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Sustantivos femeninos con a- o ha- tónicas

© Justo Fernández López

Gramática española - Nivel superior

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Advertencia preliminar

«Conviene recordar que las formas el y un que combinan con palabras femeninas que empiezan por a (ha) tónicas son históricamente femeninas, pues proceden de los femeninos latinos illam (> ell> el(a)), unam (> un(a)). Por ello, hay que hablar de unas formas el, un masculinas (el niño, un niño), y otras femeninas (el alma, un alma).

En el uso se vacila entre:

algún(-a) alma

ningún(-a) alma

aquel(-lla) alma

por ser formas compuestas de un (algún, ningún) y el (aquel).»

[Gómez Torrego, L.: Manual de español correcto. Madrid: Arco/Libros, 1991, vol. 2, pp. 39 y 41]

 el / un / algún / ningún ante sustantivos femeninos

que empiezan con a- o ha- tónicas

La anteposición de la forma masculina del artículo el / un y del adjetivo indeterminado algún / ningún a sustantivos femeninos que empiezan por a- o ha- tónicas no produce cambio de género:

el agua clara

un agua limpia

algún alma buena

ningún alma buena.

En el plural se emplea la forma normal del femenino:

las aguas claras

las aguas limpias

unas aguas claras

unas aguas limpias.

Excepción es el arte, que en singular es masculino (excepto el Arte poética), pero en plural femenino:

el arte gótico

el arte refinado

el arte agipcio

las artes escénicas

las artes plásticas.

El artículo el / un y los adjetivos indeterminados algún / ningún preceden inmediatamente a sustantivos y sólo a sustantivos que empiezan por a- o ha- tónicas.

No se aplica esta regla a adjetivos interpuestos entre el determinante y el sustantivo ni ante adjetivos que empiezan por a- o ha- tónicas:

la dulce habla castellana

la alta jerarquía eclesiástica

una atareada ama de casa

una descomunal hacha    

Tampoco es aplicable a las letras del alfabeto (la hache), a nombres propios de mujer (la Águeda) o a toponímicos: La Haya; a los nombres propios de mujer: La Ana; delante de las siglas que empiezan por a- tónica y son sustantivos femeninos: la APE (Asociación Primatológica Española).

 

La normativa académica para los determinantes ante

sustantivos femeninos que empiezan con a- (ha-) tónica

Regla general

Ante sustantivos femeninos que empiezan con a- (ha-) tónica, se emplean en singular los siguientes determinantes:

el > el aula vacía (pero las aulas vacías)

un > un aula vacía (pero unas aulas vacías)

algún > algún aula vacía (pero algunas aulas vacías) 

ningún > ningún aula vacía

 

Excepciones a esta regla

  • Letras del alfabeto: la a / las as / la hache / las haches

  • Palabras interpuestas ante el sustantivo: la dulce habla castellana / de esta agua no beberé

  • Ante nombres propios de mujer: la Ángela

  • Con nombres gentilicios femeninos: la árabe / una árabe 

  • Toponímicos: La Haya

  • Delante de las siglas que empiezan por a- tónica y son sustantivos femeninos: la APE (Asociación de Profesores de Español).

  • Ante adjetivos que empiezan con a- (ha-) tónica: la alta cumbre / la ardua empresa / la árida tierra / la áspera corteza / la agria naranja. Pero por licencia poética se pueden encontrar expresiones como: el alta cumbre / el áspera condición / el ardua empresa.

  • «Con los sustantivos referidos a seres sexuados que han comenzado a usarse en femenino en los últimos años, no funciona ya, de manera espontánea, la norma que tradicionalmente asigna a los sustantivos femeninos que comienzan por /a/ tónica la forma el del artículo. Así, la mayoría de los hablantes dicen la árbitra, marcando el género de forma regular en el artículo, a la vez que queda explícito este en la terminación femenina del sustantivo: Pitó sin dudar la árbitra principal. Lo mismo ocurre con el indefinido, que suele usarse en la forma plena una: Es la primera vez que una árbitra panameña participa en una olimpiada.» [Real Academia Española: Diccionario panhispánico de dudas. Madrid: Santillana, 2005, p. 61-62]

 

Observaciones

El artículo un ante sustantivo femenino que empiezan con a- / ha- tónicas parece ser el uso más frecuente que una en todas las épocas. Aunque no incorrecto, hoy es muy raro el uso de una en estos casos (una ascua, una agua).

Ante sustantivos femeninos que empiezan con a- / ha- tónicas, se pueden emplear indistintamente algún o alguna / ningún o ninguna. Las formas apocopadas algún y ningún son, sin embargo, las más frecuentes, más frecuentes que una: alguna ave noctámbula, alguna alma.

En el habla de algunas regiones españolas y americanas se encuentra a veces el uso de la en vez de el, e incluso la escritura con apóstrofo a la italiana: l’ansia / l’habla.

Es más correcto decir veintiún armas (ante a tónica) que *veintiuna armas.

El artículo el es una variante de la que proviene del latín illam y es, por tanto, femenino y no modifica el género del sustantivo, que sigue siendo femenino, excepto en el caso de el arte (arte gótico). Pero: el Arte poética. En plural todos estos sustantivos son femeninos y llevan determinantes femeninos: las artes marciales / las ánimas benditas / unas ánforas griegas / algunas ánforas antiguas.

Vacilación en el uso de algún / alguna ante

sustantivos femeninos que comienzan con a- / ha- tónicos

Las formas sincopadas algún / ningún se usan ante sustantivo masculino singular. En el uso de algún / ningún también ante sustantivos femeninos que comienzan con el fonema /a/ átono hay vacilaciones.

La RAE:

«Los singulares alguno, ninguno adoptan la forma algún, ningún en las mismas condiciones que uno, una. Pero alguna, ninguna son de uso más frecuente que una: alguna ave noctámbula; alguna alma

[Esbozo, § 2.8.3, p. 231] 

Manuel Seco:

«El empleo de algún ante nombre femenino iniciado por el fonema /a/ tónico (algún arma, algún aula) se produce, a veces, por influjo del uso de un en el mismo caso; pero en la lengua cuidada suele evitarse.»

[Seco, Manuel: Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española. Madrid: Espasa-Calpe, 101998, p. 36]

«ningún ... Como adjetivo, sufre apócope cuando precede a un nombre masculino singular, aunque entre este y el adjetivo se interponga otro adjetivo: ningún placer, ningún otro placer. No suele aceptarse esta forma apocopada ante nombres femeninos que comiencen por /a/ tónica: ningún aula, ningún arma; habría de decirse ninguna.» [Seco, M., o. cit., p. 307]

Manual de español urgente, de la AGENCIA EFE:

«Es bien sabido que se emplea el y un ante nombre femenino que empieza por a- o ha- tónicas: el habla, un águila. Pero esta anómala concordancia no debe producirse en el caso de los adjetivos (una agria polémica, la árida llanura), ni cuando entre el artículo y el nombre que empieza por a- o ha- se introduce un adjetivo (la incomprensible habla, una altiva águila).

Esa misma posibilidad se produce con algún, ningún. Pero no con otro  ni con todo  (otra ave, toda África) ni con los demostrativos. Escríbase pues esta ave, esa ave, aquella ave.» [p. 47]

Leonardo Gómez Torrego

«Con frecuencia se duda de si hay que decir “este aula” o “esta aula”; “este agua” o “esta agua”, etc. Pues bien, la regla es la siguiente: sólo los artículos el, un y los indefinidos algún y ningún (formas compuestas de un) preceden en su forma aparentemente masculina a los sustantivos femeninos que empiecen por a (ha) tónica. El resto de los determinantes (y adjetivos antepuestos) presentan su forma femenina normal. Así, hay que decir e escribir:

el alma (agua, hacha, asa, aula ...)

un alma (agua, hacha, asa, aula ...)

algún alma (agua, hacha, asa, aula ...)

ningún alma (agua, hacha, asa, aula ...) [...]

Conviene recordar que las formas el y un que combinan con palabras femeninas que empiezan por a (ha) tónicas son históricamente femeninas, pues proceden de los femeninos latinos illam (>ell>el(a)), unam (>un(a)). Por ello, hay que hablar de unas formas el, un masculinas (el niño, un niño), y otras femeninas (el alma, un alma).

En el uso se vacila entre:

algún(-a) alma

ningún(-a) alma

aquel(-lla) alma

por ser formas compuestas de un (algún, ningún) y el (aquel).»

[Gómez Torrego, L.: Manual de español correcto. Madrid: Arco/Libros, 1991, vol. 2, pp. 39 y 41]

Citas normativa

«El artículo determinado:

a)    El artículo singular femenino tiene dos formas etimológicas (lat. illa): la y el. No se trata, por consiguiente, de nada semejante a los desajustes que se han producido en la declinación del pronombre personal: le por lo, la por le, ni siquiera de razones de fonética sintáctica: el alma por la alma, aunque la fonética sintáctica haya intervenido en el doble desarrollo del lat. illa. Se emplea el femenino el inmediatamente delante de sustantivo que empieza con a- cuando sobre esta vocal recae el acento de intensidad: el águila, el álgebra, el ánimo, el área, el ascua, el ave, el Ática. La misma regla se aplica a los nombres femeninos que empienzan por la sílaba acentuada ha-, cuando la h- no representa ninguna clase de articulación: el habla, el hada, el hampa, el harpa (escrita más comúnmente arpa), el haz (variante fonética del fem. faz). De esta regla quedan exceptuados los nombres propios y los patronímicos, cuando designan mujer, y las letras del alfabeto: la Ana, la Ángela, la Álvarez, la a, la hache.

b)    Según la regla del apartado anterior, la interposición de cualquier palabra entre el artículo y el sustantivo impide el uso de el: el habla, pero la dulce habla. Quedan también fuera de la regla los adjetivos: la agria polémica, la árida llanura, no solamente cuando el adjetivo es atributivo de un sustantivo, como en los ejemplos anteriores, sino cuando acompaña al artículo anafórico: Es más peligrosa la marea baja que la alta. En la Alta, usado como nombre propio de lugar o como apodo de mujer, el nombre sigue siendo adjetivo, y además el artículo, aunque fuera de su organización sintáctica más común, no se despoja enteramente de su fuerza deíctica originaria (la mujer alta, la calle alta). Con los escasos nombres apelativos de personas o animales que unen a su estructura con a- prosódicamente acentuada la condición de ser nombres sustantivos comunes, ya funcionen indistintamente como sustantivos y adjetivos o exclusivamente como sustantivos, debe emplearse el artículo femenino la si se quiere distinguir el sexo: la árabe, la ánade, la ácrata (frente a el árabe, etc.).
En el habla de varias regiones españolas y americanas (leonesa, aragonesa, navarra, rioplatense, chilena, mejicana, también en judeo-español) se encuentra más o menos extendido el uso de la en vez de el, lo que a veces se indica en los textos con el signo ortográfico del apóstrofo: l’ansia, l’habla; la agua. Era el uso de Fernando de Herrera, debido a influencia italiana: l’alba, l’alma (Petrarca, Il Canzoniere).

c)     Si sinalefa que normalmente se produce cuando las dos vocales contiguas son inacentuadas ha sido sancionada por la escritura en el caso del grupo de + artículo el masculino o femenino. La escritura suele suprimir la contracción cuando el artículo forma parte de un nombre propio: la región de El Bierzo, de El Ática. No se trata, en cambio, de sinalefa, sino de reducción vocálica en el caso de a + artículo el masculino o femenino: al anochecer, al alba.

d)    De el agua han salido por analogía este agua y aquel agua. En el empleo de aquel por aquella: aquel alma, aquel agua, algo más frecuente que el de este por esta, actúan razones puramente formales y etimológicas, puesto que el segundo elemento del compuesto aqu-el procede del mismo pronombre latino que el artículo, aunque el artículo haya perdido el acento de intensidad originario como palabra proclítica. A pesar de todo, este y aquel femeninos deben evitarse. Afean la dicción y pueden contribuir a la confusión del género del nombre.»

[RAE: Esbozo de una nueva gramática de la lengua española. Madrid: Espasa-Calpe, 1973, § 2.6.4a-d]

«Como femenino se emplea un, y bastantes menos veces una, ante nombre sustantivo femenino singular que empieza por el fonema vocálico /a/, escrito a- o ha-, cuando posee acento de intensidad y sigue inmediatamente al indefinido: un ave, un aria, un aula, un hacha. Este un femenino parece ser el uso más frecuente que una en todas las épocas. [...]

Los indefinidos compuestos con uno: alguno y ninguno, tienen variaciones de género y número: alguno, alguna, algunos, algunas; ninguno, ninguna, ningunos, ningunas y todas las formas tienen acento de intensidad en la sílaba –u-. Los singulares adoptan la forma algún, ningún en las mismas condiciones que uno, una. Pero alguna, ninguna son de uso más frecuente que una: alguna ave noctámbula, alguna alma

[RAE: Esbozo de una nueva gramática de la lengua española. Madrid: Espasa-Calpe, 1973, § 2.8.3-1°-2°]

«Cuidado que es simple aprender que la forma masculina del artículo sólo precede inmediatamente a sustantivos (¡sólo a sustantivos!) que empiezan por a- o ha- tónicas: el agua, el aura, el hacha (sin embargo, la hache); en cambio, debe aparecer la forma femenina cuando no existe contacto directo con el sustantivo: la escasa agua, la difusa aura, la afilada hacha. Y, claro, ante inicial átona, la alameda, la aurora, la hacienda. Pero algunos locutores y redactores de magín inope siguen concordando a la funerale el nuevo área de descanso en una carretera, y el fuerte alza del dólar registrado esta semana. También he podido oír, en una transmisión de la vuelta ciclista a Francia, que “nadie ha querido agitar los aguas tranquilas de la etapa”; le faltó al hablador la perfección última de haber dicho los aguas tranquilos. Otro locutor –éste de madrugada: ¡a qué martirios de auricular obliga el insomnio!–, profirió anoche mismo que íbamos a escuchar melodías que aún anidan en algún repliegue de nuestro alma. Y es que la confusión de muchos se limita al artículo singular: lo extienden al plural y a otros determinantes. Entre profesores, de Filología incluso, no es raro oír ese aula

[Lázaro Carreter, Fernando: El dardo en la palabra. Barcelona: Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores, 2001, p. 651-652]

«Los determinantes delante de sustantivos femeninos que empiezan por a- (o ha-) tónica:

Con frecuencia se duda de si hay que decir “este aula” o “esta aula”; “este agua” o “esta agua”, etc. Pues bien la regla es la siguiente: sólo los artículos el, un y los indefinidos algún y ningún (formas compuestas de un) preceden en su forma aparentemente masculina a los sustantivos femeninos que empiecen por a (ha) tónica.

El resto de los determinantes (y adjetivos antepuestos) presentan su forma femenina normal. Así, hay que decir y escribir:

el alma (agua, hacha, asa, aula ...)

un alma (agua, hacha, asa, aula ...)

algún alma (agua, hacha, asa, aula ...)

ningún alma (agua, hacha, asa, aula ...)

y también

esta alma (agua, hacha, asa, aula ...)

esa alma (agua, hacha, asa, aula ...)

aquella alma (agua, hacha, asa, aula ...)

toda alma (agua, hacha, asa, aula ...)

poca hambre

mucha hambre

primera aula

tercera aula

Son, por tanto, incorrectos los sintagmas siguientes:

*la alma (agua, hacha, asa, aula ...)

*una alma (agua, hacha, asa, aula ...)

*alguna alma (agua, hacha, asa, aula ...)

*ninguna alma (agua, hacha, asa, aula ...)

y también:

*este alma (agua, hacha, asa, aula ...)

*ese alma (agua, hacha, asa, aula ...)

*aquel alma (agua, hacha, asa, aula ...)

*todo alma (agua, hacha, asa, aula ...)

*poco agua

*poco hambre

*mucho hambre

*primer aula (dígase “primera aula”)

*tercer aula (dígase “tercera aula”)

Téngase en cuenta, no obstante, las observaciones siguientes:

a)    La regla no vale para los adjetivos que empiezan por a (ha) tónica. Por tanto debe decirse:
la áspera corteza (y no *el áspera corteza)
la agria naranja ( y no *el agria naranja)

b)    En el plural se usan las formas normales:
las almas
unas almas
algunas almas

c)     Si entre el artículo y el sustantivo se inserta otra palabra, debe aparecer la forma femenina normal del artículo:
la cristalina agua (pero “el agua cristaliza”)
la auténtica hambre (pero “el hambre auténtica”)

d)    La palabra todo, tanto cuando es determinante como cuando es predeterminante, se emplea en su forma femenina normal:
toda águila (no *todo águila)
toda agua (no *todo agua)
toda el agua (y no *todo el agua)
toda el área (y no *todo el área)
toda Asia (y no *todo Asia)

e)    Como excepción, se dice:
la hache (no *el hache)

f)      Dígase “de esta agua no beberé” (y no *de este agua no beberé)

g)    Conviene recordar que las formas el y un que combinan con palabras femeninas que empiezan por a (ha) tónicas son históricamente femeninas, pues proceden de los femeninos latinos illam (>ela>el(a)), unam (>un(a)). Por ello, hay que hablar de unas formas el, un masculinas (el niño, un niño), y de otras femeninas (el alma, un alma).

h)    En el uso se vacila entre
algún(-a) alma
ningún(-a) alma
aquel(-lla) alma
por ser formas compuestas de un (algún, ningún) y el (aquel).

i)      La regla no vale para las palabras femeninas que empiezan por a átona. No debe decirse, pues,
*El Alhambra (correcto: La Alhambra)
*El harina (correcto: la harina)
*El acné (correcto: la acné)

j)      Es más correcto decir veintiún armas (ante a tónica) que *veintiuna armas. Pero se dirá veintiuna pesetas y no *veintiún pesetas; y es perferible decir veintiún mil ptas. (veintiún concuerda con mil) a decir veintiuna mil ptas.

Veamos ahora, unas frases con errores por mal uso del determinante:

*Todos los disparos fueron hecho con el mismo arma.

(correcto: “... con la misma arma”)

*Te esperaré con toda la (todo el) ansia del mundo.

(correcto: “... con toda el ansia del mundo”)

*Se plantarán árboles en todo este área.

(correcto: “... en toda esta área”)

*El rico agua de este manantial puede faltarnos.

(correcto: “la rica agua ...)

*El amplia acogida que tuvo su discurso nos impresionó.

(correcto: “... la amplia acogida ...”)

*Aquello fue el apoteosis.

(correcto: “... fue la apoteosis”. La a- es átona)

*Tu argumento es un buen arma contra el Estatuto.

(correcto: “... una buena arma ...”)

*Meteré este otro ave en la jaula.

(correcto: “... esta otra ave ...”).»

[Gómez Torrego, L.: Manual de español correcto. Madrid: Arco / Libros, 1991, pp. 39-42]

«El artículo femenino singular una toma la forma un cuando va inmediatamente delante del nombre femenino que empieza por el fonema /a/ tónico: un alma, un ave, un hambre. Aunque no incorrecto, hoy es muy raro el uso de una en estos casos (una ascua, una agua).

La norma anterior solo rige, como se ha dicho, cuando el artículo singular precede inmediatamente al nombre en cuestión. La interposición de cualquier otra palabra hace que el artículo recupere la forma una; así, aunque se dice UN agua, se dirá UNA misma agua. Pero no es raro que, por influjo de la construcción sin interposición (un agua), encontremos construcciones con interposición en que el elemento interpuesto ha tomado una falsa forma masculina: UN MISMO agua; UN BUEN arma. Este uso, frecuente en los periódicos, no se admite en la lengua normal.»

[Seco, Manuel: Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española. Madrid: Espasa-Calpe, 101998, p. 444]

«ningún ... Como adjetivo, sufre apócope cuando precede a un nombre masculino singular, aunque entre este y el adjetivo se interponga otro adjetivo: ningún placer, ningún otro placer. No suele aceptarse esta forma apocopada ante nombres femeninos que comiencen por /a/ tónica: ningún aula, ningún arma; habría de decirse ninguna.» [Seco, M., o. cit., p. 307]

«La forma aquel por aquella, ante nombre femenino que comienza por /a/ tónica (aquel agua, aquel arma), no se admite en el uso normal; se dice aquella arma, aquella agua. El uso de aquel por aquella se debe sin duda a analogía con la presencia de el, y no la, ante nombres femeninos que comienzan por /a/ tónica (el aula, etc.). No es nuevo este uso de aquel: Salvá (Gramática, 350) ticatab ejemplos de Sigüenza (aquel alma), Iriarte (aquel agua) y Lista (aquel alma divina).» [Seco, M., o. cit., p. 54-55]

«este: La forma este aparece con frecuencia usada, en lugar de esta, ante nombre femenino que comienza por /a/ tónica (este agua, este arma); debe usarse esta ante todos los femeninos, sea cual sea su fonema inicial: esta agua, esta arma.» [Seco, M., o. cit., p. 205]

«ese: La forma ese aparece con frecuencia usada, en lugar de esa, ante nombre femenino que comienza por /a/ tónica (ese agua, ese arma, ese arma, ese hambre); debe usarse esa ante cualquier nombre femenino: esa agua, esa arma.» [Seco, M., o. cit., p. 201]

«todo ante nombres femeninos que llevan el artículo el (todo el agua, todo el habla, todo el hampa), es una forma masculina indebidamente empleada por influjo de la apariencia masculina del artículo, que en realidad es, en este caso, femenino. El uso normal es toda (toda el agua, toda el habla).» [Seco, M., o. cit., p. 434]

«hambre. El género de este nombre es femenino. El usarse con los artículos el o un se debe a la regla de los nombres femeninos que comienzan por el fonema /a/ tónico. Se dice, pues, un hambre canina, el hambre enfermiza, las grandes hambres. Es vulgarismo el empleo de hambre como masculino: por aquó ni había más que mucho hambre repartido; a este hambre de visitadoras que se ha despertado en la selva no lo para ni Cristo.» [Seco, M., o. cit., p. 434]

En Ortega y Gasset encontramos:

“Pero junto a los placeres que hay en la caza hay en ella innumerables molestias, ¿Con qué derecho se la    toma por aquel asa y no por ésta? La verdad es que ni lo uno ni lo otro son lo importante en la caza y lo que la hace apetecible, sino la actividad misma en que consiste”.

[Ortega, O. C., vol. VI, p. 428]

Lista de sustantivos femeninos que empiezan con a- (ha-) tónica

 

acta

el acta cerrada

las actas cerradas

un acta cerrada

unas actas cerradas

algún acta cerrada

algunas actas cerradas

ningún acta cerrada

 

 

agua

el agua clara

las aguas claras

un agua clara

unas aguas claras

algún agua clara

algunas aguas claras

ningún agua clara

 

 

águila

el águila negra

las águilas negras

un águila negra

unas águilas negras

algún águila negra

algunas águilas negras

ningún águila negra

 

 

ala

el ala blanca

las alas blancas

un ala blanca

unas alas blancas

algún ala blanca

algunas alas blancas

ningún ala blanca

 

 

alma

el alma pura

las almas puras

un alma pura

unas almas puras

algún alma pura

algunas almas puras

ningún alma pura

 

 

arma

el arma blanca

las armas blancas

un arma blanca

unas armas blancas

alguna arma blanca

algunas armas blancas

ningún arma blanca

 

 

aula

el aula vacía

las aulas vacías

un aula vacía

unas aulas vacías

algún aula vacía

 

ningún aula vacía

 

habla

el habla clara

las hablas claras

un habla clara

unas hablas claras

 

hacha

el hacha pesada

las hachas pesadas

un hacha pesada

unas hachas pesadas

algún hacha pesada

algunas hachas pesadas

ningún hacha pesada

 

 

hada

el hada buena

las hadas buenas

un hada buena

unas hadas buenas

algún hada buena

algunas hadas buenas

ningún hada buena

 

hambre

el hambre canina

las hambres caninas

un hambre canina

unas hambres caninas

África

el África negra

 

Asia

el Asia Menor

 

 

Otros ejemplos:

ágora, alga, álgebra, alta (sustantivo), alza, ama, anca, ancla, ánfora, ánima, ansia, anta, ara, arca, área, aria, arma, arpa, asa, ascua, asma, aspa, asna, asta, aura, Austria, are, aya, haba, haca, hampa, haya, haz, haza.

No se aplica la regla a adjetivos interpuestos entre el determinante y el sustantivo que empieza por a- o ha- tónicas: la dulce habla castellana / la alta jerarquía eclesiástica.

 

la pequeña hacha

una pequeña hacha

la altiva águila

una altiva águila

la alta traición

una alta traición

la alta jerarquía

una alta jerarquía

la alta torre

una alta torre

la árida llanura

una árida llanura

la confusa habla

una confusa habla

la afilada hacha

una afilada hacha

la inminente alza

una inminente alza

las inminentes alzas

unas inminentes alzas

la resistente haya

una resistente haya

las resistentes hayas

unas resistentes hayas

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