flamenco. Una aproximación crítica. Madrid: Akal Editor, 1976, p.11]
En Sevilla y en Cádiz se encuentra la más amplia variedad de cantes flamencos: soleares, siguiriyas, bulerías, cantes "a palo seco" (tonás). En la provincia de Sevilla encontramos también fandangos y tangos de Triana, sevillanas y cantes camperos. En Cádiz: alegrías, mirabrás, romeras, caracoles, cantiñas, tangos y tientos. Los centros flamencos más importantes de la provincia de Sevilla son Triana, Osuna, Morón de la Frontera, Utrera, Lebrija. Los centros del flamenco en la provincia de Cádiz son Jerez, Cádiz, Algeciras, Santa María y Arcos de la Frontera. El flamenco se fue extendiendo luego a las provincias de Huelva, Córdoba, Jaén, Málaga y Granada.
La estancia de Manuel de Falla (1876-1946) en París brindó a los compositores franceses Claude Debussy (1862-1918) y Maurice Ravel (1875-1937) la oportunidad de entrar en contacto con el flamenco y la música española. A mediados del siglo XIX, ya habían visitado Granada y Cádiz los compositores rusos Rimsky-Korsakow (1844-1908) y Michael Glinka (1804-1857). El compositor francés Georges Bizet (1838-1875) no había estado en España antes de escribir su ópera Carmen, pero parece que se inspiró para componer su ópera en un polo de Manuel Garcias y en la habanera "La paloma" de Sebastián Yradier (1809-1865).
Grandes centros cantores de 1800 a 1860
«En esta época los grandes centros cantores fueron Triana, Cádiz, los Puertos (Santa María, Puerto Real), Isla de San Fernando, Sanlúcar y en segundo término, Ronda, Morón, Lebrija, Paterna, Alcalá y Medina Sidonia.
En Granada se registró poca o nula actividad, acaso por la circunstancia de haber sido la provincia menos arabizada y berberizada, en el orden étnico, de todos los reinos andaluces.
De Córdoba, Huelva, Jaén, Almería, Málaga, no hay noticias de interés. Las diseminadas en obras literarias (prensa, teatro, viajes, cuentos, etc.), coinciden en referirse a las rondeñas como cante y baile populares por excelencia.
Ignoramos la situación de la población gitana onubense, pero la de Córdoba, Jaén, Almería, Granada y Málaga está clara. Sus relaciones con la gitanería de Sevilla y Cádiz fueron escasas. En cambio, Córdoba y Jaén sí mantuvieron ininterrumpido trato entre sí. En Córdoba el elemento gitano (poco numeroso) estuvo más bien vinculado a la Mancha y a Jaén.
Por eso, la inmensa mayoría de los cantaores cordobeses no fueron calés.
De todos los centros enumerados los más importantes fueron Triana, Cádiz y Jerez de la Frontera.»
[Molina, Ricardo / Mairena, Antonio: Mundo y formas del cante flamenco. Sevilla: Librería Al-Ándalus, 1971, pp. 37-38]
«Se pudieran determinar ámbitos gitanoandaluces: el comprendido entre Ronda-Cádiz-Sevilla; el de Córdoba-Linares-Ronda; el malagueño y el granadino.» [o. cit., p. 42]
Sociología de las músicas gitano-andaluza y negro-norteamericana
«El paisaje se incardina en el cuerpo social hasta modelar su idiosincrasia. Territorio y clima son factores que condicionan no sólo los hábitos alimenticios, la indumentaria y la vivienda, sino el propio temperamento de los pueblos. Pues bien, los lugares en que se asentaron mayoritariamente las comunidades negro-norteamericana y gitano-andaluza presentan características compartidas. Predomina en ellas un paisaje abierto, en el que impera una bonanza climática que facilita una comunicabilidad continua entre las poblaciones; una trashumancia socialmente enriquecedora. Las llanuras del delta del Misisipí no se diferencian demasiado de las marismas del Guadalquivir. Se trata, en ambos casos, de terrenos fértiles en los que se cultiva algodón y maíz, plantaciones que congregan a numerosos campesinos durante los trabajos de recolección, facilitando un marco muy adecuado para manifestarse y comunicarse musicalmente. (En este contexto se iría modelando el blues, a partir de los cantos de trabajo, y en él encontraría también el flamenco un medio de divulgación y contraste.) En el entorno de estos territorios surgen importantes núcleos de población, a los que se extienden las semejanzas de los hábitats rurales. Nueva Orleans, como centro comercial a orillas del Misisipí, encuentra en Sevilla, puerto del Guadalquivir, una ciudad con frecuentes analogías. A ello contribuye el que la primera es una ciudad de origen latino, circunstancia que se refleja en su planificación urbanística e incluso en el temperamento de su población. Todavía hoy es posible encontrar afinidades entre los barrios negros de Nueva Orleans y las gitanerías de Sevilla. Sus pobladores comparten un hacer vital en la calle y una permanente disposición para manifestarse individual y colectivamente que subrayan un acelerado pulso vital.» [Salinas Rodríguez, José Luis: Jazz, Flamenco, Tango: Las orillas de un ancho río. Madrid: Catriel, 1994, p. 30]
Impressum | Datenschutzerklärung und Cookies
Copyright © Hispanoteca - Alle Rechte vorbehalten