Hispanoteca - Lengua y Cultura hispanas

Aposiciones e incisos

© Justo Fernández López

Gramática española - Nivel superior

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La aposición

El término aposición se utiliza para construcciones en las que un sustantivo explica o especifica el significado de otro sustantivo, sin necesidad de estar unidos los dos por una preposición. El sustantivo en aposición desempeña una función comparable a la del adjetivo. Los dos sustantivos están separados por coma en la aposición explicativa:

Nació en Venecia, la ciudad de los canales.

El río Ebro para por Zaragoza.

Las aposiciones pueden ser especificativas o explicativas, es decir, el segundo sustantivo puede especificar o explicar el significado del primero. Según exista pausa o coma entre los componentes, las aposiciones se clasifican en unimembres (sin pausa o coma) y bimembres (con pausa o coma).

El sustantivo en aposición especificativa dice algo del sustantivo que le precede, algo que no está implícito en él, y que por eso lo define y distingue de los demás: el coche cama se distingue de otros coches que no tienen esta función.

El sustantivo en aposición explicativa no agrega nada nuevo al sustantivo, sólo explicita, repite o desarrolla una idea ya implícita en el sustantivo que le antecede: Madrid, capital de España desde1561, fue fundada en el siglo IX por el Emir musulmán Mohamed I. La idea de capital de España está implícita en el sustantivo Madrid.

«Si comparamos las expresiones el divino río Danubio y Danubio, río divino, observamos que, tanto en un ejemplo como en otro, hay la aposición de dos sustantivos: río y Danubio. Ambos sustantivos se refieren al mismo objeto, solo que el primero es su nombre genérico, y el segundo, su nombre individual, específico. Teniendo en cuenta esto, claro es que en el divino río Danubio habrá una aposición especificativa, mientras que en Danubio, río divino, tendremos una aposición explicativa.» [Seco 1980: 177]

La formación de unidades léxicas complejas mediante aposiciones, es decir, con un sustantivo que modifica a otro para representar conjuntamente un solo concepto, empezó siendo una creación literaria de metáforas condensadas para convertirse luego en un procedimiento cotidiano.

Asimismo, se extiende el uso del adjetivo en función adverbial sin el elemento compositivo –mente: ver claro, acabar pronto, hablar alto, hablar bajo, etc.

cama mueble  

caretas antigás

hombres clave

horas punta

lengua madre

mueble zapatero

ojos azul claro

peso gallo

«¿Son contagio de otras formaciones en que el adjunto es interpretado como adverbio? Son los casos de

tiradas aparte

horas extra

cuesta arriba

gentes así

marchas atrás.» [Emilio Lorenzo, 1971: 149]

En la unión inmediata del sustantivo complemento al núcleo se habla de aposición. Sin embargo, puede ocurrir que el sustantivo complemento designador del mismo ser que el núcleo vaya unido a este por la preposición de:

la ciudad de Cádiz

el reino de Suecia

La aposición especificativa o unimembre

En las aposiciones especificativas o unimembres –sin pausa fónica ni coma gráfica entre las unidades en aposición– pueden entrar

dos sustantivos comunes:

El rey profeta fustigaba a su pueblo.

El burro flautista hizo sonar la flauta por casualidad.

Belarmino es el filósofo zapatero por antonomasia.

El clérigo cerbatana tenía el cuello largo.

A este grupo pertenecen aposiciones en las que uno de los sustantivos tiene un significado traslaticio o figurado, de carácter valorativo:

los toros leones

un sustantivo común y un nombre propio, en este orden:

El río Tajo desemboca en Lisboa.

Los montes Pirineos separan a España de Francia.

La señora Gutiérrez está viuda desde hace cinco años.

un nombre propio seguido de un sustantivo común:

Madrid ciudad tiene más de cinco millones de habitantes.

Juan el tuerto vivió muchos años.

«En este tipo de aposición –en el que no entran pronombres de primera ni de segunda persona– las concordancias de género y número se siguen de forma estricta, naturalmente si al menos uno de los sustantivos varía, cosa más frecuente en el número que en el género:

Los reyes profetas hacían imposible la vida a los pecadores.

Hay pocos novelistas cazadores.

Siempre con ejemplos los burros flautistas.

Los ríos Ebro y Duero son los más caudalosos de España.

Las letras “q” y “v” normalmente no se corresponden con ningún sonido diferente del de otras.

En los verbos “subvenir” o “sobrevivir” entran las letras be y uve.

Juan el abogado no sabía precisamente de leyes.

Juana la tuerta vivió muchos años.

Ya podría haber filósofas zapateras, al menos en la ficción.» [Martínez 1999: § 42.7]

Francisco de Quevedo (1580-1645) flexibilizó notablemente el mecanismo de la aposición especificativa en castellano:

Él era un clérigo cerbatana, largo sólo en el talle,

Tenía zapatos galeones.

mecanismo que fue imitado luego por los escritores barrocos.

La aposición explicativa o bimembre

En las aposiciones explicativas o bimembres, los sustantivos, pronombres o unidades sustantivas se encuentran separados por una pausa fónica (o por comas, paréntesis o rayas, en la lengua escrita).

Sólo puede haber aposiciones explicativas cuando los dos sustantivos se refieren a un individuo único en su género:

La luna, el satélite de la tierra.

Al tratarse de un solo individuo, no es necesaria la especificación que restrinja su referencia.

Hay tres clases de aposiciones bimembres: la formada por

nombre propio + nombre común o título:

Pedrito, sobrino de Miguel

Juan Goicoeche, rector del seminario

nombre común o título + nombre propio:

el profesor, Klaus Heinrich

el estudiante, Klaus Huber

nombre común + nombre común o equivalente:

el león, rey de la selva

la vivienda, la que compraron el año pasado

Las unidades correferenciales concordarán entre sí en género y número cuando una de ellas, o las dos, presenten algún tipo de variación morfológica:

La mujer, Ofelia, estaba sentada en la terraza de una cafetería.

Los estudiantes, los más listos, pasaron el examen.

«Pero, como es lógico, cuando los términos apuestos son de género fijo y distinto en cada uno de ellos, no puede haber concordancia de género, cosa que no afecta a la construcción apositiva:

El animal clonado, una oveja, salió en todos los periódicos.

Obtuvo el primer premio, una estatuilla de latón dorado.

A las personas que la denunciaron, Luis y un tal Lucas, no se les volvió a ver el pelo.

Me sentó mal la bebida, un vaso de ron cubano.

Tampoco es obligada la concordancia en número, aunque en la mayoría de los casos es un morfema variable de los sustantivos, pues lo que importa es la equivalencia léxica y referencial de las dos unidades de aposición:

El rebaño, cien ovejas y veinte cabras, pacía tranquilamente.

Sus viajes al extranjero –su excusa para hacer turismo– no le resultaban nada caros.

Nosotros, la clave de la conspiración, no vamos a contar nada.

Nadie, ni siquiera los vecinos, la ayudó.

En cuanto a la persona y su número, está claro que, al contrario que las de tercera persona, no puede haber concordancia en la primera ni segunda de singular, pues yo y (o vos) son unidades únicas en su clase.

Yo, el abajo firmante, la denuncio.

Quien lo firmó, debe mantenerlo.

Nosotros, tú y yo, no iremos.

Tú y ella, o sea vosotras, sois las responsables.

Nosotros, los profesores, no iremos.

Las alumnas, o sea vosotras, sois las responsables.

En definitiva, en las aposiciones explicativas no interviene la concordancia en persona, número ni género. Sólo en esta última se impone cuando el sustantivo posee variación.» [Martínez 1999: § 42.7]

Incisos o frases nominales parentéticas

No todos los sintagmas nominales que van entre pausas tras un sintagma nominal son aposiciones. A veces, puede tratarse de incisos que no modifican el nombre:

Juan, el pobre, lo perdió todo.

Los incisos se reconocen porque pueden aparecer en una posición distinta de la oración:

Juan lo perdió todo, el pobre.

Por regla general, los incisos suelen ser explicativos, meros comentarios o paráfrasis del sintagma que aparece inmediatamente antes.

A efectos de la concordancia, se comportan como las aposiciones explicativas:

Juan, el pobre, lo perdió todo.

La luna, satélite de la tierra.

Como poeta y novelista esta autor no parece muy bueno.

En este tipo de incisos entra también el adjetivo calificativo, que concuerda en género y número con el sustantivo o el pronombre con el que se relaciona también a distancia:

Famosa y rica, el éxito se le subió a la cabeza a esta artista hispana.

Pálidos de miedo, los chicos buscaron refugio en una casa deshabitada.

Felices con la noticia, apenas pudieron dormir.

La intervención de participio en lugar del adjetivo calificativo forma una variante de las construcciones absolutas con participio:

Durante unas semanas dispusieron de víveres, pero una vez agotados, comenzaron los problemas.

Muy esperada, a todos sin embargo decepcionó la conferencia de...

«La frontera trazada entre aposición e incidentalidad se refleja en el tipo de categoría que desempeña una u otra función. Así como se desprende del la naturaleza de adjetivos y participios el adquirir valores incidentales, la función apositiva parece circunscribirse al sustantivo. A pesar de esta tendencia, el sustantivo también puede funcionar como un inciso nominal si aparece utilizado como singular o como plural escueto, cuando no va introducido por un artículo. Esta sería la situación que ilustran ejemplos como los siguientes:

Orador notable, Ático es un escritor mediocre.

Poeta maldito, Baudelaire murió en la más extrema pobreza.

Aprendiz voraz, Borges comenzó a estudiar japonés a los ochenta años.

Lector asiduo de prensa sensacionalista, Sherlok Holmes conocía al dedillo todos los crímenes cometidos en Europa en el siglo XIX.

Nombre mítico en la historia del rock, los Rolling Stones comienzan su nueva gira mundial.

Ciudad portuaria, Buenos Aires conoció una gran expansión en el período de entreguerras.

Los incisos nominales no gozan de la misma movilidad en el seno de la frase que los adjetivos o, sobre todo, los participios con la misma función. En realidad, sólo pueden aparecer antepuestos al nombre al cual se refieren, o bien pospuestos:

Hombre de pocas palabras, Juan prefirió actuar.

Juan, hombre de pocas palabras, prefirió actuar.

*Juan prefirió actual, hombre de pocas palabras. [...]

Otra peculiaridad de los incisos nominales es la de exigir un adjetivo u otro modificador.» [Suñer Gratacós 1999: § 8.3.2]

Casos especiales de concordancia en la aposición

Cuando el segundo sustantivo se mantiene siempre en singular, señala una clase o subclase de lo nombrado por el sustantivo precedente:

hombres rana

bomba lapa

Pero si el segundo sustantivo puede funcionar, con el mismo valor, como predicado nominal del primero en oraciones copulativas, tiende a tomar también la marca de plural.

país miembro > países miembros = países que son miembros

liebre macho > liebres macho = liebres que son machos

perla gris > perlas grises = perlas que son grises

«Una especial concordancia –o, mejor, aparente discordancia– se da en las construcciones límite que siguen, en las cuales el segundo sustantivo, normalmente en género fijo pero de número variable, se mantiene no obstante en singular, aun cuando el primero vaya en plural:

El primer bebé probeta ya es una chica mayor.

Los primeros bebés probeta causaron sensación.

Esta es una construcción límite.

Estas son algunas construcciones límite.

La liebre macho y la liebre hembra tienen parecidas costumbres.

Vimos dos liebres macho.

Cómprate los vestidos naranja y deja esos rosa.

Se puso un traje gris perla.

Los grises perla no te van.

Su diferencia con las aposiciones especificativas

Los reyes profetas hacían imposible la vida a los pecadores,

Hay pocos novelistas cazadores,

Siempre son ejemplo los burros flautistas,

Los ríos Ebro y Duero son los más caudalosos de España,

es que éstas mantienen siempre la concordancia. No decimos, por tanto:

*los reyes profeta

*los zapateros filósofo

*los burros flautista

*los ríos Duero.

En las construcciones del tipo

Los primeros bebés probeta causaron sensación,

Estas son algunas construcciones límite,

Vimos dos liebres macho,

Cómprate los vestidos naranja y deja esos rosa,

Los grises perla no te van,

el segundo sustantivo pierde al inmovilizarse en número singular la capacidad referencial, y parece que se limite –como si fuera un adjetivo– a señalar una clase o subclase de lo nombrado por el sustantivo precedente. Sin embargo, semánticamente adaptados como adjetivos, estos sustantivos pueden, en una segunda fase, tomar un plural, que sería mera repetición del plural del sustantivo precedente:

Los primeros bebés probetas.

Unas situaciones límites.

Las liebres machos.

Los vestidos naranjas.

Los grises perlas.» [Martínez 1999: § 42.7]

«En las construcciones nominales formadas por dos sustantivos, de los cuales el segundo actúa como modificador del primero, solo el primer sustantivo lleva marca de plural:

bombas lapa

casas cuartel

ciudades dormitorio

coches bomba

coches cama

faldas pantalón

hombres rana

horas punta

mujeres objeto

niños prodigio

noticias bomba

pisos piloto

sofás cama

Igual ocurre en los compuestos ocasionales de este tipo, que se escriben con guion:

Los dos nuevos edificios eran “viviendas-puente” [...]. Servían para alojar durante dos años —el tiempo que tardaba la Administración en hacer casas nuevas— a las familias que perdían sus pisos por grietas (País [Esp.] 7.3.00).

Pero si el segundo sustantivo puede funcionar, con el mismo valor, como atributo del primero en oraciones copulativas, tiende a tomar también la marca de plural:

empresas líderes

estados miembros

países satélites

palabras claves, etc.

(pues puede decirse

Esas empresas son líderes en su sector;

Estos estados son miembros de la UE;

Esos países fueron satélites de la Unión Soviética;

Estas palabras son claves para entender el asunto).» [RAE 2005: 507]

La aposición léxica con términos metafóricos o elementos cuantificadores

«Es muy frecuente también que el término en aposición de un grupo léxico formado por dos nombres pase a tener un valor metafórico. Es lo que vemos, por ejemplos, en

visita relámpago

bebé probeta

hombre rana.

A veces, la desemantización del término en aposición conduce a valores equivalentes a la cuantificación. Es lo que podría decirse por ejemplo de

padre, estrella, cumbre o bomba

en los ejemplos siguientes:

Se da la vida padre.

¿Ha visto nuestra oferta estrella?

Y ahora llega el momento cumbre de este asunto.

Tengo una noticia bomba.

En estos casos el nombre en aposición podría ser equivalente a elementos como el adjetivo gran, a prefijos como super u otros tipos de procedimientos intensificadores:

Se da la gran vida.

¿Ha visto nuestra superoferta?

Y ahora llega el gran momento de este asunto.

Tengo una gran noticia.

En ejemplos como

situación límite,

momento clave,

hora punta,

ciudad monstruo,

se observa también un cierto valor cuantitativo aportado por los nombres límite, clave, punta, monstruo, como si se tomara en ellos no su significado intrínseco, sino la propiedad de designar el punto culminante en un proceso. [...]

Algo parecido ocurre en aposiciones que son el resultado de reduplicar nombres continuos como café, lana o caviar en frases como las siguientes:

Los jerséis de lana lana tienen que lavarse con mucho cuidado.

Ponme café café y no ese sucedáneo que tienes escondido por ahí.

Era una fiesta de algo copete, sirvieron caviar caviar.

El efecto conseguido es de intensificación cualitativa, como nos demuestran las paráfrasis siguientes:

Los jerséis de {lana auténtica/lana al cien por cien/lana de verdad/lana pura} tienen que lavarse con mucho cuidado.

Ponme {café auténtico/café al cien por cien/café de verdad} y no...

Era una fiesta de alto copete, sirvieron {caviar auténtico/caviar al cien por cien/caviar de verdad}.» [Suñer Gratacós 1999: § 8.2.2.2]

La aposición en conexión indirecta mediante la preposición de

«Al privilegiar el criterio de la “co-referencia” de los términos de la aposición, algunos autores consideran que construcciones como

la calle de Preciados,

el mes de febrero,

la virtud de la justicia, etc.,

deben considerarse aposiciones. Si consideramos que la aposición es un tipo peculiar de yuxtaposición de elementos, que si deferencia de la coordinación y de la subordinación, no podemos considerar como estructuras apositivas a las que se relacionan mediante la preposición de, ya que ésta establece una relación de subordinación entre los términos.» [Urrutia ²1988: 89]

«Dentro de los apartados destinados a la aposición, algunas gramáticas incluyen ejemplos como

La ciudad de Toledo.

El día de hoy.

El mes de febrero.

La calle de Alcalá.

La teoría de la evolución de las especies.

El hecho de mentir ante el tribunal.

Una pena de película.

La lista de María.

El bueno de Luis.

El aguafiestas de tu hermano.

Esa loca de Clara.

El pesado del vecino.

En rigor, en estos casos, no podría hablarse de aposición porque ni ambos términos están yuxtapuestos, sino que se conectan mediante la preposición de, ni el elemento que funciona como predicado sigue a su antecedente.

De hecho, muchas de las construcciones con de proceden de genitivos latinos. Bassols (1992: 58) habla en estos casos de ‘genitivos explicativos o aposicionales’. Según este autor, son particularmente frecuentes en palabras como vox, nomen, virtus o res, y también con apelativos geográficos: urbs Romae en vez de urbs Roma. El uso del genitivo, que ha persistido hasta la actualidad, era el cuño popular en sus orígenes, y fue poco grato a los escritores clasicistas. Nebrija (1492: 92) los censura como expresiones incorrectas: “Mas aqui no quiero disimular el error que se comete en nuestra lengua, i e alli passo a la latina, diciendo mes de enero, dia de martes, ora de tercia, ciudad de Sevilla, villa de Medina, rio de Duero, isla de Calez; porque el mes no es de enero sino el mesmo es enero, ni el dia es de martes sino el es martes...”.

Sin embargo, lo que sí resulta evidente es que estos sintagmas albergan una relación atributiva, hecho que queda de relieve con las paráfrasis siguientes:

Toledo es (una) ciudad.

Hoy es (un) día.

Febrero es (un) mes.

Alcalá es (una) calle.

La evolución de las especies es (una) teoría.

Mentir ante un tribunal es (un) hecho.

(La) película es (una) pena.

María es lista.

Luis es bueno.

Tu hermanos es un aguafiestas.

Clara es una loca.

El vecino es un pesado.

La relación atributiva que media entre el predicado antepuesto y su complemento en genitivo permite explicar fácilmente la concordancia. Esta es productiva tanto en género como en número si el predicado implicado en la construcción es un adjetivo, como ocurre con tonto en los ejemplos siguientes, que varía de acuerdo con el género y el número impuestos por el genitivo:

El tonto del vecino.

La tonta de la vecina.

Los tontos de los vecinos.

Las tontas de las vecinas.

Si el predicado antepuesto es un nombre, puede haber discordancia como en

el gallina de Juan

el pelota de González

la cerebrito de tu hermana.

Nótese, sin embargo, que en estos casos el artículo que precede a la construcción se acomoda al género impuesto por el sujeto en genitivo. La situación es algo distinta en los ejemplos

Un horror de película,

Un asco de croquetas,

Una calamidad de marido,

Un encanto de mujer,

en los que el sujeto en genitivo no concuerda necesariamente con el nombre que funciona como predicado, ni con el artículo indefinido que precede a toda la construcción.

Esta situación no es anómala, puesto que podemos encontrarla también en las correspondientes paráfrasis atributivas como

Esta película es un horror,

Estas croquetas son un asco

y se debe seguramente al carácter abstracto del sustantivo que funciona como predicado.» [Suñer Gratacós 1999: § 8.4]

«Los objetos que conviene designar por dos nombres, genérico y específico, se expresan mediante una aposición especificativa. Así, decimos:

los montes Pirineos;

el río Guadiana;

mi primo Alberto;

el señor don Andrés Gómez.

Pero, por lo general, se coloca el nombre específico en genitivo, construcción característica española:

la provincia de Burgos;

el teatro de Apolo;

la calle de Alcalá;

el golfo de Lepanto;

el año de 1913;

el mes de marzo.

Hay, sin embargo, evidente tendencia a suprimir la preposición, diciendo:

teatro Lope de Vega;

avenida Alfonso XIII;

Instituto Infanta Beatriz.

Esta corriente va ganando rápidamente terreno, y así hoy resulta raro ver u oír año de 1954 en lugar de año 1954, y los edificios e instituciones nuevos se nombran ya todos por yuxtaposición: Universidad Menéndez y Pelayo, cátedra Manuel de Falla, edificio España. A esta generalización puede haber contribuido el deseo de distinguir en muchos casos de la posesión el mero título.

No es tan general esta tendencia en las denominaciones de calles y plazas; al menos no la aceptan el lenguaje culto, el oficial ni siquiera el medio. Las formas calle Toledo, plaza Santa Cruz, son características o del habla vulgar (compárese voy a casa mi tía; el chico el carpintero) o de le telegráfica economía de los anuncios de periódico. Fuera de estos casos, el decir calle Calvo Sotelo o calle Arenal es extranjerismo.» [Seco 1980: 177-178]

«Aposición en cuanto al sentido:

Hay otro género de aposición, constituida por un nombre precedido de un de expletivo, y que no debe confundirse con el complemento de posesión: la provincia de Burgos; el teatro Apolo; el año 1550; el mes de marzo; el golfo de Lepanto; el Instituto de San Isidro.  Hay, sin embargo, evidente tendencia a suprimir la preposición en muchos de estos casos, uniformando estas construcciones con la aposición yuxtapuesta: el año 1928; el Instituto Ramiro de Maeztu; el edificio España; el teatro Lope de Vega. En Venezuela se dice el Estado Falcón, el Estado Trujillo, el Distrito Urdaneta. La supresión se extiende a casos en que el nombre propio es realmente un complemento de pertenencia: una fauna Ritz; Entraron los nueve de la comitiva Paradox en el cuarto pequeño.

Esta corriente simplificadora va ganando terreno, en parte por influencia extranjera, en parte por el deseo de distinguir de la posesión (expresada normalmente por de) el mero título, y en parte también – en algunos casos – por influjo del habla popular, con su pronunciación muy relajada de la /d/ intervocálica, que da lugar frecuentemente a su caída. Esto ocurre especialmente en los nombres de calles y plazas: calle Toledo, plaza Santa Cruz, frente a las formas tradicionales y cultas calle de Toledo, plaza de Santa Cruz.

La influencia extranjera (inglesa) es particularmente visible en las aposiciones invertidas: Monumental Cinema, Real Madrid Club de Fútbol, “Pedis” Instituto, Conferencia Club, Real Automóvil Club.» [Seco 101998: 52-53]

«Hay que notar, sin embargo, que en la dirección popular, en el habla conversacional se tiende, y se lleva a veces, a eludir la preposición de. Se escucha con frecuencia

La calle Alcalá; la casa Campo; el teatro Calderón.

Bien será elisión absoluta, bien se escuchará una leve aspiración o un alargamiento de la vocal precedente.

Esta pérdida se explica fácilmente teniendo en cuenta que la consonante d es la que ha caído con mayor frecuencia a lo largo de la historia del español, es decir, la de menor consistencia. A esto hay que unir la posibilidad de una aposición yuxtapuesta denominativa y la tendencia de economía lingüística en los hablantes. Con todo ello y atendiendo a la rapidez propia del hablar empráctico, según la terminología de Bühler, tenemos una múltiple justificación a la pérdida de tal preposición.

Por fin, hay que apuntar la proliferación de aposiciones yuxtapuestas con carácter adjetivo: obra maestra, informe base (por informe básico); y los numerosos sustantivos compuestos que se han formado por este sistema apositivo:

bocamanga, Fuentesaúco, Fuentelapeña, Monte la Reina, etc.»

[Hernández 1971: 197-198]

«Los objetos que se designan con dos nombres, uno genérico y otro específico, se expresan por aposición especificativa:

el río Guadalquivir;

los montes Pirineos.

Cuando se trata de islas, cabos, estrechos, etcétera, y de ciudades, calles, plazas, meses, años, o de edificios e instituciones, es tradicional la construcción del nombre específico con la preposición de:

la ciudad de Valencia

el mes de abril

el año de 1970

la isla de Puerto Rico

calle de Alcalá

el teatro de Apolo.

Pero en la actualidad hay fuerte tendencia a suprimir la preposición, especialmente tratándose de años, edificios, vías públicas e instituciones:

año 1970

teatro Calderón

el cabo San Vicente

avenida Alvear

la Fundación March

el Instituto Cervantes.

Esta tendencia se halla más o menos consolidada o vacilante según los casos y los usos locales.» [RAE: Esbozo..., 1973: § 3.8.3]

«La forma yuxtapuesta en las denominaciones de calles y plazas (calle Toledo, paseo Recoletos, plaza España) se extiende paulatinamente, sustituyendo a la forma tradicional con de (calle de Toledo; paseo de Recoletos; plaza de España). Es frecuente, en el nivel popular, como consecuencia de la pronunciación relajada de la preposición de; y en los anuncios de periódico, por razones de economía. También aparece a veces en la prosa periodística –escrita y hablada–, por influjo de los dos factores anteriores. No hay que olvidar como otro posible factor de este desarrollo el extranjerismo. La omisión de la preposición de solo es normal (y necesaria) cuando el nombre de la calle o plaza es originariamente un adjetivo: calle Real, plaza Mayor, avenida Donostiarra.» [Seco 101998: 92]

Resumen:

El nombre de calles y plazas debe ir precedido de la preposición de salvo si es un adjetivo: calle de Alcalá, calle Mayor.

Los objetos que se designan con dos nombres, uno genérico y otro específico, se expresan por aposición especificativa: el río Guadalquivir; los montes Pirineos.

Cuando se trata de islas, cabos, estrechos, etcétera, y de ciudades, calles, plazas, meses, años, o de edificios e instituciones, es tradicional la construcción del nombre específico con la preposición de: la ciudad de Valencia; el mes de abril; el año de 1970; la isla de Puerto Rico; la calle de Alcalá; el teatro de Apolo.

En el habla popular y conversacional se tiende a eludir la preposición de, uniformando estas construcciones con la aposición yuxtapuesta, especialmente tratándose de años, edificios, vías públicas e instituciones: La calle Alcalá; la casa Campo; el teatro Calderón; el cabo San Vicente; el 1990.

Aposiciones adverbiales

En el marco de la “co-referencia” y la “yuxtaposición” de elementos, se han distinguido la aposiciones adverbiales del tipo

Allí, a su lado, se sentía seguro.

Nos marcharemos enseguida, justo a las tres.

Está allí fuera.

Regresará ahora, a las cinco.

Vendrá mañana domingo.

Lo compré ahí enfrente.

Ponlo allí atrás.

Aquí en casa estaremos bien.

Aquí cerca hay un estanco.

Te veré mañana jueves.

En este tipo de aposición, la “co-referencia” de los términos se mantiene cuando éstos se separan, debido al valor deíctico de los adverbios:

Llegó entonces, a las cuatro.

Entonces llegó: a las cuatro.

Aquí hay un estanco cerca.

Ahí lo compré enfrente.

Allí ponlo atrás.

Ejemplos de aposiciones

bomba lapa / bombas lapa

hora punta / horas punta

buque barreminas

lengua madre / lenguas madre

buque cisterna

momento clave / momentos claves

buque escolta

momento cumbre / momentos cumbres

buque escuela

mueble bar

buque fantasma

mueble biblioteca

buque faro

mueble frigorífico

buque frigorífico

mueble radio

buque hospital

mueble zapatero

buque insignia

mujer canguro

buque pirata

mujer objeto / mujeres objeto

buque portacontenedores

niño probeta / niños probeta

buque trampa

niño prodigio / niños prodigio

buque vigía

noticia bomba / noticias bomba

burgués gentilhombre

novela clave / novelas claves

cama mueble

número clave / números claves

camión cisterna

oferta estrella

caretas antigás

país hermano / países hermanos

carro anticarro

pájaro mosca

carro bomba / carros bomba

palabra clave / palabras claves

carro portamangueras

papel carbón

carro vivienda / carros vivienda

pensamiento clave / pensamientos claves

casa cuartel / casas cuartel

peso gallo

casa cuna / casas cuna

peso mosca

casa editorial / casas editoriales

peso pluma

casa matriz / casas matriz

pez espada

casa solar / casas solar

pez luna

células madre

pez martillo

ciudad dormitorio / ciudades dormitorio

pez piloto

ciudad jardín / ciudades jardín

pez zorro

ciudad monstruo

piso piloto / pisos piloto

ciudad satélite / ciudades satélite

posición clave / posiciones claves

coche bomba / coches bomba

producto estrella

coche cama / coches cama

profeta rey

concha madre

proyecto piloto

conferencia cumbre / conferencias cumbres

situación límite

dama duende / damas duendes

sofá cama / sofás cama

falda pantalón / faldas pantalón

sombreros panamá

fiesta bomba

traje chaqueta

hombre clave / hombres claves

vagones restaurante

hombre mono

vida padre

hombre rana / hombres rana

visita relámpago

hombre-masa

 

 

Tengo un vecino médico.

Tiene un hijo profesor.

Tienen dos hijos militares.

Una mujer abogada gana mucho.

Tengo un amigo cura.

Es un país amigo.

En el país vecino.

Son países hermanos

 

Colores

luces violeta

ojos azul claro

vestidos granate

Bibliografía

Acebo García, Sofía (Ed.): Sintaxis lengua española. Barcelona: Manuales prácticos Vox, 2005, p. 22-23.

Bassols de Climent, M: Sintaxis latina. Madrid: C. S. I. C., 1992.

Hernández Alonso, César: Sintaxis española. Valladolid, 1971, p. 197-198.

Lorenzo, Emilio: El español de hoy, lengua en ebullición. Madrid: Gredos, ²1971.

Martínez, José Antonio: “La concordancia”. En: Bosque, Ignacio / Demonte, Violeta (eds.): Gramática descriptiva de la lengua española. Madrid: Real Academia Española / Espasa Calpe. 1999, § 42.7.

Nebrija, Antonio de (1492): Gramática de la Lengua Castellana. Madrid, 1980.

Real Academia Española. 1771. Gramática de la lengua castellana Parte II. En que trata de la sintaxis o construcción, Capítulo III, artículo II.

RAE: Esbozo de una nueva gramática de la lengua española. Madrid: Espasa-Calpe, 1973, § 3.8.3.

Real Academia Española: Diccionario Panhispánico de Dudas. Madrid: Santillana, 2005, p. 507.

Seco, Manuel: Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española. Madrid: Espasa-Calpe, 101998, p. 52-53.

Seco, Rafael: Manual de gramática española. Madrid: Aguilar, 1980, p. 177-178.

Suñer Gratacós, Avel·lina: “La aposición y otras relaciones de predicación en el sintagma nominal”. En: Bosque, Ignacio / Demonte, Violeta (eds.): Gramática descriptiva de la lengua española. Madrid: Real Academia Española / Espasa Calpe. 1999, § 8.1-8.5.

Urrutia Cárdenas, H. / Álvarez Álvarez, M.: Esquema de morfosintaxis histórica del español.  Bilbao: Publicaciones de la Universidad de Deusto, ²1988, p. 89.

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