Género de los sustantivos © Justo Fernández López Gramática española - Nivel superior
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el género de los sustantivos
Muchos nombres de persona solo llevan la expresión del sexo del ser nombrado en el género de artículo: el espía / la espía, el accionista / la accionista, el mártir / la mártir.
Algunos nombres de animales no expresan el sexo de estos de ningún modo, puesto que el género de tales nombres es siempre el mismo: águila, hiena, ratón, avestruz, topo. Lo mismo sucede con determinados nombres de humanos: persona, criatura, vejestorio.
En algunos casos, la expresión del sexo se hace por medio de palabras distintas: hombre / mujer, yerno / nuera, padre / madre, caballo / yegua, toro / vaca, carnero / oveja.
Hay nombres que no tienen formanta alguno: crisis, dosis, lunes.
Hay parejas en que los nombres femeninos nacieron de formaciones latinas (por analogía con ellas) sobre la misma base del masculino, con formantes que no fueron heredados como tales por nuestro idioma: emperador / emperatriz, actor / actriz, héroe / heroína, rey / reina, gallo / gallina, jabalí / jabalina, príncipe / princesa, duque / duquesa, conde / condesa, abad / abadesa, poeta / poetisa, profeta / profetisa, papa / papisa, sacerdote / sacerdotisa.
"Los sustantivos en español pueden ser masculinos o femeninos. Cuando el sustantivo designa seres animados, lo más habitual es que exista una forma específica para cada uno de los dos géneros gramaticales, en correspondencia con la distinción biológica de sexos, bien por el uso de desinencias o sufijos distintivos de género añadidos a una misma raíz, como ocurre en gato/gata, profesor/profesora, nene/nena, conde/condesa, zar/zarina; bien por el uso de palabras de distinta raíz según el sexo del referente (heteronimia), como ocurre en hombre/mujer, caballo/yegua, yerno/nuera; no obstante, son muchos los casos en que existe una forma única, válida para referirse a seres de uno u otro sexo: es el caso de los llamados «sustantivos comunes en cuanto al género» y de los llamados «sustantivos epicenos». Si el referente del sustantivo es inanimado, lo normal es que sea solo masculino (cuadro, césped, día) o solo femenino (mesa, pared, libido), aunque existe un grupo de sustantivos que poseen ambos géneros, los denominados tradicionalmente «sustantivos ambiguos en cuanto al género»." [Real Academia Española: Diccionario panhispánico de dudas. Madrid: Santillana, 2005, p. 310]
En cuanto al género gramatical, hay dos clases de sustantivos
Los que tienen como rasgo propio el ser masculinos o femeninos: muro, portal, césped (masculinos); pared, hormiga (femeninos). El género se manifiesta mediante la concordancia con determinativos o adjetivos.
Los que pueden ser masculinos o femeninos, según la terminación o desinencia: muchacho (masculino), muchacha (femenino). La diferente terminación es la que manifiesta el género gramatical.
Las desinencias o terminaciones que marcan el género
La mayoría de los sustantivos terminados en -o son masculinos. Excepciones: la mano, la radio, la nao...
La mayoría de los sustantivos terminados en -a son femeninos. Excepciones: el día, el tranvía, el planeta, el mapa, el cometa ('astro'), el pijama...
Los sustantivos de origen griego terminados en -ma son masculinos: el telegrama, el diagrama, el problema, el tema, el idioma, el sistema, el enigma, el dilema, el fantasma, el diploma, el poema, el programa, el drama, el teorema, el diafragma...
Muchos sustantivos que designan seres animados usan la terminación para diferenciar no solo el género gramatical sino también el sexo biológico: niño/niña, jefe/jefe, nene/nena, señor/señora...
Otras terminaciones para el femenino son -esa, -isa, -triz: abad/abadesa, alcalde/alcaldesa, tigre/tigresa; sacerdote/sacerdotisa, papa/papisa, poeta/poetisa; héroe/heroína, gallo/gallina, rey/reina, jabalí/jabalina; emperador/emperatriz, actor/actriz...
Sustantivos heterónimos: Hay casos en los que el género y el sexo de los seres animados se diferencia con la oposición de palabras y no con terminaciones, fenómeno que se denomina "heteronimia": padre-madre, hombre-mujer, varón-hembra, carnero-oveja, caballo-yegua, toro-vaca, caballero-dama, yerno-nuera, padrino-madrina...
La oposición marcada con las terminaciones -o / -a no solo se emplea para marcar las diferencias de sexo sino para diferenciar contenidos relacionados con el tamaño, la forma o la distinción entre árbol y el fruto del árbol: cesto (grande)-cesta (pequeña), cubo (pequeño)-cuba (grande), jarro (forma)-jarra (forma); manzano (árbol)-manzana (fruta), cerezo (árbol)-cereza (fruto), naranjo (árbol)-naranja (fruta), guindo (árbol)-guinda (fruta), avellano (árbol)-avellana (fruto)...
Sustantivos homónimos: Algunos sustantivos cambian de significado según se combinen con determinativos de distinto género: el editorial (‘artículo no firmado que expresa la opinión de la dirección de un periódico’), la editorial (‘casa editora’); la frente (‘parte superior de la cara’), el frente (‘parte anterior de algo’, ‘primera línea de combate’, ‘zona de contacto de dos masas de aire’, ‘coalición de partidos u organizaciones con un objetivo común’); la cólera ('ira'), el cólera ('enfermedad epidémica'); el corte ('efecto de cortar o cortarse'), la corte ('la corte real', 'corral o establo donde se recoge de noche el ganado', 'aprisco donde se encierran las ovejas', 'tribunal de justicia'), el coma ('estado patológico que se caracteriza por la pérdida de la conciencia, la sensibilidad y la capacidad motora voluntaria'), la coma ('signo ortográfico').
Sustantivos comunes en cuanto al género o de género común
Los sustantivos comunes en cuanto al género designan seres animados y tienen una sola forma, la misma para los dos géneros gramaticales. En cada enunciado concreto, el género del sustantivo, que se corresponde con el sexo del referente, lo señalan los determinantes y adjetivos con variación genérica: el joven / la joven, el testigo / la testigo, el mártir / la mártir, el soprano / la soprano, el bachiller / la bachiller, etc.
Los sustantivos referidos a títulos y prefesiones y que antes eran comunes en cuanto al género, modernamente se ha desdoblado en dos formas: una para el masculino y otra para el femenino (ministro-ministra, médico-médica, abogado-abogada, etc.).
Cuando el nombre de una profesión o cargo está formado por un sustantivo y un adjetivo, ambos elementos deben ir en masculino o femenino dependiendo del sexo del referente; por tanto, debe decirse la primera ministra, una intérprete jurada, una detective privada, etc., y no *la primera ministro, *una intérprete jurado, *una detective privado.
Funcionan como comunes en cuanto al género
los sustantivos formados con el sufijo -ista: el/la periodista, el/la pianista, etc.;
los sustantivos acabados en -a funcionan en su inmensa mayoría como comunes: el/la atleta, el/la cineasta, el/la guía, el/la logopeda, el/la terapeuta, el/la pediatra (en algunos casos, por razones etimológicas, el femenino presenta la terminación culta -isa: profetisa, papisa);
los sustantivos acabados en -e tienden a funcionar como comunes: el/la cantante, el/la paciente, el/la conserje, el/la amante, el/la amanuense, el/la cicerone, el/la orfebre, el/la pinche, etc.;
algunos de los sustantivos terminados en -e tienen formas femeninas específicas a través de los sufijos -esa, -isa o -ina: alcalde/alcaldesa, conde/condesa, duque/duquesa, héroe/heroína, sacerdote/sacerdotisa y en unos pocos casos se han generado femeninos en -a, como en jefe/jefa, sastre/sastra, cacique/cacica);
los que proceden de acortamientos: el/la fisio, el/la otorrino;
los sustantivos terminados en -ante o -ente, procedentes en gran parte de participios de presente latinos: el/la agente, el/la conferenciante, el/la dibujante, el/la estudiante (en algunos casos se han generalizado en el uso femeninos en -a, como clienta, dependienta o presidenta);
los pocos sustantivos que terminan en -i o en -u funcionan también como comunes: el/la maniquí, el/la saltimbanqui, el/la gurú;
entre los terminados en -y, el femenino de rey es reina, mientras que los que toman modernamente esta terminación funcionan como comunes: el/la yóquey;
los que acaban en -ar o -er, así como los pocos que acaban en -ir o -ur, funcionan hoy normalmente como comunes, aunque en algunos casos existen también femeninos en -esa o en -a: el/la auxiliar, el/la militar, el/la escolar (pero el juglar/la juglaresa), el/la líder (raro lideresa), el/la chofer o el/la chófer (raro choferesa), el/la ujier, el/la sumiller, el/la bachiller (raro hoy bachillera), el/la mercader (raro hoy mercadera), el/la faquir, el/la augur;
los que acaban en -or forman el femenino añadiendo una -a: compositor/compositora, escritor/escritora, profesor/profesora, gobernador/gobernadora (en algunos casos, el femenino presenta la terminación culta -triz (del lat. -trix, -tricis), por provenir directamente de femeninos latinos formados con este sufijo: actor/actriz, emperador/emperatriz;
los agudos acabados en -n y en -s forman normalmente el femenino añadiendo una -a: guardián/guardiana, bailarín/bailarina, anfitrión/anfitriona, guardés/guardesa, marqués/marquesa, dios/ diosa. Se exceptúan barón e histrión, cuyos femeninos se forman a través de los sufijos -esa e -isa, respectivamente: baronesa, histrionisa. También se apartan de esta regla la palabra rehén, que funciona como epiceno masculino (el rehén) o como común (el/la rehén), y la voz edecán, que es común en cuanto al género (el/la edecán). Por su parte, las palabras llanas con esta terminación funcionan como comunes: el/la barman;
los que acaban en -l o -z tienden a funcionar como comunes: el/la cónsul, el/la corresponsal, el/la timonel, el/la capataz, el/la juez, el/la portavoz. No obstante, algunos de estos sustantivos han desarrollado con cierto éxito un femenino en -a, como es el caso de juez/jueza, aprendiz/aprendiza, concejal/concejala o bedel/bedela;
los terminados en consonantes distintas de las señaladas en los párrafos anteriores funcionan como comunes: el/la chef, el/la médium, el/la pívot. Se exceptúa la voz abad, cuyo femenino es abadesa. Es especial el caso de huésped, pues aunque hoy se prefiere su uso como común (el/la huésped), su femenino tradicional es huéspeda;
independientemente de su terminación, funcionan como comunes los nombres que designan grados de la escala militar: el/la cabo, el/la brigada, el/la teniente, el/la brigadier, el/la capitán, el/la coronel, el/la alférez;
independientemente de su terminación, funcionan como comunes los sustantivos que designan por el instrumento al músico que lo toca: el/la batería, el/la corneta, el/la contrabajo;
los sustantivos compuestos que designan persona: el/la mandamás, el/la sobrecargo, un/una cazatalentos, un/una sabelotodo, un/una correveidile.
Sustantivos ambiguos en cuanto al género
Son los que, designando normalmente seres inanimados, admiten su uso en uno u otro género, sin que ello implique cambios de significado: el/la armazón, el/la dracma, el/la mar, el/la vodka.
Normalmente la elección de uno u otro género va asociada a diferencias de registro o de nivel de lengua, o tiene que ver con preferencias dialectales, sectoriales o personales.
No deben confundirse los sustantivos ambiguos en cuanto al género con los casos en que el empleo de una misma palabra en masculino o en femenino implica cambios de significado: el cólera (‘enfermedad’) o la cólera (‘ira’); el editorial (‘artículo de fondo no firmado’) o la editorial (‘casa editora’). De entre los sustantivos ambiguos, tan solo ánade y cobaya designan seres animados.
Sustantivos epicenos
Son los que, designando seres animados, tienen una forma única, a la que corresponde un solo género gramatical, para referirse, indistintamente, a individuos de uno u otro sexo. En este caso, el género gramatical es independiente del sexo del referente.
Hay epicenos masculinos (personaje, vástago, tiburón, lince) y epicenos femeninos (persona, víctima, hormiga, perdiz). La concordancia debe establecerse siempre en función del género gramatical del sustantivo epiceno, y no en función del sexo del referente; así, debe decirse La víctima, un hombre joven, fue trasladada al hospital más cercano, y no *La víctima, un hombre joven, fue trasladado al hospital más cercano. En el caso de los epicenos de animal, se añade la especificación macho o hembra cuando se desea hacer explícito el sexo del referente: la orca macho, la orca hembra, la culebra macho, la culebra hembra, la comadreja macho, la comadreja hembra, la tortuga macho, la tortuga hembra, etc.
Entradas en los diccionarios
El diccionario de la RAE, a partir de la vigésima segunda edición (2001) marca la información de género de los sustantivos no sólo con las abreviaturas m., f. (masculino, femenino), sino también con la abreviatura com. (común en cuanto al género).
Los diccionarios no dicen nada del rasgo epiceno, por no ser un rasgo gramatical de los sustantivos (no se trata de un género) sino un rasgo semántico.
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