Artículo el y un ante sustantivos femeninos © Justo Fernández López Gramática española - Nivel superior
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Artículo ante sustantivos femeninos
que empiezan con el fonema a- / ha- tónico
Advertencia preliminar
«Conviene recordar que las formas el y un que combinan con palabras femeninas que empiezan por a (ha) tónicas son históricamente femeninas, pues proceden de los femeninos latinos illam (> ell> el(a)), unam (> un(a)). Por ello, hay que hablar de unas formas el, un masculinas (el niño, un niño), y otras femeninas (el alma, un alma).
En el uso se vacila entre:
algún(-a) alma
ningún(-a) alma
aquel(-lla) alma
por ser formas compuestas de un (algún, ningún) y el (aquel).»
[Gómez Torrego, L.: Manual de español correcto. Madrid: Arco/Libros, 1991, vol. 2, pp. 39 y 41]
Regla general
La regla general: Ante un sustantivo femenino que empieza con a- o ha- tónicas se emplean solamente los artículos el y un, siempre y cuando estos artículos precedan inmediatamente al sustantivo. Pero cuando entre el artículo y el sustantivo se intercala un adjetivo, se emplean la y una: la misma agua, la dulce habla andaluza.
Ante adjetivos que comienzan por a- tónica se usa el artículo femenino la, una: la alta sociedad, una agria polémica.
En plural, estos sustantivos llevan el artículo femenino normal: las aguas dulces, las aguas claras.
En cuanto a los determinantes algún, ningún, aquel antepuestos a un sustantivo femenino que empieza con a- o ha- átonas, el uso vacila entre algún, ningún, aquel, y alguna, ninguna, aquella.
Según Manuel Seco:
«El empleo de algún, ningún ante nombre femenino iniciado por el fonema /a/ tónico (algún arma, algún aula) se produce, a veces, por influjo del uso de un en el mismo caso; pero en la lengua cuidada suele evitarse.»
«La forma aquel por aquella, ante nombre femenino que comienza por /a/ tónica (aquel agua, aquel arma), no se admite en el uso normal; se dice aquella arma, aquella agua.» [ver cita completa más abajo]
Artículo el y un ante nombres femeninos
que empiezan con el fonema /a/ tónico
A los sustantivos femeninos que comienzan por el fonema /a/ o /ha/ tónico se llevan el artículo el o un, en vez de la o una, cuando se dan las siguientes condiciones:
a) el artículo va inmediatamente delante del sustantivo;
b) este sustantivo pertenece al género femenino y está en singular;
c) este sustantivo comienza por un fonema /a/ o /ha/ tónico.
el agua clara
las aguas claras
un agua clara
unas aguas claras
el arma blanca
las armas blancas
un arma blanca
unas armas blancas
el hambre canina
las hambres caninas
un hambre canina
unas hambras caninas
el habla clara
las hablas claras
un habla clara
unas hablas claras
el hacha pesada
las hachas pesadas
un hacha pesada
unas hachas pesadas
el águila altiva
las águilas altivas
un águila altiva
unas águilas altivas
el ala blanca
las alas blancas
un ala blanca
unas alas blancas
el alma pura
las almas puras
un alma pura
unas almas puras
Esta regla no rige para los compuestos en los que el primer elemento, tomado por separado, comienza por el fonema /a/ átono:
la avemaría
las avemarías
una avemaría
unas avemarías
la aguamarina
las aguamarinas
una aguamarina
unas aguamarinas
Aguamarina es voz femenina y se escribe siempre en una sola palabra: la aguamarina. Puesto que, a diferencia de agua, no comienza por /a/ tónica, no debe usarse con la forma el del artículo: *el aguamarina.
Avemaría es sustantivo femenino: «Inició la declamación de una apresurada avemaría». Aunque avemaría comienza por /a/ átona, el uso, antes frecuente, de la grafía en dos palabras ave maría —que exigía el empleo de la forma el del artículo al ser ave una voz con /a/ tónica inicial — ha hecho normal y admisible que, en singular, cuando va inmediatamente precedido del artículo, este tome la forma el (o un, si se trata del numeral o el indefinido): «Después de rezar el avemaría, se santiguó»; «Casi no podía completar un avemaría». No obstante, se recomienda el uso, gramaticalmente más correcto, de la avemaría, una avemaría. En plural debe decirse las avemarías, unas avemarías, nunca *los avemarías, *unos avemarías. Se escribe en una sola palabra y con inicial minúscula. Solo cuando se refiere al título de una obra musical realizada sobre el texto de esta oración, se escribe en dos palabras y con mayúscula inicial: «Ofrecerá [...] obras de fácil audición, como el “Ave María” de Schubert»
Esta regla tampoco rige para
a) Las letras del alfabeto: la hache, la a.
b) Cuando el artículo determinado o indeterminado no precede inmediatamente al sustantivo femenino que comienza por el fonema /a/ tónico, se usa la forma femenina la / una:
la pequeña hacha
una pequeña hacha
la altiva águila
una altiva águila
la alta traición
una alta traición
la alta jerarquía
una alta jerarquía
la alta torre
una alta torre
la árida llanura
una árida llanura
la incomprensible habla
una incomprensible habla
la terrible hacha
una terrible hacha vikinga
la única arma que tenía
tenía una única arma
c) Cuando el sustantivo femenino comienza por el fonema /a/ o /ha/ átono:
la abeja
una abeja
la alegría
una alegría
la almeja
una almeja
la alondra
una alondra
la avispa
una avispa
la arpía [ave fabulosa]
una arpía
la harpía [águila americana]
una harpía
d) Cuando el sustantivo es un nombre de mujer: la Angela, la Ana.
e) Para la ciudad de La Haya.
f) Cuando el artículo designa el género de una persona o de un animal:
el ánade [macho]
der Erpel
la ánade [hembra]
die Ente
el árabe [hombre]
ein arabischer Mann
la árabe [mujer]
eine arabische Frau
g) Cuando la palabra que comienza por el fonema /a/ tónico no es un sustantivo, sino un adjetivo: la agria polémica > una agria polémica [alemán: die / eine scharfe Polemik]. Incluso cuando el adjetivo acompaña al adjetivo anafórico, es decir, cuando se omite el sustantivo al que se refiere el adjetivo: Es más peligrosa la marea baja que la alta.
Excepción es el proverbio: A buen hambre no hay pan duro (alemán: Hunger ist der beste Koch].Todos los sustantivos femeninos que empiezan con a- / ha tónicas y que van precedidos en singular por las formas del artículo masculino el o un, siguen siendo femeninos en singular, así como en plural: el agua clara, las aguas claras.
Excepción es el sustantivo arte, que en singular es masculino y en el plural, femenino:
el arte gótico, el arte supremo, el arte abstracto
las artes plásticas
Pero:
el „Arte poética“ de Horacio [en latín: Ars poetica]
La Escultura es el Arte más rigurosa.
Algunos artes de pesca valorados en un millón de pesetas.
[artes significa aquí aparejo, equipo o utensilios de pesca]
«Con los sustantivos referidos a seres sexuados que han comenzado a usarse en femenino en los últimos años, no funciona ya, de manera espontánea, la norma que tradicionalmente asigna a los sustantivos femeninos que comienzan por /a/ tónica la forma el del artículo. Así, la mayoría de los hablantes dicen la árbitra, marcando el género de forma regular en el artículo, a la vez que queda explícito este en la terminación femenina del sustantivo: Pitó sin dudar la árbitra principal. Lo mismo ocurre con el indefinido, que suele usarse en la forma plena una: Es la primera vez que una árbitra panameña participa en una olimpiada.» [Real Academia Española: Diccionario panhispánico de dudas. Madrid: Santillana, 2005, p. 61-62]
Citas
La RAE:
«Se emplea el inmediatamente delante de sustantivo que empieza con a- cuando sobre esta vocal recae el acento de intensidad: el águila, el álgebra, el ánima, el área, el ascua, el ave, el Ática. La misma regla se aplica a los nombres femeninos que empiezan por la sílaba ha-, cuando la h- no representa ninguna clase de articulación: el habla, el hada, el hampa, el harpa (escrita más comúnmente arpa), el haz (variante fonética del fem. faz). De esta regla quedan exceptuados los nombres propios y los patronímicos, cuando designan mujer, y las letras del alfabeto: la Ana, la Ángela, la Álvarez, la a, la hache.
Según esta regla, la interposición de cualquier palabra entre el artículo y el sustantivo impide el uso de el: el habla, pero la dulce habla. Quedan también fuera de la regla los adjetivos: la agria polémica, la árida llanura, no solamente cuando el adjetivo es atributo de un sustantivo, como en los ejemplos anteriores, sino cuando acompaña al artículo anafórico: Es más peligrosa la marea baja que la alta. En la Alta, usado como nombre propio de lugar o como apodo de mujer, el nombre sigue siendo adjetivo, y además el artículo, aunque fuera de su organización sintáctica más común, no se despoja enteramente de su fuerza deíctica originaria (la mujer alta, la calle alta). Con los escasos nombres apelativos de personas o de animales que unen a su estructura con a- prosódicamente acentuada la condición de ser nombres sustantivos comunes, ya funcionen indistintamente como sustantivos y adjetivos o exclusivamente como sustantivos, debe emplearse el artículo femenino la si se quiere distinguir el sexo: la árabe, la ánade, la ácrata (frente a el árabe, etc.).
En el habla de varias regiones españolas y americanas (leonesa, aragonesa, navarra, rioplatense, chilena, mejicana, también en judeo-español) se encuentra más o menos extendido el uso de la en vez de el, lo que a veces se indica en los textos con el signo ortográfico del apóstrofo: l’ansia; l’habla; l’agua). Era el uso de Fernando de Herrera, debido a influencia italiana: l’alba, l’alma (Petrarca).
La sinalefa que normalmente se produce cuando las dos vocales contiguas son inacentuadas ha sido sancionada por la escritura en el caso del grupo de + artículo el masculino o femenino: los malhechores del bien; el salario del hambre. La escritura parece evitar dos contracciones seguidas: Los sublevados se apoderaron de el [palacio] del duque de Ascoli. La escritura suele suprimir también la contracción cuando el artículo forma parte de un nombre propio: la región de El Bierzo, de El Ática. No sse trata, en cambio, de sinalefa, sino de reducción vocálica en el caso de a + artículo el masculino o femenino: al anochecer; al alba. Se escribe a el lo mismo que de el y en los mismos casos: llegaron a El Tiemblo.
De el agua ha salido por analogía este agua y aquel agua. Con este agua se trata, además, probablemente de dar solución a un problema de fonética sintáctica: la difícil sinalefa esta agua [éstágua], con dos acentos de intensidad sucesivos, o el inómodo hiato /-a.á/, solución en cierto modo análoga a la arbitrada por los que emplean la ante sustantivo femenino con a- prosódicamente acentuada: l’alma. En el empleo de aquel por aquella: aquel alma, aquel agua, algo más frecuente que el de este por esta, actúan razones no solamente analógicas o de fonética sintáctica, sino acaso puramente formales y etimológicas, puesto que el segundo elemento del compuesto aqu-el procede del mismo pronombre latino que el artículo, aunque el artículo haya perdido el acento de intensicad originario como palabra proclítica. A pesar de todo, este y aquel femeninos deben evitarse. Afean la dicción y pueden contribuir a la confusión del género del nombre.»
[Esbozo, § 2.6.4, p. 215-216]
Manuel Seco:
«El artículo femenino singular toma la forma el cuando va inmediatamente delante de nombre femenino que empieza por el fonema /a/ tónico: el alma, el agua, el ave, el hacha, el hambre, el águila, el África. Se exceptúan
los nombres propios de mujer: la Ángela, la Águeda;
el de la ciudad de La Haya (alemán: Den Haag)
el de la letra hache: la hache.
La norma anterior sólo rige cuando el artículo femenino singular precede inmediatamente al nombre en cuestión. La interposición de cualquier otra palabra hace que el artículo tome la forma normal la; así, aunque se dice el agua, se dirá la misma agua; aunque se dice el arma, se dirá la eficaz arma. No está justificado, pues, el uso de él en este ejemplo de Alarcón: A fin de hacer paladar se sirvió el anterior acta y la Cámara compacta la tragó sin rechistar.
No es raro que, por influjo de la construcción sin interposición (el agua, el arma), encontremos construcciones con interposición en que el elemento interpuesto ha tomado una falsa forma masculina: el mismo agua, el nuevo arma: “La subida de precios de los combustibles, a raíz del último alza del petróleo” (ABC); el otro aria es una lógica concesión a Pavarotti. Este uso no se admite en la lengua normal.
El empleo de la forma el ante nombre femenino singular que comienza por /a/ tónica influye también en el uso de todo por toda delante del sintagma artículo + nombre: todo el agua, todo el habla.
Paralelo al uso de el ante nombre femenino singular que comienza por /a/ tónica es el del demostrativo aquel por aquella (aquel agua / aquel arma), y el de las formas correspondientes de los otros dos demostrativos que forman sistema con aquel: este y ese, por esta y esa (este agua, ese arma).
La consecuencia extrema de la existencia de las construcciones tipo el agua es, en el habla inculta y semiculta, la mutación generalmente ocasional de género en los nombres femeninos que comienzan por /a/ tónica: mucho hambre, el habla andaluz
el habla andaluz aparece mitigado
el asa, fino y largo, llega hasta la mitad de la panza
un soldado resultó muerto al disparársele el arma con el que hacía guardia
Cuando la forma el va precedida de las preposiciones a y de, se producen las contracciones al y del, no solo en la pronunciación, sino también en la escritura: al salir del colegio. Si el se escribe con mayúscula por formar parte de determinados nombres propios, la contracción no se suele realizar en la escritura, pero sí en la pronunciación: el monasterio de El Escorial, /del-eskoriál/; fueron a El Ferrol, /al-ferról/.»
[Seco, Manuel: Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española. Madrid: Espasa-Calpe, 101998, p. 176-177]
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«El empleo de algún ante nombre femenino iniciado por el fonema /a/ tónico (algún arma, algún aula) se produce, a veces, por influjo del uso de un en el mismo caso; pero en la lengua cuidada suele evitarse.» [Seco, Manuel, o. cit., p. 36]
«El artículo femenino singular una toma la forma un cuando va inmediatamente delante de nombre femenino que empieza por el fonema /a/ tónico: un alma, un ave, un hambre. Aunque no incorrecto, hoy es muy raro el uso de una en estos casos (una ascua, una agua).
La norma anterior solo rige cuando el artículo singular precede inmediatamente al nombre en cuestión. La interposición de cualquier otra palabra hace que el artículo recupere su forma una; así, aunque se dice un agua, se dirá una misma agua. Pero no es raro que, por influjo de la construcción sin interposición (un agua), encontremos construcciones con interposición en que el elemento interpuesto ha tomado una falsa forma masculina: un mismo agua; la vitamina C es un buen arma contra la gripa asiática. Este uso, frecuente en los periódicos, no se admite en la lengua normal.» [Seco, M., o. cit., p. 444]
Sobre el empleo de otros determinantes ante sustantivos femeninos que empiezan por a- o ha- tónicas, ver con más detalle:
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