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Negación expletiva en español

La negación pleonástica en español

© Justo Fernández López

Gramática española - Nivel superior

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La negación expletiva, espuria o pleonástica

Expletivo viene del latín expleo, 'llenar', por eso en alemán se le llama también 'Füllwort'.

Término redundante y gramaticalmente superfluo de un enunciado.

«Expletivo (Alemán: Überflüssig, Füllwort, Flickwort)

  1. Se dice de cualquier término no estrictamente necesario para la frase, por ejemplo, pues, en ¿pues por qué no vienes?

  2. Dativo expletivo.» [Lázaro Carreter, F.: Dicc. de térm. filológ., S. 179-180]

«Se denomina negación expletiva, espuria o pleonástica aquella que no aporta un valor negativo real a la oración en que aparece, de manera que resulta, en cierto modo, redundante. En español es posible encontrar este tipo de negación, siempre representada por el adverbio no, tras verbos de duda o temos, en contrucciones comparativas, en oraciones temporales introducidas por hasta puntual, y en ciertas exclamativas de carácter retórico. Ejemplos:

Juan teme que no vaya a suspender su examen de geometría.

[tras verbos de duda o temor]

Más vale ser feliz con poco dinero que no desgraciado con mucho.

[en construcciones comparativas]

No me iré de aquí hasta que no me hayas dicho lo que quiero oír.

[en oraciones temporales introducidas por hasta puntual]

¡Cuánto no habrá trabajado María para lograr ese puesto!

[en oraciones exclamativas de carácter retórico]

De hecho, parece que en la lengua antigua la presencia de negación expletiva estaba mucho menos restringida que en español actual, de manera que casi todos los inductores negativos la admitían. [...]

La presencia de la negación expletiva tras verbos de duda y temor está asociada a la ausencia de la conjunción subordinante. Nótese que en las siguientes oraciones la presencia de la conjunción obligaría a interpretar la negación como no expletiva, en cuyo caso el objeto del temor o la duda sería una acción negativa. En cambio, si suprimimos la conjunción, la única interpretación posible es que lo que se duda o se teme es una acción positiva, lo que demuestra que se trata en tal caso de negación expletiva:

Temo (que) no venga Pepe.

Dudo (que) no tengas razón en lo que dices.

Tenía miedo (de que) no se hubiese equivocado.

Lógicamente, es necesario también que la subordinada aparezca en modo subjuntivo. Ello se sigue del hecho de que sólo se permite la extensión del ámbito de la negación a la oración subordinada. La imposibilidad de interpretar como expletiva la negación en Me temo no viene se debe a que el modo indicativo no incluye a la subordinada dentro del ámbito de la negación, y por tanto esta no puede tener valor negativo implícito que se refleja en la presencia de la negación expletiva. [...]

La negación expletiva puede aparecer en el término de estructuras comparativas, especialmente cuando el término no es una oración flexiva.

María canta mejor que (*no) baila.

Mejor sabe María cantar que no bailar.

Ha de cumplirse, además, el requisito estructural de que ninguna preposición puede mediar entre la negación expletiva y la comparativa. De ahí que los comparativos léxicos que toman como término un SP, o las comparativas introducidas por de lo que no permitan negación expletiva.

Más vale tener que no desear.

Prefiero tener a (*no) desear.

Es mejor ganar poco que no perder el trabajo.

Es preferible ganar poco en lugar de (*no) perder el trabajo.

Juan era antes más simpático que no ahora.

Juan era tantes más simpático de lo que (*no) es ahora.

En tercer lugar, admiten negación expletiva ciertas oraciones exclamativas encabezadas por un pronombre de cantidad con las que el hablante pondera enfáticamente una cantidad que presupone.

¡Cuánto no habrá trabajado María para conseguir ese puesto!

¡Qué de dinero no tendrá para poder permitirse esos lujos!

De las dos oraciones anteriores se deduce que la cantidad ponderada, sea de trabajo o de dinero, ha de ser abundante. Esta deducción, así como la presuposición de existencia de dicha cantidad, no cambio esté o no presente la negación. En cambio, si la exclamativa no es cuantitativa sino cualitativa, la negación ya no será expletiva. De ahí que el sentido de las oraciones siguientes, con o sin negación, sea contrario:

¡Quién aguantaría a esos amigos tuyos! (implica: nadie)

¡Quién no aguantaría a esos amigos tuyos! (implica: todo el mundo)

Para que admitan negación expletiva, las exclamativas de cantidad han de cumplir un requisito gramatical fundamental: el verbo ha de estar en futuro o condicional, tiempos ambos de reconocido valor modal. De hecho, parece ser este valor modal lo que aporta un valor irreal a estas construcciones estrechamente vinculado a la posibilidad de tener negación expletiva.

Finalmente, las construcciones con hasta puntual permiten una negación expletiva que manifiesta de forma explícita el valor irreal o virtual de la oración que encabezan, valor que se sigue de la relación excluyente mantenida respecto de la acción de la oración principal. Se observa esta negación en los siguientes ejemplos:

Ana no se fue hasta que (no) llegó Pedro.

No entregué el trabajo hasta (no) estar seguro de que estaba bien.

Creemos que el valor exclusivo del hasta puntual es responsable de que la subordinada denote un hecho irreal, lo que a su vez explica que esta oración tenga un sentido implícitamente negativo que puede manifestarse explícitamente en forma de negación expletiva.

El uso de negación espuria en este tipo de construcciones ha sido observado y sancionado por numerosos gramáticos. Cuervo (1885: 488) afirma que se debe a una contaminación entre las frases con hasta y con mientras no, cuyo sentido puede ser similar en Nos se vaya hasta que no le llamen y No se vaya hasta que (no) le llamen. Similar opinión mantiene Kany (1945: 429). Otros autores, en cambio, niegan que el uso de negación con hasta sea una anomalía. De “estigma sin base lingüística alguna” lo califica Morera (1986) y María Moliner (DUE, s. v.) afirma que no es un no superfluo ni anfibológico.»

[Sánchez López, Cristina: „La negación“. En: Bosque, Ignacio / Demonte, Violeta (eds.): Gramática descriptiva de la lengua española. Madrid: Real Academia Española / Espasa Calpe. 1999, § 40.8]

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