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Origen del cante flamenco

La música en España

(comp.) Justo Fernández López

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Origen del cante flamenco

Tesis e hipótesis

El cante es un echar por delante las cosas del corazón.

(José María Pemán)

¡Po no es difisi poder definí lo que e er cante!

Es como queré sabé por qué Dios iso d’un güeso a la primera mujé.

[¡Pues no es difícil poder definir lo que es el cante!

Es como querer saber por qué Dios hizo de un hueso a la primera mujer.]

(González Hervás)

Hay muchas teorías sobre el origen del cante jodo o flamenco, y muy pocas cosas en ellas que puedan demostrarse. Casi todas intentan buscar un núcleo originario puro, el cante jondo o gitano, o conjunto de "cantes básicos", comparadas con los cuales todas las formas flamencas posteriores o serían "aflamencadas" o "emparentadas con ...". Algunos buscan las raíces del cante flamenco en el exterior (origen pakistaní), otros las buscan en una raza determinada (origen gitano del cante jondo o gitano-andaluz), otros niegan la paternidad a un grupo social o raza determinada en la creación de este cante singular que es el jondo (tesis del origen andaluz como producto de la convivencia de gitanos, moriscos y andaluces, sin privilegiar a ningún grupo determinado). 

Las teorías se podrían resumir así:

  • predominio de los elementos de origen oriental: el flamenco es de origen oriental (Pakistán, India);

  • predominio del elemento gitano: el cante es creación genuina de los gitanos;

  • predominio del elemento gitano, pero no como creador, sino como “forjador” del cante a base de elementos del folclore andaluz;

  • el cante no es producto de ningún grupo social especial, ni de ninguna etnia: cuando llegaron los gitanos a España, el cante ya había sido creado tal y como lo conocemos;

  • teoría gitano-morisca del cante: los gitanos no crearon ni forjaron nada, el flamenco es un producto autóctono de la Baja Andalucía y en él confluyen elementos de todas las culturas que se asentaron en esta región y de todos los grupos étnicos que convivieron en ella: andaluces, moriscos, gitanos (los gitanos no crearon nada, pero fueron los primeros que “profesionalizaron” el flamenco, los primeros que lo “comercializaron”, el papel de los moriscos refugiados con los gitanos fue muy importante, así como la tradición de los judíos sefardíes y de los cristianos mozárabes.

Tesis del origen pakistaní del cante jondo

 Mapa de la época de Ziryab

 

Mapa de la época de Ziryab. La línea negra indica el posible camino entre Sindh y España.

[Aziz Balouch: Cante Jondo (su origen y evolución). Madrid: Ediciones Ensayos, 1955, p. 25]

 

«Después de más de veinte años de investigaciones sobre el origen y raíz del Cante Jondo andaluz, he llegado a la conclusión de que éste, especialmente en sus modalidades “soleares”, “seguiriyas”, “serranas”, “fandanguillos”, “martinetes”, “cañas”, “polos” y otros más, tienen auténtica afinidad con el cante folklórico Indo-Pakistán. Como un modesto cantor de la música Indo-pakistaní y Cante Jondo, habiendo vivido en ambos países, y cantado en ellos, llegué a experimentar de cerca, en sus más hondas raíces, el sentimiento que ambos cantes entrañan.»

[Aziz Balouch: Cante Jondo (su origen y evolución). Madrid: Ediciones Ensayos, 1955, p. 7]

Historia del cante jondo

«Pakistán es una tierra antigua y cuna de las más antiguas civilizaciones. Las ruinas de Mohen-Jo-Daro y Harappa, que los arqueólogos sitúan con fecha anterior a 2.500 a. C., revelan la existencia de una avanzada y floreciente cultura. El territorio que hoy constituye el Este (West Pakistán) fue el primer hogar de los antiguos arios, conociendo, además, la invasión de las legiones macedónicas de Alejandro. Árabes, persas, turcos, afganos y mongoles llegaron y se establecieron allá, haciendo florecer distintas civilizaciones.

En el año 711 de la era Cristiana, Mohamed Ben Kassim conquistó Sindh, unos meses después de que Tarik Benzyed invadiese la Península Ibérica; uno y otro, mandados por el Califato de Damasco. El camino desde Andalucía a Sindh, a través de Damasco, estaba trazado. Músicos, artistas, arquitectos, aprendieron el camino de ida y vuelta, a través del mundo musulmán, llevando como equipaje su sabiduría a los distintos pueblos de la antigüedad árabe.

Cuando Ziryab vino de Persia a Andalucía para enseñar su cante a los músicos españoles, ya el camino exististía, y no cabe duda de que los españoles sabían viajar, llevando consigo su saber para mostrarlo a los demás. Que llegaron hasta Sind es indudable, y los hombres antiguos de mi patria aprenderían a conocer la música que los primitivos españoles tenían antes de la invasión de los árabes, contribuyendo este medio a la más perfecta compenetración entre ambos pueblos en la antigüedad. Por eso, cuando Ziryab enseñaba su arte en Andalucía, trataba con personas y terreno conocidos, que en los tiempos siguientes se unieron más. Y cuando los árabes perdían su hegemonía en España, y marcharon a tierras musulmanas por el Norte de África y el Oriente Medio, ya llevarían sus usos y costumbres a sus hermanos de religión hasta el límite extremo del camino, que era Sindh.

En un mapa general puede observarse cómo la tierra musulmana, desde España hasta Sind, tenía una perfecta continuidad. Téngase en cuenta que en los tiempos primitivos de las invasiones árabes, la región de Sindh tenía un grado de cultura superior, y sus conocimientos musicales eran perfectos, cosa que no tenían aún los árabes. La civilización ario-indostánica (de 2.500 a.C.), que era la de Sindh, se limitó a recoger los valores que podían enriquecerla, elevando así la importancia de su patrimonio artístico. Siendo los árabes maestros en traducir y asimilar todas las ramas de las ciencias, literatura y arte, supieron captar hábilmente la música indostánica, asimilándola hasta el extremo de usarla como propia.

Después de estas explicaciones, es más fácil comprender la relación que pueda existir entre una Andalucía árabe y un Sindh Indostánico, a través de un camino uniforme y recto.» (Aziz Balouch, 24-25)

«Y, finalmente, en el mundo de la música, debo mencionar a quien, por su arte, aun florece en España, y cuya música ha permanecido en esencia con espíritu inalterable desde los tiempos de su introducción, durante el priodo del esplendor musulmán. El nombre de este sabio cantor y músico fue Hassan Ali Ben Nafi Ziryab, de Persia, fundador del mundialmente famoso cante jondo.

Los detalles e historia de la evolución de esta música merecen una adecuada explicación.

El Califa de Bagdad, Harum-el-Raschid, envió a Córdoba a su predilecto poeta-cantor, musicólogo y compositor, Ziryab, como un gesto de buena voluntad para el Califa de Córdoba. Éste era poeta y filósofo, gran protector de las Artes y la Música. Ziryab fue encargado de enseñar a los andaluces el arte de la música y a tocar instrumentos orientales. Y músicos españoles declaran que la famosa guitarra española fue introducida por Ziryab; estaba hecho este instrumento según el modelo de otro persa, el “Tar”, o el árabe “Lute”, y originariamente tuvo cuatro cuerdas tan sólo. La quinta fue añadida por Ziryab y la sexta ha sido aplicada, relativamente en época moderna [por Vicente Espinel]. Se dice que Ziryab había visitado Sind (ahora provincia de Pakistán, donde está situado Karachi) y que había estudiado el estilo del cantar Sindhi.

Ziryab era maestro de música persa-baluchi (téngase en cuenta que en aquellos tiempos el el Baluchistán formaba parte de Persia). Era un artista consumado que había estudiado a fondo la música indostánica, siendo reconocido en su época, el siglo IX, como el más profundo conocedor de esta música clásica, y cuya fama había trascendido fuera de Bagdad, haciéndole famoso por todo el mundo entonces. [...]

Ziryab cantó por mucho tiempo, acompañándose de su instrumento especial de cuatro cuerdad, del que sabría sacar unas melodías nunca escuchadas, al compás de su voz. Esta música de Ziryab trascendió al exterior, se hizo popular, surgiendo los imitadores, andaluces del Califato, que no descansaron ni cedieron en su empeño hasta aprender en lo posible la dulce música que les había enseñado el maestro. Cantaba cada uno según su estilo, pero imitando el gran modelo que era Ziryab. [...]

No cabe duda de que la influencia sería recíproca; es decir, que lo mismo que Ziryab vino a España e influyó de un modo decisivo en la música popular de la Andalucía de entonces, los españoles que partiendo de su tierra, a través del mundo árabe, que en aquellos tiempos era una continuidad, llegarían a Sindh, donde no dejarían de poner las huellas de su arte y sentimiento. Se da la circunstancia de que el "cante grande" [jondo] español, como seguiriyas, soleares, cañas, polos, etc., está completamente identificado con las música folclórica Sufi, como las composiciones del magistral poeta místico Shah Latif y muchos otros, que, al cantar, da la forma exacta melódica del "cante grande" citado. La palabra "jondo" bien pudiera derivarse de las voces del idioma "Sindhi" gind, que significa 'alma' (cante del alma), o bien de "hindu" indostánico, como haciendo relación a su origen.»

[Aziz Balouch: Cante Jondo (su origen y evolución). Madrid: Ediciones Ensayos, 1955, pp. 24-28]

La música indo-pakistana

«La música indo-pakistana estuvo desde los tiempos primitivos idealizada, dándosele una forma poética que venía a encajar perfectamente en la manera de ser del hombre indostánico de entonces. La Música, como creada por Dios, era el vehículo que el hombre empleaba para comunicarse con Él. Toda música, pues, tenía un matiz religioso y sagrado, y aunque más adelante se cantase a la amada, su carácter profano era relativo, ya que toda la esencia musical estribaba en la grandeza del Creador. Así, en las distintas formas de cantar, siguiendo las horas del día o de la noche. [...]

La música indo-pakistana está dividida en seis Modos principales, cuyos nombres personificados son los siguientes: bhero (se canta de 4 a 8 de la mañana), hindo (de las 8 a las 12 de la mañana), mengh (de las 12 a las 16 horas), sri (de las 16 a las 20 horas), dipak (de las 20 a las 24 horas), malcos (desde medianoche hasta las cuatro de la mañana).» [o. cit., pp. 30-36]

Árbol genealógico del cante Sindhi, en sus relaciones con el cante jondo español

Árbol genealógico del cante Sindhi

 

Tesis del origen gitano-andaluz del cante flamenco o jondo

Los gitanos como "forjadores" del canto

«Al afirmar el origen gitano del primitivo cante flamenco no aseguramos que la totalidad del cante que hoy llamamos flamenco sea creación calé; no. Restringimos nuestra teoría estrictamente a los cantes flamencos primitivos, tres a nuestro juicio: siguiriya, tonás y corridas o viejos romances. Es probable que junto a éstos florecieran otros, bien como derivación suya (tal la liviana), bien como criaturas autónomas, procedentes de cultas canciones, hoy extinguidas o momificadas, como la caña y el polo.

En resumen, creemos que los gitanos fueron los creadores de la siguiriya, las tonás, las corridas, tal como hoy han llegado a nosotros. Las versiones pre-gitanas de estos cantes, si es que las hubo, carecen de pruebas. [...]

Los primitivos cantes flamencos surgen del triángulo articulado en los vértices de Ronda-Triana-Cádiz. En el centro geográfico de este triángulo emerge, fabuloso, Jerez. [...]

Lo primero que conviene aclarar es el valor y el sentido de la acción "creadora". [...] Los gitanos no crearon el cante ex-nihilo. El sentido aproximado de su creación creemos que lo da un término, bien expresivo por cierto: forja. Creación o forja del cante. Pues ellos no trajeron el cante consigo porque en este caso quedarían rastros itinerantes. Tampoco lo encontraron porque entonces quedarían reliquias isleñas. El cante es fruto de la integraión de varios elementos. Pues bien, el medio en el que tal integración se consumó fueron los gitanos bajoandaluces. Los gitanos crean o forjan el cante primitivo; son los agentes creadores. Pero lo forjan con metales en su mayoría andaluces. Eso explica que el fenómeno de que sólo los bajo-andaluces, y no los gitanos de otras regiones españolas o del mundo, sean sus cultivadores y depositarios fieles. Los gitanos afincados en Andalucía Baja en el siglo XVI inauguran, pues, la prehistoria del cante, largo periodo de asimilaciones que desemboca en plena historia a final del siglo XVIII y principios del XIX. [...]

El substratum del cante es tan profundo que se confunde con la nativa actitud andaluza de cantar y bailar. Las más remotas fuentes históricas sobre Andalucía nos dan noticia de su vocación musical. Recordemos el testimonio de la Ora Marítima de Avieno (que interpola datos tomados de un periplo griego del siglo VI a. C.), en la que se habla de las leyes en forma de métrica de los tartesios o iberos del bajo Guadalquivir; y los versos de Marcial y Juvenal, donde se describe el arte de las muchachas de Gades, consistente en el cante y el baile festeros ...

Así, no debe extrañarnos que el solar bético fuese excepcionalmente propicio para asimilar los ricos y varios elementos musicales implícitos en las diversas culturas que en Andalucía convivieron o se superpusieron desde el siglo VIII al XV.

El cuadro de esas culturas nos da la asimilación de los siguientes elementos músicos:

  1. Modos jónico y frigio (dramático y cromático), inspiradores del canto litúrgico bizantino o griego, mantenido en Córdoba hasta el siglo XIII por la Iglesia Mozárabe y cuyo influjo en el cante flamenco ha sido subrayado por Manuel de Falla.

  2. Primitivos sistemas musicales hindúes transmitidos a través del elemento humano sirio y del cantor y poeta bagdadí Ziryab, durante el emirato de Abderramán II, recognoscibles técnicamente en el enarmonismo, el estilo reiterativo y ornamental de algunos cantes (la siguiriya de Curro Durse, por ejemplo).

  3. Cantos y músicas musulmanes, introductores de la "gama oral" (dericada de la chino-iraniana), y de una nueva categoría musical cual fue "la medida". El fandango y sus múltiples derivaciones son expresiones de este influjo, así como el frecuente uso de melismas, característico tanto del flamenco como de los cantos norteafricanos actuales. La influencia islámica debió actual hasta mediados del siglo XVII, especialmente en las tierras bajoandaluzas y en el campo con preferencia a las ciudades. La gama es extraña al cantaor popular, según Arcadio Larrea.

  4. Melodías salmodiales y sistema musical judío, entre los siglos IX y XV. Ecos del canto sinagogal aparecen en algunas siguiriyas, concretamente en las de Joaquí la Serna, cantadas por Manuel Torre; también en las saetas, emparentadas con la famosa oración hebrea "Kol Nidrei".

  5. Canciones populares mozárabes, de tipo indígena, autóctonas andaluzas, en las que se proyectaría la sombra y el ritmo de las "cantigas gaditanas", que acaso fuesen sus antepasados. A este tipo de canto pertenecieron las "jarchyas". Mozárabes fueron también las callejeras "zamras" o "zambras", tan caras a muchos Califas cordobeses.

Panorama musical anárquico, como resultado de la convergencia en el Al-Andalus de los más diversos influjos: orientales y helénicos, semíticos y autóctonos, laicos y religiosos, cantos sinagogales, invocaciones muezínicas, liturgias griega y visigótica, cultas canciones de Ziryab, melodías hindúes y persas, canciones iraquesas de Achfa de Bagdad y Qamar de Basora, melopeas bereberes, jarchyas mozárabes, en activa convivencia, en mutua e incesante interacción, o caso, celosamente autodelimitados (lo cual es más probable). Ahora bien, entre tal variedad, aquello en lo que todos participaron fue en los cantes y bailes propios del pueblo arábigo-andaluz: jarchyas y zamras.

Hasta el siglo XV, la cultura musical arábigo-andaluza, que comprendía la rica constelación señalada, dio la tónica a toda la Península Ibérica. [...]

Con los materiales dispersos en los campos de Cádiz y Sevilla, un nuevo pueblo, el gitano, llegado a final del siglo XV, forjará los primitivos cantes flamencos, integrando en ellos aquellas diversas tradiciones musicales que encontró todavía vivas en la abundante población morisca de los campos bajoandaluces y aportando, además, su poderosa contribución racial. [...]

Los gitanos son oriundos de la India, no sabemos con exactitud de qué región. De allí partieron a principios del siglo IX en gran oleada emigratoria. Ignoramos por qué causa. Del siglo XI als siglo XIII no se registran migraciones gitanas de importancia en Europa. Estas tuvieron lugar en los siglos XIV y XV. Respecto al grupo que penetró en España a final del siglo XV hay que tener presente: 1) Que no procedían de Flandes. 2) Que fueron bien acogidos en un principio, e incluso protegidos por la nobleza que se recreaba en sus cantos y danzas. 3) Que en ellos se dan con superabundancia las cualidades típidas de los pueblos herreros, dedicados a la forja de metales: la fama de magos, de criaturas en relación con potencias infernales, de cantaores y de bailaores por excelencia. [...]

El máximo contingente encontró su tierra de elección en Andalucía y dentro de Andalucía, fue Sevilla el gran centro de atracción. "Andalucía (escribía a principios del siglo XIX G. Borrow), que ha sido siempre la provincia donde más ha abundado la raza gitana desde su llegada, estaba (hasta el edicto de Felipe III, que expulsó de España a más de un millón de moriscos) poblada principalmente por los moros que diferían de los españoles en lengua y en religión. Viviendo con ellos, los gitanos aprendieron su idioma, como era natural, y muchas de sus costumbres...". Los moros a los que se refiere Borrow son los moriscos.

Lo que nos conviene subrayar es el fenómeno de convivencia durante los siglos XVI y XVII. La población morisca campesina debió de ser numerosa en las campiñas de Sevilla y de Jerez. Allí se formaron sedentarios grupos gitanos que en el transcurso de dos siglos se andaluzaron por completo. Al mismo tiempo surgieron barrios llamados "gitanerías", más o menos homogéneos, en Jerez, Cádiz, Sevilla y otras grandes localidades de la Baja Andalucía. Todavíadurante la primera mitad del siglo XIX, Triana fue barrio gitano por excelencia. Los moriscos eran numerosos en Sevilla y provincia. Sólo en Sevilla, capital, a principios del siglo XVII, había más que en ninguna otra ciudad peninsular. Henri Lapeyre calcula unos 7.500 y era dificilísimo diferenciarlos del resto de la población andaluza.

Pues bien, el primitivo cante flamenco se ha debido formar lentamente (siglos XVI al XVIII) en las provincias de Sevilla y Cádiz. En trescientos años, la aclimatación de los gitanos sedentarios fue total. Es probable, por no decir seguro, que las tierras bajas de Andalucía conservasen un numeroso porcentaje de moriscos, pese al decreto de expulsión, y, en todo caso, la entrañable tradición musical arábigo-andaluza pervivió con fuerza y pureza en el campo. Los gitanos procedían de la India y en los cantos "propios", muy alterados por sus seculares errancias, latían melodías, ritmos, giros ornamentales, procedimientos característicos del folclore oriental. En Andalucía encontraron un folclore hermano, que les recordaba y refrescaba el suyo. Entonces, con su innata capacidad de asimilación absorben los cntos y danzas diseminados en el pueblo. Refunden elementos dispersos y crean algo por completo nuevo; el flamenco primitivo.

Los elementos integrados en él fueron:

  • El tradicional sentido gaditano del ritmo y de la danza.

  • Las canciones campesinas de los agricultores moriscos (campiñas de Sevilla y Jerez).

  • Los resabios judaizantes, y todo el folclore orientalizado andaluz respaldado por la gran tradición bética.

Ellos aportaron su apasionamiento, su sentido trágico de la vida, su tradición cantora llena de reminiscencias hindúes, su nativo don del ritmo, y sobre todo, su arte supremo de la forja, de la musical en este caso.

Así, imaginamos, se formaron los primitivos cantes flamencos o gitano-andaluces, que, como se ve, fueron el resultado de los factores sine que non: el gitano y el andaluz. Hasta que no empiezan a cantar los gitanos por siguiriyas, soleares, cantes festeros, corridas o romances, no se puede hablar, en rigor, de cante flamenco. Pero hasta que no llegan a Andalucía y se asientan dos siglos en Sevilla y Cádiz, los gitanos no cantan nada parecido. Son, pues, dos términos que mutuamente se exigen, y ello explica el hecho, nada sorprendente, de que los gitanos de ninguna parte de España, ni del mundo, tengan algo parecido siguiera al cante flamenco. Durante la época de persecución, que coincidió con la de aclimatación andaluza, el cante flamenco no trascendió al exterior, pues cristalizó no entre gitanos nómadas (éstos no se aclimataron), sino entre los sedentarios. Por fin, hacia 1780, suena el primer nombre de cantaor que registra la historia: El "Tío Luis el de la Juliana".

En realidad, los dos nombres bien comprobados del cante primitivo son "El Fillo" y "El Planeta", y con ellos toda una pléyade gitana en la que brillan los nombres de Juan en Cueros, Juan de Dios, María de las Nieves, "La Perla", Perico el Gallego, Frasco el Colorado, Luis el Cautivo, los "Pelaos", etc. Con ellos entra el cante en su fase plenamente histórica.» [Molina, Ricardo / Mairena, Antonio: Mundo y formas del cante flamenco. Sevilla: Librería Al-Ándalus, 1971, pp. 25-34]

Teoría gitano-morisca del cante flamenco

Tesis sincretista o andalucista

Lo que hicieron los gitanos fue "profesionalizar" el cante

Según Blas Infante (Orígenes de lo flamenco y secreto del cante jondo, Sevilla: Junta de Andalucía, 1980), En 1609, cuando los moriscos son expulsados de sus hogares y encuentran en las tierras andaluzas un medio de legalizar su existencia, evitando la muerte o la expulsión reiterada, son los gitanos, hospitalarios, errabundos y hermanos de todos los perseguidos, quienes los acogen: "A bandadas ingresaban aquellos moriscos, los últimos descendientes de aquellos hombres venidos de las culturas más bellas del mundo, ahora labradores huidos (felah-mengu)". Con los gitanos encuentran los moriscos el modo de librarse de la esclavitud y la muerte, y es ahí mismo donde podrán practicar sus ceremonias sin riesgos a ser delatados y donde. Según Infante, el Flamenco comienza a germinar su fruto al amparo de estos dos pueblos perseguidos.

Morisco: "Se dice del moro bautizado que, terminada la Reconquista, se quedó en España" (DRAE). A partir del XVI los mudéjares se vieron obligados a convertirse al cristianismo, surgiendo así la clase social de los moriscos. Los moriscos libres, procedentes de Granada, hablaban castellano y vivían mezclados con los cristianos sin signos exteriores que los distinguiesen de éstos. La Pragmática de febrero de 1502, que los obligaba a convertirse, era una flagrante transgresión por los Reyes Católicos de las condiciones de capitulación de Granada en la que se habían comprometido a respetar a los vencidos su religión, leyes y vestidos. La presión de la Inquisición contra los moriscos originó protestas de no pocos señores cristianos, pero el Rey apoyó las medidas inquisitoriales. Finalmente, Felipe III firmó el decreo de expulsión en 1609. Salieron de España cerca de 150.000 moriscos. La medida causó graves daños al país, pues los moriscos eran muy buenos agricultores. Muchos moriscos se escondieron o volvieron clandestinamente a España, haciéndose pasar por gitanos o uniéndose a tribus gitanas.

Gitanos y moriscos en Andalucía:

«El gitano nunca fue - ni es - hombre del campo. ¿Cómo, de pronto - y precisamente a los veinte o veinticinco años de ser expulsados los moriscos -, aparecen referencias de gitanos dedicados a las labores agrícolas? ¿Y cómo es que las leyes les obligan a ellas, conociendo el legislador su tradicional ineptitud para tal menester?» (Barrios, Manuel: Gitanos, moriscos y cante flamenco. Sevilla: Rodríguez Castillejo, S. A., 1989, p. 89)

Toda persona que no sea de su raza es gachó. El gachó es, a sus ojos, el extranjero, el hombre apegado a la tierra, el siervo, el campesino, el sedentario. (De Vaux)

Aumento de la población gitana en el primer tercio del siglo XVII:

A mediados del siglo XV, los gitanos forman un grupo reducido. ¿Cómo es que, a partir del primer tercio del siglo XVII, esta población gitana aumenta de forma tan espectacular? En las pragmáticas contra los gitanos se reiteran siempre fórmulas como

... por cuento estos que se dicen gitanos no lo son por origen ni naturaleza ..., que viven con nombre de gitanos ..., gitanos que hoy tienen ese nombre ... (9 de mayo de 1633)

... a los que se dicen gitanos ... los gitanos, o los que se reputan y llaman comúnmente con este nombre ... (1746)

Y en documentos eclesiales:

... somos informados que en este obispado hay muchos que se llaman gitanos, los cuales viven con mucha libertad ...

«Al ser ferozmente perseguidos, los moriscos han de acogerse a un recurso extremo que les libre del peligro cierto a perder la vida. Salvo casos que debieron de ser excepcionales, no pueden hacerse pasar por castellanos viejos, porque los delatan el acento arábigo y el color de su piel. Entonces deciden la única forma de pasar inadvertidos: unirse a los gitanos - sucesores de los que llegaron con la retaguardia de los ejércitos sarracenos -, en un reencuentro que viene a restablecer el hermanamiento de otros siglos.» (M. Barrios, o. cit., 94)

El cante de Andalucía:

«Los "cantes básicos": esos estilos que, por presentar unas estructuras perfectas, de las cuales se derivan otras - formas aflamencadas -, son, a juicio de los tratadistas, los que forman la abigarrada fronda de tonás, seguiriyas, soleares y tangos. Una clasificación, ésta, tenida por doctoral y que, la verdad sea dicha, si analizáramos con verdadero sentido crítico, nos plantearía preguntas de muy difíciles respuestas. El dogma de los cantes básicos nos ofrece muchas dudas desde el momento en que no todos ellos son mencionados en los textos antiguos que más atención dedicaron al flamenco. La pregunta surge espontánea e inevitable: si los cuatro palos expuestos son, efectivamente, básicos, ¿cómo es que en los textos más antiguos no se habla de soleares y tangos y sí de polos, fandangos, rondeñas, malagueñas y cañas? [...]

Ya pueden poner el grito en el cielo los puristas, pero lo que no tiene vuelta de hoja es que, en 1846, el Planeta cantaba con orquesta, y que, en 1862, los gitanos de Triana se acompañaban las tonás con guitarra. ¡Como para creer en la ortodoxia del viejo flamenco puro!» (o. cit., p. 15 y 17)

«A partir del siglo XI, cuando Medina y Bagdad son ya un remoto recuerdo, la música andaluza, original, autóctona, adquiere caracteres propios más de acuerdo con sus gustos particulares:

Es verdaderamente en el siglo XI cuando la música andaluza adquiere la fisonomía que debería tener después; es ella la que, a su vez, se difundirá entre los cristianos españoles e irradiará a Marruecos y Túnez, conservando hasta nuestros días el nombre bien característico de "canto andaluz", 'al-gina al-andalusi. (Heri Pérès, Madrid 1978).

Los ritmos andaluces, por sí solos (aún sin melodía) son inconfundibles. En el folklore musical de África del Norte se encuentran ritmos característicos de la música andaluza en canciones consideradas como típicas africanas. (Joaquín Turina, Sevilla 1982)

Cuando se habla de música, poesía o cantares arábigo-andaluces en la plenitud de sus formas estéticas, no ha de pensarse en una manifestación árabe imponiendo sus reglas a Andalucía, sino en una especificidad andaluza que influye decisivamente en el mundo árabe. Es lo que sucede cuando la inspiración popular andalusí crea el zéjel, la moaxaja y la jarcha, donde la poesía adopta las cuatro características del cante flamenco, aunque aún no lo sea: raíz popular, brevedad, improvisación y, a veces, matiz dramático.

En resumen, la música, el canto y el baile estuvieron muy extendidos, tanto entre la alta sociedad como entre el pueblo; y tan fuertemente arraigados, que el juez sevillano Ibn al-'Arabi defendió la música frente a las restricciones de los eruditos religiosos. Y aún es más significativo que fuese en al-Andalus donde se puso música a la poesía popular, representada por el zéjel y la moaxaja, cantados en todas partes y en toda ocasión. (Miguel Morayta, Madrid 1886)

Dos siglos después llegarán los gitanos. No vamos a reavivar la polémica sobre el dogma de los gitanos originarios de la India y, en principio, preferimos aceptarlo. [...] Lo indiscutiblemente histórico es que, habiendo arribado unas tribus gitanas a España a mediados del siglo XV, son acogidas aquí con excepcionales muestras de hospitalidad. [...]

Estos gitanos - extranjeros venidos nadie sabe de dónde - llegan, haciéndose pasar por nobles peregrinos y, cuando se descubre el fraude, no son expulsados, probablemente porque los reyes, empeñados en la última batalla de la Reconquista, tienen otras cosas en qué pensar. Distinta es la reacción, no obstante, cuando, en contra de las leyes del Reino, se niegan a tomar asiento, ordenanza ineludible con vistas a las levas y a los tributos. Es, en estas circunstancias, cuando se inicia una dramática historia.» (o. cit., pp. 20-24)

Presupuestos para una teoría gitano-morisca del flamenco

«Cuando llegan a España los cíngaros - a los que por la confusión, la rutina y la falta de información llamarán egipcianos y después gitanos -, ya hay gitanos en Andalucía, con toda probabilidad procedentes de África del Norte. La estrecha vinculación de los gitanos andaluces con las tribus islámicas se evidencia en unas características comunes.

De estas primeras conclusiones hemos de señalar, a sensu contrario, una excepción radical y es que, en tanto los moriscos son labradores casi por naturaleza, los gitanos siempre se mostraron ajenos a las labores agrícolas. Pero esta circunstancia, vista desde otro ángulo, no sólo no invalida la hipótesis de la integración de unos en otros, sino que la confirma. Es la expulsión de los moriscos, a los que se les dan tres días para abandonar sus hogares.» (o. cit., p. 43 ss.)

Pero estos moriscos, estos andaluces fieramente perseguidos, refugiados en las cuevas, lanzados de su sociedad español, encuentran en el territorio andaluz un medio de "legalizar", por decirlo así, su existencia, evitando la muerte o la expulsión reiterada. Unas bandas errantes, perseguidas con saña, pero sobre las cuales no pesa el anatema de la expulsión y de la muerte, vagan ahora de lugar en lugar y constituyen comunicades, dirigidas por jerarcas, y abiertas a todo desesperado peregrino lanzado de la sociedad por la desgracia y el crimen. Basta cumplir el rito de iniciación para ingresar en ellos. Son los gitanos. Los hospitalarios gitanos, errabundos, hermanos de todos los perseguidos. [...]

A bandas ingresaban aquellos andaluces (moriscos), los últimos descendientes de los hombres venidos de las culturas más bellas del mundo; ahora labradores huidos (en árabe, labrador huido o expulsado significa "felah-mengu"). ¿Comprendéis ahora por qué los gitanos de Andalucía constituyen, en decir de los escritores, el pueblo gitano más numeroso de la Tierra? ¿Comprendéis por qué el nombre 'flamenco' no se ha usado en la literatura española hasta el siglo XIX, y por qué, existiendo desde entonces, no trascendió al uso general? Un nominador arábigo tenía que ser perseguido al llegar a denunciar al grupo de hombres, heterodoxos a la ley del Estado, que con ese nombre se amparaba. Comienzan entonces la "elaboración de lo flamenco" por los andaluces desterrados o huidos en los montes de África y España. Esos hombres conservaban la música de su Patria y esa música sirvió para analizar su pena y para afirmar su espíritu. (Blas Infante, Sevilla 1931, cit. en o. cit. p. 45-46)

Según Blas Infante (Orígenes de lo flamenco y secreto del cante jondo, Sevilla, 1980, cita Manuel Barrios, o. cit., pp. 44-45):

La Música andaluza, lírica y coral, del Medioevo, se nos ofrece con iguales caracteres en los siglos XV y XVI, perdiéndose la pista de ella en este último siglo, hasta que vuelve a aparecer viva a finales del XVIII, afectada por una extraña técnica y en poder de los gitanos.

Hemos, pues, llegado a reducir el ámbito cronológico dentro del cual habremos de buscar el nacimiento o la producción del Fenómeno Flamenco. Este ámbito se concreta a un periodo de, aproximadamente, dos siglos: desde el segundo cuarto del siglo XVI hasta el último cuarto del XVIII.

«El autor hace el envite con una pregunta clave: ¿qué ha ocurrido en ese periodo andaluz para que una música polifónica, coral y lírica reaparezca, tras un paréntesis de silencio, con unos caracteres absolutamente distintos: solitaria, individualista y dramática? La respuesta: la persecución y expulsión de los moriscos.» (Manuel Barrios, o. cit., p. 45)

Así las premisas básicas para la teoría gitano-morisca del flamenco:

Los moriscos, en tiempos de la expulsión (1609), estaban dedicados, casi de manera exclusiva, al cultivo de la tierra.

Las leyes de la expulsión implicaban la pena de muerte para sus transgresores.

A pesar de ello, fueron muchos los moriscos que optaron por volver a quedarse, aunque de forma clandestina.

Los gitanos, siempre hospitalarios, acogen a los perseguidos por la justicia.

Las leyes sobre los gitanos no incluían, entre sus severas sanciones, la pena de muerte, razón que justificaría la integración de los moriscos en sus agrupaciones tribales. Los gitanos fueron obligados solamente a adoptar costumbres sedentarias y abandonar la trashumancia.

En definitiva: los moriscos se unieron a los gitanos; pasando por gitanos podían "legalizar" su situación. Los que conocían perfectamente el castellano se hacían pasar por "cristianos viejos", pero siempre existía el peligro de que su "acento" los delatara. «¿Qué podían hacer los moriscos que permanecieron en España o volvieron a ella, sino unirse a las tribus gitanas, "hermanos de todos los perseguidos"?» (o. cit., 84)

Al inicio de la centuria pasada era opinión general en Andalucía que los gitanos eran moros o descendientes de moros así disfrazados para burlar los edictos de expulsión (1609-14) y las persecuciones de la inquisición (...) Modernamente, historiadores de la "cuestión morisca" e historiadores del XVI-XVII español consideran que no pocos moriscos debieron ser acogidos por las bandas de vagabundos y gitanos, sobre todo en las ciudades andaluzas. (cit. M. Barrios, o. cit., 86)

«Ya es bantante significativo que moriscos y gitanos compartan los nuevos apellidos castellanos, como lo es el hecho de que aquellos lugares y enclaves donde hubo una mayor población morisca, sean, precisamente, en los que se asentó el mayor número de gitanos: Albaicín, de Granada, Las Alpujarras, el barrio sevillano de Triana, Lebrija, Marchena, Utrera ... y Jerez de la Frontera.» (íbd., p. 87)

El cante existía antes de que comenzara a revelarse por boca de los gitanos. (G. Matos)

El gitano andaluz se valió del cante y el baile andaluz primero como un medio más de vida. Después, ya estabilizado, y como gitano andaluz casero, perfectamente adaptado (aunque también a su manera), con nombre y apellidos castellanos, oficio, amistades y responsabilidades civiles, fue moldeando, modelando, reelaborando, incorporando al fin tal cantidad de matices peculiares de su raza al viejo cante andaluz, que han llegado a creer, y con ellos no pocos andaluces, que el cante es creación suya. (Luis Caballero, 1973).

En su capacidad mimética, los gitanos cultivaron con éxito, hasta con gran éxito si se quiere, las artes populares andaluzas, a las que matizaron en muchos casos de un modo especial y muy característico. Esto hizo que se hablara de "toreo gitano", de "cante gitano" y de "bailes gitanos"; pero de una forma tal y tan sin sentido, que se ha llegado al disparate de englobar en un mismo concepto lo gitano y lo popular andaluz. (J. M. Osuna)

(citas de M. Barrios: o. cit., p. 102-103)

«Si los gitanos no crearon el flamenco, ¿cómo se explica que casi todos los primeros cantaores que registra la Historia fuesen gitanos? La respuesta es elemental: porque fueron los primeros en profesionalizar el flamenco. Antes, había sido interpretado en fiestas o en reuniones familiares, como sucede con todas las coplas del pueblo, sin ánimo de lucro. Son los gitanos quienes, con su agudo instinto y especial listeza, comprenden que este arte puede dar dinero. Según parece, es un gitano de Jerez, el Tío Perico Cantoral, el primero que se inscribe en un empadronamiento como "cantante" (año 1780) y, a partir de él, se suceden los "artistas flamencos" de naturaleza gitana, a los cuales se unen, de forma paulatina, los no gitanos. [...]

La sistematización del tema nos lleva de nuevo a los moriscos, porque sobre sus cantares sí que hay referencias, y son ellos los que, de manera accidental, aportan el hecho de llevar a África la música andaluza. [...] Caballero Bonald es más explícito:

No cabe la menor duda que los gitanos aprendieron de ellos (los moriscos) muchos básicos atributos expresivos, paulatinamente integrados en ese inextingible crisol de la música oriental andaluza que hizo las veces de claustro materno del flamenco.

Y hasta Molina y Mairena reconocen que

... un nuevo pueblo, el gitano, llegado a final del siglo XV, forjará los primitivos cantes flamencos, integrando en ellos aquellas diversas tradiciones musicales que encontró todavía vivas en la abundante población morisca de los campos bajoandaluces.

Por lo expuesto, el lector supondrá que pretendemos otorgar al morisco lo que muchos le conceden al gitano. Ni mucho menos. Nuestro rastreo por los textos únicamente intenta demostrar que, puestos a tribuir paternidades, los testimonios escritos se inclunan abrumadoramente a favor del morisco. Y que, mientras no existen palabras del caló para nombres los cantes - circunstancia imposible si el flamenco fuera creación gitana -, encontramos en el árabe muchas de sus raíces etimológicas e históricas.» (M. Barrios: o. cit., p. 103-105 y 108-109)

«Y, sin embargo, el cante no es árabe, como ni siquiera lo es la zambra. Porque los precedentes del cante están en la moaxaja y en las jarchas, pero también en los antiguos cantos sefardíes de la Kiddush, del Kol Nidrey, del Yom Kippur o del Nueve de Ab, en cuya ceremonia los asistentes se rasgan las vestiduras. Y están asimismo en el cancionero español tradicional, algunos de cuyos giros, modos y frases son reconocidos en las coplas flamencas. » (o. cit., p. 111)

Recapitulación

«En realidad, nuestras conclusiones fueron formuladas hace muchos años, aunque sus autores no profundizaran en ellas:

Todos aquellos tránsfugas muestran ínfulas orgullosas. Los moriscos, a causa de su ilustre poderío perdido. Los judíos, porque se creen el pueblo elegido por Dios; los bandidos y mendigos castellanos, porque su raza se enseñorea del mundo. Y los gitanos, por su petulancia de pertenecer a una casta de sangre real cuya milenaria estirpe se remonta a los tiempos anteriores a Jesucristo.

Y desde este conjunto de locos orgullosos, surge, allá en las guaridas serranas, la aleación sigulra del estilo "flamenco". (Rafael Lafuente: Los gitanos, el flamenco y los flamencos. Barcelona, 1955, p. 172)

Es tan inútil como absurdo el intento de establecer una dicotomía medianamente rigurosa, atribuyendo a una etnia determinada la paternidad del cante. Ésta, como la propia Andalucía, es una mixtura de civilizaciones -tartésica, ibera, celta, fenicia, cartaginesa, griega, romana, judía, visigoda, árabe, castellana-, que tiene en la seguiriya el modelo paradójico donde acaso confluyan todas las sangres.

Si el cante nace y se desarrolla en Andalucía, únicamente, y Andalucía es una venturosa promiscuidad de razas, pueblos y culturas, ¿cómo no calificar de irrazonable el empeño de atribuir su cante genuino a una filiación concreta, desligada de las demás? Otorgar elcante andaluz una paternidad árabe, judía, morisca o gitana, ¿no es pretender el despropósito de separar lo inseparable?» (o. cit., p. 115 ss.)

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